La Internacional Socialista ha perdido cuatro países en Europa desde que la lidera Sánchez
Con Sánchez como presidente, los socialistas se hunden también en América y Asia, siendo África su único referente

Pedro Sánchez con su entonces secretaria general, Benedicta Lasi de Ghana, en 2022 tras ser proclamado dirigente de la IS. | Ricardo Rubio (Europa Press)
Pedro Sánchez presidió este sábado en Estambul la reunión del consejo de la Internacional Socialista con los mantras de siempre: que si Israel, que si el auge de la ultraderecha, que si la descomposición del multilateralismo. Ni una palabra de autocrítica sobre la deriva del foro que dirige desde hace dos años y medio. Pero la realidad es tozuda. Desde que Sánchez asumió la presidencia en 2022, la organización ha perdido cuatro gobiernos en Europa y solo conserva el poder en España, Albania, Malta y San Marino. Dos de ellos, irrelevantes en el tablero continental, y el tercero con escaso peso geopolítico en la Unión Europea.
Este declive ha dejado a Sánchez como el único exponente socialista en Europa. Su capacidad para liderar desde la IS se ha visto así mermada, reducido en la práctica a un cargo más honorífico que operativo, sin base política real sobre la que apoyarse. La falta de gobiernos aliados en el continente diluye su autoridad internacional y convierte cada cumbre del foro que dirige en un acto que pasa inadvertido. Es probable que, hace dos años y medio, Sánchez se imaginara protagonizando las grandes ofensivas electorales de la izquierda global, como en aquellos años en los que el socialismo gobernaba media Europa y América Latina. Hoy, en cambio, encabeza una organización con más pasado que presente.
Las derrotas europeas más sonadas se han producido en Finlandia, Portugal y Rumanía, donde los socialdemócratas han sido desalojados del poder sin que la Internacional moviera un músculo. En Finlandia, el Partido Socialdemócrata (SDP), con Sanna Marin a la cabeza, fue derrotado en 2023 por los conservadores. En Portugal, los comicios legislativos del pasado 18 de mayo supusieron una derrota severa para el Partido Socialista, que facilitó el retorno de la derecha al poder y provocó la dimisión de su líder, Pedro Nuno Santos. En Rumanía, el Partido Socialdemócrata (PSD), que había logrado cierta estabilidad, ha vuelto a la oposición tras perder relevancia institucional. A esos tres habría que sumar el caso de Eslovaquia, gobernada por un socialista, Robert Fico, cuyo partido (SMER) ha sido apartado de los socialistas en el Parlamento Europeo y de la IS por sus posiciones prorrusas.
Pérdida de influencia global
Más allá de la pérdida de poder en Europa, la IS no ha sabido construir una estrategia común o cohesionar una respuesta política eficaz ante los nuevos desafíos globales. No ha sabido incorporar nuevos gobiernos relevantes en el continente. En el Reino Unido, el Partido Laborista de Keir Starmer, que arrasó en 2024, mantiene una relación distante en la Internacional Socialista, donde no tiene poder de decisión ni de voto. Tampoco entra en la cuenta el caso de Alemania, a pesar la debacle electoral socialista de proporciones históricas de hace tres meses, dado que el SPD —uno de los partidos socialistas más importantes del continente— no pertenece a la familia presidida por el español.
A esta cascada de derrotas para la Internacional Socialista hay que añadir que siguen contabilizando entre sus miembros a partidos políticos ya desaparecidos. En Azerbaiyán, por ejemplo, el Partido Socialdemócrata (SDPA) figura como miembro pese a haber sido disuelto en 2023. Tampoco ayuda el hecho de que algunos gobiernos alineados con la IS generen contradicciones diplomáticas en España. Es el caso de Kosovo, gobernado por el Movimiento por la Autodeterminación (LVV), miembro de la IS. Sin embargo, España no reconoce a Kosovo como Estado, lo que deja en evidencia una flagrante contradicción entre la política exterior española y la presidencia de Sánchez en la organización.
El «bastión» africano
Frente a esta decadencia en Europa, África se ha convertido en el «único bastión real» de la Internacional Socialista. Hoy, ocho gobiernos africanos siguen en manos de partidos miembros de la IS, pese a haber perdido el poder en Mali y Níger y haberlo conquistado en Ghana. Pero el espejismo se desvanece al mirar el conjunto: en otros 13 países del continente, los socialistas africanos están en la oposición. Por todo ello, la organización presidida por Sánchez tiene hoy más peso institucional en Maputo, Dakar o Accra que en Berlín, París o Lisboa.
La tendencia de hundimiento de los socialistas no es nueva, pero sí se ha intensificado bajo el liderazgo de Sánchez. En América Latina, la organización también ha quedado fuera de los principales gobiernos de izquierdas. Países como Brasil, México, Colombia o Bolivia están liderados por partidos de izquierda que no forman parte de la IS, sino de la Alianza Progresista impulsada por Lula da Silva, que se ha convertido en la alternativa de referencia al liderazgo de Sánchez.
En Brasil, el Partido de los Trabajadores (PT) ni siquiera está afiliado a la IS, mientras que el PDT, que sí lo está, no tiene peso político real. En México, el PRI –tradicional miembro de la IS– fue arrasado por Morena, el partido de López Obrador y su sucesora Claudia Sheinbaum. En Colombia, el Partido Liberal (PLC) no lidera el gobierno de Gustavo Petro, sino que lo apoya desde fuera. En Chile, aunque tres partidos miembros de la IS (PPD, PR y PS) forman parte del gobierno de Gabriel Boric, su influencia ha sido relegada frente al Frente Amplio y el Partido Comunista. En Argentina, el socialismo institucional es inexistente, tras la victoria aplastante hace año y medio de Javier Milei.
Otro de los casos más peculiares es el de Puerto Rico, donde el Partido Independentista Puertorriqueño, firme defensor de la separación de Estados Unidos, figura como miembro activo de la IS. La paradoja es evidente. La organización presidida por el presidente del Gobierno de España —aliado tradicional de Washington— acoge en su seno a un partido que defiende la ruptura con Estados Unidos.
Pérdida de centralidad internacional
En el caso de Asia, la Internacional Socialista también ha perdido protagonismo. Solo conserva dos gobiernos afiliados: Mongolia y Palestina. En este último caso, el liderazgo de Fatah permanece en entredicho dado que no se celebran elecciones desde hace dos décadas, y su autoridad no es reconocida en la Franja de Gaza por Hamás. El papel de la IS en el continente más poblado del mundo es, por tanto, meramente simbólico.
Así las cosas, la geografía del socialismo internacional se ha desplazado. Hoy, la Internacional Socialista tiene más presencia en Bamako que en Bruselas, más fuerza en Luanda que en Lisboa. Pedro Sánchez conserva la presidencia de la organización, pero su liderazgo es más simbólico que efectivo. Europa, Asia y América retroceden, África resiste. En esa reorganización silenciosa del mapa político global, el jefe del Ejecutivo español encabeza una organización que se aleja de los centros de decisión reales y sobrevive más por inercia que por relevancia.