Las mujeres agentes dobles que engañaron a los nazis
Elvira Chaudoir y Lily Sergeyev, dos espías muy especiales. Los ‘locos’ protagonistas del desembarco en Normandía (III)
La operación del espionaje para engañar a Hitler sobre la fecha y el lugar del desembarco de las tropas aliadas destinadas a liberar Europa contó con el protagonismo de Juan Pujol y Araceli González, pero también fue trascendental el papel de otros agentes dobles tan extraños, osados y poco comunes como ellos. Hubo muchos, pero os voy a hablar de algunos de mis favoritos, entre ellos Elvira Chaudoir y Lily Sergeyev.
Elvira Chaudoir era una peruana que encajaría a la perfección en cualquier película de James Bond. Por un lado, peruana, clase alta, elegancia extrema, muy atractiva. Por otro lado, enganchada al juego, seductora para ambas aceras y muy voluble. Para colmo, al principio de la Segunda Guerra Mundial su padre era embajador de su país en Vichy, la capital de la Francia ocupada.
Residía en Londres, en el barrio pijo de Myfair, llevaba una vida disipada de fiesta en fiesta codeándose con la aristocracia, la gente de dinero y altos mandos militares, que cada noche coincidían en distinguidas fiestas privadas. Antes o después iba a apostar dinero y siempre al final de la noche había un distinguido caballero que acompañaba hasta su casa a esa joven de 30 años. Con frecuencia ese amable señor subía hasta su casa.
Su vida disipada y su éxito con los hombres eran muy conocidos en esos ambientes a los que acudía con frecuencia Claude Dansey, subdirector del SIS, el espionaje exterior inglés. Un día habló con ella: necesitaba alguien que hablara francés y tuviera capacidad para no ser sospechosa de colaborar con la resistencia en la Europa ocupada por los nazis. Ella era ideal para la misión que quería encomendarla de recoger información sensible en Francia. El espía le formuló una oferta irresistible: gastaba más del abundante dinero que le mandaba su padre y tenía deudas que él le ayudaría a solventar.
Todo por la pasta
Elvira se fue a Francia en julio de 1942 convertida en la agente ‘Bronx’ y se estableció en la mansión de sus padres. Los acompañaba a las distinguidas fiestas locales, donde un día bailó con un oficial alemán con el que estableció una relación. No pasó mucho tiempo cuando descubrió que el nazi tenía dobles intenciones. Era un agente de la Abwehr, el espionaje alemán, y le pidió que se convirtiera en colaboradora a cambio de una paga mensual fija. Aceptó sin pensárselo dos veces: necesitaba el dinero de sus padres, el del espionaje inglés y el del alemán, para llevar el nivel de vida que le gustaba, que incluía sus abundantes pérdidas en el juego.
De regreso a Londres habló con Dansey del cumplimiento de su misión como correo y añadió que se había convertido en doble agente. A partir de ese momento Elvira pasó a engrosar las filas del MI5, el servicio secreto interior, y de su comité XX, en el que estaba Garbo.
Por suerte para ella, su principal cobertura consistía en que siguiera llevando la misma vida de fiestas, juegos y amantes varios, porque la rodeaba tanta gente con acceso a información secreta que si los nazis la vigilaban descubrirían que cualquier cosa que les pudiera contar estaría perfectamente fundamentada.
La calidad de la información enviada por Elvira a su controlador de la Abwehr no fue de gran calidad, los ingleses debieron pensar que una mujer tan frívola perdería su credibilidad si les enviaba altos secretos. Cuando se acercaba el desembarco de Normandía, los alemanes estaban como locos por conseguir información sobre el lugar donde se iba a producir. Su amante nazi le pidió que hablara con sus amigos militares y políticos, y tratara de sacarles datos concretos.
Cuando faltaban dos semanas para el desembarco, Elvira le mandó un telegrama: la invasión sería por la zona de Burdeos. Esa información absolutamente falsa contribuyó, según confirmaron los aliados, a que los alemanes desviaran una parte de sus tropas a esa zona, tropas que no estuvieron en Normandía para evitar el éxito aliado.
Acabada la guerra el espionaje inglés y Elvira rompieron amistosamente su relación. Ellos no la veían como una espía profesional y ella quería disfrutar de su vida de diversión.
El perrito de Lily
El papel de Lily Sergeyev fue importante para vencer a los nazis, pero estuvo a punto de hacer descarriar la operación de engaño. Periodista y pintora francesa de origen soviético, buscó relacionarse en París con el comandante Klieman de la Abwerh y no paró hasta conseguir convencerle de que podría ser una espía perfecta en Gran Bretaña. El nazi aceptó pensando que si salía bien podía darle mucha influencia.
Antes de enviarla a España para que consiguiera el visado de entrada para Londres, la impartió una preparación básica de espía: el código Morse y cómo fabricar tinta invisible. Al llegar a Madrid se presentó en la embajada inglesa para convertirse en doble agente: aceptaron encantados.
De esta historia os quería resaltar cómo las personalidades especiales de los dobles agentes ponían en riesgo la misión general. Lily fue una buena agente doble, participó en el gran engaño, pero casi lo echa todo a perder por su perro. En Madrid informó a su contacto del espionaje inglés que tenía un perro, Babs, cruce de terrier y caniche, y que no iba a ninguna parte sin él. La realidad es que en la aduana no le iban a permitir la entrada, pero el enlace no se lo dijo, la mintió.
Al llegar se lo quitaron porque había una cuarentena y Lily perdió el control cuando con el paso del tiempo no se lo devolvieron. Amenazó con contar el engaño al comandante Klieman metiendo en los mensajes que le enviaba una palabra clave pactada para alertarle de que la habían hecho prisionera. Le contaron que su perro había muerto, se deprimió, mantuvo la amenaza, arriesgaron confiando en que no lo haría y, finalmente, fue fiel a la causa.