Leonor «establece límites» y Felipe VI transmite «contención» a través de sus firmas navideñas
Los cuatro miembros de la Casa Real han escrito sus nombres a mano en la felicitación de Navidad de 2025

El Rey Felipe VI firma en el Libro de Honor del Parlamento de Letonia en 2024. | | Europa Press
La Navidad llega a la Casa Real de una forma breve y discreta. «Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2026» es lo poco que se puede leer en la felicitación navideña que la institución ha compartido este viernes. Los reyes Felipe y Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía dan comienzo a este tiempo «con todo nuestro afecto y los mejores deseos». Eligen el 12 de diciembre para enviar su tradicional felicitación y dar por comenzado este tiempo de alegría, magia y encuentro. En esta misma línea, los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía también desean lo mejor para el país en su propia postal. Ambas cartas destacan por sus imágenes, que ya hemos comentado en THE OBJECTIVE, y por las firmas que las acompañan.
Hoy queremos poner el foco en la firma que cada miembro de la Corona ha puesto en la felicitación navideña. Estas pequeñas letras son la prueba gráfica de que los Reyes y sus hijas abalan este mensaje. Si miramos un poco más allá, estos elementos se convierten en un reflejo de cada uno de ellos. Este tipo de mensajes institucionales que están cuidadosamente elaborados pueden esconder en sus detalles datos personales sobre sus autores. La grafología se encarga de analizar la escritura manuscrita y de interpretar a través de las tipografías aspectos relevantes de una persona, como su personalidad, su carácter o su estado psicológico. No es una ciencia exacta, pero permite un acercamiento a la Familia Real que no sería posible de otra forma.
Mucho más que una firma
La psicóloga Lara Ferreiro, autora de Ni un capullo más: El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta, destaca el breve mensaje que acompaña al retrato familiar: «Con todo nuestro afecto y los mejores deseos». Desde la psicología del lenguaje y de la comunicación emocional, esta frase transmite varios elementos relevantes, empezando por el uso del «nuestro». La felicitación no habla desde el individuo sino desde un grupo unido. Refleja una identidad colectiva y una cohesión grupal que los Reyes han trabajado como monarcas y como padres de familia.
Para la profesional, tampoco es casualidad que se coloquen antes los «afectos» que los «deseos». Este detalle desplaza lo meramente protocolario y le da prioridad al vínculo emocional que se establece entre la Corona y el pueblo. Esto también se busca con el uso del mensaje manuscrito, que humaniza el mensaje y reduce la distancia jerárquica entre los autores y los lectores. Además, se destaca la brevedad y contención del mensaje. Es una frase corta, sin adornos ni dramatismo, lo que sugiere regulación emocional, sobriedad y un cuidado expreso en no invadir afectivamente al lector. «Es un afecto medido, consciente y regulado», asegura Lara.
El rey Felipe, «sostenido y estable»
Para Laura Ferreiro, la firma del rey Felipe VI presenta un trazo firme, continuo, legible pero estilizado, acompañado de subrayado y ausencia de ornamentos. Esto sugiere que el monarca tiene un alto autocontrol emocional. Su letra no refleja impulsividad ni una tensión excesiva. «El gesto es sostenido y estable», cuenta. La psicóloga explica que la firma de Felipe no compite con su cargo ni se esconde tras él, «persona y función permaneces alineadas». La línea que subraya su nombre no es agresiva ni exagerada, no busca imponerse sino afirmar su presencia.
Su análisis va más allá y asegura que el Rey se encuentra en un momento emocional estable. «No se observa una firma defensiva ni reactiva», cuenta la psicóloga. Sugiere que el Rey ha asumido su responsabilidad y ha integrado su carga institucional. Su firma deja intuir un liderazgo más basado en la contención que en el control. Todo esto lleva a la profesional a colocar a Felipe VI en el arquetipo de líder regulador. Esta figura ideal se caracteriza por una estabilidad emocional y una capacidad de sostener sin rigidizar. Esta personalidad ofrece al pueblo una sensación de previsibilidad y de estructuración sin control excesivo.
