The Objective
E pluribus unum

Europa ya no puede confiar en Estados Unidos

«Europa debe seguir planificando y trabajando hacia la independencia estratégica, y el aumento del gasto en defensa no es suficiente»

Europa ya no puede confiar en Estados Unidos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. | EP

Europa ya no puede confiar en Estados Unidos. Esto debería resultar obvio para cualquiera que haya seguido las noticias desde que Donald Trump asumió la presidencia en enero. La burla que su administración ha mostrado hacia las democracias europeas, la Unión Europea, Ucrania y el comercio abierto, así como sus amenazas de apoderarse de Groenlandia, debería dejarlo claro.

Parece seguro que, en muchos niveles del gobierno estadounidense, hay quienes susurran a los antiguos aliados europeos que solo se trata de Donald Trump, que no todos piensan de esta manera, que pueden mantener esto bajo control hasta que pase. El vicepresidente JD Vance pronunció recientemente algunas palabras conciliadoras hacia Europa. A pesar de la fascinación de Donald Trump por Vladímir Putin y sus vaivenes sobre Ucrania, Estados Unidos ha seguido apoyando al país en su defensa contra la agresión rusa.

Por el bien de Europa, y por el bien de Ucrania, no conviene creerles. Estados Unidos es una nación profundamente dividida, sin señales de reconciliación. Ha entrado en un nuevo ciclo de su historia que puede tardar décadas en superarse. Mientras persistan la polarización política, la demonización mutua y la desconfianza, Estados Unidos no podrá proyectar su poder de manera significativa ni sostenible, excepto en su propio interés y defensa. Eso no incluye, por ejemplo, una anexión territorial rusa en Estonia.

Europa debe seguir planificando y trabajando hacia la independencia estratégica. El aumento del gasto en defensa no es suficiente. Los aliados europeos y, por lo tanto, España  —la desafortunadamente llamada «coalición de los dispuestos»— deben ser capaces de tomar decisiones y ejecutarlas sin esperar a Estados Unidos. Además, deben estar preparados para actuar incluso frente a una posible oposición estadounidense.

La negativa de Pedro Sánchez a suscribir el gasto mínimo en defensa del 5% del PIB reclamado por Donald Trump no debería descartar la participación activa en una nueva estructura de defensa europea. No solo es necesario para la seguridad de España, sino también para garantizar una voz en la UE y en la política europea. 

Las insidiosas incursiones de drones rusos en los países fronterizos y la interferencia con la aviación civil hacen que esto sea más urgente que nunca. La incertidumbre sobre cómo respondería Estados Unidos ante una apropiación de tierras por parte de Rusia en los países bálticos solo subraya la necesidad de unidad y determinación europeas. Y eso es precisamente lo que Putin está poniendo a prueba.

Hasta ahora, según las reacciones públicas, la lección parece ser que Estados Unidos se quedaría atrás y observaría. «¿Qué pasa con Rusia violando el espacio aéreo de Polonia con drones?», publicó Trump crípticamente en su canal de Truth Social. «¡Aquí vamos!». Los países que se desplegaron para apoyar a Polonia incluyeron a los Países Bajos, Italia y Bélgica, pero no a Estados Unidos.

El ascenso de la derecha nacional-populista, en gran parte prorrusa, hace que esto sea aún más urgente para las democracias europeas. La primera obligación de un gobierno, sea del signo que sea, es proporcionar orden y seguridad a su pueblo. Si las democracias europeas convencionales no pueden hacerlo, el atractivo de la retórica nacionalista y beligerante de la extrema derecha solo aumentará.

Muchos en Europa dicen que es imposible, que se necesitará una década para destetar al continente del escudo protector estadounidense. Esos puntos de vista reflejan el estado de ánimo creado por dos décadas de estancamiento político en Bruselas, la experiencia desmoralizadora del Brexit y el aura de invencibilidad que Putin intenta conjurar. Sin embargo, en términos de equipamiento militar, los miembros europeos de la OTAN ya superan en número a Rusia tanto en tanques (alrededor de 6.450 frente a 2.900) como en aviones de combate (las estimaciones varían, pero rondan los 1.600 frente a 900). China lidera a todas las naciones en la producción de drones, pero Ucrania está desarrollando rápidamente sus propias capacidades, que podrían ayudar a los miembros de la OTAN a cubrir sus déficits. Y persiste la realidad subyacente de la débil economía rusa, basada en el petróleo, aproximadamente del tamaño de la italiana cuando los precios del crudo se mantienen por encima de los 60 dólares por barril.

Por supuesto, es simplista sumar tanques y aviones para evaluar la fuerza militar. La producción y adquisición de material bélico sigue siendo fragmentada y poco eficiente. Muchos sistemas informáticos y de comunicación no son interoperables. Sin embargo, estos retos ya existen

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