The Objective
Crónicas de la era Trump

El «día de la liberación» de EEUU: aranceles a islas desiertas desde un jardín de rosas

THE OBJECTIVE estuvo presente en la Casa Blanca, donde este miércoles se desató una guerra comercial

El «día de la liberación» de EEUU: aranceles a islas desiertas desde un jardín de rosas

Donald Trump durante su discurso de los nuevos aranceles en el jardín de la Casa Blanca. | Carlos Barria (Reuters)

El miércoles 2 de abril amaneció soleado en Washington D. C., pero el mensaje en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca fue cualquier cosa menos ligero o pintoresco. Fiel a su mejor estilo, Donald Trump apareció rodeado de trabajadores con casco y mono —algunos traídos de plantas en Ohio y Michigan— para anunciar lo que él llamó el “día de la liberación económica de Estados Unidos”. Y bueno, apreciado lector, usted se preguntará: ¿liberación de qué? Pues déjeme que le explique.

Desde un podio adornado con banderas y flanqueado por símbolos de la industria, lanzó una batería —un arsenal, en realidad— de aranceles con una frase que resumía su lógica: “Ellos nos lo hacen, nosotros lo hacemos. Es recíproco. Es tan sencillo como eso”, dijo el presidente mientras los trabajadores aplaudían detrás de él, como telón humano de una escena meticulosamente montada por su equipo de comunicación.

Era el regreso del nacionalismo económico en su forma más cruda presentado, no en un mitin, sino en el corazón institucional del poder: la Casa Blanca. El anuncio incluyó un arancel general del 10% sobre todas las importaciones, con tarifas específicas mucho más altas: 34% a China —uno de los más castigados de la jornada—, 24% a Japón y 20% a la Unión Europea.

España, por ejemplo, verá gravámenes inmediatos sobre sectores como el vino, el aceite de oliva y piezas de automóviles. Un panorama nada primaveral, insisto. Pero en la narrativa de Trump, ni Europa ni Asia ocupan el foco: el enemigo, según él, es un sistema económico que “traicionó a nuestros trabajadores”.

Incluso, la administración Trump ha hablado de “países sucios” que, según ellos, han sido injustos con Estados Unidos.
Según Marco Frieri, economista y estratega demócrata consultado por THE OBJECTIVE, el día de la liberación solo libera a Estados Unidos “de la estabilidad económica”.

Lo único que va a lograr esto es incrementar los precios de lo que consumimos los estadounidenses, sea la comida que compramos en el supermercado, sea los automóviles. No sabemos de hecho cuál sea realmente el objetivo del señor Trump”, aseguró Frieri en declaraciones a este periódico.

Pero esta vez —y a diferencia de anteriores anuncios comerciales— no fue desde un podio improvisado ni desde una fábrica en el Rust Belt, sino desde la residencia presidencial, que suele ser poco usada para estos fines por cuenta de la suntuosidad que enmarca un jardín con historia de décadas.

Y si algo quedó claro en ese jardín presidencial es que este no fue un anuncio cualquiera. Fue una puesta en escena diseñada al milímetro para marcar el tono del segundo mandato de Trump.

Tasas a dos islas deshabitadas

La Casa Blanca repartió unos papeles con tablas y cifras presumiendo de la medida, que incluye aranceles a decenas de países y bloques económicos, incluidos China, Japón, la Unión Europea y, sorprendentemente, territorios que no tienen ni población ni relación comercial activa con Estados Unidos. Pues sí.

Uno de los ejemplos que más llamó la atención fueron las islas de Heard y McDonald: dos territorios australianos cercanos a la Antártida sin habitantes, sin puertos y sin exportaciones registradas. Su inclusión en el listado oficial de jurisdicciones sujetas a aranceles despertó desconcierto entre los reporteros que cubrimos la Casa Blanca.

¿Por qué imponerle arancel a un lugar como este? Habría que revisarlo, pero lo cierto es que desde la administración se explicó que estos anuncios en general se trataban de un proceso automático, basado en clasificaciones de comercio internacional.

Más allá del simbolismo, la aparición de este tipo de territorios refleja la dimensión —y a veces la ambigüedad— de una medida que pretende reposicionar a Estados Unidos como jugador central en las reglas del intercambio global. Aunque el objetivo a largo plazo sea, al menos, cuestionable.

El paquete arancelario fue descrito por la Casa Blanca como un esfuerzo por corregir lo que consideran décadas de desequilibrios estructurales. Según el documento oficial, se trata de “un paso para proteger la seguridad económica nacional”. O en otras palabras: producción local, empleos locales, reglas más estrictas para el resto del mundo.

La pregunta es si este anuncio que se firmó en el Jardín de Rosas de la Casa Blanca, será permanente o no. Habrá que esperar.

Publicidad