«La firma de la reina Letizia es más rápida»
«La firma de la reina Letizia es más rápida, angulosa y con mayor presión», analiza Lara Ferreiro. Desde la psicología, la rapidez se asocia a una mente activa, analítica, anticipatoria; la angulosidad sugiere control cognitivo y necesidad de estructura; la presión elevada habla de intensidad emocional canalizada. No se trata de impulsividad, sino de autoexigencia, recuerda la profesional. La reina deja ver algunos rasgos psicológicos claves en una figura de su posición, como una alta capacidad reflexiva, una fuerte identidad personal y una protección clara de la intimidad. Aventura que «es una firma que siente mucho, pero muestra lo justo».
La reina sería un ejemplo de figura asociada a un arquetipo de liderazgo vincular. Desde una mirada relacional, se la entiende como el puente entre lo institucional y lo humano, alguien que regula emocionalmente el entorno y ofrece contención sin anular a los otros. Su autoridad no es jerárquica, sino afectiva: «Combina firmeza con empatía y ejerce el cuidado sin renunciar a su propia identidad».
El esfuerzo visible de Leonor
Estas reflexiones toman un giro cuando se pone el foco en las firmas de las dos hijas de los Reyes. La firma de la princesa Leonor es clara, pausada, menos estilizada. Este gesto gráfico sugiere una identidad en construcción consciente, una necesidad de ser comprendida y un esfuerzo por integrar su rol sin perder claridad personal. El ritmo más lento del trazo apunta a reflexión y cierta cautela adaptativa. No denota inmadurez, sino un proceso evolutivo propio de su etapa. Vista desde la psicología evolutiva, la heredera aparece como una figura de sensibilidad elevada, con necesidad de aprobación y una dificultad natural para establecer límites firmes. Todo ello convive con un fuerte potencial aún no desplegado, propio del momento vital en el que se encuentra.
La firma de la infanta Sofía, en cambio, se muestra más libre, curva y fluida, con menor presión gráfica. Esto se asocia a espontaneidad emocional, menor carga simbólica vinculada al rol institucional y una expresión más auténtica del ‘yo’. Desde la psicología, este estilo indica menor presión interiorizada, mayor flexibilidad y una amplia libertad exploratoria. Su arquetipo psicológico se corresponde con uno regresivo o inmaduro, acorde a su edad y etapa vital. Recordemos que Sofía tiene 18 años y acaba de embarcarse en la aventura de la universidad. Se observan señales de dependencia emocional, necesidad de cuidado y una estructuración del yo aún en desarrollo.
Sofía pasa desapercibida
La lectura conjunta de las cuatro firmas refleja un sistema familiar que muestra unidad sin fusión, jerarquía sin rigidez y respeto por la individualidad. Desde una óptica sistémica, se aprecia una estructura ordenada, con roles claramente diferenciados y sin invasiones gráficas ni simbólicas, lo que sugiere un funcionamiento familiar organizado y equilibrado. La psicóloga Lara Ferreiro refuerza esta idea también desde el orden de las firmas: Rey, reina, princesa e infanta. Esta elección responde a un principio fundamental de la psicología social y familiar: la jerarquía contenedora reduce la ansiedad. «Lejos de ser autoritario, este orden expresa una organización emocional saludable», afirma la profesional.
Lara Ferreiro cuenta también se perciben unos cambios ligeros en las firmas -y carácter- de los cuatro miembros de la Casa Real de un año a otro. El Felipe VI pasa de un trazo rígido y cargado —propio de quien sostiene tensiones— a uno más fluido y seguro, indicando un liderazgo más integrado. La reina evoluciona de una firma tensa y angulosa hacia otra más equilibrada, señal de un control interno más naturalizado. La princesa muestra el cambio más notable: deja atrás la rigidez y la dependencia del título para adquirir mayor claridad y apropiación personal de su papel. La infanta, en cambio, mantiene una firma estable, espontánea y poco cargada simbólicamente, lo que refleja un desarrollo libre de presiones y un crecimiento paulatino sin pérdida de autenticidad.
