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Biden y Merkel vuelven a la histórica sociedad entre EE.UU. y Alemania después de la convulsa era Trump

El gasoducto Nord Stream 2 sigue separando a Washington y Berlín, pero el buen tono ha vuelto a imponerse entre la Casa Blanca y la Cancillería germana

Biden y Merkel vuelven a la histórica sociedad entre EE.UU. y Alemania después de la convulsa era Trump

El gasoducto Nord Stream 2 sigue separando a Washington y Berlín, pero el buen tono ha vuelto a imponerse entre la Casa Blanca y la Cancillería germana

Dieciséis años en el poder, los que lleva Angela Merkel como canciller alemana, dan para mucho. Entre otras cosas, para nada menos que veintitrés visitas a la Casa Blanca. Allí la dama de hierro germana se ha visto las caras con cuatro presidentes, desde George W. Bush hasta Biden, con el que mantuvo este jueves una cumbre bilateral.

Con el tercero de esos presidentes, Donald Trump, no pudo mantener Merkel la fluida relación que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha unido a Estados Unidos y a Alemania. Un entendimiento que el nuevo presidente y la veterana canciller trataron de restaurar con su encuentro en el Despacho Oval.

Los prolegómenos de la reunión, con los periodistas todavía presentes, daban a entender a las claras el tono amistoso de Biden hacia Merkel: «Es una gran amiga, una amiga personal y una amiga de los Estados Unidos», dijo el presidente norteamericano. Por su parte, la canciller alemana Merkel, por su parte, confió en «profundizar en la relación» con Estados Unidos.

Uno de los anuncios hechos este jueves tras la cumbre es que ambos líderes publicarán una «declaración de Washington» en la que detallarán los principios que esperan que guíen la cooperación bilateral en los próximos años, y darán pasos para «lanzar una alianza sobre el clima y la energía» para hacer frente a la crisis climática.

Separados por una tubería

Precisamente la energía es la cuestión que más ha separado en los últimos tiempos a Washington y a Berlín. La construcción del gasoducto Nord Stream 2, que llevará gas de Rusia a Alemania, supone una doble amenaza para Estados Unidos. Por una parte, la dependencia energética del país líder de la Unión Europea con respecto a Moscú. Por otra, una oportunidad de negocios perdida para los norteamericanos, que en los últimos años han hecho una enorme apuesta por convertirse en los principales exportadores de gas licuado del mundo.

Con todo, la nueva Administración estadounidense deberá probablemente limar asperezas en este punto con quien sea que suceda a Merkel, que dentro de tres meses abandonará la cancillería alemana. Así pues, casi en tono de despedida, el buen tono dominó la reunión entre ambos líderes. Como resumió un funcionario de la Casa Blanca, «a lo largo de su largo y distinguido mandato, la canciller Merkel ha sido una verdadera amiga de Estados Unidos, una firme defensora de la asociación transatlántica, de la cooperación multilateral y de nuestras prioridades compartidas». Ya hablaremos del gas después de Merkel, pensarán en Washington.

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