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EEUU acelera la fabricación de drones baratos ante la amenaza de una guerra de enjambres

El anuncio del secretario de Defensa anticipa una reconversión de la industria militar hacia un modelo más ágil y letal

EEUU acelera la fabricación de drones baratos ante la amenaza de una guerra de enjambres

Pete Hegseth ordena un aumento masivo en la producción de drones ante la amenaza global. | Isaac Llanez Delgado (SeD)

El Pentágono ha activado la alarma. En un movimiento sin precedentes, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, ha ordenado la producción masiva de drones militares de bajo coste para enfrentar lo que ya se conoce en los círculos estratégicos como la «guerra de enjambres», una nueva forma de combate basada en la saturación del enemigo mediante enjambres de aeronaves no tripuladas. La medida llega tras las lecciones que ha dejado la guerra en Ucrania y las recientes operaciones de inteligencia de Israel contra Irán, donde drones pequeños, baratos y camuflados han logrado inutilizar infraestructura militar de alto valor, desde sistemas antiaéreos hasta bombarderos estratégicos.

La decisión fue anunciada esta semana en un vídeo oficial difundido por el Departamento de Defensa en redes sociales. En él, Hegseth aparece caminando entre una formación de drones mientras suena de fondo «Enter Sandman» de Metallica, un guiño simbólico al nuevo tipo de guerra nocturna e imprevista que estas armas permiten. En una escena que ya se ha vuelto viral, el secretario extrae un documento oficial de una nave no tripulada y lo firma, dando luz verde al despliegue acelerado de estas unidades en todas las ramas de las Fuerzas Armadas.

«Vamos a armar a nuestras unidades de combate con una variedad de drones estadounidenses de bajo coste desarrollados por los mejores ingenieros e inteligencias artificiales del país», afirmó Hegseth. «Mientras entrenamos, nos preparamos para luchar. Y lucharemos como entrenamos».

Una estrategia en tres pasos

Según explicó el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, la nueva política se basa en tres pilares fundamentales. En primer lugar, impulsar la industria nacional de drones, eliminando regulaciones obsoletas que impedían escalar la producción y aprobando cientos de modelos de fabricación estadounidense para su compra inmediata por el ejército. Por otro lado, la entrega de esas herramientas directamente a las unidades que están sobre el terreno, evitando las demoras burocráticas que han ralentizado la modernización militar. Finalmente, la incorporación de los drones a todos los programas de entrenamiento militar, incluidos ejercicios reales de combate entre regimientos equipados con sistemas autónomos y tripulados.

«Este cambio de paradigma elimina la burocracia inútil y pone los drones en manos de quienes realmente los necesitan», aseguró Parnell. «Gracias al ahorro generado por el Departamento de Eficiencia Gubernamental, vamos a invertir en una revolución tecnológica para el campo de batalla».

De la disuasión nuclear a los enjambres de plástico

El detonante de esta transformación fue la llamada Operación Telaraña, llevada a cabo por Ucrania en junio. En pocas horas, más de 117 drones camuflados y de bajo coste penetraron el espacio aéreo ruso, alcanzando cuatro bases militares y destruyendo más del 30% de la flota de bombarderos de misiles de largo alcance de Moscú.

Este ataque asimétrico dejó al descubierto una vulnerabilidad crítica: el armamento tradicional, caro y complejo, puede ser neutralizado por tecnologías mucho más baratas y ágiles. El modelo de guerra ha cambiado. Y Estados Unidos no quiere quedarse atrás.

Países como Irán, China y Rusia producen millones de drones cada año. Algunos de estos aparatos han sido vistos en manos de milicias en Siria, Irak o Yemen. Otros, como los iraníes, ya han matado a soldados estadounidenses en ataques como el de enero de 2024 en la base de Tower 22, en Jordania. «Mientras nuestros adversarios fabrican millones de drones por año, nosotros estábamos atrapados en trámites y papeles, pero eso se acabó», sentenció Hegseth. «Fuimos elegidos para rehacer el ejército y adaptarlo a las amenazas del presente».

La «muerte del tanque» y el nacimiento del dron

Empresas como Vector y Epirus lideran la nueva industria bélica estadounidense. La primera ha desarrollado el dron Hammer, inspirado en las tácticas ucranianas, capaz de portar cinco kilos de explosivos, recorrer 20 kilómetros y destruir un vehículo blindado a razón de 300 euros.

«No necesitamos más drones de un millón de dólares fabricados por grandes empresas», asegura Brett Villakovich, asesor de Vector y testigo directo en el frente ucraniano. «Necesitamos miles de drones al mes como los que se están usando en Kiev y que arrasan costosos tanques a diario».

Villakovich compara esta revolución tecnológica con la escena de La Guerra de las Galaxias donde un simple piloto lanza una bomba en el corazón de la estación espacial imperial, Estrella de la Muerte: «La guerra ha cambiado y no podemos seguir combatiendo con esquemas del siglo XX», afirma.

El enemigo también está en casa

Aunque gran parte de la inversión irá destinada a reforzar las defensas en el extranjero, el Pentágono ha reconocido que la amenaza ya no es solo externa. En diciembre de 2023, drones no identificados sobrevolaron una base aérea en Virginia donde se alojaban cazas F-22. El incidente, aún bajo investigación, disparó las alarmas sobre un posible ataque similar al que sufrió Rusia.

«¿De verdad creemos que un adversario no se podría infiltrar drones en suelo americano?», se pregunta retóricamente el asesor Christian Brose, profesor de Stanford y presidente de Anduril Industries. «Lo que hizo Ucrania, también lo pueden hacer otros actores no estatales».

Por ello, el plan incluye nuevos sistemas de defensa anti-dron, como los desarrollados por Epirus, que emplean microondas de alta potencia para neutralizar enjambres completos. Ya se han probado con éxito en escenarios reales de Oriente Medio y el Pacífico.

El nombramiento de Hegseth como secretario de Defensa fue inicialmente polémico. Hoy, muchos lo ven como el «disruptor necesario» para transformar un sistema obsoleto. Con su impulso, se espera que empresas como Vector, Epirus o Anduril lideren una nueva era en la guerra tecnológica. Ahora Hegseth no sólo reactiva la capacidad industrial estadounidense, sino que también rompe con décadas de inercia en el modelo de compra de material militar. Si el plan tiene éxito, Estados Unidos podría volver a liderar la carrera tecnológica armamentística, pero esta vez con pequeños drones en lugar de grandes portaaviones. «Los drones ya no son instrumentos de vigilancia», concluyó Hegseth. «Son munición. Y vamos a fabricarlos como si estuviéramos en guerra». La guerra de enjambres ha comenzado. Y Estados Unidos ha decidido no quedarse atrás.

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