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Internacional

La ola de protestas juveniles llega a Marruecos: la Generación Z se rebela contra la corrupción

Los jóvenes se manifiestan con mayor frecuencia, incluso logran derrocar gobiernos como en Nepal y Madagascar

La ola de protestas juveniles llega a Marruecos: la Generación Z se rebela contra la corrupción

Multitud de jóvenes marroquíes protestan en varios puntos del país vecino. | Reuters

La Generación Z está alzando la voz. En varios países, miles de menores de 30 años han tomado las calles para cuestionar a sus gobiernos y exigir cambios. El ejemplo más cercano a España es Marruecos, donde los manifestantes reclaman al rey Mohamed VI que, en virtud de la constitución, disuelva al Ejecutivo de Aziz Ajanuch, al que acusan de corrupción y de haber abandonado a la población en áreas clave como la sanidad, la educación y el empleo juvenil. En otros lugares como Nepal y Madagascar las movilizaciones han llegado incluso a provocar la caída de gobiernos. 

Marruecos ha sido uno de los escenarios más intensos de esta ola de movilización juvenil. Detrás de las reivindicaciones se encuentra el colectivo anónimo Gen Z212, surgido hace apenas dos semanas. Sin líderes visibles ni vínculos a partidos o sindicatos, ha logrado llenar las calles con eslóganes contra el deterioro de los servicios públicos y la falta de oportunidades laborales. Sus mensajes apuntan directamente a las recientes inversiones del Gobierno en grandes eventos deportivos –la Copa Africana de Naciones de 2025 y el Mundial de la FIFA de 2030–, percibidas como un gasto desproporcionado frente a un sistema sanitario y educativo cada vez más precario. El malestar se agravó con la muerte de ocho mujeres embarazadas en un hospital público en el último mes, convertidas en símbolo del colapso sanitario y de unas condiciones de vida cada vez más inestables. La protesta, impulsada por una Generación Z que representa ya a una cuarta parte de la población marroquí, refleja un descontento profundo y estructural.

En los últimos días, las movilizaciones se han intensificado y la represión policial ha dejado un saldo dramático, con tres jóvenes muertos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. El colectivo GenZ212, que articula las protestas desde plataformas digitales como Discord y X, ha reaccionado con un comunicado en el que eleva sus demandas al máximo nivel. En la carta, los impulsores exigen la liberación de todos los detenidos, la disolución de los partidos implicados en casos de corrupción y la apertura de procesos judiciales contra funcionarios y cargos políticos que se hayan enriquecido ilícitamente.

El texto, dirigido explícitamente al rey Mohamed VI, apela a su papel constitucional como garante de la estabilidad y reclama que haga uso de sus facultades para disolver al Gobierno de Aziz Ajanuch. En sus palabras, «es nuestro deber alzar la voz y pedir a Su Majestad que intervenga para llevar a cabo una reforma profunda y justa que restablezca los derechos, castigue a los corruptos y renueve el compromiso con la transparencia». La plataforma solicita de manera concreta la destitución del primer ministro y de todo su Ejecutivo, acusados de fracasar en la protección del poder adquisitivo de los marroquíes y en la garantía de justicia social.

Más allá del detonante inmediato, el trasfondo es estructural. Marruecos es un país marcadamente joven. El 41% de la población tiene menos de 25 años, pero la tasa de desempleo en la franja de 15 a 24 años alcanzó el 47% en el segundo trimestre de este año, según datos del Banco Central. Una combinación explosiva que convierte al país en un reflejo más del descontento global.

Los jóvenes de Perú ponen en jaque al Gobierno de Boluarte

Al otro lado del Atlántico, la Generación Z también ha salido a las calles. En Perú, colectivos juveniles exigen al Ejecutivo de Dina Boluarte respuestas frente a la escalada de violencia, las extorsiones y los asesinatos que los golpean de manera directa. A sus reclamaciones se suman las críticas a las políticas económicas y sociales del Gobierno y a la falta de avances en la lucha contra la corrupción.

Las protestas apuntan de manera especial a la Policía Nacional, a la que acusan de estar infiltrada por mafias. Los manifestantes reclamaban una reestructuración profunda del cuerpo de seguridad, después de que la propia institución admitiera filtraciones de información en la Dirección de Inteligencia, clave en investigaciones contra el crimen organizado.

Las movilizaciones no se limitaron a la juventud. Los transportistas se sumaron a las protestas por el asesinato de más de una decena de conductores de autobuses en Lima en lo que va del año. La capital se ha convertido en un lugar particularmente violento, mientras a nivel nacional los homicidios y la extorsión muestran un crecimiento sostenido.

Las cifras oficiales son contundentes: entre enero y agosto de 2025 se registraron cerca de 20.000 denuncias por extorsión, un incremento de casi el 30% respecto al mismo periodo del año anterior. En ese mismo lapso se contabilizaron 1.508 asesinatos, lo que representa un aumento del 12,6%. En este clima de inseguridad, la presidenta Boluarte afronta una caída histórica de popularidad y llega a 2026, año en que concluye su mandato, con los índices de respaldo más bajos de las últimas décadas.

Nepal y Madagascar, sin gobiernos por las protestas

El punto más extremo de una protesta es lograr la caída de un gobierno, y eso ha ocurrido en Nepal y en Madagascar. En el país asiático, las movilizaciones juveniles estallaron tras la decisión del Ejecutivo de prohibir WhatsApp, Facebook, Instagram y YouTube. La medida, presentada como un intento de frenar noticias falsas, discursos de odio y fraudes en línea, fue interpretada como un acto de censura en un contexto ya marcado por las acusaciones de corrupción contra el primer ministro K.P. Sharma Oli, líder del Partido Comunista nepalí.

La indignación llevó a decenas de miles de jóvenes a concentrarse en Katmandú. Desafiaron el toque de queda e irrumpieron en el Parlamento, que terminó incendiado junto a otros edificios oficiales, incluida la oficina y residencia del primer ministro y la sede del Tribunal Supremo. En los enfrentamientos, las fuerzas gubernamentales abrieron fuego contra la multitud y causaron la muerte de 22 manifestantes. Al día siguiente, Oli presentó su renuncia y llamó a «cooperar para resolver pacíficamente la difícil situación del país».

En Madagascar, la movilización de la Generación Z también desembocó en el derrocamiento del Ejecutivo. Miles de jóvenes salieron a las calles de Antananarivo para denunciar la corrupción, la precariedad y los continuos cortes de electricidad y agua que afectan a la población. La represión de las protestas dejó un saldo de 22 muertos y más de un centenar de heridos, pero no logró contener la presión social que terminó forzando la salida del Gobierno.

La movilización a través de las redes sociales

Todas estas marchas tienen un punto en común: la movilización a través de las redes sociales. Plataformas como Discord funcionan como espacio de convocatoria y debate, mientras que TikTok se convierte en escaparate internacional para difundir la represión policial y amplificar el alcance de las protestas. Lo que para algunos son espacios para el consumo personal sirven a los jóvenes para coordinar manifestaciones y decidir el futuro político de sus países.

El trasfondo es compartido: descontento con la clase dirigente, rechazo a la corrupción y a los privilegios de los familiares de los políticos y una precariedad que condiciona las aspiraciones vitales de la Generación Z. Sin empleos estables, con escaso acceso a la vivienda y sin perspectivas de formar una familia, los jóvenes han asumido que los gobiernos actúan en beneficio propio y no de los ciudadanos. Y esa convicción está convirtiendo las redes sociales en una herramienta imparable de acción política.

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