Xinjiang, yihadistas uigures y la conquista china del oeste
La mezcla de islamismo radical con nacionalismo separatista en Xinjiang se ha convertido en un quebradero de cabeza para Pekín
Se han vertido ríos de tinta para explicar la naturaleza de la yihad y su expansión hacia Oriente Medio, pero el yihadismo se extiende por todo el mundo islámico y llega hasta China en cuyo territorio habita una etnia turca de religión musulmana, los uigures. Con un profundo sentimiento nacionalista cuya fuerza se ha decantado hacia el identitarismo patriota y nacionalista y hacia el radicalismo islámico, a estos últimos se les ha detectado luchando en Siria y Afganistán. Una vez estos combatientes vuelvan a Xinjiang, China puede tener un grave problema interno.
De entrada estamos obligados a situarnos en el contexto histórico, étnico, político y geográfico. La premisa básica la encontramos en el conflicto por el control político de esta región, donde nos encontramos dos concepciones diametralmente opuestas y mutuamente excluyentes debido a la normal capitalización de las partes en conflicto sobre el control de la zona.
LA PRIMERA LA ENCONTRAMOS EN LOS UIGURES
Estos hacen una lectura nacional de la presencia de su etnia en la zona reinterpretando la historia pasada y vinculándose a los proyectos políticos independientes y excluyentes que se formaron en la región durante los periodos de retirada del poder chino del Asia Central. Asimismo realizan una interpretación de la situación de etnogénesis en la región mediante criterios modernos, es decir, de forma anacrónica, estableciendo vinculaciones con los pueblos antiguos que habitaban la región de Xinjiang.
Es más, el término «uigur» desapareció en el XV y retomándose a comienzos del siglo XX cuando, de forma tardía, llegaron a la región los movimientos nacionalistas debido a su cercanía con los territorios rusos del centro de Asia.
Asimismo, aunque se presente a los uigures como minoría étnica esto no es del todo cierto debido a que este grupo poblacional, de 9 millones de personas, son mayoría indiscutible en la región, además, nos encontramos con medio millón de miembros en la diáspora.
No debe olvidarse que este pueblo posee sus singularidades, como todo pueblo, que lo distinguen del resto de poblaciones en la zona. De entrada podemos establecer la primera clasificación racial del Uigur. Esta etnia es túrquica, de lengua altaica, cultura centroasiática y religión musulmana sunita. De modo que quedan diferenciados de los Chinos Han (chinos mayoritarios).
Frente a esta idea está la de los chinos que hacen referencia a la presencia histórica de gobiernos imperiales de China en la región. Gobiernos que tuvieron control efectivo y administrativo sobre la zona pero, debido a su naturaleza fronteriza, muchas veces se perdía el control como en el lapso entre las dinastías Tang y Qin, donde China no tuvo control efectivo de esas regiones. Sin embargo entienden que Xinjiang es una de las regiones históricas chinas como el Tíbet, Manchuria o Mongolia interior.
China, por lo tanto, ante el auge tanto del nacionalismo como especialmente del yihadismo entre los uigures no tardó en realizar movimientos diplomáticos a favor de los Estados Unidos después del 11S uniéndose a la guerra contra el terrorismo, apoyando en el Consejo de Seguridad de la ONU las sanciones propuestas por Washington y cediendo colaboración en materia de lucha antiterrorista.
China realizó estos movimientos diplomáticos con una clara intención de lograr apoyo internacional para poder controlar su conflicto interno, el de Xinjiang con los islamistas uigures. Una vez la alianza antiterrorista Pekín-Washington cristalizó, Estados Unidos no dudo en introducir a los movimientos nacionalistas uigures en las listas de grupos terroristas.
Aunque para ello estamos en la Era Bush donde China no era una especial amenaza frente al poderío estadounidense.
EL FRENTE YIHADISTA INTERNACIONAL Y SITUACIÓN ACTUAL
Las concepciones religiosas de la yihad priman sobre el origen étnico o cultural de los combatientes dejando abiertas las puertas al yihadismo a todo grupo étnico musulmán del mundo.
