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Por qué Sarah Ferguson sigue apoyando a Andrés Mountbatten a pesar de sus desplantes 

El matrimonio, que se terminó a finales de los años 90, ha reaparecido este fin de semana, en un momento delicado

Por qué Sarah Ferguson sigue apoyando a Andrés Mountbatten a pesar de sus desplantes 

Sarah Ferguson y Andrés Mountbatten, en una imagen de archivo. | Gtres

Este pasado fin de semana, Sarah Ferguson y el nuevo Andrés Mountbatten —ya sin el título de príncipe de Inglaterra— han reaparecido públicamente. Lo hicieron, además, por una buena razón; el bautizo de su nieta Athena, quien vino al mundo en enero de forma prematura. Así, el hermano de Carlos de Inglaterra y la que fuera su mujer han acudido a un evento juntos, reforzando, de nuevo, su imagen pública y, sobre todo, demostrando que siguen más unidos que nunca. Algo que llama especialmente la atención, teniendo en cuenta la cantidad de desplantes que le ha dedicado Andrés en los últimos años.

El matrimonio entre Sarah Ferguson y el príncipe Andrés, duque de York, estuvo marcado por varios escándalos que atrajeron la atención mediática durante los años que duró su relación, así como después de su divorcio en 1996. Desde el principio, su unión se vio bajo el escrutinio público debido a la posición de Andrés como hijo de la reina Isabel II y miembro de la Familia Real británica. Uno de los primeros conflictos surgió por la gestión de sus finanzas personales. Sarah fue acusada de incurrir en gastos excesivos y de participar en operaciones que la prensa calificó de cuestionables, incluyendo la venta de títulos de acceso a su influencia dentro de la monarquía. Estos problemas económicos crearon tensiones en el matrimonio y deterioraron su imagen ante la opinión pública.

Las polémicas en el matrimonio de Sarah Ferguson y Andrés Mountbatten

Sarah Ferguson y el príncipe Andrés.
Sarah Ferguson y el príncipe Andrés. | Gtres

Otro escándalo importante fue el Toe sucking scandal, en el que Sarah fue fotografiada en 1992 siendo besada en el pie por su amigo John Bryan, un empresario estadounidense. Las imágenes se filtraron a la prensa y provocaron un enorme revuelo mediático, cuestionando su conducta y generando un gran desgaste en la relación con la Familia Real y el público británico. El matrimonio también sufrió dificultades derivadas de la presión mediática y la incompatibilidad personal. La prensa amplificaba cada error o polémica, desde fiestas y viajes privados hasta rumores sobre infidelidades por parte de ambos. Con el tiempo, estos factores contribuyeron a un distanciamiento emocional que hizo insostenible la relación.

Finalmente, en 1996, Sarah y Andrés anunciaron su divorcio, tras diez años de matrimonio. Aunque el divorcio puso fin a su relación matrimonial, ambos continuaron manteniendo un vínculo afectivo y de co‑parentalidad, compartiendo la crianza de sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia. A pesar de los escándalos, Sarah ha reiterado en entrevistas que mantiene un respeto y un apoyo personal hacia Andrés, evidenciando que su relación trasciende los conflictos del pasado.

Aunque se divorciaron a mediados de los 90, Sarah y Andrés mantuvieron una relación muy estrecha durante años, tanto en lo personal como en lo familiar. No solo compartieron matrimonio, sino que también cruzaron el umbral del divorcio sin cortar su vínculo afectivo. Como decíamos, todavía siguen siendo amigos, compañeros y padres de sus dos hijas, las princesas Beatriz y Eugenia. En muchas declaraciones ella ha dicho que siempre habrá cariño y respeto mutuo entre ellos, aunque ya no estén casados. Sarah ha defendido en varias entrevistas que cree sinceramente en la bondad y el corazón de Andrés, más allá de las controversias que lo han rodeado. En varias ocasiones, Sarah ha descrito a su exmarido como «un gran hombre, amable y con buen corazón»; ha subrayado que él la ha apoyado en sus propios desafíos —no solo en la relación matrimonial— y ella siente que debe devolverle esa lealtad.

