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Emma, la sobrina de Juan Roig que vive en una finca payesa y es embajadora de Christie's

La sobrina del dueño de Mercadona no ha heredado la vena empresarial de su familia y ha preferido dedicarse al arte

Emma, la sobrina de Juan Roig que vive en una finca payesa y es embajadora de Christie’s

Juan Roig, junto a su mujer, Hortensia Herrero. | EFE

Juan Roig es una de las personalidades más conocidas de nuestro país. Y es que, al igual que le ha pasado a otros grandes empresarios, el valenciano siempre ha intentado rodearse de su círculo más cercano, también en sus negocios. Es por eso que sus hijas tienen un valor muy especial en Mercadona, al igual que su mujer, Hortensia Herrero, quien compagina su posición dentro de la cadena de supermercados con su amor por el arte. Algo que le sucede, también, parecido a Emma Roig, sobrina de Juan y quien, hace unos días, concedió una entrevista de lo más sincera a la revista ¡Hola! desde su casa de Ibiza.

Emma se formó en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y, también, pasó una temporada en Nueva York, lo que, no solamente le sirvió para enriquecerse culturalmente sino, también, personalmente. Estuvo viviendo en la ciudad de los rascacielos durante más de una década, lo que le permitió poder conocer más a fondo el mundo del arte, una de sus grandes pasiones. Ahora es coleccionista, embajadora de la marca Christie’s, columnista y editora en medios nacionales e internacionalista, así como comentarista en radio y en televisión. Vamos, una formación 360 que le permitió explorar distintos caminos en la vida.

Un repaso a la vida de Emma, sobrina de Juan Roig

Sobre su vida más personal, Emma está casada con un financiero, de origen iraquí, con quien tiene tres hijos que, también, han tenido la oportunidad de formarse internacionalmente. Aunque eso sí, a pesar de haberse criado en un ambiente cosmopolita, su madre siempre ha intentado que no pierdan esa esencia española. Su trabajo con el arte y el de su marido con los números han hecho que Emma pueda presumir de tener varias residencias alrededor del mundo, concretamente en Ibiza —de estilo payés y la que aparece en el reportaje—, al igual que en Londres y Madrid.

«Yo quería una puesta de sol o, mejor dicho, 365 puestas de sol al año, porque no hay dos iguales. Encontramos una montaña y pensé en construir aquí la casa familiar, sentar la cabeza y dejar de alquilar cada año en un sitio. Sobrestimé mi energía y hubo un momento en el que casi me rindo. Nunca imaginé que la tarea de hacer algo desde cero sería tan complicada, pero seguimos adelante y, ahora, aquella idea de casa es un hogar, un punto de anclaje para la familia», cuenta en ¡Hola! desde su impresionante casa, que no solamente es una oda a la arquitectura de la isla sino que, también, está rodeada de una impresionante finca donde no falta un árbol frutal.

Una casa en Ibiza, otra en Londres y otra en Madrid rodeadas de arte

Además, en la casa también tienen cierta influencia valenciana, en honor a su familia, que fue traída gracias a su hermana Maida, «que me llevó la obra con constructores valencianos, y sin mi arquitecto, el fantástico Rolf Blakstad, nacido en Ibiza». Sin ninguna duda, uno de los puntos más importantes de la casa es la luz, a lo que le han dado un gran protagonismo y que inunda cada una de las salas. «La luz es muy importante para mí, especialmente la luz cenital que tienen los baños árabes en España o en mi monumento favorito, el templo del Panteón, en Roma, pero nuestro mayor desafío fue la escalera. Yo quería hacer un homenaje a la que el arquitecto valenciano Rafael Guastavino hizo, en 1914, para la Universidad Carnegie Mellon, en Pensilvania», añade Roig.