Si bien es cierto que los uigures habían sido detectados luchando en la yihad contra los soviéticos, no volverían a ser detectados en un número significativo en ningún conflicto armado de Oriente Próximo hasta la Guerra de Siria donde fueron detectados de forma clara vinculados a DAESH y en Afganistán vinculados a ISIS-K.
La llamada que los grupos yihadistas realizaban en Siria para conseguir combatientes musulmanes a lo largo del mundo surte efecto y comienzan a acudir musulmanes de toda la Ummah y de países de Europa. Acuden desde combatientes indonesios hasta africanos, chechenos, pero también franceses (Francia es el país Europeo del que salen el mayor número de combatientes muyahedeen). Y, obviamente, uigures que han sido detectados en cantidad creciente en la zona, incluso llegaron a encontrarse cadáveres de combatientes islamistas con pasaportes de China.
Para China esto puede representar un grave problema ya que los aislados grupos terroristas uigures han ido alineándose con Al Qaeda en Afganistán y otros con el Estado Islámico y, por ende, establecer lazos de interdependencia militar, logística y financiera con otros grupos islamistas túrquicos como los movimientos islamistas turcomanos o el Movimiento Islámico de Uzbekistán.
Ante esto la tensión en Xinjiang va en aumento. Hace unos años grupos uigures atentaron en Pekín y filtraron imágenes de campos de entrenamiento terrorista para hombres, mujeres y niños uigures en una clara declaración de intenciones. En ese momento China no dudo en aumentar la alerta terrorista en la región, que ahora se encuentra bajo una estrecha vigilancia por parte de miembros de inteligencia.
Esto se ha traducido en un control férreo sobre la sociedad de Xinjiang, donde se desarrollan actividades económicas de primer orden (es la puerta de China al mercado de Asia Central y primer puerto comercial hacia Europa); se estima que un tercio del petróleo y dos tercios de carbón chino se encuentra en Xinjiang, sin contar con el oro, cobre, uranio etc…al mismo tiempo es una zona de pruebas militares y bélicamente estratégica.
Este control ha llevado a que China haya decidido sinificar enviando miembros de la etnia Han a Xingiang a fin de ir compensando la región étnicamente con prebendas económicas y sociales en una suerte de conquista china del oeste ya que la campaña no es sólo de contraterrorismo sino, y lo más importante, para “pacificar” una región rica e importantísima para Pekín usando el modelo ya probado con éxito en el Tíbet.
Y eso ha implicado la persecución de todos los elementos étnicos uigures tales como la vigilancia de la vestimenta, número de rezos al día, comportamiento cívico y relaciones personales, laborales o de negocios que mantienen. Ese control busca establecer perfiles de peligrosidad para atacar ante cualquier enemigo del estado sin necesidad de que sea terrorista.
China, por su férreo sistema político no tolera salidas de tono y menos en zonas especialmente sensibles como Tíbet y Xinjiang donde cualquier movimiento o manifestación personal de nacionalismo o de regionalismo identitario es ya sospechoso. Sin embargo China anda en la cuerda floja a la hora de controlar estos movimientos ya que su lucha por defender la libertad de culto y la integridad del estado se traduce en la vocación de controlar las formas culturales peligrosas. Antes, y aún hoy, fueron los Lamas budistas y ahora son los musulmanes y los cristianos católicos, también dominados en China por el Partido Comunista.
En ese sentido China ha decidido reeducar a los elementos más díscolos de la sociedad uigur a través de una red de campos de internamiento donde son retenidos como presos miembros de organizaciones tanto nacionalistas como separatistas o islamistas, un “totum revolutum”. Lo cierto es que la presión de China en la región es bastante fuerte y ha logrado, hasta ahora, contener movimientos políticos y yihadistas con esa efectiva combinación de labores de inteligencia, infiltración en organizaciones, clasificación de amenazas y detención de enemigos para la seguridad del estado.