Bertrand de la Grange: «Cuba ha hecho de Venezuela una colonia»
El editor del único medio cubano independiente analiza los últimos movimientos en América Latina
Corresponsal durante dos décadas para Le Monde en América, primero para Canadá y luego para México y Centroamérica, Bertrand de la Grange, nacido en Tánger en el seno de una familia francesa y educado en Grenoble, es uno de los mayores conocedores de América Latina en el mundo. Es autor de decenas de reportajes de gran calado, es también coautor, junto a Maite Rico, de dos libros a contracorriente sobre dos sucesos clave de América Latina, el levantamiento neozapatista del Subcomandante Marcos en Chiapas y el asesinato del obispo de Guatemala Juan Gerardi. Actualmente es el editor del diario 14ymedio, que dirige Yoani Sánchez, el único medio periodístico independiente dentro de Cuba. En un español de envidiable corrección, conversamos una calurosa tarde de verano sobre la tragedia latinoamericana, las fraudulentas elecciones venezolanas y los dilemas de una región desconocida y sin embargo clave para España.
PREGUNTA.- Tú eres un gran experto en América Latina, y hoy vive momentos convulsos en muchas áreas pero particularmente en Venezuela, donde el gobierno de Maduro se robó las elecciones y no se sabe qué va a pasar. ¿Cuál es tu diagnóstico y tu pronóstico sobre Venezuela?
RESPUESTA.- Yo diría que ese continente siempre ha vivido momentos convulsos. En mi primera época en América Latina, que fue a finales de los 70, principios de los 80, las convulsiones se daban en Centroamérica. Todos esos países tenían conflictos internos alimentados por la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS. Cubrí toda esa época. Ahora, de nuevo América Latina, o no necesariamente de nuevo, pero sigue viviendo convulsiones que se han desplazado de cierta manera, en particular a Venezuela, que era un país que había sido bastante tranquilo a pesar de los intentos varios de Fidel Castro de mandar guerrillas de todo tipo con cubanos, con venezolanos y con otros guerrilleros y que siempre había fracasado. Ahora Venezuela está viviendo un momento muy, muy complejo, que yo diría que no soy ni optimista ni pesimista, porque es muy difícil saber lo que va a pasar. Sabemos lo que quiere Maduro, pero no representa nada, porque Maduro es un instrumento de Cuba, un instrumento de La Habana y no tiene capacidad de decisión propia. Y me fascina ver que todo el mundo está hablando de Venezuela, de los actores dentro de Venezuela, pero muy poco del actor principal que no se ve, que es Cuba. Cuba intenta no pronunciarse mucho, incluso en su propia prensa le da poco espacio a lo que está pasando en Venezuela, por un motivo muy sencillo y es que no quiere atraer la atención y que se empiece realmente a debatir de la importancia de Cuba en la búsqueda de la solución o, en realidad, de la participación de Cuba en el problema. Cuba ha hecho de Venezuela una colonia, la está explotando, está usando su petróleo para sus propias necesidades. Es el fenómeno, digamos, muy excepcional de una pequeña isla que se ha apoderado de la primera potencia petrolera del mundo. Porque no hay que olvidar que Venezuela es el país que tiene las reservas petroleras más grandes del mundo, a pesar de que tiene un petróleo de menor calidad que el que se encuentra en los países del Golfo Pérsico. Dicho esto, por el momento, el debate se limita al interior de la clase política venezolana. O diría más bien la clase política, que es la oposición, y la mafia que está en el poder, porque no hay que confundir: los que están en el poder no son políticos al uso, son realmente una banda que se ha consolidado después de la muerte de Hugo Chávez. Podemos decir muchas cosas sobre Chávez, pero era un intento de revolución nacionalista supuestamente controlada ya desde Cuba, porque eso es desde el inicio, está controlado a Venezuela por Cuba. El heredero de Chávez es un heredero escogido por La Habana. Es el propio Partido Comunista cubano el que lo escogió. No hay que olvidar que Maduro fue formado en la Escuela de Cuadros del Partido Comunista de Cuba, tuvo una formación allá, es una persona que tiene muy pocas luces, como todo el mundo lo sabe.
Lo que está pasando ahora es un intento desde fuera para solucionar el problema. Ahí vemos claramente los grupos en lucha. Tenemos el Grupo de Puebla, que es el grupo de la izquierda continental, agregando también elementos españoles que participan, en particular el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que tiene un papel nefasto. Ese grupo ya se ha dividido, curiosamente, entre los que no quieren ni negociar ni nada, que hay que seguir, que Maduro ha ganado, y los otros que dicen que por lo menos tenemos que salvar las apariencias, presentar las actas, aunque finalmente si se las presentan serán actas falsas, pero hacer por lo menos el paripé de estar en las propias reglas del sistema electoral venezolano. Hay tres países que son los más importantes, Brasil, Colombia y México –México se ha desmarcado un poco últimamente–, que han tomado una posición un poco diferente. Lo que quieren ellos, en realidad, es confirmar la victoria, la supuesta victoria de Maduro, pero están dispuestos a sacrificar a Maduro, porque Maduro no les conviene. Es un personaje tan nefasto que están buscando una alternativa. Ya sea a través de un gobierno de coalición, como el propio Lula y Petro lo han propuesto, o hacer nuevas elecciones, que es totalmente ridículo. Incluso los chavistas no quieren nuevas elecciones porque dicen «si hemos ganado, por qué hacer nuevas elecciones». Estamos en esta disyuntiva, con esos tres países, ahora más que todo Colombia y Brasil, que son aliados muy claros del chavismo y de Cuba, que intentan, a través de una supuesta moderación, ayudar en la búsqueda de una solución.
