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Así funciona la ayuda que distribuyen en la Franja de Gaza los militares de varios países

Una amplia coalición de estados aúna esfuerzos para hacer llegar la ayuda por tierra, mar y aire

Así funciona la ayuda que distribuyen en la Franja de Gaza los militares de varios países

Militares marroquíes cargan el aparato de ayuda humanitaria. | Ejército de Marruecos

Se podrá estar más o menos de acuerdo desde el punto de vista militar, político o de justicia. Pero de lo que nadie duda es que lo que está ocurriendo en Gaza es un desastre humanitario. Miles de muertos, edificios derruidos, heridos sin atenciones básicas, problemas de salubridad y, en esencia, gente que sufre. Y son los militares los que están llevando algo de alivio a los palestinos.

En un escenario de guerra abierta entre el estado de Israel y Hamás, las autoridades locales y ONG se mueven con dificultad. Por eso, son las Fuerzas Armadas de varios países, los que están centralizando las ayudas que llegan a la población, y lo hacen como solo los militares saben hacer: por tierra, mar y aire.

Por tierra

A nivel del suelo, las vías de acceso suelen ser las que comunican las dos zonas de un mismo país. Aquí el ejército de Marruecos ha abierto una vía inédita desde el aeropuerto de Tel Aviv, donde han implantado su base de operaciones tanto terrestres como aéreas.

Desde Tel Aviv salen sus vehículos hasta el paso de Kerem Shalom, situado en la zona sur de la Franja, y que conecta la zona palestina de Rafah con territorio israelí. La ayuda marroquí llegó por vía aérea al aeropuerto de Ben Gurion, y fue cargada en camiones israelíes. Una vez llegados al sur y tras rodear la zona en conflicto, se trasladó a camiones de la Media Luna Roja palestina, para ser distribuida en el norte de la Franja. Se trata de productos alimenticios como leche para bebés, arroz, pan, dátiles, harina y productos en conserva.

Por mar

Hasta aquí todo es relativamente sencillo. Pero cuando se sale de un entorno urbanizado es cuando las cosas se vuelven más complejas, y los ejércitos han de poner aquello de los que la sociedad civil no dispone. Un ejemplo es lo que ocurre en la llegada de ayuda por vía marítima.

EEUU, la UE, el Reino Unido y Emiratos Árabes tienen en marcha un corredor humanitario desde Chipre, pero tienen complicado donde atracar sus barcos. La franja de Gaza tiene unos cuarenta kilómetros de costa, pero carece de puertos al uso. Tan solo posee el puerto pesquero en el barrio de Rimal, que no está preparado para acoger barcos más allá de lanchas o veleros de muy pequeño calado.

Para solventar este problema, el ejército estadounidenses va a instalar uno, sin embargo, no es un puerto normal, sino de quita y pon: es flotante. El invento, que no es una idea nueva, será instalado y manejado por una fuerza militar americana formada por unos mil soldados. En ningún momento pondrán sus pies sobre suelo gazatí, según ha informado el Pentágono.

Con este muelle flotante se podrán llevar a tierra hasta dos millones de comidas al día en Gaza, y pertenece a una táctica denominada Logística Conjunta en la Orilla (Joint Logistics Over-the-Shore o JLOTS). En tiempo de conflicto armado, esta técnica se utiliza para llevar suministros por vía marítima a donde se necesiten y no haya medios establecidos en tierra.

Fuente: US Army

Es tan sencillo —y tan complicado— como apilar bloques flotantes como si se tratase de una larga alfombra de piezas de Lego gigantes sobre la superficie del agua. Con una superficie útil de unos 600 metros cuadrados, es capaz de sustentar toneladas de peso y hasta vehículos por su cubierta. Está formado por piezas, unidas de manera que puedan soportar en bloque el efecto de las olas, las mareas, o el impulso del agua de buques cercanos.

El ejército norteamericano ya desplegó los muelles Trident —es así como se llaman—, para entregar suministros humanitarios tras el terremoto de Haití en 2010, en una misión parecida.

Por aire

Y aquí es donde la aviación militar juega en un campo que domina sin discusión alguna. Sin embargo, tampoco es tarea fácil y requiere de cierta preparación. Varias fuerzas aéreas están arrojando ayuda desde el aire, pero los procedimientos son distintos a los habituales en lugares de conflicto.

