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Enfoque global

Tecno-geopolítica: la carrera tecnológica entre potencias marcará el futuro de sus relaciones

Los pronósticos indican que los avances en ciencia transformará el campo de batalla en las próximas décadas

Tecno-geopolítica: la carrera tecnológica entre potencias marcará el futuro de sus relaciones

Una pareja de soldados ucranianos atrincherados en un búnker, con uno de ellos pilotando un dron FPV mientras fuma un vapeador. | Laurel Chor (Zuma Press)

La tecnología, de hecho, es uno de los determinantes clave en la configuración de las relaciones internacionales que, junto con las guerras y los cambios económicos, es el instrumento clave para promover el desarrollo económico y la seguridad nacional. En el pasado, los avances tecnológicos configuraron la revolución industrial que creó el sistema internacional moderno. Las naciones industrializadas, tecnológicamente avanzadas, acumularon y ejercieron sus vastos poderes económicos y militares con el fin de establecer su supremacía sobre las partes menos avanzadas del mundo, creando de hecho una jerarquía entre las naciones.

Los avances en tecnologías avanzadas, como la microelectrónica, la nanotecnología, la biotecnología, la robótica y la inteligencia artificial, alterarán los equilibrios de poder existentes y darán forma a las capacidades militares para futuros conflictos. Los pronósticos indican que los avances en ciencia y tecnología transformarán el campo de batalla en las próximas décadas. Para el año 2030, varios Estados habrán adquirido formidables capacidades militares de proyección de poder con armas de mayor alcance, precisión y letalidad para la conducción de conflictos de alta intensidad. 

Las doctrinas de respuesta flexible para múltiples misiones basadas en armas de alta tecnología y una estructura de fuerza diversificada, pero integrada, serán los elementos clave de las políticas de Defensa de las principales potencias. Los «frentes» desaparecerán y todos los países se convertirán en campos de batalla. Dado que los frentes ya no serán el punto de fricción, el armamento de proyección de fuerza de largo alcance para ataques profundos, como los misiles balísticos y de crucero y las capacidades anfibias, asumirá importancia en las «guerras sin frente» del futuro. Ningún acuerdo de control de armamentos, régimen de no proliferación o mecanismo de control tecnológico puede impedir la proliferación de los medios tecnológicos de guerra.

En particular, las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) han tenido un impacto generalizado en la dinámica de las Relaciones Internacionales como resultado de operar a través de cuatro mecanismos principales:

  • Cambiando la arquitectura del sistema internacional: su estructura, sus conceptos organizativos clave y las relaciones entre sus actores.
  • Cambiando los procesos por los cuales opera el sistema internacional, incluyendo la diplomacia, la guerra, la administración, la formación de políticas, el comercio, el comercio, las finanzas, las comunicaciones y la recopilación de inteligencia.
  • Creando nuevas áreas temáticas, limitaciones y compensaciones en el entorno operativo de la política exterior, un término que incluye no sólo las restricciones políticas a la acción internacional, sino también las restricciones impuestas por las leyes de las ciencias naturales y sociales.
  • Proporcionando una fuente de perspectivas para las percepciones de seguridad, de información y transparencia para el funcionamiento del sistema internacional, así como nuevos conceptos e ideas para la teoría de las relaciones internacionales. 

Avances tecnológicos y cambios geopolíticos

Es ampliamente admitida la identificación de cuatro disrupciones, o líneas de falla, geopolíticas que han surgido desde el final de la Guerra Fría y afectan al orden internacional:

  • Un eje autoritario en torno a China, Rusia, Irán y Corea del Norte, desmintiendo la creencia de que una comunidad internacional había tomado forma tras la Guerra Fría.
  • El alarmismo climático y la prohibitivamente costosa transición verde darán paso a la sobriedad energética, que reconoce la necesidad de energía abundante, confiable y barata.
  • Un nuevo realismo se impone en el comercio, con vistas a poner coto al desequilibrio y las prácticas mercantilistas de países como China.
  • El potencial transformador de la digitalización, con el auge de inteligencia artificial que afectará de forma imprevisible a los individuos, las sociedades, las economías y los sistemas políticos. 

Estos rasgos no sólo son meros impulsores del colapso de la arquitectura de la Posguerra Fría, sino también síntomas de sus fracasos. Además, tienen lugar en el contexto del declive relativo de Estados Unidos como potencia mundial. 