P.- ¿No te sorprende la alargada sombra del poder cubano y que siga dominando la política del continente desde hace más de 60 años, desde el triunfo de la Revolución? ¿Cuál es su fuerza? Porque incluso sin el líder carismático que era Fidel Castro, que sí tenía un aura de incluso de grandeza intelectual, aunque fuera falsa, aun sin ello, Cuba sigue siendo el centro, como tú dices, y no solo el centro, sino que consiguen borrarse de la discusión, como también afirmas. ¿Por qué Cuba sigue siendo el país que mueve los hilos en América Latina?
R.- Por qué Cuba sigue actuando o por qué está en el juego. Primero, porque es una cuestión de supervivencia para Cuba. Si Cuba pierde ahora Venezuela y el petróleo que le envía, quedaría paralizada. En promedio, el año pasado Venezuela envió 53.000 barriles de petróleo al día, y los años anteriores eran más. Ahora ha bajado un poco porque Venezuela no tiene capacidad de producción, no es porque no puedan chupar más petróleo los cubanos desde Venezuela, es porque Venezuela tiene que vender una parte, que le compra Estados Unidos, curiosamente, al precio internacional porque necesita dinero. Venezuela necesita divisas, pero Cuba sigue recibiendo su cuota. Es una cuota por la cual no paga nada.
P.- Y es de lo que vive la economía cubana.
R.– Claro, la economía cubana ahora recibe menos del 50% de sus necesidades para hacer funcionar en particular sus centrales eléctricas. Y tiene apagones permanentes, que en esos días se están agravando de nuevo porque no está entrando suficiente combustible, en particular fueloil. Y ahora México viene y está ayudando, porque Andrés Manuel López Obrador ha decidido que había que ayudar a Cuba y manda también tanqueros con petróleo crudo.
P.- De manera escondida…
R.- De manera no totalmente escondida, porque no se puede esconder, pero no se sabe si hay contratos de venta o no. Yo creo que es una forma de trueque: México está importando ahora miles de médicos cubanos, han firmado un contrato para 5.000, y entonces les pagan con petróleo, pero eso no está firmado en ningún lado, no hay ningún documento que lo indique. ¿Por qué Cuba? Los motivos por los cuales Cuba está tan presente es lo que acabo de decir: es una cuestión de supervivencia. Pero, ¿por qué los demás ven a Cuba todavía como una potencia, a pesar de estar en un estado lamentable? En términos económicos es un país totalmente destruido, que no tiene industria, que no tiene producción agrícola, donde el turismo se está derrumbando mientras ha cobrado fuerza en el Caribe mexicano y en República Dominicana. Cuba vive de la herencia, que está en la cabeza de muchos latinoamericanos, de la pequeña isla que desafió a Estados Unidos.
«Muchos latinoamericanos o españoles que van de viaje a Cuba todavía se creen el mito, porque no quieren ver»
P.- La leyenda de David contra Goliat.
R.- Esa leyenda sigue funcionando en América Latina, y no sólo en América Latina. Si vas a Indonesia o si vas a Argelia o incluso a Libia, vas a ver gente que se cree todavía el cuento. Y el Che Guevara sigue siendo un personaje muy admirado en esos países por una parte de la población, incluso no sólo gente de izquierdas. Va mucho más allá de la ideología de izquierda. En América Latina yo he conocido mexicanos del PAN, o sea, un partido conservador, que eran admiradores de Fidel Castro, en particular uno que fue embajador en Cuba, pero también muchos otros. Lo he visto en Argentina, lo he visto en muchos otros lugares. Hay ese mito que sigue muy fuerte y que todavía la gente le da crédito.
P.- A pesar de la realidad. Pienso en un reportaje que hiciste en La Habana, en donde visitabas los cines, las librerías, ciertas tiendas de comercio que, en la Cuba prerrevolucionaria, eran gran hitos de la ciudad, convertidos en un desastre, abandonados. Y me sorprende que ese mito no pueda ser desmentido por la información sistemática que ya hay sobre Cuba.
R.- Incluso muchos latinoamericanos o españoles que van de viaje a Cuba todavía se creen el mito, porque no quieren ver. No es que no lo vean. Es que atribuyen la culpa al supuesto «bloqueo» de Estados Unidos. Lo que no saben, o lo que ellos quieren ignorar, es que actualmente Estados Unidos es el país que más alimentos vende a Cuba, es el primer suministrador. Y además Cuba importa el 80% de los alimentos que consume la población y el turismo.
P.- Justo casi las cifras contrarias de antes de la Revolución, que era un gran exportador de alimentos, incluido hortalizas y frutas, a Estados Unidos.
R.- A Florida Cuba exportaba hortalizas, además del azúcar. Cuba ahora es un importador neto de azúcar.
P.- Que es una cosa totalmente increíble.
R.- Alucinante. Importa incluso azúcar de remolacha de Francia.
P.- Escuchándote, noto en el fondo cierto pesimismo. Porque si Cuba piensa que la caída de Maduro es su fin, va a hacer una defensa numantina, y Maduro no tiene luces para encontrar un pacto o una salida personal y se está atrincherando en el Palacio de Miraflores.
R.- Exacto. Yo creo que va a seguir atrincherado, aunque posiblemente van a buscar un sustituto a nivel personal, van a buscar fórmulas, yo supongo, a través de Colombia y Brasil, que son los que van a proponer…
«Lo que quieren Petro y Lula ahora es un chavismo sin Maduro»
P.- Soluciones alternas que mantengan el sistema…
R.- Totalmente. Lo que quieren ahora es un chavismo sin Maduro.
P.- Y Estados Unidos, ¿por qué está tan ciego sobre la región?
