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Estragos de la explosión en Beirut: "Somos afortunados, mucha gente no tiene nada"

Estragos de la explosión en Beirut: «Somos afortunados, mucha gente no tiene nada»

Hablamos con Ralph Haddad, un joven libanés que nos cuenta cómo es la vida en Beirut tras la explosión que tuvo lugar el pasado verano y en qué situación política está el país

El mundo entero se estremeció el cuatro de agosto de 2020 con las imágenes de la explosión sacudiendo el puerto de Beirut. Parecía un acto más de la obra del fin del mundo que nos tocó vivir ese año maldito.

Durante días las imágenes y los vídeos del accidente ocuparon todos los telediarios y no se hablaba de otra cosa en ese caluroso mes de agosto. Pero ya sabemos cómo funciona el periodismo y en cuanto otro tema potente asomó la cabeza por el panorama mediático, el interés por El Líbano se esfumó con la misma rapidez con la que había aparecido.

Sin embargo, allí el desastre político, económico y social es cada vez más grande, y para sus ciudadanos no es tan sencillo cerrar los ojos ante la catástrofe. Ralph es un joven de Beirut, y es la cara y el ejemplo de muchas personas que han perdido no solo sus casas, sino sus sueños y metas a raíz de la explosión. Unos sueños que ya llevaban truncados mucho tiempo por el desolador panorama político que envuelve al país desde hace años.

Pregunta (P):  Echando un vistazo a tu país actualmente, ¿Crees que es efectiva la forma de gobierno en el Líbano?

Repuesta (R): Esta es una pregunta difícil de responder… nuestra Constitución fue escrita con el objetivo de tener un estado funcional y sin tener en cuenta a las diferentes religiones involucradas. Claramente fue un fracaso, si te fijas en nuestra historia desde la guerra civil hasta ahora.

Desde 2005 el Gobierno ha estado bloqueado en el mismo punto la mitad del tiempo. Si eliminásemos ahora el sectarismo (la corrupción), no creo que nada cambiase, esa mentalidad está muy arraigada dentro de la sociedad libanesa.

Los principales problemas que tiene ahora el país son los políticos, que actúan como una mafia controlando la mayor parte del sector público y Hezbolá, militares con armas ilegales, que son quienes imponen nuestras políticas exteriores. Ambos se protegen entre ellos por sus intereses y no por el interés de los libaneses.

(P): El Líbano ya contaba con una situación difícil antes de la explosión ¿Cómo era el panorama político allí antes de ese cuatro de agosto?

(R): En octubre de 2019 tuvo lugar un levantamiento en todo el país, a raíz del cual, el primer ministro, Saad Hariri, renunció junto con todo su Gobierno.

Saad Hariri, primer ministro de El Líbano en 2019

La gente entonces exigía un gobierno tecnócrata que impulsara al país de nuevo, pero mientras esperábamos ese nuevo gobierno – que llegó en enero de 2020 -, los bancos empezaron a controlar ilegalmente el dinero de las personas y a la gente no se le permitió retirar sus divisas extranjeras.

Nuestras tarjetas de crédito tenían nuevos límites que se reducían cada semana y esto provocó la devaluación de la moneda local y aceleró la crisis financiera.

Nuestro gobierno es una máquina hambrienta que emplea a personas por motivos políticos, y no de reestructura, por ejemplo, tenemos aproximadamente 2 mil millones de dólares de pérdidas anuales, solamente en el sector de la electricidad, porque no podemos ponernos de acuerdo sobre dónde construir la nueva planta de energía debido a razones “sectarias” (partidistas).

(P): ¿Cómo viviste personalmente la explosión del puerto de Beirut?

(R): Durante la explosión yo estaba lavando mi coche en la montaña y estaba planeando con un amigo dónde quedar con él. Él me preguntó si me esperaba en mi casa en Beirut y yo le respondí “No, probablemente necesitaré una hora para llegar”.

Gracias a dios le dije eso, porque se estaba alejando de allí (del puerto) cuando tuvo lugar la explosión. Ahora está ileso.

El puerto donde ocurrió la explosión está literalmente a 800 metros de mi casa. Por suerte, me había mudado temporalmente un mes antes de la explosión a la casa de verano de nuestra familia debido a la constante escasez de electricidad que había en Beirut por las altas temperaturas.

Toda mi casa se quedó destruida, la mayor parte del interior no es recuperable. La estructura del edificio está bien porque se trata de un edificio nuevo, pero muchos de los edificios antiguos de nuestro vecindario se derrumbaron.

