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La compraventa de Groenlandia

«Los políticos de Groenlandia son independentistas y sostienen que gozan del derecho de autodeterminación»

La compraventa de Groenlandia

Ilustración de Alejandra Svriz.

El presente artículo trata sobre la posible compraventa de Groenlandia por los Estados Unidos de América (en adelante EEUU). En primer lugar, veremos las compraventas de territorios durante la historia. Después las relaciones territoriales entre los EEUU, Dinamarca y Groenlandia. En tercer lugar, analizaremos la geografía de Groenlandia, su estatuto jurídico y, en cuarto lugar, las razones que hacen de Groenlandia un lugar caliente de las relaciones internacionales. Por último, analizaremos las dificultades que desde el Derecho internacional se pueden plantear hoy a la evolución del Estatus de Groenlandia.

Las compraventas de territorios

La soberanía sobre los territorios es algo que varia con el tiempo. Cada época tiene sus métodos. En el siglo XX, el mapa cambió continuamente, casi siempre sobre la base del derecho de autodeterminación. Antes fueron las guerras de conquista, los matrimonios dinásticos, las herencias y los descubrimientos. Formas más próximas al derecho civil, como el arrendamiento y la compraventa, se han utilizado en los siglos XIX y XX. Se arrendó el Canal de Panamá y una parte de Hong Kong que, después, volvieron a sus dueños. La compraventa se utilizó en el siglo XIX porque el Congreso de Viena de 1815 inauguró una época de paz en la que empezaba a no aceptarse la conquista. Ello hizo buena la idea de Monnet de que los países deben comerciar en vez de hacerse la guerra.

Los EEUU compraron Luisiana a Francia en 1803 y Alaska a Rusia en 1867. También compraron Tejas, Nuevo México y California a México en 1838. España vendió, en 1819, la Florida a EEUU. El noventa y ocho trajo dos ventas españolas. A Alemania las Islas Carolinas y las Marianas en 1899 y, a los EEUU en 1898, las Filipinas. También en 1767 Francia vendió a España una porción de las Malvinas.

Vemos cómo la compraventa fue una forma ampliamente utilizada en el siglo XIX que tuvo poca importancia antes y escasa después.

Las relaciones entre los EEUU, Dinamarca y Groenlandia

En 1867 Dinamarca y los EEUU convinieron la venta de las Islas Occidentales Danesas, que hoy son las Islas Vírgenes Americanas. El Tratado fue ratificado por Dinamarca, pero el Senado americano negó su ratificación. Los senadores estaban arrepentidos de haber autorizado la compra de Alaska y sentían haber pagado tan cara una tierra que, en su opinión, solo tenía nieve y hielo.

El interés norteamericano por las actuales Islas Vírgenes se despertó por la construcción del Canal de Panamá y el creciente interés alemán en la zona. El puerto de San Thomas pasó a ser muy atractivo. Pero más determinante fue que, en 1873, la Hamburg-American Line había obtenido la concesión del puerto de St. Thomas y el káiser Guillermo II era el mayor accionista de la compañía. La gran guerra hizo decaer el negocio y la impopularidad de la guerra submarina hizo que el interés americano se incrementara. Además, la Hamburg-American Line estaba financiada por bancos alemanes y, si se «levantaba el velo», después de que Alemania y EEUU se declararan la guerra, EEUU podría proceder a la confiscación. Más valía firmar un tratado y cobrar 25 millones de dólares en monedas de oro.

El Tratado que incluía la compraventa se firmó y ratificó entre 1916 y 1917 y, esta vez, el Senado americano solo tardó un mes en prestar su consentimiento.

En este ambiente no podía faltar algún tipo de intención contractual de los EEUU respecto a Groenlandia que intentaron comprar sin éxito en 1867 y en 1910. La oferta más verosímil vino en 1946 por parte del presidente Truman, que ofreció cien millones de dólares, pero fue rechazada.

La oferta de 1946 era consecuencia de lo ocurrido durante la segunda guerra mundial. La invasión de Dinamarca por Alemania hizo imposible el ejercicio de la soberanía danesa sobre Groenlandia. El ejército americano ocupó el vacío y se estableció en Groenlandia durante la guerra. En ese momento, Groenlandia era de hecho una terra nullius. Con el fin de la guerra los EEUU se enfrentaban a un dilema. La Carta del Atlántico establecía que la guerra, para los aliados, no tenía ningún objetivo de «engrandecimiento territorial o de otro tipo» y que cualquier engrandecimiento territorial tendría que realizarse «con los votos libremente expresados de los pueblos interesados». Por otra parte, la realidad posbélica hacía que irse de Groenlandia hubiera sido una enorme irresponsabilidad. La oferta de Truman de comprar Groenlandia por cien millones de dólares fue rechazada. Al final, en 1951 se firmó un acuerdo que legitimaba la presencia militar americana en Groenlandia. 

