Ucrania y nuestro futuro
Tras años de conflicto, la guerra se encuentra en un punto de inflexión que marcará el destino de Europa

Conmemoración del 34º aniversario de la Independencia de Ucrania, a 24 de agosto de 2025. | Presidencia de Ucrania
Nunca he creído en las casualidades. Tras años del lógico y disciplinado silencio, no puedo más que mostrar mi solidaridad con el pueblo ucraniano. No la casualidad sino determinados destinos, puestos, hechos y acciones, me permitieron en su día conocer la realidad de ese gran pueblo, cuando logró su independencia allá por los años noventa. Sentir de primera mano sus anhelos, los sentimientos de civiles y militares ucranianos, pasear por sus ciudades, hoy bombardeadas miserablemente por Rusia y conocer un poco más a un pueblo, que no quería formar parte de la extinta Unión Soviética, me hace hoy sentirme ucraniano. Y esto es debido a que también he conocido, en primera persona, la crudeza y dura realidad de la guerra, de la agresión que está sufriendo Ucrania en la actualidad, desde febrero de 2022.
Desde el inicio de la premeditada e inaceptable invasión de Ucrania, pais soberano, por parte de la Rusia de Putin hace más de tres años, hemos escuchado repetidamente a los presidentes de EEUU Joe Biden y Donald Trump, al canciller alemán Olaf Scholz y a su sucesor Merz, y al presidente francés Emmanuel Macron insistir constantemente, en que la OTAN no puede permitirse ser arrastrada a un conflicto con la potencia nuclear rusa. La Alianza no debe participar directamente en la guerra. Por esta razón, siempre ha existido cierta reticencia y retraso a suministrar armas a Ucrania, y también a enviar tropas terrestres para garantizar la paz futura en el país. La reticencia al envío de armamento y ayuda humanitaria acabó a los dos días de inicio del ataque de Rusia a una nación soberana como Ucrania. Lo de enviar fuerzas terrestres… son palabras mayores de momento.
En 2014 con la invasión y ocupación de Crimea, hablábamos de «hombrecillos verdes» que resultaron ser y eran soldados rusos sin divisas (¿acaso creían que así iban a despistar o no estar sujetos a las Leyes y Convenios firmados en la Haya o Ginebra?). Con las ultimas incursiones con drones, que deben ser «verdes» también y… provenientes de Rusia, supuestamente, claro, deberíamos preguntarnos si de nuevo nos han pillado con el paso cambiado.
Un marco de procedimientos
¿Han sumido estas «penúltimas» y deliberadas agresiones a la OTAN, en un problema? ¿Hemos actuado en tiempo y forma, aparte de derribar una mínima cantidad de drones? Tiene que haber una respuesta clara y contundente. ¿Qué pasaría si la OTAN simplemente aceptara con indiferencia la violación del territorio de un aliado por parte de Rusia? La credibilidad de la Alianza quedaría en entredicho. Rusia probablemente interpretaría la no respuesta como una invitación a más provocaciones. Y a más agresiones, simplemente por nuestra debilidad. Imaginen lo que significaría esa situación para nuestro futuro en paz.
La OTAN tiene un marco de procedimientos y directrices, destinadas a garantizar la respuesta en una situación de crisis en el campo militar y en el político. De esta forma, la OTAN cuenta con el Artículo 5 de su Tratado, que sostiene que un ataque a un miembro de la Alianza es un ataque a toda la Alianza. Pero antes del artículo 5 viene el artículo 4: si un socio se siente amenazado, puede convocar a los demás a consultas. Polonia invocó el Artículo 4, después de las incursiones de drones el 10 de septiembre pasado. Parece que Bielorrusia «tuvo el detalle» de informar de ese ataque a las autoridades polacas, cuando se estaba produciendo. La última vez que se activó este mecanismo fue el 24 de febrero de 2022, el día de la invasión total de Ucrania por parte de Rusia.
Nunca he creído en las casualidades. Últimamente, los cielos de Europa se han convertido en el nuevo terreno favorito de las provocaciones rusas… «supuestamente», claro. En este punto, es curioso y a la vez significativo, el silencio mediático de algunos «expertísimos geopolíticos» y «geoestrategas», que callan ante todas estas irresponsables y delictivas acciones rusas… «supuestamente», claro.