R.- En Estados Unidos hay dos cosas. Primero, hay gente muy bien informada. El Departamento de Estado en particular, yo creo que siempre ha tenido gente muy bien informada, pero no hay voluntad política, porque consideran que es un problema secundario para ellos y no quieren realmente involucrarse demasiado. Porque, ¿involucrarse demasiado qué significaría? La presión política no es suficiente. Entonces, pasas a la fase siguiente, que es la militar…
P.- Que es inaceptable, por supuesto…
R.- Ellos ya no quieren por el precedente de [Manuel Antonio] Noriega, en el 89 [en Panamá]. Es un caso similar. Noriega estaba muy vinculado a Cuba, pero trabajaba para la CIA al mismo tiempo.
P.- Y se dedicaba al narcotráfico también.
R.- Se dedicaba al narcotráfico, tenía aliados del narcotráfico colombiano y otros grupos que eran enemigos entre sí y que denunciaban de vez en cuando los cargamentos del contrario.
P.- Vivía del mito del dictador Omar Torrijos, como Maduro del de Chávez.
R.- Lo mismo. Noriega, en un momento dado, se encerró y no quiso ya moverse de su posición y no quiso retirarse. Había un factor diferente, y es que había hay un canal interoceánico que tiene mucha importancia estratégica. Entonces en un momento dado Estados Unidos decidió que ya debía acabar aquello. Pero Venezuela no es Panamá. Venezuela es un pedazo enorme. Noriega hizo lo mismo: creó paramilitares, a través de los «batallones de la dignidad» en su época. Esos batallones, cuando llegó la tropa de Estados Unidos, se entregaron.
«Monedero y los demás de su grupo no tienen ninguna relevancia en el tema de Venezuela, pero Zapatero sí»
P.- Una pregunta para atar un poco a España la conversación. Se ha escrito mucho sobre el nefasto papel de Zapatero y su relación con Chávez y luego con Maduro; también de Juan Carlos Monedero y cierto grupo duro de Podemos. Pero lo de Zapatero es bastante incomprensible, tomando en cuenta la ideología socialdemócrata del PSOE y que siempre ha actuado bajo las reglas de la democracia. ¿Cómo te explicas el papel de Zapatero?
R.- Yo creo, primero, que Monedero y los demás de su grupo no tienen ninguna relevancia. Realmente son elementos que no influyen en lo que puede pasar.
«Hay un historial bastante antiguo, desde la compra de las fragatas españolas, de los intereses financieros de Zapatero en Venezuela»
P.- Se aprovechan, nada más.
R.- Se aprovechan, se han aprovechado desde el inicio en términos financieros, monetario. Ahí recibieron subsidios de todo tipo, pero finalmente no tienen peso. El que sí tiene peso es Rodríguez Zapatero, porque es parte de algo mucho más importante y además es un expresidente de España. No es lo mismo. Y tiene relaciones con otros expresidentes, como el colombiano Samper, que son de la misma cuerda. Y lo que pasa es que Rodríguez Zapatero parece que tiene intereses financieros bastante importantes. Él y su grupo, porque no está solo. Hay un historial bastante antiguo, desde la compra de las fragatas españolas en tiempo de Rodríguez Zapatero, que crearon ya un problema con Estados Unidos. Tuvieron que modificar el contrato porque había muchos elementos, aparatos dentro de las fragatas que eran material de Estados Unidos y no se podía aceptar esa venta. Desde esa época hay muchos indicios de negocios turbios.
P.- Que hereda el Gobierno de Sánchez, en cierto sentido, porque también se ha mostrado muy cauto.
R.- Sánchez no se ha desmarcado en ningún momento de la posición de Rodríguez Zapatero sobre Venezuela y sobre ningún tema. Yo creo que están en la misma línea, cada uno con sus propios intereses, pero al final tienen un interés común. Rodríguez Zapatero tiene cierto peso, pero está, yo creo, un poco descolocado por lo que está pasando en Venezuela, porque ya eso escapa a su capacidad de engaño y de influir, ya estamos a un nivel muy alto. Cuba no necesita a Rodríguez Zapatero, Estados Unidos no lo necesita y yo creo que ni le va a hablar, a pesar que posiblemente Rodríguez Zapatero intente presentarse como uno de los mediadores con Petro y con Lula, porque yo creo que es ahí donde se está negociando realmente, yo creo que es a ese nivel. México, con López Obrador, que era parte de este trío negociador, se ha retirado un poco, ha dado explicaciones que, como pasa siempre con López Obrador, no se entienden realmente, porque tiene argumentos a veces bastante infantiles. La cosa es que yo veo que estamos en una fase muy complicada, donde algunos de los actores no son muy claros. Como decía inicialmente, Cuba es el actor en la sombra y es el actor clave. Y los otros, que van a actuar como negociadores, son los que ya están visibles, tanto Colombia como Brasil, los dos países vecinos.
P.- Vamos a regresar al presente y al conflicto venezolano y la sombra de Cuba, pero antes quería preguntarte sobre tu propia trayectoria y tu formación como periodista. Tú naciste en Tánger, que era una ciudad internacional. ¿Qué hacía tu familia en Marruecos en esos años?
R.- Del lado de mi padre, llegaron a principios del siglo XX. Mi abuelo paterno estuvo en la guerra de 14 y perdió una pierna ahí en una trinchera, un bombardeo y se quedó cojo toda la vida. Era joven. Imagínate, él tenía 20 años. Entonces se buscó la vida y no sé exactamente las circunstancias, pero se fue para Tánger. Ahí empezó a trabajar. Era una ciudad internacional que todavía no tenía el estatus, pero cuando él llegó ya estaba en negociación el estatus que iba a tener Tánger tres años después. Él representó primero a un banco franco-indochino y después creó algunos negocios en el sector de la construcción. Ahí nació mi padre, en Tánger. Mi madre, en cambio, venía de Egipto, porque mi abuelo materno era juez en la corte de El Cairo. En El Cairo había una corte internacional para cristianos, en esa época donde había británicos y franceses. Y en el año 40 los mandan a Tánger, donde había lo mismo: un tribunal internacional compartido entre franceses y españoles.