Una de las claves es la altura de vuelo. Si los servicios de información, o el devenir de la acción entiende que hay peligro desde tierra, los aparatos operan a mayor altitud, y con ello se pierde precisión. En tiempo de guerra, o cuando se quiere dejar la carga en zonas muy definidas, se suelen usar sistemas JPADS. Este procedimiento une la tecnología GPS a un paracaídas de planeo tipo parapente que conduce de forma activa la carga. Un pequeño ordenador alojado junto al paquete principal recibe unas coordenadas y unos accionadores eléctricos tiran de los cables que controlan el paracaídas. Su grado de precisión es bastante alto y garantiza resultados óptimos desde más de ocho mil metros de altura.

Pero en operaciones humanitarias no suele usarse este procedimiento, sino el llamado LCADS (Low Cost Aerial Delivery System/Sistema de Envío Aéreo de Bajo Coste). En los lanzamientos aéreos de ayuda humanitaria, las cargas son mucho más masivas, con grandes cantidades de suministros vitales a poblaciones golpeadas por la guerra o desastres naturales.

Hasta comida para animales

Desde el cielo caerán alimentos, agua, suministros médicos o incluso pienso para el ganado. Este tipo de entrega se organiza con lanzamientos desde una altitud lo más baja posible y que caigan a tierra muy rápido. La altitud preferida operar con ayuda humanitaria es de 500 pies sobre el suelo, algo menos de 200 metros, aunque si las condiciones son favorecedoras, puede ser incluso más bajo. Por contra, las tripulaciones lanzarán su carga desde mucho más arriba si creen que hay amenazas en tierra por disparos de armas antiaéreas.

Los palés militarizados con raciones de combate contienen 48 cajas y pesan cerca de 600 kilos. Una vez soltados del avión, caen al suelo en cuestión de segundos. Es imperativo que los bultos lleguen al suelo antes de que la gente pueda correr hacia la zona de lanzamiento.

La ayuda humanitaria cae en paracaídas sobre las playas de Gaza.

Cada vez que un Hércules de las US Air Forces despega en una de estas misiones, salen volando unas 38.000 de estas raciones. Al volar tan bajo, y una vez excluidos los posibles ataques desde tierra, se analiza el entorno físico. Cables, edificios, líneas de alta tensión o variaciones en el terreno son tomados en cuenta con imágenes aéreas, satélite o los planos disponibles.

Protección desde el aire

Otro paso de la planificación importante es vigilar la seguridad de las personas a las que se pretende ayudar, así como de las propiedades y el ganado. Incluso en un lanzamiento en condiciones seguras, puede haber miles de personas en la zona de lanzamiento o cerca de ella; mantenerlas alejadas de estas áreas puede ser casi imposible.

Es lo que pasó hace unos días. Al parecer, un avión de carga de Emiratos Árabes Unidos dejó caer su carga y fallecieron cinco personas. Con frecuencia, se arrojan folletos el día antes sobre el mismo terreno sobre el que soltarán su carga los aviones de ayuda, con instrucciones para la población. También se efectúan pasadas ‘en seco’, sin soltar la carga, para comprobar el estado general del destino en tierra de su cargamento. A veces, incluso, se suele mandar un equipo a tierra, para asegurar la zona, pero no siempre. En un caso como el de Gaza, es inviable.

El tipo de paracaídas también cambia. Si se pueden recuperar, o son inteligentes como el JPADS, tienen un coste distinto al de los de ‘usar y tirar’, como son los que se están viendo en las imágenes disponibles de Gaza. Los americanos suelen usar unos que permiten a sus paquetes bajar a unos 30 km/h, pero se cree que los que causaron el accidente con víctimas, eran otros, con los que sus cargas viajan al triple de velocidad.

También España

Francia, Marruecos, Jordania y Egipto participan con aviones C-130, Emiratos Árabes Unidos con aviones de transporte estratégico C-17, y Bélgica con A400M. Otros países, incluidos Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña, España y Países Bajos, también han tomado parte.

Por tierra, mar y aire. De forma análoga a los frentes que atienden las Fuerzas Armadas, así es como llega la ayuda humanitaria a los destinos donde es necesaria, como es en estos días Gaza. Que sea así es lógico: casi toda ella está en manos de los militares, que son los que mejor se mueven en zonas de guerra.

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