El ministro de Asuntos Exteriores «de la Unión Soviética» Lavrov hablaba en la Asamblea General de Naciones Unidas hace pocos días sobre «la coexistencia de los Estados, las violaciones graves de los principios de soberanía de estos, del uso de la fuerza, etc.» Hipocresía en estado puro, hablando de multilateralismo. Gran preocupación por la terrible guerra en Oriente Medio, pero a Rusia desde febrero de 2022 no le ha importado atacar objetivos civiles, edificios, escuelas, hospitales y a simples civiles en Ucrania. Ataques bárbaros desde el minuto uno sobre Ucrania, como hicieron en Chechenia, Siria, Georgia y en otros lugares del Cáucaso.
No me he equivocado, no me ha traicionado el subconsciente cuando he escrito Unión Soviética. Recuerden que Lavrov llevaba, en la Cumbre de Alaska con EEUU, una sudadera con las siglas CCCP (URSS). ¿Simple casualidad? Por supuesto que no. Era y es un mensaje claro: estamos de vuelta. Es lo que quieren: recomponer una Rusia imperialista a modo de la Unión Soviética, una Rusia zarista, nacionalista, donde personas como Putin o similares se perpetúen en el poder absolutista. Eso es a lo que aspiran. Y si no… ¿a qué se deben estos extraordinarios desfiles propagandísticos en la Plaza Roja de Moscú, en el mejor estilo de la Guerra Fría? Como si el lobo pudiera disfrazarse de oveja, sin que nos diéramos cuenta. Me suena a la doctrina del «Lebensraum»… de tristísimo recuerdo. Y hablan de «desnazificar» Ucrania. Increíble.
Vuelta a la Guerra Fría
En menos de un mes, ocho países –Polonia, Rumanía, Estonia, Noruega, Letonia, Lituania, Dinamarca y Finlandia– han denunciado violaciones de su espacio aéreo por parte de drones y aviones de combate rusos. Y parece que también ha habido incursiones en territorio internacional muy cerca de Alaska, en EEUU. El Mando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD) informó en su día, que aviones estadounidenses habían interceptado varios cazas y bombarderos rusos cerca de las costas del Estado de Alaska. Incidente que se produjo en pleno aumento de la tensión por la presencia de drones en el espacio aéreo europeo. Se detectaron y rastrearon dos Tu-95 y dos Su-35 que operaban en la Zona de Identificación de Defensa Aérea de Alaska. En respuesta, nueve aviones de EEUU –un avión de mando y control E-3 Sentry, cuatro F-16 y cuatro aviones cisterna KC-135– se apresuraron a identificar positivamente e interceptar los aviones rusos.
Volvemos a los tiempos de la Guerra Fría. Probando las defensas o simplemente, aumentando la presión psicológica. No sé cómo le habrá sentado eso a la Administración norteamericana, pero supongo que no estarán muy satisfechos con estos juegos. Esto es un pulso directo y premeditado a la OTAN, que piensa que Rusia está tanteando una vez más, la capacidad de defenderse de los aliados. Por mi experiencia en Alemania, estoy en la idea de que falta muy poquito, para que este pais se convierta en otro pais de la lista de espacios aéreos sobrevolados «supuestamente», por determinados drones y/o aviones.
Nunca he creído en las casualidades. Toda esta escalada empezó hace poco cuando, al menos, 19 drones de largo alcance penetraron un 10 de septiembre en el espacio aéreo de Polonia desde Bielorrusia y Ucrania durante el penúltimo ataque masivo de Rusia contra Ucrania. Este ataque llevó a Varsovia a solicitar consultas con sus aliados de la OTAN. El primer dron entró en el espacio aéreo polaco alrededor de las 23.30 del martes 9 y luego el resto en la madrugada del 10, justo cuando las regiones occidentales de Ucrania eran atacadas por 415 drones kamikaze y de señuelo, además de 43 misiles, en otro gran ataque aéreo ruso.
