Nick Lavery, el boina verde que perdió una pierna y volvió al frente con una prótesis
El ‘guerrero máquina’ fue desplegado de nuevo en Afganistán para llevar a cabo operaciones de combate de espectro completo
A Nick Lavery le llaman «el guerrero máquina». Es una broma sin maldad con la que apodan al boina verde del ejército estadounidense con una pierna ortopédica. Él sonríe a cambio. Perdió su extremidad en combate, y los médicos le dijeron que jamás volvería a la primera fila. Se equivocaron.
Todo comenzó en su Boston natal la noche del fatídico 11-S de 2001. La inquietud que le provocó el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York apenas le dejó dormir. Las imágenes que estuvieron brotando toda la tarde de su televisor retumbaron dentro de su cabeza hasta el amanecer. Supo que tenía que hacer algo, responder ante semejante barbaridad, y no tardó mucho en tomar una decisión: alistarse en el ejército. Acabó sus estudios universitarios como abogado, y se alistó nada más recoger su diploma. Y no quería ser un soldado más, sino que tenía en mente estar en primera línea, en la punta de lanza. Se preparó, y acabó en un destacamento de las Fuerzas Especiales, en una carrera profesional trufada de actividad. El cuerpo de Boinas Verdes al que estaba adscrito llevan a cabo misiones que incluyen acción directa, contrainsurgencia, defensa en embajadas y destacamentos en el extranjero, o reconocimiento encubierto en zonas de conflicto. Por sus acciones ha sido condecorado con la Estrella de Plata, tres Corazones Púrpuras, dos Estrellas de Bronce, la Estrella de Bronce con la «V» al valor, la Medalla al Mérito en el Servicio de Defensa, y una retahíla de menciones más. Sin duda la vida de este sargento con formación de submarinista de combate ha sido intensa.
El drama
La mañana del 11 de marzo de 2013, durante su segunda rotación de combate, transcurría como cualquier otra. Arrancó con una reunión informativa para una misión conjunta con el ejército afgano. Al acabar, cuando se dirigía a un vehículo, se produjo un tiroteo dentro del complejo militar. No tardó mucho en darse cuenta de que se trataba de un ataque interno. Un tirador solitario empezó a disparar contra sus propios compañeros. Lavery vio a un soldado inmóvil, corrió para ponerlo a cubierto, y recibió ráfagas de ametralladora en las piernas. Los proyectiles le alcanzaron la femoral, y necesitó tres torniquetes para detener la hemorragia. Tuvo que meter sus propios dedos por la herida para taponar aquel chorro de sangre que manaba de su pierna derecha. Si aquello adquirió de golpe un muy mal aspecto, fue aún a peor durante el vuelo de evacuación sanitaria. Los médicos le realizaron una transfusión con un grupo sanguíneo equivocado, algo que casi le cuesta la vida. Entró en parada cardiorrespiratoria y si se subió en aquel aparato con unas bajas expectativas, se bajó del Black Hawk con apenas un hilo de vida. Consiguió llegar con vida al hospital de campaña de la base aérea de Bagram, donde fue intervenido de urgencia. Ante el estado general de su pierna, los médicos se vieron obligados a amputársela. Tras más de dos docenas de operaciones y un doloroso proceso de recuperación en el hospital militar Walter Reed, regresó a su unidad. De manera automática le ofrecieron la jubilación, pero Nick se propuso volver a ser operativo. Fue lo que se le metió entre ceja y ceja durante su estancia en el hospital. En la soledad de su habitación tomó la decisión de que solo saldría de allí para permanecer en el ejército, y más concretamente en el servicio activo. Necesitaba volver al mismo estilo de vida que acababa de dejar y eso no era negociable para él; esa fue la meta que se impuso, y el motor que empujó su esfuerzo durante el proceso de rehabilitación.
Vuelta a la acción
En 2015, al término de una exigente y exhaustiva evaluación que valoró sus capacidades operativas de Nick, regresó a su destacamento. Poco después llegó lo inesperado: fue desplegado de nuevo en Afganistán para llevar a cabo operaciones de combate de espectro completo. Desde entonces Nick Lavery es considerado el primer Boina Verde en volver al combate como amputado por encima de la rodilla. A pesar de que el ejército ya admitía reincorporarse a los amputados y realizar ciertas tareas, nadie hasta entonces había sido desplegado con sus equipos tras perder una extremidad. Lavery no solo no la oculta, sino que con frecuencia arremanga la pernera de sus pantalones, llena sus redes sociales de fotos mientras hace ejercicio, o se prepara para entrar en combate. De ahí su mote, «el soldado máquina», del que parece disfrutar.
En la actualidad, Nick sirve como suboficial de las Fuerzas Especiales, es comandante adjunto de destacamento, y goza de un amplio reconocimiento como experto en operaciones especiales. También ofrece formación y discursos motivacionales a empresas, universidades, equipos deportivos y diversas organizaciones sin ánimo de lucro. Es autor del libro ‘Objetivo Seguro: guía probada en el campo de batalla para lograr tus metas’, donde cuenta su experiencia. También ofrece conferencias TEDx, y es cinturón morado de Jiu Jitsu. Entre sus frases destaca una, significativa. En ella afirma: «He estado tan cerca de la muerte como se puede estar y la vida es un regalo. Tenemos una única oportunidad en este partido. Todos sabemos que va a terminar en algún momento. Así que, ¿por qué no dejarlo todo en el campo?». Lecciones.