En Venezuela lo peor de la temporada todavía está por llegar
El venezolano común está entre dos aguas: el autoritarismo del chavismo, y la presión creciente del gobierno de Trump

Un barrio de Caracas, Venezuela.Reuters
El futuro inmediato de Venezuela parece forjado a martillazos. Para quien lo quiera ver, está claro que en lo que resta de 2025 se consolida el impopular modelo chavista en el poder, mientras en lo económico se agudiza una eterna crisis sin solución a la vista.
Esta semana en la que Donald Trump inició una guerra arancelaria que apunta a detonar el orden comercial mundial, asuntos como Venezuela caen en un tercer plano de atención detrás de conflictos prioritarios.
Pero los cerca de 30 millones de venezolanos, la cuarta parte de ellos viviendo en el extranjero, necesitan discernir y explicar lo que está ocurriendo y lo que viene en camino.
También es importante para el resto de países americanos y para algunos de Europa, como España, convertida en sueño de consumo para miles de migrantes que la ven cada vez más como una alternativa, ante la agresiva campaña anti migración desatada por el presidente de Estados Unidos.
En esta guerra comercial mundial Venezuela es uno de los países más vulnerables por varias razones. La primera es que Trump le lanzó un proyectil directo, al amenazar con penar con 25% de aranceles adicionales a cualquier país que compre petróleo venezolano.
La otra es que la economía venezolana depende del petróleo, es muy poco compleja y poco diversificada y la mayor parte de sus exportaciones van a Estados Unidos y a China.
Como colofón para las dudas y certezas, el gobierno de Nicolás Maduro hasta ahora no ha explicado –más allá de las proclamas nacionalistas- cómo exactamente va a enfrentar esta nueva situación, en una economía enana que apenas llevaba tres años ensayando una recuperación desigual.
«Venezuela tiene plan para lo que venga, como venga y donde venga. Las que vengan las venzo porque Venezuela tiene un solo destino: la victoria de la paz la prosperidad, la justicia y la democracia», vocifera el caudillo.
«Nosotros estamos preparados desde hace tiempo para ese tipo de cosas. Tenemos planes para cualquier coyuntura porque somos libres, soberanos e independientes», dijo al llamar «perturbaciones» la guerra arancelaria que Trump «ha declarado contra el mundo y contra Venezuela».
Pero, ¿qué tan cierto es eso de que Venezuela no depende de nadie, y cómo marcha este país, más allá de la propaganda política?
Se estima que alrededor de dos millones de personas necesitan asistencia alimentaria, señala un informe de la FAO que ubica a Venezuela entre los 45 países del mundo que requieren ayuda externa para alimentos. En este lado del mundo, el otro país en ese estatus es el desangrado Haití.
«El acceso a los alimentos sigue siendo gravemente limitado para los hogares más vulnerables», señala la FAO, al recordar que en diciembre de 2024, el número de refugiados y migrantes que abandonaron el país desde el inicio de la crisis ascendía a 7,9 millones.
Paradójicamente la USAID –también liquidada por Trump- era el principal donante en los programas sociales para atenuar «la crisis humanitaria compleja» que vive Venezuela desde antes de que las sanciones impuestas por los sucesivos presidentes de EEUU.
Las sanciones, en represalia por los atentados contra la democracia y los Derechos Humanos y la persecución de políticos opositores, agravan la situación de una economía y una sociedad ya sometidas a un régimen autoritario y sin profesionales de la economía en el gabinete de gobierno.
Y como no hay un cambio político en el horizonte y más bien el chavismo se atornilla más en el poder, Trump tiene las excusas para seguir adelante.
«Con el tema de Venezuela la presión máxima es una meta a la que se podría llegar», advirtió esta semana en Florida el halcón Mauricio Claver Carone, el enviado especial de Trump para asuntos de América Latina.
Con respecto a Venezuela, las herramientas son diferentes a las aplicadas a Cuba, dice. «Son mucho más puntuales, efectivas tienen efectos secundarios y pueden ser más potentes».
A pesar de la geopolítica global y de otros puntos de atención como Ucrania y el Oriente Medio, «Trump sigue muy enfocado en Venezuela, y la meta es que este sea un país democrático, próspero, aliado de Estados Unidos y que deje de ser una amenaza para la seguridad y los ciudadanos de Estados Unidos», remató ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.
Atrapados sin salida
Por acá queda claro entonces que el venezolano común está entre dos aguas: el autoritarismo del chavismo, y la presión creciente del gobierno de Donald Trump, hoy por hoy la única oposición efectiva contra Maduro.