P.- Tus cuatro abuelos estaban en África, en realidad.
R.- Y yo nací ahí, estuve ahí hasta el final de la adolescencia y después me fui. Mi padre murió muy joven y mi madre se casó con un suizo, nos fuimos a vivir a Ginebra y yo me fui a la Universidad de Grenoble, que quedaba más cerca de Suiza.
P.- Siempre has conservado mucho cariño por Marruecos y también comprendes muy bien el mundo árabe.
R.- Al inicio yo trabajé más que todo sobre el mundo árabe. Incluso en la universidad, mis trabajos de universitario eran sobre el mundo árabe y en particular sobre Marruecos. Pero después yo empecé a trabajar como periodista, a buscarme la vida, porque había que buscarse la vida. Primero busqué en Francia y no encontraba. Entonces empecé a trabajar de freelance y me fui a hacer un reportaje en Canadá, a Montreal. Y lo vendí y decidí, como hice contactos en Canadá, volver a Canadá, y me quedé como inmigrante. Ya tenía contactos con Le Monde. En esa época había hablado con el periódico en París. Era otra época. Era otra cosa. Algo muy respetado. Lo sigue siendo hoy, pero era realmente una institución. Y me habían dicho que posiblemente me darían una corresponsalía. Así empezó. No me dieron una respuesta rápida. Entonces empecé a trabajar con Agencia France Presse en la oficina de Montreal.
P.- ¿Y cómo nace tu amor por América Latina?
R.- Al final de la universidad. No hay que olvidar que yo entro a la universidad en el 68, que es una época muy revuelta en Francia y en muchas partes del mundo. Y América Latina es uno de los grandes temas, dictaduras, etcétera. Estábamos todo el tiempo con ese discurso.
P.- Había una fascinación por la Revolución.
R.- Exacto. Y empiezo a leer mucho sobre lo que pasa en América Latina y a descubrir realmente una temática que me interesa, pero no más. No había ido nunca. Y estando en Canadá, en un momento dado, tomé la decisión de hacer un gran viaje a América Latina. E hice un viaje por coche. Me fui de Montreal, con pareja y niño de un año, en un viaje de un año hasta Bolivia.
P.- Qué locura. ¿Y ya sabías español o lo aprendiste en el camino?
R.- Lo hablaba un poco desde Tánger, porque en Tánger tenemos una mezcla de idiomas, pero no lo manejaba como hoy, claro. Y no escribía en español. Ahora escribo de la misma manera en español o en francés. Fue ese viaje que fue realmente lo que me enganchó. Llegué en un momento muy importante, en el 78. Llego a México que vive una época interesante, complicada, con José López Portillo. Y entonces ahí hago mis reportajes, una serie.
P.- ¿Y ya era para Le Monde?
R.- No, en esa época todavía no había llegado a un acuerdo. Publicaba en un periódico de Montreal y en otro de Suiza, de Ginebra. Eso me daba dinero para seguir el viaje. Y así fue, porque en cada país me paraba y hacía una serie de reportajes. Y bueno, había cosas interesantes, porque ya el conflicto en Nicaragua contra Somoza había empezado.
P.- Estaba más bien a punto de ganar sandinismo.
R.- Exacto. En el 78 es cuando toman el Parlamento y entonces yo estoy en la zona. Y ya me voy poco a poco familiarizando con todos esos asuntos. Y sigo. Y así hasta Bolivia. Cada vez una serie de artículos de cada país.
P.- ¿Y cuándo entraste a Le Monde?
R.- A la vuelta. Cuando vuelvo de ese viaje, en el 79, ya le digo a Le Monde: ¿alguna noticia? Y me dicen: «Empezamos». Y así empecé como corresponsal.
P.- ¿Para México y Centroamérica?
R.- No. Primero para Canadá, cubriendo de vez en cuando América Latina. Fue ahí que empecé a cubrir también Centroamérica. Viajé varias veces. Estuve en Panamá para la entrega del Canal. Eso fue en septiembre del 79. Para mí fue una experiencia. Jimmy Carter y Omar Torrijos. Y cubrí también las elecciones en Brasil, cuando salía de la dictadura, ya con Lula naciendo a la política. También la Argentina con Raúl Alfonsín y antes, porque estuve en tiempos de los militares, antes de las Malvinas. Una de esas casualidades terribles es que la guerra de las Malvinas, si no me equivoco, empieza el 1 de abril del 82, y yo me voy de regreso en avión el día anterior.
P.- Increíble.
R.- Me lo perdí por 24 horas. Me pasó otra vez lo mismo en El Salvador, en el 79. En octubre del 79 estoy en El Salvador para hacer una serie de reportajes sobre la guerrilla en particular y tengo una cita con el presidente de El Salvador, Carlos Humberto Romero, que quiere convencer a la prensa internacional que todo va bien en El Salvador. Entonces me recibe en el palacio. Voy con un amigo mío que era periodista del Express. Vamos juntos. Y entonces nos hace todo el cuento, que todo va bien. La guerrilla, que son unos bandidos, criminales que anda por aquí y por allá, que no es gran cosa. Muy bien. Y nos vamos los dos al día siguiente. Él se va para París, yo para Montreal, donde tenía la sede. Y al llegar a Montreal, golpe de Estado en El Salvador. La casualidad es que en los periódicos que ellos controlaban, ese día, yo salía en una foto con el presidente. Mala suerte.
P.- ¿Y cuándo te trasladas a Centroamérica ya como corresponsal?
R.- En el 86. Con Le Monde estábamos buscando el mejor lugar para abrir una sede, porque ya no había sede, solo había una sede en Brasil y una oficina tipo stringer en Chile. Y entonces inicié el recorrido y dije: Costa Rica es el mejor lugar, porque de ahí puedo viajar a cualquier lugar inmediatamente, y si cierran los aeropuertos, voy por tierra, es muy rápido. Así fue. En el 86 abrí la corresponsalía en Costa Rica, cubriendo también México, hasta el 93, cuando ya me paso a México.