La geografía de Groenlandia

Groenlandia es la isla más grande del mundo situada en el hemisferio norte entre los meridianos 15W y 75W, el sur está encima del paralelo 60N y la parte más septentrional está más allá del paralelo 80N. Tiene una superficie de 2.175.600 kilómetros cuadrados y tenía en 2023 una población de 56.865 habitantes.

Situar a Groenlandia en uno de los dos continentes no es fácil y en el Atlas es difícil localizarla: en los mapas de Europa no cabe y en los de América tampoco aparece totalmente. Es acertada la definición de la Enciclopedia Británica que sitúa Groenlandia en las estribaciones del continente americano cerca de Islandia y a no más de 26 kilómetros de Canadá.

El estatuto internacional de Groenlandia

La soberanía sobre Groenlandia la ostentaron durante siglos la unión de los reinos de Dinamarca y Noruega.

Las guerras napoleónicas enfrentaron a la unión con Suecia. Dinamarca era aliada de Napoleón, lo que dio lugar a que, tras la batalla de Leipzig, en 1813, se firmara en 1814 el Tratado de Paz de Kiel que imponía la cesión de Noruega a Suecia, con la excepción de Groenlandia, Islandia y las Islas Feroe, que siguieron bajo soberanía danesa. 

Durante los años diez y veinte del pasado siglo, el Gobierno danés trató de conseguir que las distintas potencias reconocieran su soberanía sobre Groenlandia. No hubo oposición salvo la de Noruega. Pero el interés noruego sobre las islas Spitsbergen posibilitó un acuerdo. Dinamarca reconocería la soberanía noruega sobre el Spitsbergen a cambio de que Noruega reconociera la soberanía danesa sobre Groenlandia. El reconocimiento se contiene en lo que el Tribunal de La Haya denomina la «Declaración Ihlen». El Tribunal determinó que la declaración del ministro de Asuntos Exteriores noruego, incluso oral, comprometía al reino de Noruega. 

Así, en la década de los treinta, Dinamarca, tras los sucesivos reconocimientos y dos sentencias del Tribunal de La Haya contrarias a Noruega, había afianzado su título jurídico sobre Groenlandia. 

Groenlandia fue una colonia danesa hasta 1953 en que pasó a ser una parte del Reino de Dinamarca. En 2009 se proclamó la Ley 412 sobre el autogobierno de Groenlandia. Esta Ley le da al Gobierno de Groenlandia una libertad casi total para regir sus asuntos, con la salvedad de que en determinados asuntos internacionales tiene que actuar de consuno con el Gobierno danés. 

El Reino de Dinamarca no es un Estado unitario ni una Federación. Es un Reino constituido por tres elementos: la Dinamarca europea, las Islas Feroe y Groenlandia. Es una especie de Commonwealth o reino unido que da mucha libertad a sus partes de modo que, desde 1985, Dinamarca sigue siendo miembro de la UE de la que Groenlandia ya no forma parte.

Respecto a EEUU, Dinamarca tiene una situación algo especial.

La política exterior americana ha estado basada en la Doctrina Monroe de la que Groenlandia parece ser una excepción.

La Doctrina Monroe, en 1823, trataba de afrontar dos amenazas. EEUU se sentía amenazado por la soberanía rusa de Alaska, lo que se solucionó mediante compraventa. Además, se temía que la «Santa Alianza»creada en 1815 tratara de revertir la independencia respecto a España de las nuevas Repúblicas Americanas. Si España recuperaba sus colonias, el Reino Unido podría hacer lo mismo respecto a los Estados Unidos.

La Doctrina fue reinterpretada por los presidentes Willian MacKinley y Theodore Roosevelt incluyendo el «destino manifiesto» que los EEUU tenían respecto a intervenir en todos los asuntos americanos. Ello llevaba a reconocer la compraventa como un medio válido para aumentar el territorio salvo que medios más coercitivos tuvieran que animar las trasmisiones voluntarias.

«El mercado de las tierras raras no es competitivo, más bien hay una situación de cuasi monopolio por parte de China. De ahí la importancia de la existencia de minas en un ámbito geográfico occidental»

Sin embargo, en las distintas acciones basadas en la Doctrina Monroe no se habla de Groenlandia, que queda como una excepción a la Doctrina. También podría ser que Groenlandia no se considerara parte de América o, al menos, parte política de América, aunque geológicamente no queda duda de su pertenencia. Precisamente el Tratado de 1916 es una excepción a la Doctrina Monroe y, debe recordarse, que incluía una declaración que decía: «The undersigned Secretary of the State of the United States of America, duly authorised by his Government, has the honor to declare that the Government of the United States of America will not object to the Danish Government extending the political and economic interest to the whole of Greenland».

Hay una ley general que rige las relaciones entre Dinamarca, Groenlandia y los EEUU contenida en el párrafo 2 del artículo 4 de la Carta de la ONU que prohíbe «recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado…» y hay también una ley especial que es la declaración formal de 1916 que hemos citado. A esto se une el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, sobre las consecuencias de que un país signatario del Tratado sea atacado por un enemigo exterior. No puede entenderse una agresión dentro de la OTAN, pues habría que disolver la Organización con carácter previo.