La tecno-geopolítica contempla la interacción entre la tecnología y la geopolítica, que reconfigura la dinámica que impone la influencia de poder en el escenario global. El avance tecnológico ha surgido como un factor fundamental para determinar la posición geopolítica de un estado, u otro actor estratégico, en la medida en que se conforma la definición de nuevos horizontes de desarrollo social, crecimiento económico, medidas de seguridad y relaciones globales. La teoría define cómo la tecnología se vincula con el futuro de la geopolítica. La innovación es un catalizador para el poder geopolítico, ya que la rápida revolución en la tecnología cambia la faz de la industria desde la computación cuántica hasta la biotecnología, la supremacía cibernética y la guerra de la información, todo lo cual produce nuevas ventajas estratégicas, que influyen en las relaciones internacionales.

Actualmente, dos grandes tendencias están transformando el mundo. Por un lado, los avances en tecnologías críticas y emergentes (como la inteligencia artificial, las telecomunicaciones avanzadas, la biología sintética y la computación cuántica) están redefiniendo la dinámica del poder global, la economía y los marcos de seguridad. En segundo lugar, una gran inestabilidad geopolítica está alterando las cadenas de suministro, modificando las alianzas y alimentando la competencia por recursos y tecnologías. Estas tendencias convergen. Las tecnologías no sólo se imponen en el campo de batalla, sino que también son objeto de tensiones internacionales. Gobiernos de todo el mundo buscan una mayor ventaja tecnológica y autonomía política, utilizando barreras comerciales, controles de exportaciones e inversiones y políticas industriales para reconfigurar los flujos de datos y las cadenas de suministro globales. 

El contexto resultante es un sistema de alta complejidad que, para las empresas, significa tener que actuar en un entorno cada vez más volátil. Los dirigentes tienen la presión de responder y, cuando sea posible, mitigar la incertidumbre y los riesgos de esta compleja red de revolución tecnológica y disrupción geopolítica. Si bien los estados y las empresas gestionan diferentes riesgos, emplean distintas herramientas y fijan tanto finalidades como motivaciones, ambos se enfrentan a la necesidad de gestionar las tendencias de riesgo globales mientras que deben mantener la confianza de sus socios o aliados.

Se define la incertidumbre tecno-geopolítica como la propensión a las disrupciones causadas por cambios significativos en las políticas adoptadas por poderosos Estados nacionales que buscan ganancias tecno-nacionalistas y geopolíticas entrelazadas frente a los Estados rivales. El aumento de la incertidumbre tecno-geopolítica tiene lugar en el contexto de un orden internacional liberal en crisis. En los últimos 70 años, la actividad económica mundial se ha visto gobernada por un orden internacional liberal en expansión. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y sus aliados crearon un complejo sistema de gobernanza global que se organizó en torno a la apertura, las reglas y la cooperación multilateral. 

Con el tiempo, EEUU se convirtió en el líder hegemónico de este orden, anclando alianzas, estabilizando la economía global y defendiendo los valores del «mundo libre». Este orden liderado por EEUU se expandió hacia afuera después de la Guerra Fría, con países de Asia Oriental, Europa Oriental e Iberoamérica adoptando reformas proempresariales para impulsar su integración en la economía global. 

La creciente incertidumbre tecno-geopolítica afecta a los negocios internacionales de muchas maneras, lo que exige una mayor atención académica a las empresas multinacionales tanto a sus causas como a las respuestas. La Ley de CHIPS y Ciencia de los Estados Unidos ejemplifica la reciente adopción del tecno-nacionalismo para su rivalidad económica con China, que tiene importantes implicaciones para las prácticas académicas y de gestión del título de Internacional Business (IB). La Ley exhibe dos características que van en contra de la postura política liberal tradicional de Estados Unidos de defender un sistema multilateral abierto y basado en reglas. En primer lugar, su dependencia de los subsidios, el control de las exportaciones y el control de las inversiones significa un alejamiento del libre comercio y de las políticas industriales basadas en el mercado. En segundo término, el uso de las disposiciones relativas a las barreras de protección persigue la militarización de las cadenas de valor mundiales con fines geopolíticos y geoeconómicos. 

