El Papa, tras reunirse con Orbán: «¿Dónde están los esfuerzos creativos por la paz?»
Francisco I se encuentra en Hungría, país más reacio a la hora de sancionar a Rusia por la guerra en Ucrania
El Papa Francisco ha comenzado su visita a Hungría con alusiones a la guerra en Ucrania ya en su primer discurso en el que se ha preguntado: «Dónde están los esfuerzos creativos por la paz». Se trata de la segunda visita de su pontificado al país, que comparte 136 kilómetros de frontera con Ucrania, que se produce un día después de la reunión del Pontífice con el primer ministro de Ucrania en el Vaticano.
Antes de este discurso, el Pontífice se ha reunido de forma privada y, por tanto, sin periodistas, con el primer ministro de Hungría Viktor Orbán, el dirigente de la UE más crítico con las sanciones a Rusia.
En opinión del Papa, «la paz no vendrá nunca de la búsqueda de los propios intereses estratégicos, sino de políticas capaces de mirar al conjunto, al desarrollo de todos: atentas a las personas, a los pobres y al mañana; no sólo al poder, a las ganancias y a las oportunidades del presente». Además, ha dicho que en «esta coyuntura histórica, Europa es fundamental».
«Gracias a su historia, representa la memoria de la humanidad y, por tanto, está llamada a interpretar el papel que le corresponde: el de unir a los lejanos, acoger en su seno a los pueblos y no dejar a nadie para siempre como enemigo», ha asegurado en su alocución en el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en el antiguo Monasterio Carmelita.
Así, ha reivindicado la figura de los padres fundadores, que «supieron mirar más allá de su tiempo, más allá de las fronteras nacionales y de las necesidades inmediatas, generando diplomacias capaces de remendar la unidad, no de ensanchar las grietas». «En esta fase histórica hay muchos peligros; pero, me pregunto, incluso pensando en la atormentada Ucrania, ¿dónde están los esfuerzos creativos por la paz?», se ha cuestionado el Papa.
Por otro lado, Francisco ha reclamado a Europa «vías seguras y legales» para gestionar la inmigración, que «no se puede frenar rechazando» y ha llamado a afrontar la acogida de estas personas «sin excusas ni dilaciones».
«Urgente, como Europa, trabajar en vías seguras y legales, en mecanismos compartidos ante un desafío de época que no se puede frenar rechazando, sino que hay que acoger para preparar un futuro que, si no es juntos, no será», ha asegurado.
El Pontífice no se moverá de la capital húngara, una decisión que comporta no acercarse a otros puntos del país debido a los problemas de movilidad que arrastra en la rodilla derecha y que le obligan a seguir utilizando la silla de ruedas.
Durante su intervención, ha recalcado que la acogida «es un tema que hay que afrontar juntos, comunitariamente» porque «las consecuencias afectarán tarde o temprano a todos». El Papa ha recordado así a los miles de personas «desesperadas que huyen de los conflictos, de la pobreza y del cambio climático» y ha llamado a «afrontar el problema sin excusas ni dilaciones».
Asimismo, Francisco ha reclamado en Budapest «una sana laicidad, que no caiga en el laicismo generalizado, que es alérgico a todo aspecto sagrado y luego se inmola en los altares del beneficio» y ha pedido que no se dé lo que ha llamado «colateralismo con la lógica del poder».
Sana laicidad
Del mismo modo, ha recordado que «quienes se profesan cristianos, acompañados por testigos de la fe, están llamados principalmente a testimoniar y a caminar con todos, cultivando un humanismo inspirado en el Evangelio y enraizado en dos pistas fundamentales: reconocerse hijos amados del Padre y amar a cada uno como hermano».
Orbán, que dirige este país centroeuropeo desde 2010, quiere promover una «civilización cristiana» lastrada por décadas de comunismo y en el marco de esta estrategia, modificó la constitución para inscribir referencias a Dios y al matrimonio, que ahora está definido como la unión entre un hombre y una mujer.
Durante la visita de cortesía a la presidenta de la República Húngara, Katalin Novak, el Papa ha firmado el Libro de Honor, escribiendo de su puño y letra estas palabras: «Vengo como peregrino y amigo a Hungría, país rico en historia y cultura; desde Budapest, ciudad de puentes y de santos, pienso en toda Europa y rezo para que, unida y solidaria, sea también en nuestros días casa de paz y profecía de acogida».