The Objective
Enfoque global

Tiempo de inflexión, tiempo de reacción

Está claro que EEUU y más concretamente esta administración, ya no cuenta con Europa

Tiempo de inflexión, tiempo de reacción

Vladimir Putin y Donald Trump. | Europa Press

Como todos los años en febrero, numerosas personalidades mundiales, jefes de Estado y de Gobierno, destacados políticos, ministros de Asuntos Exteriores y Defensa, diplomáticos, militares de alto rango, periodistas especializados, etc. se reúnen en la Conferencia de Seguridad de Múnich en el Hotel Bayerischer Hof, para discutir los retos de la política de seguridad. Este año se suponía especial, pues coincidían aproximadamente el tercer aniversario de la salvaje agresión de Rusia a Ucrania y la entrada en el poder de la nueva administración Trump. Además, la situación de Oriente Medio y el conflicto allí en curso deparaba una aparente buena oportunidad para debatir con franqueza, buscando soluciones a los retos a los que se enfrenta el inestable orden mundial. 

Estas conferencias anuales siempre han sido el termómetro de la situación internacional y de las relaciones de poder mundiales. Desde que se inició la denominada por Putin “operación militar especial” en Ucrania, Rusia no recibe invitaciones al evento.

Pero las autoridades políticas, la opinión pública y las capitales europeas y mundiales fueron literalmente sorprendidas con el discurso del vicepresidente estadounidense J. D. Vance. Acusó a los aliados de restringir la libertad de expresión y permitir una inmigración masiva descontrolada, animando a aumentar nuestros gastos en Defensa. Dijo, entre otras cosas : “Nos reunimos en esta conferencia, por supuesto, para hablar de seguridad, y normalmente nos referimos a amenazas a nuestra seguridad externa. Veo a muchos grandes líderes militares reunidos aquí hoy. Si bien la administración Trump está muy preocupada por la seguridad europea y cree que podemos llegar a un acuerdo razonable entre Rusia y Ucrania, también creemos que es importante que, en los próximos años, Europa dé un paso adelante en gran medida para garantizar su propia defensa”.

Sin embargo, la amenaza que más me preocupa para Europa no es Rusia, ni China, ni ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza interna: el retroceso de Europa respecto de algunos de sus valores más fundamentales, valores que comparte con los Estados Unidos de América”. Y destaco su frase : “En Washington, hay un nuevo sheriff en la ciudad“.

Está claro que EEUU y más concretamente esta administración, ya no cuenta con Europa. Se han cansado de los europeos. Y quizás no debamos echar en cara el fondo de esa crítica, sino las formas. Hacerlo en público y “en nuestra propia casa”. Sin ánimo de ser pesimista, y a pesar de las palabras de los congresistas norteamericanos de ambos partidos demócrata y republicano, miembros de la delegación norteamericana, que han sido bastante más conciliadores con respecto a los aliados europeos, la imagen de desunión y las críticas en público deben de haber sido vistas con sumo interés y cierta alegría en Moscú y Pekín. Y la relación transatlántica puede estar seriamente dañada. 

Pero todo esto no ha comenzado en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Ha venido precedido de declaraciones públicas, como si de un guion se tratara, de varios representantes estadounidenses, desde el presidente Donald Trump hasta el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, en Washington, en Bruselas y en Múnich. Y los detalles de todo tipo que se han hecho públicos sobre el fin de la guerra de Ucrania, lo cual parece muy contraproducente en una negociación de paz tan delicada, han asustado a Ucrania y a Europa. Está por ver todavía cómo pretende proceder el gobierno estadounidense, en detalle. La reacción ucraniana y europea ha sido clara: no a las negociaciones con Rusia, sin Ucrania y sin Europa.

Vayamos hacia atrás, porque todos estos desencuentros no empiezan en la Conferencia de Seguridad de Múnich. La invasión rusa de Ucrania hace tres años marcó un punto de inflexión en la estabilidad mundial, el orden internacional y los fundamentos de las relaciones internacionales. Contrariamente a todo lo previsible, Ucrania logró defenderse de los intentos rusos de tomar Kiev, lo que finalmente condujo a la retirada paulatina de las fuerzas invasoras rusas. Y ha estado luchando, con apoyo de EEUU y Europa, durante tres años.

En este marco y después de su victoria electoral, aparece el presidente de Estados Unidos, de forma unilateral, a implementar su plan para crear la paz. Y en ese plan abiertamente se incluyen condiciones un tanto humillantes y con un gran retroceso para Ucrania: Rusia podría conservar su territorio conquistado y Ucrania no se uniría a la OTAN. Recordemos simplemente que, en la Cumbre de la OTAN en Vilnius en julio de 2023, todos los miembros de la OTAN por consenso aceptaron lo siguiente: 

