Los socialdemócratas suecos hacen autocrítica sobre sus políticas de inmigración
Un informe interno da un giro de 180 grados y admite que las fronteras abiertas generan guetos y criminalidad
Los socialistas suecos se han caído del guindo. Un reciente informe del Partido Socialdemócrata Sueco (SAP), encargado entre otras personas a Lawen Redar, critica las políticas de fronteras abiertas y advierte de que la inmigración masiva ha generado en el país una sociedad fragmentada. Este documento supone un cambio de 180 grados en la postura del SAP, que gobernó el país escandinavo entre 2014 y 2022 con una política de fronteras abiertas.
En el informe, titulado El surgimiento de sociedades paralelas, los autores describen cómo la inmigración masiva ha llevado a un cambio significativo en la sociedad sueca, y ha dejado a muchas personas en situaciones de vulnerabilidad. «El mayor cambio social durante el siglo XXI en Suecia ha sido el cambio demográfico debido a la inmigración», admite el texto, que añade que el país ha pasado de ser una de las naciones étnicamente más homogéneas de Europa a una de las más heterogéneas.
El principal resultado de la llegada masiva de extranjeros habría sido «la segregación». En concreto, la «guetización» de muchas personas de ascendencia extranjera en zonas como Rinkeby en Estocolmo o Malmö. Estas «sociedades paralelas» están caracterizadas por la criminalidad y la radicalización religiosa.
Según el informe, esta segregación ha dejado a muchas personas de origen extranjero expuestas a prácticas violentas nunca antes vistas en Suecia, como la mutilación genital femenina, propia de culturas árabes. De entre estos, además, «muchos tienen un dominio ineficiente del idioma sueco, lo que afianza aún más los sentimientos de aislamiento y falta de pertenencia».
Debate en Suecia
En declaraciones a los medios suecos sobre las conclusiones del informe, la portavoz de política cultural de los socialistas suecos, Lawen Redar, ha admitido que su partido se había equivocado en muchas cosas en materia de inmigración mientras ostentó el poder, entre 2o14 y 2022. «Creo que deberíamos ser profundamente autocríticos», ha dicho Redar en referencia a la presión excesiva sobre ciertas zonas, las más pobres del país, a través de la inmigración descontrolada, que ha terminado derivando en graves problemas sociales.
Redar ha insistido en que el cambio de actitud no significa que el SAP ahora se alinee con los Demócratas de Suecia, pero estos han celebrado el viraje de los socialistas. El eurodiputado Charlie Weimers ha celebrado como «una gran noticia» que «uno de los partidos más pro-inmigración de Europa finalmente haya entrado en razón», describiendo las políticas del anterior partido en el gobierno como «una advertencia a los políticos de todo el mundo sobre qué no hacer».
Weimers ha añadido que ahora espera que sus rivales políticos sean «leales» al documento y voten consistentemente «a favor de limitar la inmigración y de barreras físicas en las fronteras». No cabe duda de que es un gran primer paso.
Inmigración en Suecia
En Suecia hay dos millones de personas nacidas en el extranjero, es decir, alrededor del 20% de la población. De estas, tan solo unas 600.000 tienen sus propios negocios y contribuyen a la economía, según Cáritas. Hasta 2015, la mayor minoría étnica eran los finlandeses, que a finales del pasado siglo superaban los 200.000. A raíz de la guerra de Irak y de la crisis migratoria siria, las personas procedentes de Oriente Medio han pasado a ser el mayor grupo.
En la actualidad, el 8% de los habitantes de Suecia procede de un país de mayoría musulmana, básicamente de Siria e Irak, pero también de Irán. Las consecuencias sociales de este cambio demográfico han sido considerables. No sólo ha aumentado de manera evidente la desigualdad, con zonas segregadas donde los hijos de inmigrantes nacidos en Suecia son ciudadanos de segunda y desarrollan con frecuencia una contraidentidad, sino también la delincuencia.
En los últimos años se han disparado las guerras de pandillas y el crimen organizado, en el que los inmigrantes están mayoritariamente involucrados. El país escandinavo tiene ya la tasa más alta de violencia armada de Europa. En 2022, más de 60 personas murieron por violencia armada y hubo 88 atentados con bombas.
La izquierda europea puso durante tiempo a Suecia como ejemplo de modelo socialdemócrata exitoso; ahora, la derecha lo usa como ejemplo de multiculturalismo fallido. Una tesis que ya hasta los socialistas suecos admiten en privado. Lo cierto es que Suecia, en su generosa apertura de fronteras, ha cometido errores que no han facilitado la integración de la nueva población. El nuevo gobierno ha aumentado la presencia policial en las calles y ha endurecido las políticas de inmigración, siguiendo a su vez las políticas hechas en Dinamarca.