Maduro anota gol en el primer partido contra Trump
«El fiscal general, Tarek William Saab, afirmó este sábado que el viaje de Grenell es un reconocimiento de que el presidente es Maduro»

Imagen del encuentro entre Richard Grenell, embajador de los EEUU, y Nicolás Maduro en Venezuela.
El embajador Richard Grenell es lo que una película de acción de Hollywood definiría como un «resuelve problemas»: uno de esos negociadores con un palo en la mano y una zanahoria en la otra que llegan a las escenas peligrosas para lidiar con personajes bañados de poder.
Grenell ha sido embajador de su país en Alemania, director de Inteligencia Nacional, y enviado especial de Trump para alentar negociaciones de paz entre Serbia y Kosovo. En este segundo gobierno del magnate republicano, que ya tiene de cabeza al mundo, el diplomático tiene el difuso cargo de «enviado presidencial para misiones especiales».
Esta semana Grenell se ha anotado un temprano éxito frente a un gobierno de Nicolás Maduro convertido en dolor de cabeza no solo para Estados Unidos, sino para toda América y para la Unión Europea.
En lo que supuso la primera visita de un funcionario estadounidense de alto nivel a Venezuela desde 2022, se ha llevado de regreso a su país a seis prisioneros estadounidenses de unos ocho que estaban recluidos en las cárceles de Maduro. Eran señalados de ser terroristas y de supuestamente estar confabulados con la oposición y el gobierno de EEUU para derrocar a Maduro y a la llamada revolución bolivariana.
La verdad, la inversión por el lado chavista ha sido muy poca: en los últimos meses abundan los casos de extranjeros detenidos, acusados de ser terroristas y mercenarios, sin pruebas o alegatos. Hay en esa lista de fichas canjeables –que se sepa- al menos dos españoles, un checo, un argentino, un uruguayo, dos italianos y varios colombianos y peruanos.
Solo que Washington parece tener mayor poder de negociación que los otros para atender sus propios intereses. Y lo logra de una manera pragmática, más allá de los aspavientos sobre la situación interna de Venezuela y su manifiesto apoyo al retorno de la democracia en el país.
Uno de los estadounidenses que estaba preso era Gregory David Weber, un turista enamorado que llevaba varias semanas desaparecido después de un viaje al monte Roraima, con una novia venezolana. Desde Colorado, su familia pidió ayuda a la prensa para intentar localizarlo, hasta que apareció en octubre mencionado en el tenebroso programa de TV Con El Mazo Dando, en un supuesto organigrama de agentes terroristas bajo el mando de María Corina Machado. Nadie lo había visto desde que desapareció en septiembre y perdió contacto con su familia en Colorado, hasta que apareció ayer en una foto a bordo del avión estadounidense de Grenell, junto a los otros cinco liberados. Su novia seguía presa este sábado.
Petróleo, «reconocimiento» y ruido
No se sabe qué espera el régimen chavista a cambio de estas liberaciones, pero ya cobra como un triunfo el supuesto reconocimiento de Maduro por parte de Trump. «Desde la Venezuela libre, soberana y bolivariana le decimos al presidente Donald Trump que hemos dado un primer paso, ojalá se pueda sostener. Nosotros queremos sostenerlo», dijo Maduro tras su encuentro con Grenell.
Maduro calificó la reunión, ampliamente promocionada en medios oficiales de propaganda, con fotos y videos donde todos aparecían sonrientes, como «una conversación franca, directa, abierta, positiva».
«No tengo presión de ningún tipo ni nacionales ni internacionales… No somos antiestadounidenses ni hemos sido jamás anti estadounidenses. Somos antiimperialistas, queremos un mundo entre iguales, entre EEUU y Venezuela tiene que haber paz, respeto y entendimiento», afirmó el gobernante sobre esta relación bilateral que es una madeja de intereses. «Llegamos a unos primeros acuerdos, si se cumplen, abrirán nuevos temas para el bien de los dos países y de la región», remató el chavista.
Según la Cancillería de Maduro, fue Grenell quien en nombre de Trump «planteó la construcción de la Agenda Cero para un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales».
