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La vida disoluta de Mohamed VI preocupa en su país: «Un golpe de Estado no es impensable»

El ‘estado profundo’ marroquí se encuentra bastante preocupado por la ausencia del monarca de Marruecos, sus compañías, así como por su posible sucesión

La vida disoluta de Mohamed VI preocupa en su país: «Un golpe de Estado no es impensable»

El rey de Marruecos, Mohamed VI. | Europa Press

Las prolongadas estancias de Mohamed VI fuera de Marruecos generan preocupación en el país, sobre todo entre el Majzén, como se conoce al poder en la sombra que ejerce el entorno del rey, habida cuenta de los vastos poderes de que goza el soberano en un momento en que el país atraviesa unas condiciones económicas nada halagüeñas.

«Vamos en un avión sin piloto», resume un antiguo alto cargo en declaraciones al semanario The Economist, que en su último número ha publicado un amplio artículo bajo el título ‘El misterio del rey desaparecido de Marruecos‘, en el que otro antiguo responsable apunta a que el monarca pasó unos 200 días fuera del país el año pasado.

Mohamed VI estuvo en Francia durante cinco meses el año pasado, bajo el argumento de que quería estar más cerca de su madre convaleciente y que reside en Neuilly, en las proximidades de París. El monarca dispone de dos residencias en el país galo, una mansión cerca de la Torre Eiffel.

Este año ha estado tres meses en Gabón, donde dispone de una residencia en Pointe Denis. El monarca se encontraba precisamente en este país cuando se produjo la Reunión de Alto Nivel (RAN) entre España y Marruecos el 1 y 2 de febrero en Rabat, motivo por el que no recibió al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Escasa agenda pública

La agenda pública del rey es escasa, más allá de citas ineludibles en su agenda, como la Fiesta del Trono a finales de agosto, o la conmemoración de la Marcha Verde en noviembre. De hecho, los marroquíes no habían visto a su monarca desde que celebró con ellos en las calles de Rabat la victoria de la selección de Marruecos sobre España en el Mundial de Qatar el pasado diciembre, hasta su regreso el mes pasado al país con motivo del Ramadán, toda vez que es también comendador de los creyentes.

«No está interesado en el poder, lo único que quiere controlar es su vida», resume un ‘cortesano’ a The Economist, en cuyo artículo repasa la dura infancia de Mohamed VI, marcado de cerca por su estricto padre Hassán II, y cómo su marcha al extranjero para seguir estudiando supuso una liberación, pese al control que el entonces rey trataba de imponerle enviando incluso al ministro del Interior.

Tras acceder al trono a la muerte de su padre en 1999, Mohamed VI imprimió algunos cambios modernizadores en el reino, alejándose de su padre y cesando a muchos de quienes componían entonces su ‘corte’ para nombrar a amigos y personas de su confianza, que completó en 2011 sofocando así antes de que pudiera producirse una ‘Primavera Árabe’ en Marruecos.

Sin embargo, pronto dejó claro que sus intereses eran más mundanos, relacionándose en particular con personajes del mundo musical. «Cuánto más mayor se hace más joven se comporta», admite a The Economist un amigo de la infancia. La vida cada vez más disoluta del soberano también le estaba empezando a pasar factura en el plano físico, ya que ganó bastante peso y era frecuente verle con gafas de sol.

Los hermanos azaitar

La irrupción de los hermanos Azaitar en su vida en 2018 sería el punto de inflexión. Los tres hermanos, nacidos en Alemania pero de padres marroquíes, se han convertido prácticamente en una segunda familia del rey, en particular Abú Azaitar, campeón de artes marciales mixtas.

Los tres acompañan al rey en muchos de sus viajes y Mohamed VI ha demostrado gran deferencia hacia ellos, que han adquirido viviendas y negocios en el reino y suelen hacer con frecuencia ostentación de su estatus privilegiado. «Tienen carta blanca para usar el palacio como quieren», reconoce una persona del entorno real.