Es que la oposición interna ha sido derrotada. Quedó desmovilizada por la ola de represión y persecución política. Sus principales líderes, María Corina Machado y Edmundo González, quedaron confinados al universo de las redes sociales, los comunicados, ciertos foros internacionales y preocupados mensajes de apoyo de gobiernos amigos.
La oposición además está dividida y quedó atrás ese fugaz momento que llevó a la Plataforma Unitaria a reunir a todos los partidos opositores en torno a la candidatura sustituta de González para las elecciones del 28 de julio de 2024, en las que el oficialista Consejo Nacional Electoral proclamó ganador a Maduro sin mostrar los escrutinios por estados, municipios ni mesas de votación.
El chavismo se ha impuesto otra vez y ahora se dispone a pasar más cerrojos con unas elecciones de gobernadores y diputados este 25 de mayo. Ya esta semana ha anunciado sus primeros candidatos, los más fieles dentro de la enmarañada estructura del poder.
Entre la oposición surge una facción disidente que propugna participar en las elecciones, con el entendido de que la abstención es una renuncia, un abandono de la lucha y no conduce a nada más allá de beneficiar al propio régimen.
Machado llama a no participar, mientras grita en el desierto que hay que luchar por el reconocimiento a los resultados del 28 de julio, cuando según las actas recopiladas por la oposición el verdadero ganador fue González.
Lo cierto es que Maduro y sus militares se han impuesto por la vía de los hechos y las armas, y será muy difícil revertir ese reloj de la historia. Además de las elecciones anticipadas del legislativo y los gobernadores, el chavismo reformará la constitución para consagrar un proceso que ya comenzó para convertir a Venezuela en un Estado Comunal.
Se trata de un sistema de gobierno que se pasa por el forro a las autoridades electas de estados y municipios para darle todo el poder a unos Consejos Comunales escogidos por el partido Socialista Unido y que responden directamente al caudillo en el poder central.
El plan es aniquilar «la democracia burguesa», según el propio Maduro.
«Está muy claro: Venezuela se encamina a ser una Cuba con petróleo», define un destacado economista desde Madrid, sin abrigar ninguna esperanza de cambio.
A menos de dos meses de las elecciones, los opositores que quieren votar todavía están sin candidatos. Tampoco tiene infraestructura, fondos, ni espacios en canales de radio y TV, ni públicos ni privados. El chavismo corre solo y ya todos saben quién arrasará en los resultados.
El caso es que estos derroteros darán más argumentos a los radicales a favor de apretar las sanciones contra Maduro y la macolla en el poder.
Y con sanciones se agravará la situación de millones de venezolanos, especialmente de ese 80% que está en contra del chavismo y que ya desde hace años pide un cambio político.
La economía, estúpidos
Ya la devaluación crónica del malogrado bolívar se ha acelerado y supera este año el 50% en el mercado paralelo y el 28% en el oficial. Esto acelera una inflación que superará el 220% según los primeros cálculos del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello.
«Nadie ahorra hoy en bolívares porque eso se transforma en cuestión de pocas horas en nada», resumía el economista Pedro Palma, de la firma Ecoanalítica, en un reciente foro sobre el impacto del tsunami cambiario en esta economía dolarizada y con alta dependencia a las importaciones.
Entre las medidas de Trump está el fin de la licencia a la petrolera Chevron para que trabajara en sociedad con Maduro, pese a las sanciones. También revocó esas licencias a Repsol, ENI y otras petroleras internacionales que aportaban dólares a la economía.
Entre los aranceles a las exportaciones petroleras y el fin de esas licencias, se estima que cae en 30% la ya escasa disponibilidad de divisas, según economistas. Esto impulsa la devaluación que se transmite directamente a los precios.
«La inflación está actualmente oscilando entre un 8% y un 10%, para marzo holgadamente supera 11%», señala Palma sobre el efecto de ese dislocamiento del tipo de cambio.
«¿Qué nos espera en el futuro? Todas estas cosas que estamos viendo, con una radicalización de las sanciones petroleras al país, lo que van a llevar incuestionablemente es a una reducción importante de los volúmenes de producción y de exportación de petróleo», advierte Palma.
«Eso se va a traducir en una escasez de divisas en el mercado» dice al anticipar una depreciación aguda del bolívar, un repunte inflacionario, una reducción aún mayor de la capacidad de compra de la población. “La gente se va a empobrecer más”, en una recesión económica importante, resume.
«Si esas sanciones se materializan con la intensidad con que se están anunciando, las grandes víctimas van a ser los ciudadanos venezolanos y las empresas privadas que hacen actividad aquí en el país. Porque esas sanciones no tumban gobierno», acota Palma, uno de los economistas más reconocidos de este país curtido en crisis encadenadas.