Durante la noche se produjeron más violaciones, con la última que se tuvo constancia a las 6.30 de la mañana del 10 de septiembre. Por las fotos de los daños causados o de alguno de los drones caídos o interceptados, no quedó claro de inmediato, si los drones rusos llevaban explosivos o eran drones de señuelo o la combinación de ambos. Estos drones se utilizan por cientos cada noche en Ucrania para saturar las defensas aéreas locales. Es la misma táctica que Irán ha utilizado con sus misiles y drones contra Israel, buscando la saturación de la defensa aérea. Esa misma noche en Ucrania, el 93% de los 415 drones rusos que atacaron las ciudades de Leópolis y Lutsk, así como las regiones de Zhitomir y Jmelnitski, fueron interceptados.
Y lo más importante y peligroso: varios aeropuertos civiles polacos fueron cerrados debido a la presencia de drones rusos en su cielo, incluido el aeropuerto que se encuentra cercano a la ciudad polaca de Rzeszów. Como afirmó el presidente polaco Tusk : «Los drones que representaban una amenaza directa fueron derribados (…), esta incursión es una provocación a gran escala (…), parece estar en marcha una operación relacionada con la violación repetida del espacio aéreo polaco». En respuesta a esta amenaza directa en el espacio aéreo de Polonia, cazas F-16 polacos y F-35 holandeses actuaron para detener la primera incursión significativa de drones rusos, derribando un número indeterminado de ellos. Además, parece que se involucró a un avión radar AWACS italiano y sistemas de defensa aérea Patriot alemanes.
Putin estaba poniendo a prueba a la OTAN
En su dia no se informó de víctimas civiles, aunque si algunos daños materiales. Drones rusos han sido detectados en Polonia en ocasiones anteriores, pero penetran inmediatamente en cielo ucraniano. Lo tremendamente anormal es lo ocurrido. Cuando uno o dos drones fallan y penetran en cielo polaco, es posible que se trate de un fallo técnico, pero 19 violaciones del espacio aéreo es inimaginable que sea accidental. Está realizado a propósito, sobre todo si visualizamos la zona donde fueron derribados o sus trayectorias aparentes. Todo esto demuestra fehacientemente el nerviosismo de Rusia, independientemente de su propaganda. Para ir «ganando» la guerra, hay cosas y acciones «que les fastidian mucho» y les hacen daño.
Alemania también mostró su preocupación por razones que veremos más adelante y que resultan ser obvias. El canciller alemán Friedrich Merz en Berlín fue informado inmediatamente sobre el incidente en el frente oriental de la OTAN y Alemania rápidamente estableció contacto con el gobierno polaco en Varsovia. La sala de situación del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania siguió de cerca los acontecimientos, al igual que la Bundeswehr. Cuando Merz y sus asesores más cercanos se reunieron en la Cancillería para su conferencia matutina, el ministro de Defensa, Boris Pistorius, dijo a los ministros reunidos que había sido una provocación rusa sin precedentes y que Vladimir Putin estaba poniendo a prueba a la OTAN.
No era la primera vez que Rusia violaba el espacio aéreo de un aliado, para ver nuestra respuesta, nuestra coordinación y nuestra voluntad. Pero ¿con tantos drones a la vez? Y ¿al mismo tiempo? ¿cuál o cuáles eran los objetivos en suelo polaco? Eso era nuevo en este «incidente» y significa una importante escalada en el conflicto de Rusia con Ucrania. La pregunta del millón es: ¿por qué Rusia se atrevió a lanzar esos drones y para qué? Y ante esta preocupante situación, que desvió propagandísticamente el foco de la atención hacia Polonia y otros paises de la OTAN, mientras continuaban los salvajes ataques hacia objetivos civiles y militares en Ucrania… ¿Cómo debería reaccionar la OTAN? ¿debería la Alianza responder con contundencia? ¿O se correría el riesgo de desencadenar una espiral impredecible que podría descontrolarse? Esa es la pregunta que políticos, líderes militares y diplomáticos en Washington, Berlín, París, Londres, Varsovia, Bruselas y otras capitales occidentales se plantearon y siguen planteándose. La cohesión y la determinación de Occidente son más necesarias que nunca. Estamos ante una prueba de fuego y un gran dilema.