La Ley puede contemplarse como el escaparate de un cambio de paradigma del liberalismo orientado al mercado al tecno-nacionalismo orientado a la intervención, anunciando una nueva era de pensamiento de suma cero y priorización geopolítica. Al examinar la tendencia más amplia del tecno-nacionalismo, se exploran las características distintivas de la Ley y analizan las estrategias geográficas que las empresas multinacionales deben adoptar en respuesta a la incertidumbre tecno-geopolítica resultante. El análisis pone de relieve que el cambio de paradigma en la formulación de políticas identifica las causas fundamentales de este cambio y examina los posibles escollos que puede crear. Para navegar por este panorama incierto, se recomiendan cuatro respuestas estratégicas para las empresas multinacionales: geoestrategias, reconfiguración, resiliencia y diplomacia corporativa.

La disrupción tecnológica de la información alimenta la opción de socavar las democracias antes de que la superioridad ciber pueda aprovecharse para fortalecerlas. A lo que hay de añadir la serie de nuevas y poderosas tecnologías en ciernes, que son el fundamento de la disrupción que está por venir. Las tecnologías emergentes alterarán el equilibrio de poder global y lo harán más rápido de lo que se pueda imaginar.

El estudio de caso de los Estados Unidos y Rusia permite un debate importante que abordar. Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, pocos pensaron que pudiera sobrevivir; los servicios de inteligencia de Estados Unidos estimaron que Kiev caería en dos semanas. Superada en armamento y en número, Ucrania convirtió su territorio en un duro campo de batalla para enemigos agresivos como Rusia. 

Apenas dos años antes, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, había estimado que la reputada aplicación de transformación digital «Diia», un mecanismo de recopilación de inteligencia de código abierto en el que los ciudadanos y las fuerzas de seguridad pueden subir vídeos e información al centro de mando, sin dar alguna posibilidad de que Rusia pudiera piratear estas copias de seguridad. Ucrania se convirtió en un satélite Starlink para contrarrestar las ventajas geoestratégicas de Rusia mediante la tecnología más avanzada. Cuando Rusia envió los drones de fabricación iraní, Ucrania interceptó fácilmente los movimientos de los drones y los desactivó mediante un avanzado sistema de misiles. 

A su vez, el ejército ucraniano conoce el empleo en el campo de batalla de las armas suministradas por Occidente. El éxito de Kiev no hubiese sido posible sin la actitud del valiente pueblo ucraniano que se mantiene firme frente a la agresión rusa en clara violación del derecho internacional.

La guerra y el campo de batalla se evaluarán según la supremacía del conocimiento y la información. Por ejemplo, los ucranianos utilizaron alta tecnología en la guerra en curso contra Rusia, lo que ejemplificó el escaneo de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de datos eficientes de una variedad de fuentes, lo cual a su vez los convirtió en una fuerza superior a Rusia en este contexto. 

La carrera por la tecnología emergente

Es un hecho de que las tecnologías emergentes están creando un mundo inestable, afectando a la concepción de la Seguridad Nacional. En pocas palabras, somos reticentes en la adaptación rápida en tiempos de paz, y esa es una lección que los líderes e instituciones deberían tener presente. El ciclón tecnológico llega en un momento de notable inestabilidad mundial. La estabilidad bipolar de la Guerra Fría es cosa del pasado y el mundo se ha vuelto multipolar, caracterizado por una dura competición entre las Grandes Potencias y un grupo abiertamente hostil de países autoritarios decididos a socavar el orden internacional liberal.

A su vez, surgen países que buscan protagonismo, como India, Brasil, Arabia Saudita e Indonesia, que tienen el peso político y económico necesario para alinearse en múltiples frentes y elegir el bando que mejor se adapte a sus intereses nacionales. Como se demostró en la reciente cumbre de los BRICS en Kazán, China, con el apoyo de Rusia, quiere tener más voz y voto en la organización del mundo.

A ello hay que sumar el protagonismo de una compleja serie de actores no estatales que ejercen una influencia significativa a través de su peso tecnológico o financiero. Su influencia, testimonio de su riqueza y de su desarrollo y control de tecnologías críticas, es poder que participa en la disrupción geopolítica. 

En conjunto, las tecnologías emergentes están creando un mundo inestable al que debe adaptarse la Seguridad Nacional. Las reformas exigirán imaginación y rigor, así como firmeza en su implantación. El primer deber de cualquier gobierno es proteger a su población. Para abordar de manera proactiva la intrincada complejidad que presenta la intersección de la geopolítica y la tecnología avanzada, tanto las empresas como los gobiernos, deben adoptar un enfoque proactivo, ágil e informado. 

Enrique Fojón es analista del Centro de Seguridad Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria

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