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Trump ensaya en el estado de Misisipi cómo sería EEUU sin el impuesto sobre la renta

Mississippi decreta la reducción gradual del impuesto a la renta; sustituirá su recaudación gravando la gasolina

Trump ensaya en el estado de Misisipi cómo sería EEUU sin el impuesto sobre la renta

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla en Mar-a-Lago en Palm Beach. | Kevin Lamarque (Reuters)

Mientras los españoles se preparan para el sablazo de la campaña de la renta de 2024, algunos estadounidenses han quedado exentos por completo de pagar impuestos por su trabajo. Es una de las grandes banderas del presidente Donald Trump: eliminar el income tax, el gravamen sobre la renta, y sustituir los ingresos fiscales que genera por otra de sus políticas estrella en materia exterior, los aranceles.

Será en Misisipi donde se aplique experimentalmente este modelo. Tate Reeves, desde 2020 gobernador republicano de este estado sureño del golfo de México -o de América, como lo llama el trumpismo– ha decretado la reducción del IRPF hasta el 3% para 2030, con una reducción progresiva posterior hasta alcanzar el 0% para las rentas generadas por personas físicas. El IVA para la alimentación queda reducido del 7 al 5% para julio de 2025, mientras que la gasolina estará más gravada en 2027.

Fuentes familiarizadas con el sistema fiscal español y estadounidense destacan que «Wall Street es el más afectado» por este cambio. «La pregunta es qué fuentes de ingresos tiene el Estado para poder prescindir de este impuesto», añaden, y consideran inviable trasladar esta iniciativa a un estado europeo: «En España, es el impuesto con el que se paga la mayoría de los servicios públicos, no se podrían sostener sin él actualmente».

Sin embargo, este recorte en la presión fiscal para los trabajadores estadounidenses supone un alivio para contribuyentes como Scott, un residente de Ocean Springs, Misisipi, que en conversación con THE OBJECTIVE se declara «muy emocionado» y «curioso» tanto por el cambio en el IRPF como en la aplicación de los nuevos aranceles. «Al parecer, el impuesto a la gasolina va a subir, pero prefiero tener un impuesto al consumo antes que a la renta», asegura. La producción récord de petróleo estadounidense podría permitir en teoría o bien bajar el precio del gasóleo, lo que supone históricamente un gran impulso para la economía, o mantenerlo estable incrementando su carga fiscal como vía alternativa de ingresos públicos.

Una reforma abrupta con riesgos

Valentí Pich, presidente del Consejo General de Colegios de Economistas de España, subraya que «en todos los países el impuesto a la renta es el de referencia», aunque «en Estados Unidos, el de sociedades tiene un peso enorme, más importante que en Europa». Aun así, tacha de «idea de bombero» aplicar este tipo de «cambios radicales», cuando la discusión actual en el mundo de la fiscalidad orbita acerca de aspectos técnicos en la aplicación del IRPF y la carga que debe suponer, y no sobre su eliminación.

«Un socialdemócrata te dirá que el IRPF es el impuesto que facilita una recaudación más justa en función de los ingresos, y un liberal te dirá que sí, pero que no nos pasemos porque se pueden buscar mecanismos a partir de cierto nivel para embolsárselo a través de una sociedad, no tienen porque cobrarlo directamente», señala Pich. Recuerda que en países geográficamente más cercanos a la extinta URSS, como Suecia, el tipo marginal podía acercarse al 50 o 60%. En otros países es más bajo, pero en Europa la eliminación no ha estado sobre la mesa como opción real.

Lo que sí está actualmente en discusión entre expertos fiscalistas es cómo cargar los beneficios inmobiliarios o los de las acciones y el capital, con el debate acerca de si tienen que tributar igual que las rentas del trabajo o de modo distinto. Otra de las ideas centrales es a partir de qué tipo se desincentiva el ahorro y el trabajo, y otra propuesta muy vigente es la de reducir las deducciones, porque son «simbólicas» y no suponen un ahorro significativo, pero complican la gestión y la inspección del tributo.

Pich rechaza las reformas abruptas como la de Misisipi, ya que «las cosas no son porque sí y los cambios bruscos en la sociedad, hasta que no se aplican, no sabes cómo funcionan». En este contexto, tacha la iniciativa republicana de «invento del TBO» y aconseja a los políticos «escuchar las tendencias actuales y decidir si esto va por aquí».

«Existen dos grandes corrientes, la socialdemócrata tranquila y la liberal conservadora, con más matices», explica el economista y consultor, que cree que «la fiscalidad no lo es todo, pero es una herramienta», por ejemplo, para «captar y retener» talento. También lo es la «seguridad» y «una justicia que funcione de verdad», pero incluso en el marco de los límites que fija la UE, «la fiscalidad es una palanca más». Por eso mira con más interés hacia Lisboa que hacia Washington.

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