Nunca he creído en la casualidades. No hay razón para creer, que estas incursiones se hicieron por error. Estos drones fueron guiados muy claramente hacia uno o unos determinados objetivos. No necesitaban tomar esa ruta de sobrevuelo para llegar a Ucrania. No hay absolutamente ningún indicio de que esos drones volaran accidentalmente en un número tan numeroso sobre territorio polaco. Ciertamente, es razonable suponer que se trató de una acción deliberada sobre un objetivo determinado. No es un accidente, en otras palabras. Es completamente intencional. Es la confirmación de la amenaza que representa Rusia. Una acción más en la larga serie de provocaciones de Rusia en la región del Báltico y a lo largo del frente oriental de la OTAN. Este tipo de operaciones, que combinan lo convencional con lo hibrido, se alinean perfectamente con la estrategia de Rusia. Usando provocaciones de bajo nivel, que pueden ser muy peligrosas, pone a prueba las capacidades defensivas de Occidente y ve hasta dónde se puede llegar. La participación militar de Rusia es limitada, pero el efecto y la incertidumbre que siembran tales acciones es considerable.
Una amenaza flagrante
El mensaje de Putin es una amenaza flagrante para Europa. Está expresando su voluntad de escalar la guerra en Ucrania y extenderla más allá de las fronteras de Ucrania. Recientemente, Putin ha dejado clara en repetidas ocasiones su oposición a la idea de una llamada «Coalition of the Willing», que vería a tropas occidentales asegurar un posible acuerdo de paz en Ucrania. ¿Acaso no podemos interpretar estas incursiones con drones, como una seria advertencia para no continuar con tal plan? ¿No pretende crear la ilusión que no rehúye una confrontación con la OTAN, en unos momentos donde el liderazgo occidental a un lado y al otro del Atlántico tiende a no existir o estar difuminado?
Putin se ve a sí mismo en una posición de fuerza y parece convencido de la superioridad de Rusia. Es curioso y ciertamente sospechoso que, desde la cumbre de Alaska a mediados de agosto con el presidente de Estados Unidos Donald Trump, que se vendió como un éxito, haya lanzado ataques cada vez más intensos con drones y misiles contra Ucrania, la mayoría de ellos dirigidos a instituciones civiles. Auténticas salvajadas para desmoralizar al pueblo ucraniano y a sus Fuerzas Armadas, en un momento de «aparentes victorias y avances rusos» en el frente.
Como ejemplo, en una sola noche a fines de agosto, 25 personas murieron en Kiev, cuando los misiles se estrellaron contra el centro de la ciudad. Las oficinas del British Council y la representación de la UE en la ciudad también resultaron dañadas. Un sábado por la noche reciente, Rusia envió un número récord de 810 drones a Ucrania. Un misil balístico Iskander incluso incendió el edificio principal del gobierno ucraniano. Si hubiera hecho lo mismo Ucrania con el Kremlin, Rusia les habría tildado de «terroristas nazis». Como siempre, la propaganda y la desinformación al poder, en la que Rusia y sus cómplices son maestros.
La incursión rusa con drones ha mostrado los límites de una Alianza sin el claro liderazgo de los Estados Unidos al frente. Fue una prueba para las capacidades de la OTAN, una prueba que la Alianza debería haber superado fácilmente. Realmente el ataque fue modesto, en comparación con el bombardeo de cientos de drones, además de misiles de crucero y misiles balísticos, que las fuerzas de Putin lanzan contra Ucrania casi todas las noches o los que lanzaba Irán, Hamás y Hezbolá sobre Israel.
Para las defensas aéreas de la OTAN, con poca experiencia directa con los ataques con drones, que ahora emergen como una característica dominante de la guerra moderna, la agresión inaceptable podría haber sido incluso casi como un adiestramiento de fuego real, pero la realidad es que algunos drones lograron penetrar profundamente en Polonia. Eso quizás lo neguemos… pero es la realidad.
Más vale aprender ahora que, dentro de un tiempo, quizás no muy lejano. Algunos de los sistemas militares más avanzados del mundo (cazas polacos y holandeses, equipos de defensa aérea alemanes y aviones de vigilancia italianos) se activaron para responder a la incursión. Pero este «episodio» es solo la última prueba, de que nos queda mucho por aprender de ucranianos e israelíes , en cuanto a los medios y profesionalidad de su defensa aérea. Precisamos evaluar con precisión los medios de defensa aérea a baja, media y alta cota que tenemos a nivel nacional y en OTAN. Todo ello sin dilación. No nos queda tiempo. No debemos dormirnos en los laureles.