La gran importancia de la evolución de Groenlandia

La situación actual de Groenlandia no es estable. Se puede ir hacia la independencia o a una mayor integración en la UE, en la OTAN o en América. Esta evolución tiene consecuencias mineras, de transporte y geopolíticas.

Las cuestiones mineras van unidas a las llamadas tierras raras. Éstas son los 17 elementos números 21, 39, 57 y 58 a 71 de la Tabla Periódica. Son imprescindibles para muchos de los procesos industriales, especialmente para la industria de las comunicaciones. 

El mercado de las tierras raras no es competitivo, más bien hay una situación de cuasi monopolio por parte de China. De ahí la importancia de la existencia de minas en un ámbito geográfico occidental. En otros tiempos la extracción de minerales en Groenlandia era muy costosa, pero el deshielo continuo que se está produciendo hace viables las explotaciones.

Respecto al transporte marítimo, civil o bélico, recordemos que lo que Cristóbal Colón buscaba era el paso desde el Océano Atlántico al Pacífico y luego al Índico. Para pasar del Atlántico al Pacífico hay que ir por el Estrecho de Magallanes o dar la vuelta por el Cabo de Hornos. En todo caso, muchos kilómetros. 

Las circunstancias anteriores unidas al hecho de que los «mares del Sur» estuvieran dominados por las Marinas Española y Portuguesa, llevaron a la Marina Británica a buscar un paso por el norte de Canadá o por el norte de Rusia. Los mares helados impedían la navegación, pero el deshielo la hizo posible. Jordi Torrent ha señalado: «El 16 de agosto de 2017 el buque metanero ruso Christophe de Margerie realizó un viaje entre Noruega y Corea del Sur navegando a lo largo de la costa norte de Rusia. Sin la ayuda de rompehielos, y en 19 días, un 30% más rápido que por la ruta habitual de Suez».

Está claro que se han abierto dos rutas marítimas nuevas, por el norte de Rusia o por el norte de Canadá. Pero el artículo 234 de la Convención sobre Derecho del Mar otorga a los países ribereños de las «zonas cubiertas de hielo» unas competencias de regulación muy rigurosas que dificultarán mucho la navegación sobre todo en el paso ruso. Por ello será conveniente la navegación por Canadá. Ello da una importancia enorme a Canadá, pero también a Groenlandia que será, con Canadá y los EEUU, el territorio costero de esta nueva ruta.

Dentro del apartado geopolítico hay que incluir la detección de misiles. Además, la delimitación de las aguas del Ártico es un asunto pendiente y que, probablemente, será una prolongación de las costas de los Estados Árticos. De ahí la importancia de quien rija Groenlandia en los próximos años.

La solución: independencia, compraventa o cooperación

Los políticos de Groenlandia son independentistas y sostienen que el pueblo de Groenlandia goza del derecho de autodeterminación. La Ley de autonomía de Groenlandia les da la razón. En su preámbulo se reconoce expresamente que el pueblo de Groenlandia, de acuerdo con el Derecho internacional tiene el derecho de autodeterminación. Además, el capítulo 8 de la Ley trata sobre el acceso de Groenlandia a la independencia, que necesitaría la aprobación por referéndum del pueblo groenlandés y la autorización del parlamento de Dinamarca.

Este es el punto verdaderamente problemático. De los párrafos anteriores se deduce que estamos ante una cuestión de enorme importancia estratégica para todo el mundo occidental. La preocupación ante el futuro rumbo de Groenlandia se entiende con facilidad. Una ley danesa puede no ser suficiente para otorgar el derecho de autodeterminación. Los Estados necesitan tener población, territorio y gobierno. No es fácil definir lo que es un pueblo como sujeto de derecho, pero parece que hay límites cuantitativos mínimos que no se pueden traspasar. Resulta difícil reconocer a cincuenta mil personas los derechos de soberanía sobre un territorio que tiene una superficie de cuatro veces España. Por ejemplo, la Resolución 2065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas cuando se refiere a los habitantes de las Islas Malvinas habla de los «intereses de la población», pero no de la soberanía. En todo caso, el estatus futuro de Groenlandia es algo que afecta a los intereses más intensos de nuestro mundo y habrá de tratarse con la mayor responsabilidad. 

En el siglo XIX, la compraventa y la apelación a lo mercantil era fuente de paz. Los europeos lo sabemos bien. En 1957 se decretó que los Estados europeos en vez de hacer la guerra comerciarían los unos con los otros. Consecuentemente si la compraventa no se acepta, la solución estaría en la cooperación en el marco de la OTAN. Es lo que se hizo para reunificar las Alemanias.

En todo caso, el nuevo estatus de Groenlandia tendrá que solucionarse en el marco de la comunidad jurídica onusiana nacida en 1945. Sin violencia y por medio de tratados. Hacerlo de otra forma sería una regresión de la civilización. 

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