El Papa insinúa que «los ladridos» de la OTAN hacia Rusia han podido facilitar la invasión de Ucrania
El Sumo Pontífice se pronuncia sobre el suministro de armas a Ucrania: «Las guerras se libran por eso: para probar las armas que hemos fabricado»
El Papa ha señalado a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como facilitadora del conflicto en Ucrania. Concretamente, ha señalado que «los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia» llevaron al presidente ruso a reaccionar mal y a desencadenar el conflicto. «Un enfado que no puedo decir si fue provocado, pero quizás fue facilitado».
Unas declaraciones que ha realizado en una entrevista en Il Corriere della Sera y que no han sentado nada bien a Polonia, miembro de la OTAN, país fronterizo con Ucrania y uno de los estados que mayor número de refugiados ucranianos está acogiendo.
«Muchos de nosotros nos llevamos las manos a la cabeza al oír lo que ha dicho el papa», reaccionó el ministro polaco de Educación, Przemyslaw Czarnek, en la televisión estatal, y afirmó que las declaraciones habían «ofendido» a los polacos.
En dicha entrevista, el líder católico también se pronunció sobre el suministro de armas por parte de los países occidentales a la resistencia ucraniana, una cuestión que divide al mundo católico.
«No sé responder a la pregunta de si es correcto abastecer a los ucranianos, lo que está claro es que en esa tierra se están probando las armas. Los rusos saben ahora que los tanques son poco útiles y están pensando en otras cosas. Las guerras se libran por eso: para probar las armas que hemos fabricado«, afirmó.
Asimismo, el papa Francisco aseguró que está dispuesto a viajar a Moscú y reunirse con el presidente ruso, Vladimir Putin, para tratar de detener la guerra en Ucrania, que comparó con la de Ruanda, en África.
«¿Cómo es posible que no se detenga esta brutalidad? Hace veinticinco años, con Ruanda, vivimos la misma experiencia», agregó el papa, al referirse al genocidio de Ruanda, en 1994, el intento de exterminio de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu, en el que murieron unas 800.000 personas, según cifras de la ONU.