Drones y misiles rusos han invadido territorio polaco en ocasiones anteriores en los últimos años, sin consecuencias. Los miembros de la Alianza parece que no nos hemos molestado en prepararnos adecuadamente para amenazas inmediatas, y mucho menos para una guerra futura. La realidad de los hechos ha envalentonado a Putin a violar flagrantemente el espacio aéreo de la OTAN, reforzando al mismo tiempo la idea de que los Estados miembros no tienen ni idea de cómo cuidar de su propia seguridad. Los países de la OTAN dependen de sistemas extremadamente costosos para contrarrestar la guerra con drones, una tarea que los ucranianos están llevando a cabo a mayor escala y a un costo mucho menor. La incursión en Polonia da pocas razones para confiar en cómo reaccionarían las fuerzas de la OTAN, si se enfrentaran a 600 drones y misiles en una sola noche.
Y todo esto no se acaba: se avistaron drones en Dinamarca la semana pasada y el gobierno danés habla de un ataque híbrido. Se está en alerta constante y se intensifican los controles fronterizos, debido al posible transporte de drones. Pueden llegar por tierra o por mar. Un buque de la Armada rusa ha sido avistado, merodeando frente a las costas de Dinamarca durante un ataque con drones, llevando su sistema de rastreo desactivado, lo que indica que probablemente intentaba evitar ser detectado. Rusia, por supuesto, ha negado cualquier implicación en las operaciones con drones, pero se pueden estar utilizando una serie de barcos, la denominada «flota en la sombra» rusa. Son un grupo de petroleros no registrados, que han estado transportando petróleo de Rusia, en un esfuerzo por evitar las severas sanciones impuestas por los países occidentales, en respuesta a la invasión de Ucrania.
Y es que Copenhague ha acogido la Reunión informal de jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea, el 1 de octubre de 2025. El encuentro, que ha tenido lugar en un ambiente de elevada preocupación por la seguridad en la región, ha centrado su agenda en dos temas cruciales: el refuerzo de la defensa común de Europa y el futuro apoyo a Ucrania.
Pero es que «llueve sobre mojado». Varios drones también fueron avistados sobre el Estado alemán de Schleswig-Holstein (que hace frontera con Dinamarca) durante la noche del viernes 26 de septiembre. Por fin, le llegó el turno a Alemania. Según la ministra del Interior del Estado de Schleswig- Holstein, Sabine Sütterlin-Waack (CDU), se está investigando la sospecha de espionaje. El Ministerio del Interior mantiene conversaciones intensivas y continuas con el Gobierno Federal y la Bundeswehr.
La policía alemana está reforzando sus defensas contra drones en coordinación con los demás estados del norte de Alemania, en previsión de «más aeronaves» que, si hacemos caso a los portavoces rusos, «jamás proceden de Rusia», por supuesto. Debido a todos estos «incidentes», totalmente coordinados, separados en tiempo y en espacio pero con el mismo fin, la OTAN anunció que iba a mejorar la protección del mar Báltico. Se planean diversas medidas, incluido el despliegue de más medios navales de vigilancia, así como reforzar las defensas aéreas.
Nunca he creído en las casualidades. Si lo preocupante está en las capacidades de una Alianza moderna y con sofisticados equipos, lo más preocupante es el liderazgo ausente de los EEUU. En otros tiempos y en mis cuarenta años de servicio sabíamos que teníamos enfrente al Ejército soviético. Pero teníamos claro que el SACEUR (comandante supremo aliado en Europa) era norteamericano y bajo su liderazgo y el de EEUU, con las Unidades militares europeas y norteamericanas en Europa pararíamos un primer golpe convencional y estaríamos pendientes de los refuerzos llegados del otro lado del Atlántico. Eso lo planeábamos, adiestrábamos y ejercitábamos en ejercicios nacionales y multinacionales de mediana y gran entidad. Pero ¿qué hizo esta vez EEUU? Entre nada y menos.
El «líder» del miembro más poderoso de la OTAN reaccionó de forma ambigua y como casi siempre… impredecible. En su red social dijo algo como: «¿Qué pasa con Rusia violando el espacio aéreo de Polonia con drones? ¡Aquí vamos!». Quizás lo más grave sea que EEUU no ha anunciado ninguna acción ni ha prometido ninguna respuesta significativa. ¿Estados Unidos continúa siendo un aliado fiable?
