El Ejército británico teme que los chinos espíen a sus soldados a través de las gorras
Los escudos reales son susceptibles de alojar micrófonos incrustados, detectores de movimiento, o localizadores GPS
Miedo a los chinos. Y no solo a su capacidad industrial, o al devenido poderío económico, sino a sus servidos de espionaje. La última viene desde el Reino Unido, donde han puesto en la picota a uno de los elementos más inesperados: las insignias que llevan sus soldados en las gorras. Temen que sus tocados manden datos críticos al gigante asiático, y están tomando medidas.
La desaparecida Isabel II gozó de un largo reinado de siete décadas. Durante todo ese periodo, los símbolos de su corona presidieron y colorearon los recovecos más insospechados no solo de Inglaterra, sino también de la Commonwealth. Su imagen y los iconos de su corona están presentes en miles de espacios públicos y privados. Pero una vez desaparecida, su heredero, Carlos III, quiere poner los que le representen en una suerte de reinicio figurativo.
Cambio de imagen
El problema reside en que el diseño con la corona de San Eduardo, el preferido por la difunta reina Isabel, se está sustituyendo por la de los Tudor, elegida ex profeso por el vigente rey Carlos III. Esto en si es relativamente sencillo. Sellos de correos, billetes, efigies, cuadros, fotografías, o estampaciones en diseño de papelería serán sustituidos paulatinamente. Sin embargo, se han topado con algo inesperado: el escudo metálico que llevan todos los cuerpos del ejército en sus gorras.
Para la coronación de Carlos de Inglaterra, un nutrido grupo de artesanos fabricó contra reloj unas 1.000 de estas insignias para que pudieran ser vistas en todo el mundo; a rey nuevo, logotipo nuevo, era el mensaje. Las insignias que se vieron por televisión en todo el planeta fueron encargadas a Firmin and Son, una pequeña compañía con sede en Birmingham. Ellos lo hicieron todo, y entre sus trabajadores había diseñadores, metalúrgicos, soldadores o especialistas en galvanoplastia.
Trabajaron en todas sus fases de fabricación, desde el dibujo de las herramientas y hasta el esmaltado, pulido, y montaje de las mismas. La empresa, fundada en 1655, fabrica todas las insignias, botones y pertrechos militares ceremoniales para las Fuerzas Armadas, y utiliza algunos de los procesos y técnicas que se remontan a esa época. Pero esta empresa es muy pequeña, muy artesanal, y se necesitan otros calibres industriales para nutrir a los setenta cuerpos existentes en el ejército británico.
Para la tarea se ha recurrido a un proveedor habitual del ejército, Wyedean Weaving, con base en Yorkshire. Ellos tampoco son los que fabrican todo este material, sino que subcontratan la producción a una empresa china. Cuando el Ministerio de Defensa fue consciente del detalle, detuvo todo el proceso ante el temor de que los chinos pudieran introducir sistemas de espionaje dentro de las insignias.
Dichos distintivos son como chapas de metal, parecidas al broche de un vestido de fiesta o un pin publicitario, pero algo más grande. Macizos, realizados de una pieza, son susceptibles de alojar micrófonos incrustados, detectores de movimiento, o localizadores GPS. Esto es lo que sospechan los militares ingleses y en consecuencia han ralentizado el proceso hasta encontrar una alternativa de confianza.
La empresa proveedora afirma que llevan años trabajando con sus factorías asociadas en China sin que se haya reflejado nunca un problema. Sin embargo, nadie olvida el conocido caso del escudo de madera que alojaba un micrófono y que estuvo instalado en la embajada estadounidense de Moscú.
Expuesto en el Museo de la CIA en Langley, entró en la legación norteamericana en manos de unos boy scouts soviéticos, y le fue regalado al por entonces embajador de los Estados Unidos en la capital de su archienemigo ruso. Con toda probabilidad, los servicios de seguridad revisaron el objeto, y dieron el aprobado: aquel escudo con el águila americana no emitía señal alguna. Y era cierto, no radiaba, pero los rusos encontraron la manera de excitar desde fuera una varilla con microondas, y que pudiera ser usado como micrófono. Estuvo instalado en el despacho del embajador durante años.
Sospechas fundadas
El pasado mes de mayo, varios legisladores británicos señalaron a Pekín cuando el sistema de nóminas de las fuerzas armadas fue objeto de un hackeo de datos. Dos meses antes, en marzo, Londres acusó formalmente a actores afiliados al estado chino de estar detrás de los ciberataques a la Comisión Electoral del Reino Unido en el periodo 2021-22. Incidentes similares en el pasado llevaron al Reino Unido a prohibir la instalación de nuevos equipos fabricados por la empresa tecnológica china Huawei en las redes 5G locales en 2021. China ha negado reiteradamente las acusaciones de espionaje.
Pero hay más casos recientes que dejan clara la agresividad en la materia de los chinos. El año pasado, las autoridades alemanas detuvieron a tres personas que trabajaban para una empresa llamada Innovative Dragon Ltd, que se cree que estaba vinculada al Ministerio de Seguridad del Estado chino. Estos individuos ofrecían productos relacionados con el desarrollo de tecnologías que transmitían a china. Se cree que estaba extrayendo conocimiento para usos militares. En 2017, el Departamento de Justicia estadounidense acusó a tres empleados chinos de piratear entidades, incluyendo a la alemana Siemens. Está probado que hackearon los ordenadores de varias empresas para robar información.
El gobierno de Estados Unidos ha prohibido a las empresas estadounidenses vender componentes a Huawei y sus subsidiarias. Del mismo modo, limitan la producción en China de productos estratégicos como semiconductores de nodo avanzado, equipos de fabricación de semiconductores y supercomputadoras. Las principales agencias de seguridad de Estados Unidos, como el FBI, CIA y NSA, han recomendado públicamente no utilizar teléfonos móviles fabricados por empresas chinas como Huawei y ZTE. La Unión Europea, por su parte, aumentó la supervisión sobre las inversiones extranjeras, especialmente en relación con China, para proteger la seguridad y la privacidad de los datos.
Sin gorras para todos
El miedo al espionaje en China ha retrasado la implantación de los nuevos distintivos militares en una jugada para la que el ejército británico gastará el equivalente a 4,6 millones de euros. El Financial Times se puso en contacto con el alto mando y un portavoz declaró «Las actuales insignias de gorra son suministradas por una empresa con sede en el Reino Unido, y la adquisición se lleva a cabo en línea con las regulaciones estándar. La adquisición de las nuevas insignias de gorra se llevará a cabo una vez que se hayan ultimado sus requisitos».
De momento, las fuerzas armadas británicas han dejado caer que el Reino Unido no posee una capacidad de fabricación similar para producir las insignias de tela y metal tan rápido y al precio al que lo hacen los chinos. Es uno de los problemas de haber dejado a los chinos hacerlo todo: que puedan hasta meter un micrófono en la cabeza del rey de los ingleses; no olvidemos que el comandante en jefe de los ejércitos británicos también lleva una de estas gorras.