P.- En tu trayectoria en Centroamérica, aparte de ver la derrota de los sandinistas, el fracaso de la ofensiva del Frente Farabundo Martí en El Salvador y muchas más cosas, creo que lo que detectas también es cómo al periodista, al corresponsal, le cuesta mucho trabajo dejar sus propios prejuicios y su propia ideología en casa. Tú luchaste mucho contra eso para intentar transmitir una información objetiva. ¿Por qué nos cuentas un poco esta ceguera, sobre todo europea, sobre América Latina?
R.- En el caso de los periodistas latinoamericanos no es tanto una ceguera como una ideologización excesiva y una relación de amor odio con Estados Unidos, que transforma su percepción de muchas cosas. En el caso de los europeos es una ingenuidad. No digo que son buenas personas, son ingenuos muchos. Yo he conocido periodistas realmente perversos, pero que tenían convicciones producto de la ingenuidad, del desconocimiento. Es la ignorancia lo que lleva a esto. Pasó lo mismo con mis antecesores, los que llegaron a Cuba con Fidel Castro en la Sierra Maestra. O los que estuvieron en Moscú en los años 20 y 30.
P.- Todos creían el mito.
R.- Todos creyeron en el mito. Siempre hubo gente que llegó detrás de ellos diciendo que no, que todo eso era falso, pero no se le creía.
P.- A ti nadie te creía que se vaticinaba la derrota de los sandinistas.
R.- Hasta el día anterior a las elecciones tenía unos debates con los corresponsales extranjeros porque ellos veían lo que yo publicaba y desde ya meses antes hacía reportajes para demostrar que los sandinistas no podían ganar las elecciones. Y ellos me decían que cómo era posible que llegara a esas deducciones. Ellos veían exactamente lo contrario. Entonces, sin dar nombres de colegas, porque algunos todavía están en la vida activa, algunos estaban ahí, pero incluso increpándome. Me acuerdo de una reunión, un desayuno en particular, en el cual yo era el único y todos los demás pensaban lo contrario. ¿Por qué? Yo creo que se sentían un poco preocupados también porque veían que Le Monde, que era considerado como un periódico muy serio para todos los que estaban ahí, estaba diciendo algo y ellos estaban diciendo lo contrario. Entonces yo creo que en algunos medios les habían dicho «pero ¿qué está pasando?, Le Monde está diciendo esas cosas y ustedes nos dicen otra cosa». «Ah, no, no, es que Le Monde está equivocado». Hasta la BBC lo dijo en un comentario de revisión de la prensa cuando leían los artículos unos días apenas antes de las elecciones. Lo que pasa es había cercanía al poder. Los sandinistas, o mismo los cubanos, lo que hacen es que intentan conquistar a los periodistas mucho más que lo que puede hacer un gobierno de derecha. Y entonces los cuidan.
P.- Les filtran información, los hacen viajar…
R.- En el caso de Nicaragua los llevaban en autobuses al frente de combate, pero siempre desde los autobuses del Gobierno. Yo nunca me subí. Perdón, me subí una vez, sólo para ver cómo funcionaba todo y además para ver cómo funcionaban los propios medios.
P.- ¿Y cómo te explicas que siendo el único que vaticinaste el resultado y que denunciaste, en cierto sentido, el comportamiento de estos periodistas, en tu periódico en lugar de premiarte, se molestaran?
R.- Primero tengo que reconocer que para mí Le Monde fue una gran experiencia. Y un periódico realmente que me ha facilitado muchas cosas, que me ha dejado trabajar en paz todo el tiempo, hasta el final, cuando la cosa se complicó porque llegaron nuevos jefes, pero cuando era un periódico muy serio, ahí pude trabajar, a pesar de discrepancias que había de vez en cuando sobre algunos temas. En el caso de Le Monde, por ejemplo, con la cobertura de las elecciones en Nicaragua, lo que pasó es que gente que tiene mucha influencia en Francia, en los sectores de la izquierda, los sectores intelectuales, en particular, Régis Debray, Alain Touraine, profesor de la universidad, que tiene mucha fama, en particular en América Latina, llamaban al director del periódico para decir «¿Qué es esto? ¿Cómo pueden publicar que los sandinistas van a perder las elecciones? Son muy populares, van a ganarlas y todo el mundo dice que van a ganarlas. Cómo puede ser que Le Monde dé cabida a ese tipo de información». Llegó a ser una presión muy fuerte. Incluso esa gente fue a ver el director personalmente para pedir que ya me sacaran del periódico. ¿Qué pasó? El director de la época, que era André Fontaine, me llamó unos días antes de las elecciones, cuando ya la presión había crecido mucho, para decirme «¿cómo ves las cosas?, hay mucho problema, hay gente que está diciendo que estamos dando una cobertura totalmente inadecuada, que no corresponde a la realidad». Lo que quería es que yo lo convenciera. Entonces, bueno, le di mis argumentos. Ese día me llamó porque no habían publicado un artículo, un reportaje que estaba previsto. Me llamaba para decir por qué no lo habían publicado, que estaban muy preocupados por esas presiones. Muy bien, ahí termina la conversación. Le digo que yo le voy a mandar otro reportaje que estoy preparando el mismo día, porque el día anterior había ido con la oposición en un pueblo de Boaco, ahí perdido en las montañas, y después me fui con Ortega y su caravana a otra manifestación, otro acto de campaña. Y al día siguiente miro, o me avisan, no me acuerdo cómo fue, y mis dos reportajes salieron juntos en portada.
P.- Era el mejor aval que te podían dar.