Y todos estos actos de agresión ocurrieron unos días antes de las maniobras conjuntas de Rusia y Bielorrusia denominadas «Zapad» ( su significado es «Oeste») . El ejercicio tuvo lugar del 12 al 16 de septiembre y contó con la participación de varios miles de soldados en territorio bielorruso. Polonia y los países bálticos observaban atentamente. Todo perfectamente planificado. Y como siempre, una vez realizado el entuerto, lo negamos y nos dedicamos a ganar tiempo. Y es la víctima del ataque quién tiene que demostrar que fue Rusia.
Acusaciones y evasivas
Como de costumbre, la vieja táctica de «ganemos tiempo y veamos cómo reaccionan». «No se ha presentado ninguna prueba de que estos drones sean de origen ruso», declaró el encargado de negocios de la Embajada rusa en Varsovia. El portavoz de Putin, Dmitry Peskov, afirmó que Varsovia no se había puesto en contacto con Moscú tras el incidente. Y además, en «un gesto de buena voluntad», Moscú afirmó que estaría dispuesta a mantener consultas con Polonia. Auténticas declaraciones vagas y evasivas, en las que Rusia ha desmentido las acusaciones de estas incursiones, calificándolas de infundadas y acusando a Occidente de histeria, nerviosismo y de alimentar una narrativa de confrontación.
No obstante, la OTAN ha reiterado que las respuestas ante tales amenazas serán tomadas «en el momento adecuado y con la proporción necesaria», evaluando la peligrosidad de cada incursión de forma individual. El peligro de una escalada en la región es innegable, ya que Rusia continúa con su invasión de Ucrania, y las acciones recientes contra los espacios aéreos de los países miembros de la OTAN parecen ser parte de un patrón más amplio de provocaciones. En este contexto, la OTAN mantiene su compromiso inquebrantable con la defensa colectiva y la seguridad de sus miembros, así como su apoyo continuo a Ucrania en su legítima defensa contra la agresión rusa. Además, nuestra Alianza ha dejado claro que no se dejará intimidar por estas «acciones irresponsables» y que tomará todas las medidas necesarias, tanto militares como no militares, para defenderse y disuadir cualquier nueva amenaza.
Pero, al otro lado del Atlántico en estos momentos, lo impredecible: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump declaraba que creía que Ucrania podría recuperar todo el territorio perdido ante Rusia, un cambio drástico respecto a sus posiciones anteriores, donde presionaba para que Ucrania hiciera concesiones territoriales y así poner fin a la guerra con Moscú. Y no contento con esto afirmó que los países de la OTAN debían derribar aviones rusos, si éstos violan su espacio aéreo. Ante la pregunta de un periodista, de si EEUU respaldaría a los aliados de la OTAN en tal situación, Trump comentó: «dependerá de las circunstancias».
Como les prometía en los párrafos iniciales de este artículo, les debo una explicación de la frase: (я українець) soy ucraniano. John F. Kennedy hizo un memorable discurso en Berlín Occidental un 26 de junio de 1963. Y empezaba así:
«Me enorgullece venir a esta ciudad como invitado de su distinguido alcalde, quien ha simbolizado en todo el mundo el espíritu de lucha de Berlín Occidental. Y me enorgullece visitar la República Federal con su distinguido Canciller, quien durante tantos años ha comprometido a Alemania con la democracia, la libertad y el progreso, y venir aquí en compañía de mi compatriota, el general Clay, quien ha estado en esta ciudad durante sus grandes momentos de crisis y volverá si es necesario. Hace dos mil años, el mayor orgullo era «civis romanus sum» (ser ciudadano romano). Hoy, en el mundo de la libertad, el mayor orgullo es «Ich bin ein Berliner» (soy un berlinés)».
Con aquella famosa frase, se solidarizaba con los habitantes de la República Federal de Alemania, ante el Muro de Berlín, construido dos años antes. Él era un berlinés más.
Años más tarde, en 1987 exactamente, Ronald Reagan en su discurso en la Puerta de Brandeburgo, con el Muro de Berlín a sus espaldas exclamó: «Tear down this wall» ( Derribe este Muro). Reagan presionaba en público a Gorbachov y su perestroika. Dos años más tarde, el Muro de Berlín caía definitivamente. Comparen Uds. el liderazgo de estos presidentes de EEUU con quién Uds. quieran o piensen en estos momentos.
