Elecciones en EEUU: Estados indecisos decisivos
Amplios sectores del electorado moderado e independiente asisten con miedo a estos comicios
Un mes después del discurso sobre el estado de la nación, el presidente Biden ha sido capaz de acortar distancias en algunas encuestas nacionales y en algunos de los estados clave que determinarán el resultado de la elección de noviembre, como Pensilvania.
Esto ha sido posible gracias a un efecto de consolidación de las bases demócratas a favor de Biden, quien después del estado de la nación hizo un gira electoral por varios de los estados clave de Georgia, Pensilvania, New Hampshire, Wisconsin y Michigan.
La mayoría de los pollsters independientes creen que Georgia finalmente optará por Trump y Pensilvania por Biden. Trump también es favorito para ganar en Carolina del Norte, Arizona y Nevada. Esto establece que las elecciones de 2024 serán decididas por Michigan y Wisconsin. Algunos estrategas republicanos creen que Minnesota y New Hampshire están en juego. Si en algún momento ese fuera el caso, Biden estaría en una situación de gran vulnerabilidad, dada la correlación electoral que se viene observando durante décadas en los siete estados indecisos (Nevada, Arizona, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia). Michigan y Wisconsin son indispensables para Biden. Sin esos dos estados las expectativas de cálculo dentro del Colegio Electoral favorece a Trump.
Se necesitan 270 votos del Colegio Electoral para quedarse o volver a la Casa Blanca. La razón por la que se necesitan 270 votos del Colegio Electoral para ganar la Casa Blanca es porque esa es la mayoría del total de 538 votos electorales que están en juego en los 50 estados y el distrito de Columbia. Las elecciones presidenciales de Estados Unidos no utilizan un sistema de voto popular directo.
En cambio, el presidente es elegido a través del sistema del Colegio Electoral, donde a cada estado se le asigna una cantidad de electores en función de su representación en el Congreso (escaños en la Cámara más escaños en el Senado). Esto se debe a que el candidato que gana el voto popular en un estado normalmente recibe todos los votos electorales de ese estado (con las excepciones de Maine y Nebraska, que asignan algunos electores proporcionalmente). Este sistema fue diseñado por los founding fathers para dar a los estados voz en el proceso de elección presidencial, en lugar de depender únicamente del voto popular a nivel nacional.
Michigan es la clave
La campaña de Trump trabaja discretamente a través de mensajes, temas, organizaciones estatales, cobertura en medios locales, compras de publicidad, respaldos y actos electorales tradicionales para ganar Michigan. Sin Michigan, las posibilidades del Colegio Electoral de Biden disminuyen. Con la configuración actual de indices de favorabilidad, temas, niveles de aprobación, afinidad y persuadibles, Biden necesita a Wisconsin y Michigan para ser viable en el Colegio Electoral. Los problemas de Biden en Michigan van mucho más allá de su anterior apoyo incondicional a Israel. El hecho de que Trump este siendo censurado y bloqueado (deplatformed) en la mayoría de los medios nacionales le permite a su campaña llevar a cabo una estrategia nacional localizada, habiendo logrado avances en lugares como Arizona y Nevada, y de manera más reciente en Michigan.
Techo bajo de Trump
Los estrategas demócratas creen que el expresidente Trump sigue siendo inelegible a pesar de su notable recuperación en las encuestas durante la segunda mitad del año pasado. Creen esto basándose en el bajo techo de intención de voto interpretando las encuestas de una manera algo partidista, pero no ilusoria. Argumentan que, a pesar de las encuestas recientes en las que va por delante, Trump tiene un límite firme de intención de voto del 45-46%, lo que le hace imposible ganar suficientes estados indecisos.