La proximidad de los hermanos Azaitar con Mohamed VI ha generado una clara preocupación en el Majzén, entre otras cosas porque Abú Azaitar tiene antecedentes penales y estuvo dos años en prisión. «Mandonean a los ministros», se queja un ‘cortesano’ al semanario, mientras que un empresario acota que «tratan a los gobernadores provinciales como sus chóferes». «El rey ha dejado muy claro a todos los ministros que pueden hablar en su nombre», puntualiza un antiguo amigo del monarca.

La influencia de los tres hermanos es tal que incluso deciden a quién recibe Mohamed VI, lo que ha hecho que en alguna ocasión altos cargos se hayan encontrado con la puerta en las narices. «Incluso piden a sus hermanas y primos que se vayan», destaca un antiguo miembro del círculo más próximo a Palacio.

Campaña de descrédito desde el Majzén

Así las cosas, desde el Majzén se ha intentado contrarrestar este fenómeno en los últimos tiempos a través de algunos artículos en la prensa afín para poner en entredicho su reputación y su historial delictivo. En uno de ellos, publicado por Hespress, se equiparaba su influencia con la de Rasputín.

«Estos artículos virulentos estaban sin duda inspirados desde el Majzén con el fin de marginarlos pero no ha tenido efecto», reconoce al diario Le Figaro Ali Amar, director del medio digital leDesk, en un artículo publicado por el medio galo esta misma semana, en el que también incide en la «intrigante y opaca» forma de gobernar de Mohamed VI.

Los intentos por hacer entrar en razón al rey alauí parecen haber caído en saco roto. En su entorno han atribuido su ausencia durante cinco meses el año pasado a que estaba enfadado y no quería que desde el Majzén le siguieran dando lecciones sobre su vida. «Ve al Majzén como al enemigo», explica un confidente, ya que «es la primera vez que va en su contra».

Las fuentes consultadas por The Economist indican que se está volviendo más irascible a medida que aumenta su aislamiento y que habla mal a las pocas personas que consiguen verle. En los últimos meses se ha ausentado de algunos eventos importantes, como el funeral de Isabel II o la cumbre de la Liga Árabe en Argel, a la que se dio por confirmada su asistencia.

Mohamed VI es el jefe de las fuerzas armadas, la máxima autoridad judicial del país y tiene la potestad para cesar al Parlamento por decreto. Pese a que el país es una monarquía parlamentaria, el monarca tiene la última palabra en los grandes asuntos, lo que incluye su política exterior.

La situación económica del país es delicada. La acusada subida de los precios de los alimentos (más de un 18,2%) ha generado malestar entre los ciudadanos, algunos de los cuales salieron a manifestarse el sábado pasado en varias ciudades del país, entre ellas Rabat, Casablanca o Tánger convocados por una coalición de partidos de izquierda.

«Modelo español» de abdicación

Pese a todo The Economist destaca que pocos marroquíes se atreven a hablar de «abdicación» aunque han comenzado a optar por el eufemismo del «modelo español» en alusión al hecho de que Juan Carlos I fue empujado a abdicar en su hijo en 2014. Sin embargo, no hay coincidencia en quién debería ser el nuevo rey puesto que algunos se decantan por el príncipe Mulay Hassán, de 19 años e hijo mayor de Mohamed VI, mientras que otros se inclinan por el hermano menor del monarca, Mulay Rachid.

También Le Figaro se refiere en su artículo a los rumores sobre una posible abdicación que circularon hace cinco años pero que luego se han disipado y sostiene que el hijo mayor de Mohamed VI no parece preparado aún para poder reinar.

Así las cosas, un confidente advierte a The Economist que el tira y afloja con el Majzén continuará mientras no se acepte a los hermanos Azaitar. El semanario precisa que algunos de los asesores de Mohamed VI hablan incluso en los momentos de mayor tensión del cese de los responsables de seguridad, incluido el jefe de la Inteligencia, Abdellatif Hammouchi, quien estaría detrás de la campaña de descrédito, e incluso sostiene que «un golpe de Estado militar no es impensable».

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