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Realineamientos de la clase media

El jueves 27 de junio tendrá lugar el primer debate de las elecciones presidenciales norteamericanas de 2024

Realineamientos de la clase media

El expresidente de EE.UU. Donald Trump junto al expresidente Barack Obama y el actual presidente, Joe Biden. | Agencias

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El jueves 27 de junio tendrá lugar el primer debate de las elecciones presidenciales norteamericanas de 2024. Será el debate más tempranero de la joven historia americana. El presidente Biden se enfrentará al expresidente Trump en los estudios de la CNN en Atlanta, sin público, con estrictas condiciones de participación, impuestas por el equipo de Biden para excluir a Robert F. Kennedy, Jr., con micrófonos controlados por los moderadores para evitar interrupciones a destiempo, y moderadores de establecidas credenciales demócratas. El segundo y último debate tendrá lugar el 10 de septiembre organizado por ABC News. Las elecciones son el 5 de noviembre.

Temperamento y dignidad presidencial

Las dos claves de este primer debate serán establecer si Trump tiene la habilidad mínima de poder comportarse con algo de dignidad presidencial y si Biden será capaz de aguantar noventa minutos sin teleprompter, pinganillo, apuntes o ayudantes a su avanzada edad 81 años dada su aparente incapacidad de hacerlo durante el reciente G7 en Italia, celebraciones del día D de Normandía, intervenciones breves en la Casa Blanca, e incluso un reciente acto electoral en Hollywood bajo la tutela del expresidente Obama, que se vio obligado a intervenir para ayudar a Biden a salir del escenario con algo también de dignidad presidencial. 

El equipo de Biden decidió aceptar el reto constante de Trump para debatir como consecuencia de su muy difícil situación en las encuestas. Biden va por detrás de manera constante en todos los estados clave que determinarán el ganador –Nevada, Arizona, Georgia, North Carolina, Pensilvania, Michigan, y Wisconsin–. Hay incluso encuestas independientes con evidencia de problemas para Biden en Virginia, Maine, New Hampshire, Minnesota e incluso Nuevo México. Incluso el modelo de predicción de The Economist estima que Trump tiene aproximadamente un 70% de probabilidades de ganar en noviembre. 

Ante esta situación de probable fracaso, el riesgo de debatir y legitimar a Trump dándole una plataforma mediática de tal magnitud es un mal menor. Algunos estrategas demócratas creen que este debate puede ser la última oportunidad de Biden para evitar una estrepitosa derrota electoral o la humillación de tener que retirarse como candidato durante la convención demócrata de agosto en Chicago.  

Amenaza contra la democracia

A nivel de mensaje, siempre la clave más subestimada de todas las elecciones, el equipo de Biden quiere usar el debate para enmarcar la decisión de los votantes en noviembre como una última oportunidad para reconocer y aceptar que Trump es una «amenaza clara y presente para la democracia americana». El problema para Biden es que las encuestas, e incluso muchos pollsters demócratas, revelan que no solo es Trump quien es vulnerable en este sentido. En algunos estados clave, como Georgia, Arizona, o North Carolina hay más votantes que ven a Biden y sus abusos de poder como una amenaza contra la democracia. La estrategia de lawfare a nivel federal y estatal puede haber funcionado para condenar a Trump, pero no para descalificarle como la única esperanza electoral para una mayoría de los votantes de muchos estados. 

El equipo de Trump va a utilizar el debate para posicionar a su candidato como un agente de moderación ante la radicalización ideológica del partido demócrata controlado por la agenda de transformación social y económica de Obama, el populismo de la izquierda tradicional del Senador Sanders y los progresistas de proyección nacional del DSA (Democratic Socialists of America) como Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Ayanna Pressley y Tashida Tlaib. 

Reordenación demográfica

Trump recientemente se está posicionando como la opción de soluciones de sentido común, como vienen demostrando la gran mayoría de las encuestas, en todos los temas importantes para los votantes, o sea, la economía, la inflación, la inmigración ilegal, y el alto nivel de criminalidad. Trump va por delante no solo en todos los estados clave, sino que también ha mejorado de manera dramática sus niveles de apoyo en casi todos los segmentos demográficos con respecto a 2020, incluso con los votantes más jóvenes, más moderados, de clase media, o independientes, en gran mayoría de las encuestas públicas. 

Esta reordenación demográfica, ideológica, y geográfica, similar al realineamiento que estamos observando en Europa, no solo en Francia, es la clave electoral de este año en Estados Unidos. Trump ha conseguido moderar al partido Republicano de la estirpe Bush lo suficiente para conseguir que, después de los fracasos de los legados neoliberales (crisis financiera, desigualdad social, poder adquisitivo, transformación verde) y neoconservadores (Irak, Afganistán, Oriente Medio, terrorismo global, Rusia, China) amplios sectores de la sociedad que antes votaban a los demócratas, ahora, están pensando en apoyar a los republicanos bajo el liderazgo de Trump ante el fracaso de la coalición entre la izquierda intelectual, tecnócratas, y el mundo empresarial. Resulta curioso ver como la izquierda tradicional del populismo económico redistribucionista (en Europa y en Estados Unidos) acusa a la moderación de la derecha en busca de soluciones a problemas básicos de radicalización nacionalista y populista de extrema derecha. 

Comportamiento rimbombante

Si Trump deja de obstaculizarse a sí mismo a través de su tradicional comportamiento rimbombante e intimidador durante el debate de esta semana es probable que aumente su ventaja en las encuestas entre los votantes juveniles, independientes, moderados y las minorías étnicas desesperadas que buscan oportunidades y esperanzas, no dogmatismos anacrónicos de las izquierdas y derechas fracasadas. 

Como hemos argumentado en esta columna anteriormente, estas elecciones son sobre desesperación y esperanza para amplios sectores del electorado. Desesperación con la situación actual de Estados Unidos y los fracasos de la gestión de Biden. Esperanza con respecto a soluciones de sentido común para la gran mayoría de la sociedad americana, independientemente de segmentaciones demográficas identitarias artificiales. 

Esperanza y fracasos

Donde una mayoría de los votantes ve esperanza, Biden quiere convencer de que solo se debe ver una amenaza contra la democracia. Donde una mayoría de los votantes ve una presidencia fracasada, Trump quiere ofrecer una alternativa rejuvenecedora y esperanzadora. 

Estratégicamente hablando, Trump ya ha ganado estas elecciones si nos basamos en parámetros tradicionales como intención de voto, deseos de cambio, afinidad electoral, preferencia relativa con respecto a los temas más importantes para los votantes, motivación, participación, e intensidad, etc. Trump todavía puede perder si se comporta, sobre todo durante el debate de esta semana, de tal manera que facilite la manipulación demócrata de que su estilo personal es autoritario e intolerante. Biden solo puede ya ganar si Trump fracasa una vez más.

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