R.- «Yo sí te creo». Fue realmente un buen golpe. Más adelante, con el Subcomandante Marcos se repitió el mismo escenario, la misma presión, exactamente la misma gente. Régis Debray otra vez, Alain Touraine y muchos otros, incluso intelectuales muy conocidos. ¿Qué pasó? Publicamos Maite Rico y yo un libro sobre el Subcomandante Marcos que tuvo mucho éxito.
P.- Marcos, la genial impostura es un libro extraordinario.
R.- Y que disgustó, claro, a todo ese sector. A partir de ahí empezaron a hacer una guerra permanente y, como habían cambiado los jefes, tanto el director como el jefe de la redacción, que venía de un sector trotskista muy militante, que tenía sus fobias, entramos en un conflicto que llegó a un punto que hubo que buscar una salida. Yo lo que negocié es lo que se llama «cláusula de conciencia», que es algo que en Le Monde nunca se había utilizado, porque eso es una señal que hay un problema en un periódico. Cuando se llega a este punto, que hay de parte de la dirección, un cambio, digamos, de posición ideológica, una actitud que hace que ya los que estaban en el periódico no pueden seguir trabajando como trabajaban antes. Entonces se llega finalmente a un acuerdo. Ellos no querían ese acuerdo y finalmente lo conseguí. Creo que soy el único, que no hubo más después tampoco. Y ahí terminó. Yo decidí ya hacer otra cosa, dejar el periódico.
«De Naciones Unidas hay que ver la penetración de sectores muy vinculados, en particular en esa época, a las guerrillas centroamericanas»
P.- Y empezaste una vida de reportero independiente que luego culmina con un medio del que vamos a hablar ahora. Pero ya que mencionas a Maite Rico, con ella tienes Marcos, la genial impostura, que es este libro que explica la verdadera historia del Ejército Zapatista y quién es el Subcomandante Marcos y su estructura mental e ideológica, que se parece mucho a las guerrillas tradicionales centroamericanas, aunque luego intentó oportunistamente transformar después del fracaso del levantamiento. Pero también tienes un libro de investigación sobre el asesinato del obispo Gerardi en Guatemala que les costó muchos conflictos. ¿Por qué no nos cuentas un poco también de este otro proyecto?
R.- El caso de Guatemala fue una investigación muy compleja. Cuando yo termino con Le Monde, Naciones Unidas me había propuesto ya varias veces dirigir sus comunicaciones para la Misión de Naciones Unidas en Guatemala para la aplicación de los acuerdos de paz. Yo había rechazado dos veces la oferta y a la tercera, como ya había roto con Le Monde, dije sí, pero solo un año. Entonces fuimos. El asesinato ya se había dado, pero entró la fase de la investigación. Y ahí Naciones Unidas estuvo muy involucrada, la misión que estaba en Guatemala. Algunas personas tuvieron mucho que ver con la manipulación de la investigación, aunque públicamente decían que ayudaban a la investigación. Pero se trataba de otra cosa, porque de Naciones Unidas hay que ver precisamente eso: la penetración que hay de esos sectores muy vinculados, en particular en esa época, a las guerrillas centroamericanas. Había realmente una relación estrecha. Lo que querían a cualquier precio era culpar a los militares de haber asesinado al obispo.
P.- Vamos a ubicar al lector español. El obispo Gerardi había amparado la investigación sobre los crímenes de la dictadura guatemalteca y el Libro Blanco que se publicó. Y parecía relativamente obvio que los que habían salido más señalados en ese Libro blanco serían los culpables del crimen. Lo que demuestra el libro que escribiste con Maite Rico es justamente lo contrario.
R.- Exacto. Lo que pasa es que nosotros mismos, desde el inicio, pensábamos que realmente eran los militares, incluso esos militares que fueron detenidos. No teníamos ningún motivo para pensar que no habían sido ellos, porque, primero, estaba la garantía de las Naciones Unidas, segundo, los acuerdos de paz que habían firmado eran muy recientes. Estamos en proceso de aplicación. Había una voluntad realmente de democratizar la sociedad y las instituciones. Nos parecía muy verosímil que esos militares eran los que tenían una causa, que era la venganza, porque el obispo Gerardi les había puesto en evidencia diciendo que eran responsables de casi el 90% de los crímenes de guerra, etcétera. La cosa es que nosotros seguimos esa pista, pero de repente empezamos a ver cosas raras, sobre todo porque tenía acceso también a cierta información por la ONU. Y ahí vi que había cosas que ya no cuadraban. Entonces decidimos meternos en esto. Hablamos con la editorial Planeta en esa época, «tenemos un buen tema». Estaban muy interesados ellos después del éxito que había tenido el libro sobre Marcos, querían que hiciéramos otro libro, así que nos metimos a fondo. Pero sin imaginar lo que íbamos a descubrir y sobre todo la dificultad. Nosotros teníamos dos cosas que hacer: desmontar una investigación hecha por autoridades, apoyadas por el sistema de Naciones Unidas y, al mismo tiempo, intentar ver quién eran los verdaderos asesinos.
P.- Que querían inculpar a estos militares.
R.- Al final lo que descubrimos es una cosa muy, muy compleja, porque ahí sí había una mezcla de Iglesia, militares y mafia, los tres juntos, que sí han participado y que no son los que fueron detenidos.
P.- ¿Quién mató al obispo? se lee como una novela policiaca, como dijo Vargas Llosa en su célebre reseña del libro.
R.- Te puedes imaginar las consecuencias, porque nos acusaron de hacerle el juego a los militares, de lavarles la cara. Pero como estábamos aportando tantas informaciones al mismo tiempo, era difícil rebatirnos. Entonces lo que hicieron fue buscar a un escritor estadounidense, de origen guatemalteco, para que escribiera la versión de ellos. Y él sacó su versión, incluso atacándonos, en inglés, y después la sacaron en español.
P.- Incluso con el mismo título.