La decoración de la casa, además, está construida casi como la personalidad de Emma; aportando distintos muebles de diversas partes del mundo, dándole ese toque más internacional. «No sabía dónde acabarían, pero cada vez que veía algo bello, desde jarrones milenarios de Creta, arte moderno, muebles de mimbre… iba comprando y almacenando. Poco a poco, todo tomó forma, pero si te fijas en la casa, la única línea de conexión entre los objetos es que me gustan para la casa en la que quiero vivir: cómoda, bien proporcionada, llena de luz y belleza», comenta la columnista.

Su amor por la isla de Ibiza no solamente se puede ver plasmado en su casa sino que, también, en el libro que acaba de publicar, Inside Ibiza, donde recoge el estilo de 22 casas de la isla, en una idea que le «entusiasmó». Uno de los puntos de inflexión en su vida fue cuando se convirtió en embajadora de Christie’s. «El mundo del arte siempre ha sido mi segunda pasión después del periodismo. Un amigo mío me dijo una vez que uno es más libre cuando opta por su segunda pasión, porque el miedo a fracasar en la primera puede ser paralizante. El arte siempre me ha apasionado como hobby, por eso comenzar a trabajar para Christie’s fue un sueño. Mi primer trabajo para ellos fue cerrar el Vaticano para 30 coleccionistas. Oír tus pasos en la Capilla Sixtina y recorrer los pasillos sin otra presencia que la Guardia Suiza fue pura magia», explica Roig.

Fue periodista pero, luego, cambió a embajadora de arte

Así, además, cuenta que su primer sueldo se lo gastó en una obra de arte y que, en todo este tiempo, sus casas se han convertido en una especie de museo, al que han ido añadiendo distintas piezas con un significado muy especial. «Empecé a coleccionar con 20 años, pero una de mis últimas compras es también una de mis favoritas», aclara Emma. Aunque sí que es cierto que no ha heredado la vena empresarial de su familia. Hay que tener en cuenta que, como decíamos, Emma es sobrina de Juan Roig —dueño de Mercadona—, hija de Francisco Roig —el que fuera presidente del Valencia CF— y sobrina, también, del presidente del Villarreal. «Lamentablemente, no he heredado el impulso empresarial de mi familia. A mí me tira más el mundo creativo, pero espero haber heredado la persistencia y la disciplina de saber sacar ideas adelante», aclara Emma.

Su vena artística, no solamente puede venir influenciada por su tía, Hortensia Herrero, sino que lo hace también por su madre: «Cuando nos cansábamos, siempre decía: ‘Una Coca-Cola y seguimos‘. Además, me llevaba a la Filarmónica en Valen­cia, porque le apasionaba la música clásica, y también tenía una gran biblioteca, porque le entusiasmaba leer. Abrió una galería en Valencia y nos llevaba a los estudios de los pintores». Es más, Emma pone en valor que su progenitora «diseñaba sus joyas, decoraba, era muy culta. Era mi madre, pero también, de alguna manera, mi maestra».

Casada con un financiero iraquí y con tres hijos

Aunque eso sí, en un primer momento, Emma no tenía pensado dedicarse al arte y prefería el mundo del Periodismo, aunque algo le hizo ‘click’ en su cabeza y cambió el rumbo de su vida. «Al trasladarme a Londres y tener a mi tercer hijo, ya no podía mantener ese ritmo de vida de una periodista. El mundo del arte era perfecto para una nueva etapa. Empezar profesionalmente en algo distinto siempre te aporta la excitación de aprender un mundo nuevo, y yo he tenido la suerte de encontrar a gente fantástica para guiarme cada vez que he cambiado de rumbo», comenta la sobrina de Juan Roig.

Otro punto de inflexión en su vida fue conocer a su marido, a quien vio por primera vez en una fiesta en Inglaterra. «Hablamos durante una cena y ya no le vi más, aunque seguía pensando en él. Un año después, se mudó a Nueva York, donde yo vivía, y acabamos compartiendo una casa en los Hamptons con un montón de amigos… El resto es historia», explica.

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