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Enfoque global

El aviso de Mario Draghi

Su informe está lleno de buenas intenciones para enmendar el rumbo, pero su aplicación es prácticamente imposible

El aviso de Mario Draghi

Mario Draghi. | Luca Micheli (Zuma Press)

Los acontecimientos de los últimos cuatro años han desencadenado un cambio fundamental en el orden internacional. La guerra de Ucrania y el alineamiento político de China con Rusia han puesto fin a la era de la integración económica mundial. Las fuerzas geopolíticas están remodelando intrincadamente los panoramas políticos y económicos en todo el mundo. China ha adoptado una nueva filosofía, reemplazando la estrategia de «esconderse y esperar» del pasado. El presidente Xi ha desarrollado una postura más asertiva, política, diplomática y militarmente. Las tensiones han aumentado en el Mar de China Meridional por las islas artificiales y las reclamaciones de soberanía exclusiva. Japón ha pasado de una modesta postura de defensa a duplicar su gasto en esta partida. India está buscando una mayor cooperación y coordinación con Estados Unidos en asuntos de defensa. 

La pandemia de la covid-19 llevó a las empresas a someterse a una reevaluación fundamental de las cadenas de suministro globales. Durante los 30 años anteriores, las empresas impulsaron principalmente el abastecimiento global de materiales y componentes mediante la búsqueda de los costos de insumos más bajos. En la era post-covid, la fiabilidad del suministro se ha convertido en un factor igualmente importante en estas decisiones, provocando un cambio o una duplicación de las cadenas de suministro como cobertura para el futuro. 

El ascenso de China en la cadena de valor productivo mundial ha aumentado las tensiones con otros centros de poder, en particular en lo que respecta a los productos relacionados con la transición energética. Europa y Estados Unidos están considerando ahora restricciones comerciales sobre los vehículos eléctricos y las baterías. Esto se suma a las restricciones de EEUU con respecto a los semiconductores, lo que provoca una ruptura geopolítica en los patrones económicos mundiales.

En estas condiciones, la Unión Europea se enfrenta a una reducción de su participación en la economía mundial. Tanto en crecimiento como en inversión ha quedado por detrás de los de Estados Unidos y China, las dos economías más potentes del mundo, que están inmersas en esfuerzos multimillonarios para expandir sus industrias tecnológicas y verdes.

El informe de Draghi sobre el futuro de la competitividad europea, emitido el 9 de septiembre, ha llegado a calificarse de «escalofriante». La UE crece un 30% más lentamente que Estados Unidos. China es una amenaza creciente, ya que compite directamente con las empresas de la zona del euro en casi el 40% de los sectores, frente a un 25% en 2002. A su vez, las crecientes tensiones geopolíticas están frenando el crecimiento del comercio de la UE, que representa casi el 45% del PIB de Europa.

Europa ha experimentado una débil demanda de sus exportaciones, especialmente hacia China, mientras su posición en tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial (IA), sigue en declive: solo cuatro de las 50 principales empresas tecnológicas del mundo son europeas. Casi un tercio de las empresas fundadas en Europa, entre 2008 y 2022, y valoradas en más de mil millones de dólares, han trasladado sus sedes al extranjero, principalmente a Estados Unidos.

El problema se expone en el informe en respuesta a las crecientes preocupaciones sobre el retraso de la economía continental en comparación con las de Estados Unidos y China. En este sentido el informe establece que para la UE:

  • El desafío económico y tecnológico es «existencial».
  • Si no puede competir eficazmente y, a su vez, brindar seguridad y prosperidad a sus ciudadanos, «habrá perdido su razón de ser».
  • Es necesario aumentar significativamente el gasto militar.

Draghi afirma que, para cumplir los objetivos de su informe, la UE necesitaba una inversión anual adicional de hasta 800.000 millones de euros, una cantidad equivalente al 4,5% del Producto Interior Bruto (PIB) de la UE en 2023. En comparación, la inversión realizada en el marco del Plan Marshall de 1948 a 1951 equivalía a un 1,5% de la producción económica de Europa. En estos estudios hay que tener presente que la naturaleza del poder ejercido tanto por Estados Unidos como China es de soberanía, mientras que la de la UE es objeto de compromiso.

Según el Informe, para transformar la economía europea, la UE debe desarrollar una estrategia industrial que inserte una red energética compartida, adquisiciones militares normalizadas y programas de formación puntera para los trabajadores. Mas o menos una cuarta parte de las empresas europeas afirman tener dificultades para encontrar empleados con la capacitación requerida, especialmente para el nivel directivo.

Rescatar a una Europa rota

El informe Draghi contiene enmiendas encaminadas a reparar la obsolescencia innovativa de un continente que ha perdido el norte y tiene muy difícil recuperarlo. Un diagnóstico simple es que la UE padece un grave problema de productividad: sus trabajadores producen menos a la hora que sus colegas de Estados Unidos. La causa, tecnológica, se atribuye a la lentitud en la adopción europea de la digitalización, periodo que se estima su duración en veinte años.

«Mario Draghi estima que Europa debe invertir el doble de lo que dedicó a su reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial»

Gran parte de esta situación tiene que ver con la innovación tecnológica. Como se ha indicado, en los últimos 20 años, Estados Unidos ha dominado la transición a lo digital, mientras que Europa ha estado prácticamente ausente. Además: la energía es demasiado cara, los mercados financieros se estiman inapropiados, la I+D+i se define como caótica, y la adopción de soluciones consensuadas son difíciles de alcanzar.   

Mario Draghi estima que Europa debe invertir el doble de lo que dedicó a su reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, permitir que las empresas tecnológicas y de telecomunicaciones se fusionen y tomar medidas drásticas en materia de gasto en Defensa. La visión que preconiza Draghi sobre cómo responder a esta crisis es ambiciosa y se centra en la energía limpia, la alta tecnología y la resiliencia. Las propuestas abarcan la reforma del mercado energético, normas más laxas para las fusiones y flexibilidad burocrática.

Se preconiza apoyar el proyecto con una importante dotación financiera: 800.000 millones de euros adicionales al año en inversión privada y pública, lo que representaría un salto sin precedentes en el gasto para un continente que aún no tiene decidido si debería tratar de gastar el dinero o equilibrar las cuentas.

Si con un «soplo mágico» se pudieran implementar todas esas actuaciones, no cabría duda de que se obraría un milagro en la economía europea. Draghi, como todos los políticos europeos actuales, y los que le precedieron, sabían y saben que no existe una «varita mágica». Además, el proceso legislativo de la UE es engorroso, lento y se ve obstaculizado por una minoría disidente en cada etapa. 

Draghi no ha escatimado en su diagnóstico: Europa está perdiendo competitividad frente a potencias como Estados Unidos y China. Según un informe reciente sobre la competitividad europea, la brecha en productividad y crecimiento entre la UE y Estados Unidos ha crecido dramáticamente en las últimas dos décadas. Desde el 2000, el PIB per cápita en Europa ha crecido mucho menos que el de Estados Unidos, donde el crecimiento de los ingresos disponibles ha sido casi el doble que en la UE. En cifras, mientras que la diferencia en términos de PIB per cápita era del 15% en 2002, esta ha aumentado al 30% en 2023​.

La principal causa de esta brecha es la productividad. Draghi ha señalado que el retraso de Europa en la adopción de tecnologías punta, como la inteligencia artificial y la digitalización, es la razón principal por la que la productividad europea es inferior a la estadounidense. Europa ha quedado atrapada en lo que los expertos llaman la «trampa de las tecnologías intermedias», en la que su sector industrial se especializa en tecnologías ya maduras mientras que las innovaciones disruptivas ocurren en Estados Unidos y China​

En su análisis, Draghi también ha criticado la estrategia de descarbonización de la Comisión Europea, una de las prioridades de Von der Leyen. La meta del 2050 es contraproducente para las industrias europeas. Por otro lado, las empresas europeas enfrentan costos energéticos mucho más altos que sus competidores. Las empresas en la UE pagan entre dos y tres veces más por la electricidad que las estadounidenses, y hasta cinco veces más por el gas​. La volatilidad sigue afectando a las inversiones en sectores intensivos en energía como el químico y el automovilístico, lo que pone en riesgo la capacidad de Europa para mantener su nivel industrial. 

«Si la UE no toma medidas rápidas y decisivas, corre el riesgo de quedarse rezagada en un mundo dominado por EEUU y China»

Por otro lado, la transición hacia tecnologías limpias está costando miles de millones. Sólo en los sectores más intensivos en energía, como los metales básicos y los productos químicos, se necesitarán 500.000 millones de euros en inversiones durante los próximos 15 años para cumplir con los objetivos de descarbonización​. En el informe, se cuestiona el apoyo de la Comisión por insuficiente.

Uno de los temas más críticos para Draghi es la creciente dependencia de Europa de agentes externos, especialmente en áreas clave como la tecnología y las materias primas. Europa depende en gran medida de las importaciones de componentes tecnológicos de Asia y de recursos naturales críticos como los minerales necesarios para la producción de baterías. Esta dependencia deja a la UE vulnerable frente a tensiones geopolíticas.

Se carece de una estrategia industrial coherente, lo que ha permitido que China gane terreno en sectores estratégicos. Tómese de referencia las tecnologías limpias. Aunque Europa ha sido líder en innovación en este campo, su capacidad para mantener ese liderazgo está en peligro. Mientras que entre 2015 y 2019 Europa representaba el 65% de la inversión mundial en tecnologías como el hidrógeno, esta participación se ha reducido a un 10% en el periodo 2020-2022​.

La fragmentación burocrática de la Unión Europea es objeto de crítica por ser un obstáculo para el progreso y la capacidad de reacción de Europa ante las crisis. Actualmente, las decisiones legislativas en la UE tardan un promedio de 19 meses en aprobarse, un tiempo que, en un mundo cada vez más dinámico y competitivo, resulta inaceptable​. Además, la compleja regulación asfixia a las pequeñas y medianas empresas, que son el motor de la innovación en muchos sectores. El 60% de las empresas europeas ven las normativas como un obstáculo para la inversión, mientras que más del 55% de las pymes señalan que las cargas administrativas son su mayor desafío.

El análisis de Draghi no es un mero ataque a la gestión de Von der Leyen, sino una dura advertencia sobre el futuro de Europa. Si la Unión Europea no toma medidas rápidas y decisivas, corre el riesgo de quedarse rezagada en un mundo cada vez más dominado por Estados Unidos y China. Se ha instado a Europa a reconsiderar su estrategia industrial y comercial, a reducir su dependencia de actores externos y a actuar de manera más cohesionada. Se critica la burocracia y su incidencia en la planificación. 

Del deseo a la realidad

Draghi es un firme partidario de la integración europea y siempre ha preconizado la solución en «más Europa». Pero hay que tener presente que el declive de Europa coincide exactamente con el lanzamiento de la unión monetaria en Maastricht, y las convulsiones que esto trajo consigo posteriormente, seguido por las consecuencias económicas de los tratados de Ámsterdam, Niza y Lisboa, con la consiguiente «invasión» de la UE en todos los aspectos de la vida nacional.

El informe Draghi se estima demasiado radical para llevarlo a la práctica. El tono y la praxis del informe son simples: si el proyecto europeo ha de sostenerse, debe actuar al unísono a nivel de toda la UE, pero la realidad es muy diferente. Los Estados miembros tienen intereses y perspectivas contrapuestos y están habituados a actuar en un estado de negociación permanente. La determinación de objetivos comunes y marcos de actuación propicios no es suficiente a menos que exista voluntad política y capacidad financiera para actuar en el plazo estipulado.

Una de las conclusiones de Draghi es que «la falta de liderazgo y de una visión estratégica clara están poniendo en peligro el futuro de Europa». Sólo se puede tener visión estratégica y aplicarla si se ejerce poder, sin adjetivos. La comparación de Estados Unidos y China con la UE tiene vicios de origen. El presidente de Estados Unidos o el de la República Popular China ejercen soberanía, la presidenta de la Comisión Europea no tiene ese poder, por lo que las comparaciones son difíciles de admitir. 

Las potencias aludidas tienen intereses nacionales y para obtenerlos emiten estrategias en las que fijan objetivos y la forma de actuar. La UE está lejos de ello, y preconizar una toma de decisiones por mayoría tendría efectos quebradizos. El informe Draghi está lleno de buenas intenciones para enmendar el rumbo de un continente que lleva tiempo perdiendolo, pero, si bien la visión del documento es audaz, la política necesaria para implementarlo es prácticamente imposible.

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