R.- Modificaron un poco el título después, porque nosotros mandamos una carta de protesta. Para nosotros fue una experiencia muy dura la de Guatemala.
P.- Y que pena por Francisco Goldman, ese autor del que hablas, que es un escritor de valía, pero que ahí compró un pleito ajeno.
R.- Claro. No sé cuáles son sus motivaciones exactas, pero él de repente entró en este juego y se dejó llevar por una gente muy vinculada a la Iglesia. Porque, claro, no hay que olvidar que entre los condenados había un culpable, que sí lo era. Ahí no se equivocaron.
P.- Que era el cura.
R.- El cura que vivía con el obispo, él sí estaba involucrado.
P.- Es el que dejó entrar a los asesinos. Una investigación también muy sorprendente que hiciste junto con Maite Rico también es el hallazgo de que es altamente probable que los huesos del Che Guevara que están hoy en el mausoleo en La Habana no sean los de su osamenta. ¿Por qué no nos cuentas un poco esa operación también?
R.- Sí, bueno, están supuestamente en el Mausoleo de Santa Clara. Y lo que pasó es que al Che lo matan en el 67. En el 97 cumplía treinta 30 años.
P.- Cuba está en el llamado Periodo Especial.
R.- En pleno Periodo Especial. Fidel Castro, siempre con esas ideas que tenía, desde la Zafra de los Diez Millones, busca algo para ocupar a la gente, derivar la atención sobre otro tema. Entonces se le ocurre anunciar que van a buscar los huesos del Che y repatriarlos a Cuba. Y él, que en realidad dejó que mataran al Che.
P.- El Che le sirvió muerto, no vivo.
R.- Lo que hizo fue abandonar al Che y por eso lo mataron. Pero bueno, la cosa es que teníamos un tip que nos había llegado de un excompañero del Che de que esos huesos no eran los del Che. Entonces empezamos a buscar, aprovechamos un viaje que teníamos en Bolivia para las elecciones, cuando ganó Evo Morales la primera vez. Fuimos a cubrir las elecciones y ahí decidimos ir a Vallegrande, donde habían supuestamente descubierto los huesos del Che. Ahí encontramos varios interlocutores que nos contaron muchas historias, porque cuando vas al terreno es una mina de información. La gente te habla si entras en confianza.
P.- Gente que se había robado el cinturón…
R.- Entonces, uno nos comentó precisamente como el propio médico que cortó las manos del Che se había llevado la chamarra, y que ese médico vivía en Puebla, México. Entonces fuimos también a Puebla, aprovechando un viaje que teníamos a México. No nos quiso recibir, pero bueno, tuvimos mucha información que nos permitió saber que sí, era él quien tenía la chamarra, mientras Cuba nunca lo había dicho. Pero además supimos que Cuba había intentado comprarle la chamarra y que él no había querido. La iban a poner en el museo. Entonces se inventaron muchas cosas, pero lo que es fascinante es que una organización supuestamente muy seria, como el Equipo Argentino de Antropología Forense, la famosa organización que tiene muchos subsidios internacionales, se prestó al juego.
P.- Bueno, pero se negó a hacer la prueba de ADN, que hubiera sido la clave.
R.- Pero ellos se prestaron al juego y avalaron que sí era el Che, y después no se hizo la prueba de ADN. Nosotros insistimos mucho sobre sobre el asunto, incluso en varios artículos, además de lo que publicamos en Letras Libres. Decían inicialmente que no habían hecho la prueba de ADN porque no era necesario, porque tenían ya toda la dentadura, lo que me parecía un poco absurdo, porque el ADN hubiera sido la prueba definitiva. De repente, después de como diez años, el que era el forense en esa época, y que sigue teniendo mucho poder en ese sector en Cuba, soltó en una conferencia internacional que sí habían hecho las pruebas de ADN. Entonces empezaron a decir que sí las habían hecho años después, pero que no habían sido necesarias, pero como había gente que había dicho que no se podía creer, habían decidido hacerla. Nunca se supo con quién cotejaron el ADN y obviamente fue un fraude. Es como en Venezuela, que van a fabricar actas para confirmar que las de la oposición son falsas. Ahí era lo mismo, el mismo pensamiento.
P.- Vamos a cerrar con Cuba, si te parece, porque Cuba es el huevo de la serpiente. Es muy difícil cubrir la vida desde La Habana porque es una dictadura férrea. Y, sin embargo, hay un espacio que desde dentro es capaz de dar noticias y contar la realidad. Ni siquiera de una manera política, sino cotidiana, de la vida en Cuba. Y es el diario digital 14ymedio, que dirige Yoani Sánchez. ¿Cuál es tu relación con el periódico? ¿Qué opinas de él? ¿Qué futuro le ves? Se han cumplido diez años de 14ymedio este año.
R.- Es interesante, porque siempre tuve el sueño, desde hace muchos años, lo hablé incluso con Carlos Alberto Montaner varias veces. Le dije: «mira, vamos a montar un periódico en algún momento, tenemos que prepararnos para ser el primer periódico independiente dentro de Cuba». Con la idea, claro, el sueño, de que Cuba se iba a liberar tarde o temprano. Y esperábamos que fuera en vida de Carlos Alberto Montaner, que finalmente no ha sido posible. Eso era una vieja idea, y de repente me encontré con Yoani en el año 2013, aquí en Madrid, y dijo que tenía este proyecto: «quiero hacer un periódico». ¡Qué bien! Yo también. Entonces, a ver qué hacemos. Decidimos reunirnos y buscar a gente que podía participar en la financiación original del periódico, para poder tener un periódico digital, porque ya la idea era solo hacerlo en digital. Sabíamos que en papel es imposible, primero porque no hay que olvidar que la Constitución cubana prohíbe los medios que no pertenezcan al Estado o al Partido Comunista.
