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Luisi, la mujer de Arguiñano que nació en una pescadería y trabajó desde joven de sol a sol

La mujer vivió una infancia especialmente complicada en la que tuvo que ayudar económicamente a su madre

Luisi, la mujer de Arguiñano que nació en una pescadería y trabajó desde joven de sol a sol

Karlos Arguiñano, en una imagen de archivo. | Gtres

Karlos Arguiñano no sabe concebir la vida sin Luisi Azmentoy. Además de su mujer y madre de sus seis hijos, la mujer es el pilar fundamental de su vida profesional, ya que juntos han formado un perfecto dúo con el que gestionan su restaurante-hotel. Más allá de lo profesional, ambos se entienden a la perfección, lo que hace que sea la base de su matrimonio de más de cuatro décadas. Los dos se conocieron en la localidad de Beasáin, en Guipúzcoa, cuando ella trabaja de pescadera. El flechazo fue casi instantáneo y ambos han formado una de las familias más consolidadas de Zarauz.

Luisi, la esposa de Karlos Arguiñano, es una figura discreta pero fundamental en la vida del célebre cocinero vasco. Nacida también en el País Vasco, ha estado vinculada a su entorno desde muy joven y comparte con él una historia que se remonta a más de cinco décadas. Aunque no suele aparecer en los medios de comunicación, su presencia ha sido constante en el plano personal y profesional del chef, siendo una de las personas que más ha influido en su estabilidad y éxito.

La vida de Luisi en Zarauz

Luisi junto a Arguiñano. | Gtres

Karlos Arguiñano y Luisi se conocieron cuando eran adolescentes en Beasáin (Guipúzcoa), su pueblo natal. Él trabajaba como aprendiz de cocina y ella era una joven estudiante, tranquila y reservada. Desde entonces formaron una pareja sólida, basada en la confianza y la complicidad. Se casaron a principios de los años setenta, en una época en la que Karlos aún no era conocido fuera de los círculos gastronómicos locales. Aquellos primeros años estuvieron marcados por el esfuerzo, los turnos largos en los fogones y la construcción de una familia numerosa.

La familia de Luisi tenía relación con el mundo del mar y la pesca, algo muy habitual en la costa guipuzcoana. Muchos de sus parientes trabajaron en oficios relacionados con la hostelería o el comercio local, y ese ambiente marítimo, cercano a las lonjas y a los productos frescos del Cantábrico, influyó en su conocimiento y gusto por el pescado. Esa familiaridad con el producto fue algo que compartió con Karlos desde sus inicios, cuando ambos empezaban su vida en común y él daba sus primeros pasos en la cocina profesional.

A lo largo de los años, Arguiñano ha contado en entrevistas que Luisi es una gran conocedora de los productos del mar y que tiene «muy buen ojo para el pescado fresco». En tono de humor, a veces él mismo ha dicho en televisión frases como «Luisi sabe más que el pescadero», lo que ha contribuido a esa confusión. Pero en realidad, nunca ejerció como pescadera, sino que fue ama de casa y colaboradora discreta en la gestión del restaurante y los negocios familiares.

El día en el que se enamoró de Karlos Arguiñano

Luisi y Karlos tuvieron siete hijos, un número poco común hoy en día y una muestra de la vida familiar intensa que construyeron juntos. Ella se dedicó principalmente a la crianza y a la gestión del hogar, mientras él se desarrollaba profesionalmente en el mundo de la cocina y la televisión. Sin embargo, Luisi también desempeñó un papel clave en los negocios familiares. Cuando Karlos abrió su primer restaurante —el célebre Restaurante Karlos Arguiñano en Zarautz—, fue ella quien se encargó de buena parte de la gestión administrativa, la organización de personal y la atención a los detalles del servicio.

