Europa debe luchar. ¿Sabrá hacerlo?
Los drones rusos que violaron el espacio aéreo de Polonia han llevado a cabo una agresión contra toda la OTAN

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante el debate sobre el estado de la UE. | Reuters
«Una lucha por un continente íntegro y en paz. Por una Europa libre e independiente. Una lucha por nuestros valores y nuestras democracias. Una lucha por nuestra libertad y nuestra capacidad de decidir nuestro propio destino». Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pronunció este miércoles su discurso del estado de la Unión horas después de la violación del espacio aéreo polaco -es decir, del espacio aéreo de la OTAN- por una veintena de drones rusos fabricados en Irán y utilizados para atacar a Ucrania: cientos de estos drones destrozan cada noche destrozan sus ciudades y matan a los ucranianos. Al menos uno de ellos impactó en un edificio residencial del pueblo polaco de Wyryki, al este del país. El resto fue derribado por fuerzas de Polonia, Holanda, Alemania e Italia.
El Kremlin ha intentado justificar lo ocurrido como un error, con poco éxito. En palabras de Kaja Kallas, la alta representante de la UE, hay indicios de que la violación del espacio aéreo polaco «fue intencional, no accidental». Ha habido antes incidentes similares, y los expertos explican que se trata de globos sonda de Moscú para poner a prueba la reacción europea e internacional, para comprobar cómo de débil es la reacción. Si los rusos consideran que su mensaje no tiene una contestación firme, asestarán nuevos golpes. Han llegado hasta donde han llegado por las respuestas insuficientes de EEUU y la UE desde la invasión de Crimea, hace 11 años.
Al menos en su discurso de Estrasburgo, la presidenta Von der Leyen acertó en la forma y en el contenido, encabezó la reacción mayoritaria de los parlamentarios europeos -la extrema izquierda y la extrema derecha no están en esta posición- y señaló que «se están trazando ahora mismo las líneas de batalla de un nuevo orden mundial basado en el poder». Así que -reiteró Von der Leyen- «Europa debe luchar».
La presidenta europea tiene razón. Pero sus palabras llegan quizá tarde. No existe todavía una defensa europea digna de ese nombre, por razones políticas y militares. La operación conjunta aliada ha sido la primera contra armamento ruso que atacaba suelo europeo en los últimos años.
Además, el momento europeo es delicado. En primer lugar, porque EEUU -ahora mismo bajo el shock del atentado de anoche en Utah contra Charlie Kirk, un destacado seguidor de Trump- no está actuando como el aliado clave de Europa que ha sido desde hace 80 años. Ni en asuntos de seguridad y defensa, ni en materia económica y comercial pueden los europeos contar con un amigo al otro lado del Atlántico como el que han tenido desde la Segunda Guerra Mundial, por la debilidad de Trump ante Vladímir Putin y los autócratas del mundo.
A la luz de la agresión de drones contra Polonia, cobra mucho más sentido la alarma de los países europeos más cercanos a Rusia -los bálticos, sobre todo- ante los aparentes planes de Washington de recortar la ayuda para defensa, según una información del Financial Times. No hay confirmación oficial, pero la agencia AP cita fuentes de la Casa Blanca para especificar que los recortes afectarán a la compra de armas y munición de los países del flanco este de la OTAN, además del entrenamiento de fuerzas especiales y del respaldo de los servicios de inteligencia, y que se enmarcan en el objetivo de Trump de que «Europa asuma más responsabilidades en su propia defensa». Laudable objetivo: lástima que en este momento se ajuste perfectamente a las necesidades de Putin.
Irónicamente, Estonia, Letonia y Lituania, además de Polonia -todos ellos con durísimas experiencias históricas sufridas por las acciones de la antigua Unión Soviética y Rusia contra sus territorios y ciudadanos-, están entre los países de la OTAN que más gastan en defensa y que no frivolizan ni regatean con el objetivo de dedicar el 5% de su PIB al esfuerzo militar a partir de 2026.
Varios congresistas demócratas y republicanos de EEUU involucrados en los asuntos de relaciones exteriores y defensa han expresado su alarma ante los posibles recortes y confían en que los planes no se lleven a cabo. Mientras tanto, Polonia ha invocado el artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte, que estipula que «los aliados se consultarán siempre que, a juicio de alguno de ellos, su integridad territorial, independencia política o seguridad se vean amenazadas». Los principales líderes europeos -no consta que el presidente del Gobierno español, metido en otras batallas, participara en la primera oleada de contactos- mantuvieron esas consultas urgentes y condenaron lo ocurrido, con la cabeza puesta en el artículo 5 del Tratado, que implica una acción militar conjunta para defender al país aliado que haya sufrido un ataque.
El momento es muy difícil también por razones internas europeas. Francia, uno de los pilares de la UE, atraviesa una situación política frágil desde hace meses. El primer ministro, François Bayrou, ha dimitido después de nueve meses en el puesto e incapaz de sacar adelante el plan de fuertes recortes presupuestarios para hacer frente a la asfixiante deuda pública.
La incertidumbre francesa, las dificultades políticas en Alemania y Reino Unido y los avances de la derecha radical frente a conservadores y socialdemócratas juegan en contra de la estabilidad europea, que sería vital para gestionar la difícil relación con EEUU. La tensión entre nacionalistas y europeístas y la insatisfacción ciudadana provocada por el cierre en falso de la crisis global de 2008 y la ausencia de una política común de inmigración ayudan muy poco a reflexionar y actuar sobre la relación con Washington, la necesaria inversión en la defensa colectiva y el desenlace de la guerra de Ucrania. Y todo lo que no sea disuadir a Putin -hacerle pagar un precio insoportable por sus agresiones- dejará en meras palabras el discurso de la presidenta Von der Leyen.