«Desde las protestas del 11 de julio del 2021 de hace tres años, Cuba ha bajado la velocidad de internet para impedir que las redes sociales se activen»
P.- Y luego, por razones industriales, mecánicas, de todo tipo.
R.- Claro. Entonces lo que tuvimos que hacer, porque no había de otra, es crear una sociedad aquí en España. La sociedad editora está aquí y solo hace 14ymedio. Necesitábamos un instrumento jurídico, y lo bueno es que estamos en España y no en Estados Unidos. Los que nos ayudaron son gente que vive aquí, españoles que tienen simpatías por la liberación de Cuba. Y algunas otras personas, pero todos están en Europa, casi la totalidad en España. Con un pequeño capital, tuvimos toda la preparación aquí. Con Maite nos fuimos a La Habana para preparar una pequeña redacción, constituida por gente que no tenía ninguna experiencia, pero mucha voluntad, y que venían de sectores muy diferentes, jóvenes todos; no tenían nada que ver con el periodismo pero mucho que ver con el deseo de cambio en Cuba. Entonces empezamos con ellos. Fue difícil por muchos motivos, porque la gente no estaba preparada y, sobre todo, por la hostilidad del régimen, que obviamente no iba a tolerar que tuviéramos una visibilidad en Cuba. Lo primero que hicieron fue bloquearnos el mismo día que salimos, el 21 de mayo del 2014, nos bloquearon a las dos horas.
Ha habido momentos en que de repente se desbloquea, pero pensamos que es por motivos puramente técnicos, por manipulaciones. En esos momentos, tuvimos semanas con bastantes lecturas dentro de Cuba, y seguimos teniendo la mayoría de nuestros lectores dentro de Cuba. Al inicio no, la mayoría estaba en Estados Unidos, sobre todo en el exilio. Los lectores dentro de Cuba usan VPN, sistemas que permiten precisamente que no se sepa dónde estás conectado, proxys que te sitúan en otro país, entonces ya no estás con el servidor cubano, donde estás bloqueado, pero estás con un servidor de otro país. Claro, es más lento, pero te permite leer los periódicos prohibidos. En nuestro caso, ahora Cuba está muy por delante en términos de lectura, que era el objetivo nuestro. Y realmente yo creo que hemos crecido mucho y estamos aportando algo que nadie aporta. Teníamos un equipo mínimo al inicio porque teníamos muy poco dinero, pero ahora, al tener muchos más lectores, hemos desarrollado un programa de ayuda de los lectores que nos mandan dinero. Y me sorprende la generosidad de los lectores. Eso es un punto muy positivo. Y hemos podido desarrollar la publicidad, que nos está dando ya un rendimiento bastante importante, cuando al inicio era cero. Más apoyos puntuales que hemos recibido de organizaciones europeas y de particulares. Eso nos ha permitido crecer muchísimo. Hoy tenemos cuatro periodistas a tiempo completo dentro de España, cuatro en México y todo el equipo en La Habana y en provincias, donde hemos construido también una red en provincia. ¿Por qué es tan importante estar en España y en México? Por los problemas técnicos que tienen para subir las notas a la red, por ejemplo. En particular desde las manifestaciones del 11 de julio del 2021, hace tres años, internet funciona horriblemente mal. ¿Por qué? Porque han bajado la velocidad de internet para impedir que las redes sociales se activen y permita precisamente muchas comunicaciones para crear movimientos sociales. Eso nos afecta mucho. Logramos comunicarnos muy bien nosotros, a través de nuestros sistemas de comunicación, que sí funcionan muy bien, pero ellos tienen problemas para subir contenido.
P.- Es lo que hacen los equipos fuera de Cuba.
R.- Los que están fuera es lo que hacen. También hacen la edición, porque además producimos mucho. En Cuba no pueden producir todo lo necesario.
P.- Pero me parece un milagro, porque es el único medio donde tú puedes saber que se derrumbó una casa en El Vedado, el precio de los productos en el mercado o los últimos incidentes políticos.
R.- Hemos construido, además, una base de datos sobre los precios de los productos en los mercados, que es una base que nadie tiene y que va a servir después para muchos estudios.
P.- Latinoamérica convulsa, siempre en conflicto, atada al potro de la ideología, a caballo entre la Guerra Fría que parece nunca terminar, la alargada sombra de Cuba gravitando sobre ella, pero también espacios de libertad y de esperanza. Y creo que 14ymedio representa uno de ellos. Realmente te agradezco muchísimo esta ventana a América Latina. En España a veces no son tan conscientes de los problemas que enfrenta nuestro continente y la necesidad de que se ventilen y se hablen a profundidad, y tú siempre lo has hecho. Además, desde la máxima exigencia periodística, diciendo la verdad, independientemente de a quién afecte o a qué causas defienda o no defienda. Termino con una pregunta que le hago a todos los invitados al programa: escoger un único libro para la audiencia, el que no pueden pasar por la vida sin haber leído.
R.- Un autor que me ha fascinado y marcado desde la adolescencia es Émile Zola. Para mí Émile Zola fue lo que me permitió descubrir muchas cosas. Y me leí todo Émile Zola a los 15 o 16 años. Y un libro en particular de la serie Les Rougon-Macquart que se llama Germinal. Germinal es realmente el libro que más me ha marcado.
P.- ¿Y por qué?
R.- Porque me hizo descubrir, digamos, unas relaciones sociales, una explotación del ser humano, que yo no imaginaba desde Tánger, donde vivía en ese momento. Eso después me permitió tener una visión más social de lo que podía pasar en el mundo. Y al mismo tiempo ser muy crítico contra los que están explotando esas injusticias, como el comunismo, que se ha construido sobre la denuncia de una situación de miseria para finalmente provocar más miseria. Émile Zola me permitió descubrir la primera parte, que me ha permitido después descubrir la segunda, o sea, cómo la gente, algunos sectores, se aprovechan de esas situaciones terribles.