“Apoyamos plenamente el derecho de Ucrania a elegir sus propios acuerdos de seguridad. El futuro de Ucrania está en la OTAN. Reafirmamos el compromiso que asumimos en la Cumbre de 2008 en Bucarest de que Ucrania se convertirá en miembro de la OTAN, y hoy reconocemos que el camino de Ucrania hacia la plena integración euroatlántica ha ido más allá de la necesidad del Plan de Acción para la Adhesión. Ucrania se ha vuelto cada vez más interoperable y se ha integrado políticamente con la Alianza, y ha logrado avances sustanciales en su camino hacia la reforma”.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, dijo en la última reunión de ministros de defensa de la OTAN, que la guerra entre Ucrania y Rusia “debe terminar”, que la adhesión de Kiev a la OTAN no es realista y que Estados Unidos ya no priorizará la seguridad europea, ya que la administración Trump centra su atención en asegurar las fronteras de Estados Unidos y disuadir una guerra con China. En declaraciones antes de la última reunión del Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania, Hegseth también dijo que las tropas europeas deberían ser la fuerza principal para asegurar una Ucrania de posguerra, algo en lo que las tropas estadounidenses no participarán, agregó. 

Está claro que los comentarios del Secretario de Defensa estadounidense fueron la articulación más clara hasta el momento, de cómo la administración Trump pretende tratar de desvincularse de Europa y convertir el conflicto de Ucrania en un problema completamente europeo. Es un cambio radical respecto al enfoque no sólo de la administración Biden, sino de anteriores administraciones en EEUU. Esperemos que el vínculo trasatlántico no salga severamente tocado. Y entiendo que una decisión de una cumbre de la OTAN debe ser cambiada en otra cumbre de la OTAN.

De facto, todo lo expresado por Trump y su secretario de Defensa, Pete Hegseth, sería permitir a Putin conservar los territorios conquistados y vetar la adhesión de Ucrania a la OTAN. Y además, poniendo en bandeja a Ucrania un acuerdo económico, para que EEUU pueda recuperar el dinero invertido en esta guerra, a cambio de dar acceso a minerales de alto interés para la industria militar y de las telecomunicaciones. ¿No parece esto sonarnos a otra cosa? Sin embargo, el único problema es que la mayor parte de los yacimientos conocidos están en territorio ocupado por Rusia.

Dicho esto y con las cartas puestas “a propósito” sobre la mesa, la posición de Ucrania es ciertamente débil: ceder territorio, lo cual es en un principio una tremenda línea roja para Kiev y olvidarse de la OTAN cuasi definitivamente. Y además, la opinión de la Unión Europea sería en todo esto a dia de hoy, no vinculante. En principio, sería volver a aceptar la política de hechos consumados, las conquistas conseguidas y en resumen, la ley del más fuerte. Podríamos estar ante un mal fin de la guerra en Ucrania y el comienzo de unos tiempos realmente inestables. Históricamente, parece que asistimos a la repetición de hechos sucedidos en el siglo XX.

Las reacciones en Alemania no han tardado y el sábado, el canciller Olaf Scholz dio una dura respuesta. No perdía absolutamente nada . Y respondió al gobierno estadounidense, pues estaba obviamente muy irritado por el hecho de que el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance llegara a Múnich, diera a los europeos una conferencia ciertamente provocadora, sin abordar las grandes cuestiones de la guerra y la paz en Europa, se entrevistara posteriormente con la presidenta del partido AfD (Alternative für Deutschland) Alice Weidel y con el candidato de la CDU a canciller, Friedrich Merz, para más tarde volverse a EEUU. Claramente, EEUU considera al canciller alemán totalmente irrelevante y ya amortizado, a pocos días de las elecciones alemanas. 

Puedo estar equivocado pero una de las pocas personalidades que, estando totalmente en contra de la guerra, ha expresado explícitamente la firme voluntad de que el objetivo para los europeos fuera que Ucrania ganara la guerra, ha sido la primera Ministra danesa Mette Frederiksen. En sus palabras: 

“Se trata de que Ucrania gane la guerra. La guerra de Ucrania no sólo tiene que ver con Ucrania sino con si se le permite o no al presidente ruso, Vladimir Putin, decidir sobre Europa”. Quizás idealismo frente a realismo.

Pero no podemos olvidar al presidente ucraniano Zelensky, que pidió una fuerte unidad europea en su enfoque hacia Estados Unidos, afirmando que Europa debía adaptarse a las nuevas condiciones y crear sus propias Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo, Zelensky lo dejó claro: “Ucrania nunca aceptará una paz dictada”. Y además, no quiere renunciar a los territorios del este de Ucrania en caso de un acuerdo de paz. Pero EEUU ya ha dejado claro que Ucrania tendría que ceder territorio. 

El presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC), Christoph Heusgen, quizás esperaba que el encuentro internacional revelase más en detalle el plan de paz para Ucrania. Pero desgraciadamente, los acontecimientos parecen haber ido por otros caminos. Se esperaba que Múnich sirviera para avanzar hacia la paz en Ucrania y no parece haberse conseguido. Pero no hay mal que para bien no venga y parece que ha servido al menos, de revulsivo para determinadas acciones o movimientos en el campo europeo, una vez visto claramente el posicionamiento actual y futuro norteamericano.

