Europa, cuesta arriba
Desde los problemas en París y Berlín hasta Trump de nuevo en la Casa Blanca, la UE tiene un 2025 lleno de desafíos
Francia y Alemania, los países clave de la Unión Europea, viven en la incertidumbre. No es la primera vez que atraviesan crisis políticas, y no será la última. Pero ahora hay algunas circunstancias especiales que complican el panorama.
El Gobierno francés ha durado tres meses. Su nacimiento fue muy difícil, como era lógico. Tras la victoria del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen en las elecciones europeas del 9 de junio, Macron se la jugó y convocó legislativas anticipadas. Lo que parecía después de la primera vuelta que iba a ser una victoria de Le Pen se contrarrestó en la segunda por los resultados de un Nuevo Frente Popular de izquierdas en el que cabía de todo y una resurrección in extremis de los centristas de Juntos. El audaz Macron salvó los muebles.
Los salvó, pero para un rato. A pesar de haber colocado al frente del gobierno al experimentado Michel Barnier, la mala situación económica —un déficit que va a llegar al 6,1% a final de año y una deuda pública del 112% del PIB- y la decisión de aprobar una parte de los Presupuestos por decreto —algo que permite la Constitución— han desencadenado dos mociones de censura en una Asamblea Nacional fragmentada en tres bloques y sin mayoría. Una, del frente de izquierda, y la otra del Reagrupamiento Nacional de Le Pen. La tenaza de los extremos hace imposible que el gobierno centrista continúe. Este miércoles Barnier cayó en la primera moción de censura, víctima de la alianza coyuntural de la izquierda y la extrema derecha. La caída del Gobierno por la moción determina una situación inédita en la Quinta República. Ahora, vuelta empezar: Macron intentará poner en pie otro Gobierno, porque no puede haber nuevas elecciones hasta el verano. La Asamblea Nacional seguirá siendo la misma, por lo tanto.
No es menor la inestabilidad en Alemania, aunque las cosas no sean tan dramáticas como en Francia. La coalición de gobierno de socialdemócratas, liberales y verdes se rompió hace un mes después de que el canciller Olaf Scholz expulsara del gabinete al ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, que exigía un cambio de rumbo en la política económica para salir de una recesión que entra en su segundo año consecutivo.
La coalición semáforo llevaba tres años dando tumbos, y en los últimos tiempos tenía un respaldo en los sondeos del 14% de la población. Además del debate sobre la política económica, tampoco hay presupuestos. Scholz se someterá a una moción de confianza que se votará el próximo día 16. La perderá, porque está en minoría en la Cámara, y habrá elecciones probablemente el 23 de febrero. Los conservadores de la CDU y los extremistas de Alternativa por Alemania ocupan el primer y segundo puesto en las encuestas. La socialdemocracia, los Verdes y los liberales están estancados.
(Paréntesis: en estos grandes países europeos, cuando no hay presupuestos o surgen desavenencias graves sobre las cuentas públicas, los gobiernos entienden que la situación es insostenible y convocan elecciones. Y van más allá: en el caso de Alemania, los dos grandes partidos —socialdemócratas y conservadores— han acordado la fecha de la nueva convocatoria electoral. Costumbres curiosas de países democráticos).
La incertidumbre política —y el estancamiento económico— que dominan el horizonte en París y Berlín coinciden con otro factor inquietante para la Unión Europea: la toma de posesión, a partir del 20 de enero, de la nueva Administración estadounidense.
Este segundo Donald Trump en la Casa Blanca no parece que vaya a dar grandes alegrías a los europeos. Ni sobre la guerra de Ucrania —acabar con ella cuanto antes y como sea es el objetivo de Washington, aunque hay cada vez más países en la UE que tienen ese punto de vista—, ni sobre la presión para que los europeos asuman más tareas relacionadas con su seguridad y su defensa ni en cuanto a las perspectivas de guerras arancelarias. Ya desde hace tiempo los norteamericanos miran preferentemente hacia Asia, tanto para competir como para cooperar, y consideran los vínculos transatlánticos como algo del pasado.
La UE está estrenando gobierno este mes. La nueva Comisión Europea, que refleja el giro hacia la derecha que dejaron ver las elecciones de junio, tiene, pues, este panorama complicado por delante: los dos motores, Berlín y París, gripados; los rivales, EEUU y China, inalcanzables en productividad y en crecimiento, y poco dados a concesiones políticas y de seguridad con Trump y Xi Jinping al frente, un panorama más cómodo para el autócrata Putin, sin duda. Por si fuera poco todo lo anterior, hay una sensación de pesimismo instalada entre los ciudadanos europeos, según la última encuesta de confianza de la UE, en cuanto a su calidad de vida y su futuro económico.
Menos mal que Europa se crece en los desafíos. Seguro que en 2025 va a tener muchas oportunidades para hacerlo.