A lo largo de los años, Luisi ha mantenido una vida alejada del foco mediático, pese a ser esposa de uno de los personajes más populares de España. Su carácter discreto contrasta con la simpatía y el desparpajo de su marido, pero juntos forman un equilibrio muy particular. Arguiñano la ha mencionado en numerosas ocasiones en sus programas, siempre con cariño y respeto, y suele bromear diciendo que «Luisi es la que manda en casa». Él mismo reconoce que su éxito profesional no habría sido posible sin su apoyo incondicional y su sentido práctico.

Durante décadas, Luisi fue una figura de apoyo silencioso pero clave: se encargó de la administración familiar, la educación de los siete hijos y la organización logística del hogar y del restaurante cuando el cocinero empezó a ser una figura televisiva. Hoy, que sus hijos adultos —como Amaia o Joseba Arguiñano— han asumido buena parte de esas responsabilidades, Luisi ha podido dar un paso atrás y disfrutar de una vida más tranquila, lejos de la exposición pública. Luisi vive con Karlos en Zarauz (Guipúzcoa), en la casa familiar junto al mar donde también está el Restaurante Karlos Arguiñano, que sigue siendo el epicentro de su vida. Aunque ya no participa directamente en la gestión del negocio, continúa muy presente en el día a día: mantiene contacto con el personal, recibe a clientes habituales y cuida los detalles de la vida doméstica y familiar. Su papel es más simbólico y emocional, pero sigue siendo esencial en el equilibrio del entorno Arguiñano.

Ahora lleva una vida discreta en el País Vasco

A sus más de 70 años, Luisi lleva una vida discreta, centrada en la familia y la naturaleza. Se la suele ver paseando por el paseo marítimo de Zarautz o acompañando a su marido en actos puntuales, pero rara vez aparece en prensa o televisión. Mantiene el mismo estilo de siempre: cercano, sencillo y reservado. Han sido contadas las veces en las que Luisi ha hablado con medios de comunicación. Hace años concedió una entrevista a El Diario Vasco en la que explicó que su madre tenía una pescadería. «Mi madre tenía una pescadería y rompió aguas allí mismo, fue a la calle Santa Marina y me parió allí», confesó.

Trabajó muy duro desde joven y nació en una pescadería

Pasó su infancia y su adolescencia trabajando entre pescados de la lonja, para ayudar a su madre a sacar adelante a sus hermanos, tal y como cuentan desde ¡Hola! Cuando cumplió 15 años se marchó hasta Francia para trabajar de au pair y, también, como limpiadora de un colegio. «Yo siempre he sido muy echada para adelante y nos arriesgamos. Trabajamos varios años muy duro y lo sacamos adelante. Eran los ochenta, vivíamos encima del restaurante… Eran momentos difíciles, debíamos mucho dinero, pero yo siempre he dado la cara», apostilló. Fue con 24 años cuando se casó con Arguiñano. Por ese entonces, ella ya había trabajado como una jabata. «Cuando mis amigas se iban de vacaciones era cuando más trabajo tenía. Los domingos se abría la pescadería. Cualquier día de fiesta mientras las amigas disfrutaban yo tenía que trabajar y lloraba mucho», apostilló.

Cuando Luisi y Arguiñano abrieron su propio restaurante cumplieron un sueño y, sobre todo, pudieron respirar más tranquilos. «Mi infancia fue en Zarautz, por lo que me he relacionado con la gente del pueblo y en ningún momento me he sentido diferente o especial por tener un padre famoso. Mi padre tuvo una oferta muy buena para ir a Madrid a trabajar, pero decidieron quedarse en el pueblo aunque tuviesen que trabajar más para sacar adelante a toda la familia. Si hubiesen decidido aceptar la oferta, seguramente tendría una infancia muy distinta, pero por suerte, se quedaron en Zarauz», explicó Luisi. Y es que Luisi ha sido siempre el «alma mater» de toda la empresa. Sus hijos la han calificado como «la jefa», «la que sostuvo toda la gestión cuando mi padre se fue a Argentina o cuando debía dedicarse casi de lleno a la producción de sus micros en televisión».

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