Este tipo de lealtad personal explica por qué, incluso frente a crisis públicas —como las derivadas de las investigaciones sobre su pasado o la pérdida de títulos reales—, Ferguson ha expresado apoyo continuado en lugar de distanciarse públicamente. La relación entre Sarah y Andrew trasciende lo sentimental: son padres de Beatriz y Eugenia, y abuelos de sus nietos. En eventos familiares recientes, como el que ha tenido lugar el pasado fin de semana, con el bautizo de su nieta Athena Elizabeth Rose, ambos asistieron, mostrando que el lazo familiar sigue siendo un factor importante en su dinámica.

Por qué siguen reapareciendo juntos

Este tipo de conexiones familiares pueden reforzar la solidaridad incluso cuando la reputación pública de uno de ellos —en este caso Andrés— se ve gravemente afectada. La parentalidad y el deseo de mantener cohesión familiar son poderosos motivadores en su caso. Aunque la prensa y la opinión pública han sido muy críticos con Andrés por sus vínculos con Jeffrey Epstein y las consecuencias mediáticas que ha tenido, la relación de Sarah con la Familia Real británica y con la propia reina Isabel II ha sido siempre intensa. En entrevistas ha contado que la reina confiaba en ella para apoyar a Andrés en tiempos difíciles, lo que sugiere que ella siente que parte de su lealtad también es continuar ese papel de apoyo, incluso tras la muerte de la monarca

Sarah Ferguson correos Jeffrey Epstein
Sarah Ferguson y el príncipe Andrés se divorciaron hace años. | Gtres

Su apoyo no suele presentarse en términos estratégicos, sino emocionales y personales. Sarah ha enfatizado en entrevistas que la relación entre ambos nunca fue solo matrimonial sino también de amistad y respeto mutuo, y que él ha estado ahí en momentos difíciles de su vida, lo que refuerza su voluntad de «no dejarle caer» públicamente. Sin duda alguna, estos últimos días han sido especialmente duros para el príncipe Andrés, quien ha visto como ya definitivamente se quedaba sin ningún tipo de privilegio.

Los últimos escándalos del hermano del rey Carlos

La boda de Sarah Ferguson y el príncipe Andrés.
La boda de Sarah Ferguson y el príncipe Andrés. | Gtres

Uno de los acontecimientos más significativos ha sido la retirada oficial de sus títulos y estilos reales por parte de su hermano, el rey Carlos III. A finales de octubre, Buckingham Palace anunció que Andrés dejaría de usar el título de príncipe y sus honores asociados, como el ducado de York y otras distinciones hereditarias, y pasaría a ser conocido simplemente como Andrew Mountbatten‑Windsor. Esta decisión fue interpretada por expertos y analistas como un paso definitivo para distanciar a la monarquía de las controversias que han acompañado al expríncipe durante años. 

Además de perder sus títulos, se ha iniciado un proceso para que también abandone su residencia oficial en Royal Lodge, la mansión en Windsor donde había vivido durante décadas, y se traslade a una propiedad privada en la finca de Sandringham, bajo un arreglo financiado por la Casa Real. Aunque Andrés ha negado consistentemente las acusaciones en su contra, incluyendo la de abuso promovida por Virginia Giuffre —quien recientemente ha vuelto a ocupar titulares con la publicación de sus memorias póstumas—, las presiones mediáticas, sociales y dentro de la propia institución han sido determinantes para que la Casa Real británica actúe con firmeza en su contra.

Mientras tanto, también se han registrado cambios colaterales en su legado simbólico. Por ejemplo, un campo de golf en St Andrews que llevaba su nombre ha sido renombrado, eliminando toda asociación formal con él debido a la controversia. 

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