«Se abordaron diversos temas de interés para ambos países: migración, impacto negativo de las sanciones económicas contra Venezuela, ciudadanos estadounidenses incursos en delitos en territorio nacional e integridad del sistema político venezolano. Se ratificó además la necesidad de darle un giro a las relaciones», dice el comunicado de la Cancillería.
Los dientes del chavismo
Falta ver más allá de los micrófonos cuál será la política de Trump, quien justamente en esta segunda administración parece más interesado que antes en atender de manera pragmática los problemas olvidados por Washington en el propio continente americano.
Eso incluye negociar con Maduro para que reciba a los cargamentos de indocumentados a ser deportados; además de liberar a estos prisioneros estadounidenses y mostrar más acciones en la lucha contra el narcotráfico. (El mismo día de la visita de Grenell Maduro desplegó 5.000 hombres en la porosa frontera con Colombia, en un operativo antinarcóticos coordinado con Gustavo Petro).
Pero, según Mauricio Claver Carone, el flamante enviado especial de Estados Unidos para América Latina, «la deportación inmediata de los criminales venezolanos y la liberación inmediata de los rehenes estadounidenses en Venezuela» eran los dos únicos temas de esta visita de Grenell.
«Son dos temas incondicionales. No son temas de negociación, son prioridades para los Estados Unidos, pero no cambia de ninguna manera la postura del Presidente, del Secretario de Estado ni de los Estados Unidos en cuestión del robo de las elecciones en Venezuela por Nicolás Maduro y obviamente la necesidad de un cambio democrático en el país», dijo sin más señas.
Pero la realidad tiene una cara más contundente. El poder, cuando se ejerce de hecho, deja poco espacio al derecho. Lo cierto es que Maduro es el que tiene las llaves para soltar rehenes y presos políticos, para abrir chorros de petróleo, para movilizar a «150.000 hombres y mujeres en armas» en ejercicios militares y para dominar con su hegemonía comunicacional todos los mensajes en un país donde no hay prensa libre.
Este 1 de febrero se renueva automáticamente por otros seis meses la licencias de Chevron, con la que la petrolera exporta a Estados Unidos unos 200.000 barriles por día de crudo para cobrarse deudas viejas de sus asociaciones con la estatal Petróleos de Venezuela.
Esa licencia es similar a las que disponen Repsol, la italiana ENI, la francesa Maurell & Prom y la india Relliance, por lo que este encuentro de alto nivel entre Maduro y el círculo cercano de Trump tiene importantes derivaciones. Desde Washington, las fuentes señalan que el lobby de las petroleras ha podido más que las presiones de los políticos republicanos.
El fiscal general, Tarek William Saab, afirmó este sábado en el canal de propaganda oficial VTV que el viaje de Grenell es un reconocimiento de que el presidente es Maduro. También dijo que los estadounidenses liberados «se encuentran en perfecto estado de salud» y además agradecieron su estadía en Venezuela.
«Agradecen no solo la liberación, sino que fueron tratados de manera digna como corresponde a cualquier ciudadano», afirmó el fiscal, tenido por muchos opositores como el perro de presa para levantar expedientes a los «enemigos del pueblo» que terminan como presos políticos.
Este mismo viernes, en medio de todo ese aspaviento por la visita del hombre de Trump, la temida policía política Sebin secuestraba en su casa de Puerto Ordaz, estado de Bolívar, a una señora de 80 años de edad, enferma de diabetes e hipertensión. También se llevaron a la señora que la cuidada, todo sin orden judicial y después de reventar las rejas de la vivienda. Se llama Edith Gruber y es suegra del dirigente político regional Douglas Rodríguez, del partido Vente Venezuela, de María Corina Machado.
Rodríguez está en la clandestinidad desde hace un año para evitar ir a la cárcel en medio de la razzia sostenida contra los ya liquidados partidos de oposición. Secuestrando a su anciana suegra buscan que se entregue.
El caso de los 1.600 presos políticos venezolanos y su dignidad no está en la agenda de Trump y Maduro, después de todo es un asunto de venezolanos.
No importa cuán fanfarrón sea el republicano respecto a todos los temas, ni cuánto apoyo exprese al movimiento opositor que encabezan María Corina Machado y Edmundo González, para despecho de miles de porristas de la democracia desde las gradas de las redes sociales, que esperaban duras expresiones enviadas desde Washington.