Por azares de mi vida profesional en su última etapa, he tenido la suerte o la desgracia de conocer a ucranianos civiles y militares, en tiempo de paz y en tiempo de guerra. He visto familias de refugiados ucranianos, huyendo hacia Varsovia y Cracovia en autobuses y coches llenos de barro, familias compuestas sólo por miembros femeninos y por niños y niñas. Los hombres (padres, hijos, abuelos) se quedaban en Ucrania a combatir. He visto edificios, hospitales, infraestructura civil destrozada, cuando en Europa éramos felices y no sabíamos la magnitud de la infame agresión de Rusia a Ucrania. He visto a niños ucranianos y a sus familias, enfermos de cáncer, cuyo hospital había sido bombardeado.
En fin, el ataque de drones a una determinada zona de Polonia no fue una casualidad. Fue perfectamente dirigido, una vez que esa zona ya no era protegida por fuerzas norteamericanas, sino alemanas y polacas. En un determinado momento, a principios de este año, determinadas unidades del US Army en Europa fueron sustituidas por unidades de la Bundeswehr. Rusia no quería bajas norteamericanas. Pero le importa nada o menos bajas polacas, alemanas o europeas aliadas. Todo está ya en los medios de comunicación.
La violación del espacio aéreo polaco con drones rusos en la noche del 9 al 10 de septiembre es uno de los ejemplos más claros de cómo Occidente ya está experimentando una agresión rusa directa. Al mismo tiempo, la intrusión fue acompañada por una operación de información rusa coherente y de múltiples capas realizada por el aparato de desinformación de Rusia, tanto en el país como en el extranjero.
Este enfoque representa el modo de operación típico de Rusia, donde utiliza simultáneamente una variedad de métodos híbridos: ataques físicos, a menudo difíciles de atribuir, junto con medidas relacionadas con la información como propaganda, desinformación y campañas de influencia, todas destinadas a magnificar el impacto deseado. El objetivo es desorientar y socavar al adversario, obligándolo en última instancia a tomar decisiones beneficiosas para Rusia.
La operación de desinformación rusa, que acompañó a los drones, buscaba lograr múltiples objetivos: rechazar las acusaciones de responsabilidad rusa en el ataque, sembrar el caos y la discordia dentro de la sociedad polaca y en todo Occidente, erosionar la confianza en las instituciones y alianzas democráticas, fomentar la desconfianza en las relaciones entre estos países y Ucrania y, lo más importante, probar las respuestas de los aliados de la OTAN.
Desde las primeras horas del 10 de septiembre, los medios rusos dedicaron una atención significativa a las incursiones de drones en el espacio aéreo polaco. Negaron la responsabilidad rusa y cuestionaron los informes polacos sobre el origen ruso de los drones, burlándose de lo que consideraron reacciones «exageradas» del gobierno polaco. La velocidad, la atención a los informes extranjeros y la consistencia de la narrativa sugieren que los medios rusos estaban preparados para el evento y operaron como parte de una campaña de información coordinada.
La desinformación es un arma de guerra para Rusia. Moscú continúa explotando la libertad de expresión occidental para envenenar las mentes de nuestros compatriotas, en múltiples campos. Frente a una agresión híbrida cada vez más flagrante, los Estados democráticos occidentales no solo tienen pleno derecho, sino también la responsabilidad urgente, de implementar medidas decisivas y efectivas para defenderse. El mensaje ha sido claro, aprovechando un momento de debilidad o quizás mejor de desunión e incertidumbre. ¿Va Europa a reforzar las defensas aéreas? ¿lo va a hacer en el espacio aéreo ucraniano? ¿tenemos medios suficientes, sistemas de armas, misiles y munición de otro tipo? Si no se envía un mensaje firme y claro por parte de la OTAN, los países que comparten frontera con Rusia perderán su fe en la Alianza.
Y eso es exactamente lo que quiere Putin. La OTAN debe reaccionar ya, ahora. Y la UE y EEUU también. Las sanciones europeas no han sido lo suficientemente satisfactorias para doblegar a Rusia, pero desbloquear activos y dinero ruso y sanciones norteamericanas pueden hacer mucho daño a una economía de guerra rusa. Sobre todo, cuando vamos hacia el otoño- invierno. Rusia no está interesada en una guerra convencional ni siquiera en la amenaza nuclear. Sería hacernos muchísimo daño mutuo. Pero está en una «guerra híbrida»: un picoteo incesante e intermitente, pero planificado con acciones que no son una guerra clásica.
