Europa está menos preparada para la guerra pero tiene más armas avanzadas que EEUU
La fragmentación tecnológica y política frenan una respuesta común y condenan al continente a un segundo plano global

Una misión militar de la UE en África.
Los países europeos, sumando aquellos que no pertenecen a la Unión Europea como Reino Unido, tienen más soldados e incluso, en varios campos, más armamento y sistemas de defensa avanzados que Estados Unidos. Sin embargo, la fragmentación y la falta de unidad y liderazgo hacen que no sea posible equiparar sus recursos a los de Washington o Moscú, mucho más integrados y operativos.
La falta de interoperabilidad es uno de los grandes desafíos de la defensa europea. Mientras que el Ejército de Estados Unidos utiliza 32 sistemas militares diferentes, la cifra en Europa es cinco veces superior, con 172 equipos utilizados por los distintos países, en algunos casos con incompatibilidades que harían imposible desplegarlos a la vez. Solo en lo que respecta a los vehículos acorazados de infantería, existen 23 tipologías diferentes en Europa, 20 más que en EEUU, una situación que se da en prácticamente todos los tipos de armamento, según un informe de McKinsey.
Los cazas de combate de última generación es uno de los ámbitos en los que Europa lleva décadas intentando desmarcarse de su socio atlántico, con proyectos que usan tecnología muy avanzada. El principal ha sido el Eurofighter Typhoon, con cerca de medio millar comprados por las Fuerzas Armadas de los miembros de la UE. Si se suman a los dos centenares del supersónico sueco Gripen y los otros tantos Dassault Rafale franceses, el Viejo Continente supera la cantidad de cazas de última generación F-22 Raptor y F-35 que maneja la aviación estadounidense. Además, hay proyectos en marcha para modernizar el Eurofighter y para desarrollar el Future Combat Air System (FCAS) que impulsan España (con Indra), Francia (Dassault Aviation) y Alemania (Airbus).
En cuanto al gasto militar, el claro ganador es Estados Unidos, aunque en los países de la UE ha aumentado un 30% y, sumado, supera el de Rusia. Se espera que se siga incrementando en los próximos años y el plan de rearme presentado por la Comisión Europea prevé la movilización de 800.000 millones de euros, con la emisión de deuda común por valor de 150.000 millones. Polonia está entre los países que han planteado un aumento más inmediato: su primer ministro, Donald Tusk, ha señalado que planea recuperar un servicio militar para que todos los polacos tengan preparación, incrementar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB y reclutar 300.000 nuevos soldados, además de los 200.000 con los que cuenta su Ejército actualmente, de modo que la cifra total se elevará a medio millón.
En carros de combate, Europa toma la delantera. Aunque el número de tanques ha caído en picado en las últimas décadas, sumados todavía superan los cerca de cinco millares con los que cuenta Estados Unidos, que individualmente es el que más tiene de toda la OTAN.
Asimismo, el Viejo Continente tiene uno de los arsenales más extensos del planeta de los sistemas de misiles estadounidenses Patriot, aunque Francia e Italia están tratando de colocar el SAMPT/NG como una alternativa para garantizar la soberanía europea. Alemania también ha desarrollado sistemas antiaéreos y antiartillería muy sofisticados como MANTIS o IRIS-T LSM. Además, existe un nivel significativo de adopción del sistema de defensa aérea NASAMS, desarrollado en colaboración entre Estados Unidos y Noruega.
En cuanto a misiles, la posición de los Ejércitos europeos es sólida. No solo cuenta con una parte significativa de los estadounidenses AIM-9 Sidewinder, sino que además ha desarrollado proyectos propios. Por ejemplo, los MBDA Meteor de largo alcance, utilizados por Reino Unido, Alemania, Italia y España. Los países europeos también han hecho inversiones significativas en sistemas de defensa aérea avanzados para la protección de la frontera común.
El rey de los océanos es claramente Estados Unidos, definido como imperio talásico o del mar por uno de los ideólogos de Putin, Alexander Dugin. Washington tiene desplegados 11 portaviones, más que la suma europea, que, sin embargo, sí supera a la flota estadounidense en cuanto a fragatas y submarinos.
Josep Puigsech, profesor de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), considera que tanto la capacidad armamentística de Europa como su capacidad dde fabricar este armamento «depende de Estados Unidos». «La Unión Europea tiene un punto débil, que es la OTAN, con una estructura subordinada a EEUU», plantea. Para reforzar su soberanía, el continente puede impulsar «una OTAN independiente de Estados Unidos», pero ello plantea desafíos: «¿Convertiremos a Washington en adversario?», se pregunta el docente, que estima que un verdadero rearme europeo podría requerir multiplicar por cuatro la inversión actual en defensa.