Fue un shock psicológico más que otra cosa. Ver el que es tu vecindario desde tu infancia completamente destruido… pero somos afortunados y tenemos la casa de verano para quedarnos allí, mucha gente no tiene nada.

(P): Los damnificados recibieron algún tipo de ayuda del Gobierno?

(R): Por ahora, solamente la gente con daños menores (quienes estaban más lejos de la explosión) obtuvieron dinero del Gobierno. En nuestro caso se trata de todo el apartamento, así que el coste es muy alto. Sigue sin haber un plan de ayudas para nosotros.

(P): ¿Qué consecuencias políticas tuvo la explosión?

(R): El Gobierno dimitió después de la explosión. Primero dimitieron unos pocos diputados, pero no fue suficiente para iniciar unas elecciones parlamentarias, así que un nuevo primer ministro fue asignado para formar un Gobierno nuevo. El primer asignado para ocupar ese puesto de primer ministro fue el embajador de Alemania, pero estuvo un par de semanas tratando de formar gobierno y se dio cuenta de que no iba a funcionar como él lo había planeado, así que dimitió.

Unas semanas después, irónicamente, Saad Hariri (anterior PM) fue elegido para formar el nuevo gobierno y… continuamos esperando por un nuevo gobierno hasta hoy.

Este bloqueo político se debe a que los partidos políticos que están en el Gobierno no se ponen de acuerdo sobre cómo dividirse los ministerios. Ahora el Gobierno (el que estaba antes de la explosión) continúa operativo hasta que se forme uno nuevo, pero no pueden tomar decisiones importantes en ningún sector, porque ya no tienen poder sobre ellos. Es increíble teniendo en cuenta lo que está pasando en el país.

(P): ¿Pueden ayudar la Comunidad Internacional y la Unión Europea al Líbano de alguna manera?

(R): Por supuesto, ellos pueden, y realmente quieren, pero nuestros líderes no aceptan sus términos.

Imagínate, durante la discusión con el FMI en la que nuestros políticos no estaban de acuerdo sobre cuántas pérdidas tenemos en el sector bancario, creo que uno de los diplomáticos dijo que “les rogamos que se comporten como un estado, pero están actuando como si nos estuvieran vendiendo una alfombra”.

La comunidad internacional ayuda mucho a través de las ONG.  Y han aprendido que tienen que pasar por alto cualquier entidad gubernamental para poder ver los resultados.

(P): Antes hemos hablado un poco del grupo paramilitar de Hezbolá, pero ¿Cuál es el papel de Hezbolá dentro de la organización del país?

(R): Hezbolá es un partido político armado. Históricamente su rol era de resistencia militar contra Israel. Al final de la guerra civil todas las milicias dieron sus armas al estado, a excepción de ellos, porque Israel continuaba ocupando el sur del Líbano.

Miembros del grupo Hezbolá en un desfile militar en El Líbano

Israel dejó el sur en el 2000, pero Hezbolá mantuvo sus armas para defender al Líbano de Israel en el futuro. Convirtieron el país en una unión mafia/milicia que no actúa según el interés de los libaneses. Cuentan con un mercado negro en el país, no pagan impuestos de importación, lo que les permite vender sus productos más baratos en comparación con los minoristas oficiales.

Todas estas cosas lo convierten en una máquina de dinero, permitiéndoles así reclutar y educar a gente en su ideología. El ejército libanés (mucho menos poderoso que Hezbolá) está financiado por un gobierno que no es rentable.

(P): ¿Cómo influyó la llegada masiva de refugiados sirios (social y económicamente) al país?

(R): Desde un punto de vista histórico, lo que comenzó la guerra civil en el Líbano fue que los refugiados palestinos estaban armándose. No tenemos buenos recuerdos sobre refugiados en masa. También tuvimos momentos históricos con el régimen sirio, una gran parte de la población del Líbano odia el régimen sirio, y es comprensible.

Para una persona media diferenciar entre el régimen y las personas sirias no siempre es sencillo. Como puedes imaginar, hay mucho racismo.  Los refugiados sirios estaban obteniendo mucha ayuda internacional mientras aceptaban trabajos con salarios inferiores a los del pueblo libanés. Algunos de ellos consiguieron, de esta manera, ahorrar más que la clase baja libanesa (al sumar las ayudas y los trabajos). Esto alimentó la rabia contra ellos. El número de refugiados era astronómico para un país del tamaño de El Líbano, con todos sus problemas (más o menos el 25-30% de su población son refugiados) y esto aceleró la crisis económica que estaba por venir.  

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