Españoles frente a Rusia
El Gobierno español va a mandarle armas ofensivas a Ucrania. Pese a la distancia entre España y Rusia, se han enfrentado ya tres veces en la historia
No existe mucho interés en evocar la última vez que España se enfrentó a Rusia en un conflicto porque fue cosa de Franco y en ayuda de Hitler. En 1941, tras la proclama de «Rusia es culpable» que hizo Serrano Suñer, ministro de Exteriores y cuñado de Franco, la División Azul fue enviada a combatir en la Unión Soviética, integrada en la Wermacht (ejército nazi) como 250 División de Infantería, con uniforme e insignias alemanas. Por las filas de la División Azul pasaron unos 45.000 voluntarios españoles, que sufrieron casi 5.000 muertos y 8.700 heridos. Todavía quedan españoles enterrados en los campos rusos.
Pero la División Azul no es la única ocasión en que los españoles se han enfrentado a Rusia. Mucho menos conocida es su participación en la invasión napoleónica de 1812, que terminó en famoso desastre. Napoleón invadió Rusia con la Grande Armée, que era un auténtico ejército multinacional europeo, incluyendo desde portugueses a polacos. El entonces rey de España, José Bonaparte, contribuyó a la ofensiva de su hermano enviando el llamado Regimiento José Napoleón, unos 4.000 hombres al mando del general Juan Kindelán.
En realidad se trataba de prisioneros de guerra del ejército español que estaban en campos de concentración en Francia, a los que se ofreció la oportunidad de salir del cautiverio si se alistaban. Les ocultaron que iban a Rusia, todos creían regresar a España, donde pensaban desertar y unirse a los patriotas en la Guerra de Independencia.
Esta idea la mantuvieron en Rusia, al poco de llegar hubo una primera deserción masiva, 133 soldados españoles dispararon contra los oficiales franceses e intentaron pasarse a los rusos, pero no lo consiguieron. Apresados por los franceses, más de la mitad de ellos serían fusilados. Fueron los primeros militares españoles muertos en Rusia.
En realidad Napoleón era consciente de que los españoles no le tenían ningún afecto. En una carta al mariscal Davout, jefe del Primer Cuerpo de Ejército, le decía: «Le envío dos buenos batallones españoles con un general, sin embargo, tenga la precaución de no situarlos en puestos avanzados ni en ninguna plaza fuerte de primer orden». Pero su opinión cambió radicalmente tras la batalla de Borodino, por uno esos hechos absurdos que a veces cambian la historia.
Borodino, en las afueras de Moscú, fue la gran batalla de la campaña, la victoria francesa le permitió tomar la capital rusa, pero el ejército ruso logró retirarse sin ser destruido y tomaría su revancha más adelante. Se enfrentaron más de un cuarto de millón de hombres durante ocho horas de feroz combate, se calcula que caían 140 hombres por minuto, un total de 70.000 bajas entre los dos bandos.
En un momento dado el Regimiento José Napoleón recibió orden de atacar y avanzó hacia el enemigo con una determinación superior a la de las mejores unidades francesas, sin importarle las 350 bajas que sufrió. Curiosamente, los atacantes recogían a los heridos y contibuaban el avance con ellos. En realidad estaban intentado pasarse a las filas rusas, por eso seguían corriendo hacia adelante pasara lo que pasase.
Héroes a la fuerza
Napoleón, sin embargo, lo interpretó al revés, pensó que era un temerario ataque y envió a la caballería en su apoyo. Así, sin querer, los españoles realizaron una de las gestas de Borodino, la toma del Gran Reducto, la principal posición rusa. A partir de entonces, el regimiento español se convirtió en una unidad de confianza para el emperador y, cuando comenzó la desastrosa retirada de Rusia a principios del otoño, los españoles fueron enviados a la posición más importante -y peligrosa-, la retaguardia que tenía que mantener a raya al enemigo en persecución.
Ahí encontraron por fin su oportunidad los españoles. 2.000 de ellos lograron descolgarse de la Grande Armée francesa y pasarse a los rusos, que no los trataron como a los muchos desertores franceses, sino con toda la consideración de aliados.
El zar Alejandro I dictó un decreto creando el Regimiento Imperial Alejandro con los soldados españoles. La fecha de fundación no fue elegida al azar: 2 de mayo de 1813, quinto aniversario del levantamiento popular del Dos de Mayo, inicio de la Guerra de Independencia que había conmovido a Europa.
Siguiendo con el simbolismo, el 19 de julio, aniversario de la batalla de Bailén, la primera en que un ejército napoleónico fue derrotado en Europa, los 2.000 españoles vestidos con uniformes del ejército ruso realizaron una parada ante Alejandro I, en la que recibieron sus banderas. Si los uniformes eran rusos, las banderas eran españolas, exactamente como las de ordenanza de nuestra Infantería, blancas con la cruz de San Andrés, y en las cuatro esquinas el escudo de su patrono, el zar Alejandro.
La siguiente ocasión en que los españoles fueron a luchar contra los rusos, en la Guerra de Crimea, las cosas no terminaron tan bien, pero dejemos esta historia para más adelante.