El historiador alerta que «en Europa no hay unanimidad política», ya que cada país tiene su propia orientación, lo que se traduce en «poca unidad política y militar, menos». «No tienen nada que ver los intereses de Francia y los Hungría». No ve al continente preparado para la guerra, ya que, aunque los números sean «positivos», la tecnología militar significativa es norteamericana. Para remediarlo, habría que invertir en tecnología militar puntera y propia, con un «coste social» en «pensiones, educación y sanidad».
Por otro lado, Puigsech plantea la cuestión del liderazgo. La hipotética nueva iniciativa militar europea difícilmente la podría liderar Alemania tras su papel en las guerras mundiales; tampoco Francia, que tuvo un papel secundario en las mismas. Los esfuerzos del presidente francés, Emmanuel Macron, han topado con los recelos de sus socios comunitarios y con el desprecio del ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov. Y Reino Unido, a pesar de contar con el mayor ejército de la región, está alejado por el Brexit. Hay una «falta de liderazgo», y es «más fácil generar una política militar defensiva con escudos terrestres, marítimos y aéreos que protejan las fronteras de la UE», mientras que generar capacidad ofensiva sería «mucho más complicado».
Mientras Europa se encuentra con dificultades para definir su liderazgo común en defensa, en Rusia ocurre todo lo contrario. «El putinismo se ha reforzado» durante la guerra y, salvo que la UE se convierta en unos verdaderos Estados Unidos de Europa, lo cual el académico ve improbable, está condenada a pasar a un segundo plano geopolítico en un mundo dominado por Washington, Moscú y Pekín. De hecho, para Puigsech, «el acercamiento de Rusia y EEUU es claramente geoestratégico», ya que a Moscú le interesa acabar la guerra y su consecuente desgaste, mientras que Washington desea centrarse en regiones más prioritarias de influencia como el Pacífico, y en este cambio de paradigma, «Europa es la gran perjudicada». Taiwan, que «tiene la misma función respecto a China que ha tenido Ucrania respecto a Rusia», es para los estadounidenses «una válvula para presionar a China», que «no se enfrascará en una guerra» directa.
Fuentes diplomáticas coinciden en que «estamos solos» ante la amenaza rusa. Alertan de que el armamento estadounidense puede desactivarse a través de un software y que «nadie nos querrá vender» los arsenales masivos necesarios para un verdadero rearme. Tampoco ven factible la producción propia, ya que, más allá de algunos proyectos concretos, no existe en el continente la capacidad industrial para generar una economía de guerra como la rusa y «tardaríamos demasiado» en desplegarla. Aunque no se ha documentado la desactivación por control remoto desde EEUU, técnicamente sería posible a través del control de los programas informáticos o del GPS que guía a las armas avanzadas, o bien a través de un bloqueo remoto (kill switch), o retirando el apoyo logístico y de mantenimiento, como le ha ocurrido a Ucrania con Trump, pues puede perder el suministro de sistemas clave como los misiles de largo alcance ATACMS o los lanzacohetes que los operan, los HIMARS. En cualquier caso, los números dejan de ser positivos para Europa si se tiene en cuenta su fragmentación. Y es precisamente su capacidad de dividir a Occidente una de las cualidades que le ha brindado a Lavrov reputación como diplomático.
El escudo nuclear europeo
En cuanto a la disuasión nuclear, la ventaja la llevan claramente Rusia y Estados Unidos, que tras el desarme de la Guerra Fría aún conservan cerca de 5.000 cabezas nucleares, con Europa muy lejos de estas cifras. Francia y Reino Unido, las únicas potencias del continente en este ámbito, tienen conjuntamente algo más de medio millar de ojivas, ligeramente por encima de China. Macron ha propuesto incluir a Europa en el paraguas de protección francés y Putin le ha recordado cómo acabó Napoleón.
Fuentes especializadas en el conflicto atómico señalan que una guerra con bombas nucleares es extremadamente improbable incluso en el escenario abierto con la guerra de Ucrania. Aun así, recuerdan que China, con una décima parte del arsenal de las superpotencias, ya tiene más de lo necesario para responder de forma equivalente a cualquier agresión sobre su territorio, y reclaman que se intensifiquen los esfuerzos internacionales para el desarme, ya que siempre existe un riesgo de error humano o técnico que podría desencadenar un desastre de consecuencias catastróficas, extendiéndose a partir de las grandes ciudades que fuesen objetivo de un hipotético ataque, con grandes zonas que sufrirían, además de numerosas víctimas, un colapso económico, social y en los servicios sanitarios y de emergencias.