Los demócratas creen que podrán enmarcar las elecciones en torno a que Trump es una amenaza para la democracia y los valores estadounidenses (por ejemplo, planean seguir acusándole de ser un violador, racista, fascista e golpista). Tácticamente, creen que a través de cambios administrativos electorales estatales favorables, podrán mantener una ventaja de participación insuperable, tal como lo hicieron en 2020. En estados clave, planean movilizar a la base demócrata en torno al aborto para complementar su esperada ventaja de participación a pesar de los bajos niveles de aprobación de Biden.
Presidencia fracasada de Biden
Los estrategas republicanos creen que Biden es un presidente fracasado, según las encuestas, que se ha extralimitado en su mandato electoral y no podrá ser reelegido. Argumentan que los votantes más allá de la base populista demócrata, en particular los moderados y los independientes, no podrán apoyarlo, incluso si no votan por Trump, lo que llevaría a una baja participación demócrata en las elecciones en los estados clave que favorecería a los republicanos. La pregunta crítica para los estrategas republicanos es si Trump podrá mantener el tipo de campaña profesional con un mensaje estratégico disciplinado (por ejemplo, vehículos eléctricos en Michigan, la inflación, los inmigrantes ilegales, las crisis internacionales) que desplegó contra DeSantis, Haley y, hasta ahora, Biden en septiembre, cuando los votantes independientes persuadibles tomarán una decisión final. Como candidato, Trump sólo fue capaz de operar con disciplina de mensaje efectiva en el otoño de 2016, y desde luego que no en el otoño de 2020.
Configuración estratégica estable
El electorado estadounidense se enfrenta a estas elecciones descontento con el rumbo del país y la opción de tener que elegir entre estos dos candidatos. Tres de cada cuatro votantes preferirían votar por alguien que no fuera Trump o Biden. El bajo atractivo personal de los candidatos, las vulnerabilidades percibidas y la naturaleza negativa de los mensajes de las dos campañas hacen que sea más probable que los votantes se centren en los problemas del país, ‘sus problemas’, más que en los atributos de los candidatos.
Las elecciones de estrategia, basadas en temas y mensajes, no en grupos de afinidad identitaria o participación artificial, tienden a ser volátiles (es decir, eficientes, ya que los votantes calibran y reconsideran continuamente su intención de participación y de voto) a medida que sus impresiones evolucionan en función de las condiciones y expectativas subyacentes de su situación personal y la situación del país. El presidente Trump sigue disfrutando de una ventaja dominante en los temas del momento de mayor relevancia para los votantes (inflación, inmigración y delincuencia). La estructura estratégica de las elecciones de 2024 se mantiene estable.
Mercados políticos eficientes
Una lectura estratégica del electorado, los candidatos y las encuestas sugiere que si los demócratas no han sido capaces de destruir a Trump todavía usando recursos legales, rechazo y bloqueo mediático, ataques personales y algunos elementos institucionales es porque los votantes de Trump (republicanos, independientes y demócratas moderados) ven en Trump no solo riesgos, que los hay, sino también una esperanza de cambio para un futuro mejor.
Para poder ganar Biden necesita ser capaz de conectar con los votantes moderados e independientes de Trump –sobre todo en Michigan y en Wisconsin–. Para poder ganar, Trump necesita volver a su posicionamiento moderado de 2016 y ofrecer un mensaje esperanzador a una mayoría de votantes que, según las encuestas, cree que Biden ha sido un fracaso, a pesar de haber sido, en 2020, una alternativa razonable y quizás necesaria a Trump.
Un mercado político eficiente es aquel en el que cuando los votantes cambian de opinión sobre los temas del día y la situación del país también son capaces de cambiar de intención de voto libremente, sin impedimentos administrativos o burocráticos. La gran tradición de la democracia jeffersoniana americana esta basada en una filosofía política que garantiza institucionalmente que la mayoría vencedora respete a la minoría perdedora. En España estamos viviendo ahora las consecuencias de cuando esto no ocurre. En Estados Unidos, amplios sectores del electorado moderado e independiente ven con miedo estas elecciones.