Rusia no está interesada en provocar una guerra tradicional, sino en crear «confusión» y vergüenza entre nuestros países, que no saben a qué se enfrentan realmente. En el fondo no Rusia, cuyo pueblo es respetable, sino Putin y sus dirigentes cómplices nos desprecian. Es probable que el ambiente en el Kremlin sea positivo en este momento. No solo porque el presidente de los EEUU Donald Trump carece del coraje y la voluntad para detener la campaña de Rusia, sino porque Putin se beneficia más continuando la guerra, que, congelándola, asegurando así los logros territoriales alcanzados con la invasión. Y lo más grave, Rusia continúa recibiendo apoyo de Irán, China y Corea del Norte.
Crecerán los problemas
Si la OTAN y la UE no reaccionan con firmeza, nos crecerán los problemas. Es poco probable que Putin gane militarmente en Ucrania, y las sanciones occidentales probablemente impedirán que Rusia construya un nuevo ejército, capaz de amenazar a Europa en la próxima media década. Aunque esté intentando formar un ejército de reservistas y poniendo en movimiento a su industria militar. Pero si no somos firmes aquí y ahora, se puede desencadenar nuestra peor pesadilla. Un conflicto entre Estados Unidos y China, que bloquee a EEUU y deje a Europa defendiéndose sola.
Ya no podemos contar ciegamente con el liderazgo ni el apoyo estadounidenses. Trump y su equipo parecen, en el mejor de los casos, desinteresado en la seguridad de los aliados europeos de Estados Unidos, y en el peor, ansioso por colaborar con Putin, quien representa la mayor amenaza para nosotros. Puede tener cierta razón: hemos «vivido de las rentas». Pero es impredecible. En realidad, la seguridad de los países de la OTAN depende más de la independencia, del poder de Ucrania y de nuestras propias capacidades, que de la competencia y la fiabilidad de Estados Unidos.
Ucrania ha solicitado su admisión en la OTAN como protección contra nuevas agresiones rusas. Pero los ucranianos, por no hablar de los enemigos de Occidente en todo el mundo, acaban de recibir una clara ilustración de los límites de la Alianza. Mal asunto, si no lo cambiamos. La ilusión y esperanza que tenía Europa después de la Guerra Fría, de haber alcanzado «la paz eterna» y de disfrutar de los «dividendos de la paz», se ha visto lamentablemente destrozada por la realidad. La perspectiva estratégica del continente, tanto en su entorno cercano como a nivel global, se ha oscurecido. Su seguridad, poder y prosperidad futuros dependen ahora, de si actúa para abordar sus vulnerabilidades y con qué rapidez lo hace.
La magnitud del desafío sin duda supera la capacidad de cualquier país europeo actuando solo. Sólo podremos afrontarlo actuando juntos y tomando finalmente en serio nuestra Seguridad y Defensa. Para sobrevivir y prosperar en un mundo de gigantes en pugna, Europa debe transformarse en una Europa militar, política, económica y tecnológicamente fuerte. Como siempre he dicho, necesitamos una Disuasión creíble. Eso significa liderazgo y capacidades militares.
Y para finalizar: sí, yo soy un ucraniano. Me siento orgulloso de haberles ayudado y toda mi vida recordaré cuando un teniente coronel ucraniano con lágrimas en sus ojos ( tenía a su familia en Polonia y a su padre y hermanos combatiendo en Ucrania) , me abrazó en gesto de agradecimiento. Jamás lo olvidaré. Ellos están hoy combatiendo por su libertad, por su soberanía, por un futuro limpio de zarismo, de nacionalismo y de expansionismo ruso. Quieren ser dueños de su destino, quieren ser libres. No les abandonemos. No se lo merecen. Están luchando, no sólo por ellos sino por nosotros. Si no les apoyamos, allá con nuestras laxas conciencias. Y no sólo eso: tendremos la guerra en las puertas de nuestras casas.
Carlos de Antonio Alcázar es analista del Centro de Seguridad Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria.