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La 'neutralidad' del 'Washington Post' abre un debate sobre el papel de los medios en EEUU

Su editor, Jeff Bezos, busca recuperar credibilidad, creando controversia sobre si los periódicos deben tomar partido

La ‘neutralidad’ del ‘Washington Post’ abre un debate sobre el papel de los medios en EEUU

Jeff Bezos, editor del 'Washington Post'. | Agencias

El pasado viernes 25 de octubre, el Washington Post hizo historia al anunciar que no apoyaría abiertamente a ninguno de los dos candidatos a presidir Estados Unidos, Donald Trump y Kamala Harris, rompiendo así una larga tradición en la prensa anglosajona. En un editorial posterior titulado La dura realidad: los estadounidenses no confían en los medios informativos, el propio dueño del rotativo americano y de Amazon, Jeff Bezos, argumentaba que «la mayoría de la gente piensa que los medios son tendenciosos». «Tenemos que trabajar más duro para controlar lo que podamos controlar para incrementar nuestra credibilidad», justificaba. A esta decisión sin precedentes se sumó Los Angeles Times, desatando un debate sobre el papel y la influencia de los grandes medios tradicionales en el país.

«Su gran error es haberlo dicho a pocos días de las elecciones, demasiado cerca para poder explicar por qué no lo haces, ha sido un grave error de cálculo», señala Ismael Nafría. El periodista y editor incide en que «han perdido buena parte de sus lectores, 250.000, que es el 10% de sus suscriptores, es una salvajada». «Ha sido de los grandes medios denunciando las estrategias de Trump. Es raro que Bezos haya tomado esta decisión y muchos la han interpretado como una señal de que no quiere enemistarse con Trump si gana», remacha el especialista en medios digitales.

Aunque en su editorial, Bezos hace hincapié en que «no hay en juego ningún tipo de quid pro quo», hay quien ha hecho otras lecturas sobre su histórica decisión. «Ha sido un movimiento inédito, ambos medios son propiedad de dos billonarios y es muy probable que los editoriales estuviesen preparados para apoyar a Harris en el caso del Post y ha habido dimisiones como resultado de una decisión impuesta por Jeff Bezos por intereses empresariales que están menos vinculados a Amazon que a su línea de negocios espacial», interpreta Ana Sofía Cardenal, politóloga de la UOC, quien recuerda que «Elon Musk se ha acercado a Trump y parece que va a haber un intercambio de favores» y no ve casual que Bezos se haya movido cuando las casas de apuestas dan al republicano una probabilidad de gobernar del 60%. En 2016, el New York Times le daba a Hillary Clinton un 75% de esperanzas de alcanzar la presidencia que finalmente logró Trump, por lo que en esta ocasión, con el terreno de juego más igualado, muchos creen que el magnate llega a los comicios con una clara ventaja.

«Bezos tiene sus negocios y sus contratos con el Gobierno», coincide Nafría, aunque subraya que su decisión «está fuera de tiempo» y que «ni a Trump le hubiese sorprendido que el Washington Post se posicionase a favor de Kamala». «Han quedado muy mal y quizá se han visto presionados por el hecho de no ser propietarios de prensa de toda la vida, como podían ser los Graham», anteriores dueños del periódico.

El rechazo a la nueva postura de estos dos medios no es unánime. El periodista estadounidense Landon Odle cree que «hace 20 años tenía más sentido que se posicionasen los medios y tuvieran páginas de opinión de gente famosa». «Pero ahora que todo el mundo recibe opiniones constantemente, se publican en todos lados y no puedes escapar, le veo menos sentido a que un medio se posicione o publique opinión», reflexiona.

A ello, Odle añade el «mayor sentido de responsabilidad» que han adoptado los medios estadounidenses, que no se limitan a informar: «No me gusta Trump, pero tiene algo de razón en que si abres el New York Times, sea ahora o hace seis meses, va a estar criticando a Trump», afirma el periodista, que opina que «los medios se están pasando en cómo pintar las cosas, todo bien para ella y mal Donald Trump, de forma poco profesional». Como ejemplo de esta situación cita el caso de dos periodistas que dimitieron en NPR y el New York Times porque, según explicaron los afectados, eran de izquierdas, pero no compartían el rol activo que habían adoptado los medios en defensa de la justicia social tras la elección de Trump en 2016, que marcó un antes y un después. «Yo también vi este cambio en la vida real, hay posiciones oficialmente aprobadas por así decirlo en el grupo y si derivas de ellas te pueden cancelar», asegura el periodista estadounidense a THE OBJECTIVE.

Crisis en los medios estadounidenses

El catedrático emérito de la UAB Pere-Oriol Costa, en cambio, valora que «hay una tradición en los medios de Estados Unidos, sobre todo los escritos, que hacían el endorsement a un candidato y lo que leas hasta las elecciones, que sepas que apoyamos a este», algo que considera «una buena práctica para la libertad de expresión y la calidad de la información», ya que «es clave conocer cómo actúa la fuente para dar libertad al lector para que interprete a su forma lo que se publica». Enmarca las dimisiones en el Post dentro de la disputa entre el nuevo propietario, Bezos, y los periodistas, molestos por lo que consideran una voluntad de ayudar «al contrario», lo que ha provocado una «chispa» que ha enfrentado a la propiedad con los redactores y lectores.

Todo ello en un momento de «crisis» en los medios estadounidenses, cuyo «sistema de valores tradicionales está discutido» después de que se haya producido una «integración vertical» y una concentración de grupos mediáticos. «El papel de los medios escritos y las televisiones, que era muy importante, ha cambiado muchísimo, su influencia era inmensa y ha quedado invadida por las redes sociales y es más importante lo que hacen los candidatos en las redes que en la tele», sentencia Costa, aunque Nafría matiza que «a veces, se exagera cuando se dice que los medios han perdido fuerza y representatividad» porque «siguen teniendo mucho peso para mucha gente, pero es verdad que hay una gran parte de la población a la que le conviene más recibir información por otras plataformas, redes sociales o influencers».

Albert Montagut, excorresponsal de El País en la Casa Blanca y doctor en Periodismo por la UAB, recuerda que «una de las grandes virtudes del periodismo americano era que la información era la misma en todos los periódicos, era sagrada, pero en las páginas editoriales el medio expresaba su opinión», que nunca incidía en los titulares. Eso daba «certidumbre» al lector, mientras que en países como España, la separación no tan clara de noticias y valoraciones «ha hecho perder la confianza de los lectores» en los principales medios. Sin embargo, Montagut se fija en cómo «con la llegada de Bush hijo, los diarios y sobre todo las televisiones empiezan a marcar una línea más agresiva», con Fox News como ejemplo pionero de este cambio de tendencia. Valora positivamente el intento de Bezos de recuperar la credibilidad informativa, pero sostiene que su movimiento «ha quedado intoxicado por el timing» y porque él mismo había prometido que no interferiría en decisiones editoriales cuando compró el rotativo de la capital del país.

Trump ha seguido una estrategia de polarización y de búsqueda de formatos alternativos para llegar a su electorado, que en buena medida ya no confía en los medios tradicionales por verlos como mayoritariamente progresistas. «La entrevista de Donald Trump en el podcast de Joe Rogan tuvo 38 millones de visualizaciones en tres días», destaca Scott Williams, un votante de Mississippi que asevera que «los medios tradicionales están muriendo y desearían tener tantas visualizaciones como los podcasts». Lamenta que «han perdido mucha credibilidad jugando como parte y con mentiras en su información» y concluye que, a pesar del apoyo mediático, Harris no ha sabido visibilizarse y conectar con su base electoral al mismo nivel que su contrincante.

El debate sobre cuál debe ser el nivel de implicación de los medios en el debate presidencial se ha iniciado en las propias páginas de opinión del Washington Post, que ha contado con voces a favor y en contra de la decisión de su editor, pero se ha extendido por todo el país y sus repercusiones podrían llegar más allá de Estados Unidos. Montagut apunta que en cualquier país «los extremos ganan fuerza y han influenciado a los grandes medios privados, que son parte del mecanismo del status quo, de centroderecha o centroizquierda, pero la aparición de grandes movimientos populares a la izquierda, como Podemos, o partidos nacionalistas independentistas o Vox a la derecha ha sido un cambio de paradigma que los medios no han sabido calibrar y siguen sin entender que las dos grandes tendencias conservadora y socialdemócrata han perdido la confianza del elector medio».

En este contexto, han perdido protagonismo frente a «webs concretas que han abrazado algunas de estas teorías para crecer, hay medios digitales muy a favor del independentismo y otros con tesis de Vox». El doctor en historia Xavier Casals coincide en que, «en el supuesto de una eventual reelección de Donald Trump, se consolidaría la extrema derecha transnacional donde Estados Unidos podría tener más peso en el discurso de este ámbito político, cuando tradicionalmente había habido una división del discurso en EEUU y Europa, que en los últimos tiempos han ido convergiendo». Si el candidato republicano se impone en las urnas el próximo martes, su estrategia de comunicación resultará más atractiva para otros políticos en el resto del mundo.

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