Como expresaba el informe que Heusgen presentó al inicio de la MSC 2025, el mundo más que multipolar se está convirtiendo en un mundo “multipolarizado” y lo que conlleva de importantes tendencias negativas más que positivas, de competitividad entre las grandes potencias y de una reforma “de facto” del orden internacional, que no parece sea para bien. 

Y han quedado claras varias cosas:

  • Los lazos tradicionalmente estrechos entre Estados UnidosEuropa, que marcaron no sólo la Conferencia de Seguridad de Múnich durante décadas, sino la relación y el vínculo trasatlántico, se tambalean. ¿Nos beneficia mutuamente?
  • Con su segundo mandato de Trump como presidente de Estados Unidos, en Washington soplan nuevos vientos. “Estados Unidos primero” es el lema de Trump, a pesar de que su política vaya en contra de sus aliados. Y lo estamos viendo. Trump está inaugurando un nuevo orden mundial. Probablemente con menos reglas. Tenemos que esperar y ver cómo evolucionan las cosas. 
  • Las inversiones de algunos de sus socios europeos de la OTAN son a todas luces insuficientes y desde EEUU se ha mandado un ultimátum. Hasta la fecha, Washington pagaba la mayor parte de los costos en la OTAN, y ofrecía a Europa una protección militar confiable. Ahora, esa protección está ligada a condiciones: Trump exige a los aliados gastar el cinco por ciento del producto interior bruto en Defensa. 
  • En la MSC 2025, la imagen de unidad que se había trasladado tras la invasión de Rusia a Ucrania, se ha deteriorado notablemente.
  • Que Trump es capaz de retirar dinero de su país de organizaciones internacionales ya ha quedado demostrado. Se justifica diciendo que, incluso una potencia mundial como Estados Unidos, cuenta con “limitados recursos” que debe utilizar para el bienestar del propio país. Volvemos al “America first” de nuevo.

Y ahora, ya con la resaca del fin de la Conferencia de Seguridad de Múnich, hagamos un poco de ciencia ficción : imaginemos que no sólo ha habido una conversación entre Trump y Putin. Imaginemos que ya hay un borrador de plan de paz sobre el que negociar, con un alto el fuego para abril, con la condición definitiva de que Ucrania se olvide de la OTAN, con duras condiciones para Ucrania que consistirían en abandonar el territorio conquistado en Kursk y el mantenimiento de la ocupación de Crimea y los oblasts ocupados por Rusia. 

Se levantarían las sanciones económicas a Rusia, a cambio de retirar sus fuerzas militares a varios kms en el interior de Rusia. Se incluiría una zona desmilitarizada (semejante a la de las dos Coreas) vigilada por un contingente europeo. Por supuesto, las fuerzas estadounidenses no participarían en este contingente. En compensación a Ucrania, se pediría a la UE que la ayudara en sus esfuerzos de reconstrucción. Tendríamos una declaración oficial de alto el fuego hacia finales de abril o mayo. EEUU continuaría con su apoyo al adiestramiento de las fuerzas armadas ucranianas. Ucrania podría preparar su ingreso en la UE allá por el 2030 o 2035 . 

Recapitulando, veamos la botella medio llena en lugar de medio vacía: quizás estos desencuentros en Múnich entre aliados hayan servido como revulsivo para acciones en el seno de Europa: más capacidades, más compromiso, más Industria de Defensa. En 2024, 23 de los 32 miembros de la OTAN cumplieron con el objetivo de gastar al menos el dos por ciento del PIB en Defensa, frente a tres miembros en 2014 y seis miembros en 2021. Incluso si los aliados europeos cumplieran con el objetivo del cinco por ciento, lo cual no parece muy probable, se necesitaría un tiempo considerable para reemplazar a Estados Unidos como el facilitador clave en la OTAN, lo que significa que cualquier transferencia de recursos estadounidenses al Indo-Pacífico debiera ser coordinada de manera responsable. Mientras tanto, incluso cuando se pide a Europa que gaste más, Estados Unidos sigue gastando cerca de mínimos históricos en su porcentaje del PIB, a pesar de enfrentarse a mayores amenazas de seguridad nacional. 

A pesar de “las lecciones de moral y de principios democráticos”, a pesar de los desencuentros que no deberían airearse en público, a pesar de la aparente desunión o sensación de engaño o falta de compromiso que se pueda tener en EEUU con respecto a Europa, no creo que el vínculo trasatlántico se debilite. Sería una señal muy mala, que llegaría a Rusia y sobre todo, a China. El compromiso de Estados Unidos con la OTAN, respaldado por su postura militar avanzada en Europa, es un formidable elemento de disuasión contra la agresión y protege los intereses estadounidenses. Asimismo, a un costo sostenible europeo totalmente necesario, el apoyo de Estados Unidos a Ucrania envía un importante mensaje de disuasión a China, mientras contempla una posible agresión contra Taiwán. 

Por eso, Estados Unidos debería apoyar un plan de paz justo para Ucrania (con Ucrania y con Europa) y garantizar que la disuasión de la OTAN sea suficiente, al tiempo que trabaja con los aliados para aumentar la disuasión en el Pacífico. 

Todos estamos en el mismo barco… ¿verdad ? ¿O quizás no?

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