La asociación española Women By Women denuncia el riesgo de muerte inminente de periodistas afganas
Desde la plataforma piden al Gobierno que se comprometa a facilitar la salida de estas mujeres de Afganistán y a acogerlas y reinsertarlas
Desde la plataforma piden al Gobierno que se comprometa a facilitar la salida de estas mujeres de Afganistán y a acogerlas y reinsertarlas
La llegada de los talibanes al poder en Afganistán se ha traducido en una pérdida de derechos para las mujeres y niñas de ese país, donde las más críticas y visibles con el régimen, entre ellas varias periodistas, ahora ven peligrar su vida, según denuncia la plataforma española de juristas Women By Women.
«Hay periodistas que decidieron hacer programas de televisión sin velo ante la cámara y perdieron su trabajo por hacerlo», cuenta en una entrevista con EFE la fundadora de la plataforma y responsable de gestionar algunas de las solicitudes de refugio de esas mujeres, Noor Ammar.
Women By Women tiene documentados más de cuarenta casos extremos de periodistas, activistas, actrices o académicas, a las que esta plataforma de juristas está intentando sacar de Afganistán, una operación para la que piden el compromiso del gobierno español para facilitar su salida, acogerlas y reinsertarlas. Desde el pasado verano, relata Ammar, muchas han estado escondidas, alejadas de amigos y familiares a los que los talibanes amenazaban si no las entregaban.
«Son mujeres que cambian de piso cada poco tiempo y viven en condiciones infrahumanas», explica esta experta en derecho internacional. «Y ahora las están llamando para que se personen en Kabul. No sabemos qué ocurre cuando van».
Una de esas mujeres es G., de quien no se dan más datos para preservar su anonimato. «Nací en Afganistán y he trabajado como periodista y defensora los Derechos Humanos hasta la llegada de los talibanes», explica en un mensaje dirigido a Ammar hace varias semanas, al que ha tenido acceso EFE. «Debido a los recientes cambios políticos, estaba interesada en quedarme en mi país, pero recientemente las autoridades talibanes han accedido a mis documentos en medios», detalla.
«Hace dos semanas, recibí una llamada pidiéndome que me personara en la redacción”, cuenta G. “Les pregunté por qué debía ir y me respondieron que, ‘de otra forma, mandarían soldados a recogerme’». «Inmediatamente, llamé a un ex-compañero y le pregunté. Me contó que habían accedido a mis archivos y que querían hacerme daño, por lo que debía cambiar mi ubicación y apagar mi teléfono», explica. «Desde entonces, estoy buscando soluciones para salir del país urgentemente”, concluye.
El de G. es tan solo uno de los más de cuarenta casos extremos, entre los que además de periodistas también se encuentran activistas, actrices o académicas, de los que Women by Women se está haciendo cargo. Su situación, cuenta Ammar, exige urgencia, “ellas no saben qué hacer, están pasando miedo”, y añade que «están llamando a las mujeres que pidieron el pasaporte entre agosto y ahora”.
“Su situación es cada vez más difícil”, asegura, “y ahora sabemos que algunos de sus excompañeros de trabajo las están vendiendo a los talibanes y dejando en la estacada”.
Los esfuerzos de la plataforma se centran actualmente en sacar a esas mujeres de Afganistán: «Parece que podremos ayudarlas a salir en avión en cuanto tengan el visado», apunta Ammar. «Es todo gracias a la colaboración de empresas privadas y organizaciones no gubernamentales”, explica. “También hay una periodista afgana en Londres que ha conseguido una donación estratosférica, pero ningún gobierno ha ofrecido ayuda”.
Por eso, desde Women By Women piden al gobierno español que se comprometa a facilitar la salida de estas mujeres de Afganistán y a acogerlas y reinsertarlas, aunque por el momento no hay una propuesta firme.
Por otro lado, Ammar destaca la importancia de que la legislación internacional contemple la figura de refugiada por cuestión de sexo o género.
La experta apunta que «en la definición de ‘refugiado/a’, (Artículo 1, sección A2 de la Convención de Ginebra), se prevén las siguientes condiciones: “raza, religión, nacionalidad o pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas”. La Convención de Ginebra data de 1951, apunta, y no se ha revisado desde entonces.
Y, si bien muchas de las mujeres afganas a las que están tratando de ayudar cumplen al menos uno de esos requisitos, la jurista denuncia que en ese texto «no se referencia al sexo o al género, que es la base de la persecución y opresión de la que parten las violencias que se ejercen sobre una mujer».
«No cabe ninguna duda de que las condiciones pueden solaparse. Existen situaciones en las que las mujeres cumplen además con otras condiciones», añade. «Sin embargo, omitir el sexo borra el motivo real de discriminación: el sexo con el que nacen las perseguidas y el rol de género que se les asigna desde la cuna».
«Esto no significa que todas las mujeres de Afganistán deban ser evacuadas, sino que debe existir una perspectiva práctica y real que recoja el factor de que, por ser mujeres, muchas están condenadas de por vida», concluye.
Fuente: EFE