Ledezma: «Maduro quiere hacer de Venezuela un campo de concentración del siglo XXI»
El exalcalde de Caracas habla sobre su libro y el panorama venezolano en una entrevista con THE OBJECTIVE

El exalcalde de Caracas Antonio Ledezma. | Kevin Borja
En el actual panorama político de Venezuela, una de las voces que sigue en busca de la libertad es Antonio Ledezma (San Juan de Los Morros, 1955). El exalcalde de Caracas ha vivido en carne propia la diáspora, al igual que los nueve millones de venezolanos que se han visto obligados a emprenderla tras el colapso político, social y económico impulsado por los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Tras pasar más de 1.000 días en prisión y protagonizar una arriesgada fuga, que lo llevó primero a Colombia y luego a España, Ledezma ha publicado Operación Guacamaya, un libro que reconstruye la operación secreta que en mayo permitió liberar a seis opositores refugiados en la embajada de Argentina en Caracas, después de más de 400 días de cautiverio. La obra, escrita desde el exilio, combina hechos reales con recursos novelescos, tanto por razones de seguridad como por la convicción del autor de que «a veces, para decir la verdad y para describir la realidad, uno se vale de la ficción». Desde fuera de su país, el político venezolano ha insistido en que «cualquier venezolano que lea esta obra reconocerá lo que ocurre a diario en Venezuela».
Desde Madrid, Ledezma continúa ejerciendo influencia en la política venezolana, se mantiene como una de las figuras más activas en la defensa de la libertad y sostiene que Venezuela aún puede superar la «crisis humanitaria» provocada por el régimen de Nicolas Maduro. Además, en la actualidad, el político venezolano es coordinador del Consejo Político Internacional de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia.
En esta entrevista con THE OBJECTIVE, Ledezma narra cómo Operación Guacamaya se convierte en un ejercicio de memoria, resistencia y libertad. La obra busca preservar lo vivido y proyectar lo que aún puede construirse. Ledezma reflexiona sobre el riesgo de contar la verdad en un país en el que hacerlo sigue teniendo consecuencias y explica por qué los relatos de persecución, exilio y resiliencia son esenciales para comprender la profundidad de la crisis venezolana. En el plano político, analiza dónde percibe señales de transición, evalúa el papel del liderazgo opositor y advierte sobre los errores que no deberían repetirse. También ofrece su lectura sobre el incremento de la presión militar de Estados Unidos en el Caribe.

PREGUNTA.- Usted conoce lo que significa escapar y reconstruirse en el exilio. ¿Qué lo llevó a tomar la Operación Guacamaya como punto de partida para transformar una historia colectiva en una narración literal sobre la libertad?
RESPUESTA.- Primero porque fue realmente una historia épica que me hizo recordar mi fuga. Conozco a los compañeros que estaban asilados y quise darle ese relieve para que el mundo entendiera que no se trataba de cinco o seis personas, sino de las características de ellos. Estamos hablando de la jefa de campaña de María Corina Machado y de Edmundo González, Magalli Meda. No hay razones para justificar esa medida de detención de Meda —organizadora de las elecciones primarias del año del 22 de octubre de 2023 y coordinadora de la estructura electoral que hizo posible asegurar las actas—. También, Pedro Urruchurtu, un joven de 34 años, dedicado a coordinar las relaciones internacionales y al que le estaban fracturando simplemente porque logró hacer un andamiaje a nivel global para proyectar la lucha no solo de María Corina, sino también Edmundo Gonzalez y de todos los venezolanos. Por otro lado, Humberto Villalobos, un experto electoral que protegió el proceso de votación y elevó las actas. Claudia Macero, coordinadora de los medios de comunicación. Omar González, exgobernador del Estado Bolívar, un hombre pulcro desde el punto de vista administrativo. Y finalmente, Fernando Martínez Mottola, exministro con el que fui compañero de gabinete en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, y que terminó prácticamente muriendo. Creo que le impactó todo lo que vivió tras salir de la sede diplomática, que había sido convertida en una cárcel.
¿Qué me llevó a mí también a escribir el libro? Bueno, es que la fuga es el deseo de todos los venezolanos. Así como nos hemos fugado algunos y así como a esos venezolanos a los que se le negó el derecho del salvoconducto y que tuvieron que emprender esta fuga poniendo en riesgo sus propias vidas… así luchan todos los venezolanos, porque en Venezuela hay 30 millones de venezolanos que no son asilados, sino que son rehenes de la dictadura. Porque Nicolás Maduro sabe que no puede ejercer como presidente, pero sí como el cancerbero. Él es el que quiere hacer de Venezuela una gigantesca cárcel, un campo de concentración del siglo XXI y por eso, para mí, la Operación Guacamaya simboliza el deseo de libertad de millones de venezolanos.
P.- Operación Guacamaya entrelaza hechos reales con pasajes de ficción. ¿Dónde traza usted la frontera entre el testimonio y la imaginación?
R.- A veces, para decir la verdad y para describir la realidad, uno se vale de la ficción. De ahí esta mezcla de de certezas con la libre imaginación que convirtió mi pluma en un descriptor de todo este proceso. Yo traigo aquí, por ejemplo, un perro al que le puse el nombre de Patagonia. Es una figura imaginada por mí, pero que simboliza la lealtad, porque es ese perro se confronta con los torturadores de la dictadura manejados por Diosdado Cabello. Cualquier venezolano que lea esta obra, de una u otra manera, va a decir que esto es lo que ocurre a diario en Venezuela. Este perro representa, por ejemplo, al inspector Óscar Pérez, que fue asesinado el 15 de enero del 2018, el cual fue ejecutado por órdenes de Maduro en tiempo real y la gente lo pudo ver por redes sociales. Este perro representa a los venezolanos que actualmente están siendo torturados a manos del terrorismo de Estado que desarrolla Maduro que se aplica a más de 17.000 seres humanos detenidos arbitrariamente.
Maduro en su terrorismo de Estado es responsable de la ejecución extrajudicial de más de 10.000 seres humanos, es responsable de las desapariciones forzadas, entre ellas la del yerno del presidente Edmundo González Urrutia, Rafael Tudares, que iba llevando a sus dos hijos al colegio y fue interceptado por dos patrullas de los cuerpos represivos de Maduro que no tenían placas, se bajaron de las patrullas mientras cubrían su cara con capucha y con armas largas, lo secuestraron y dejaron a los dos niñitos abandonados en la calle, que fueron auxiliados por los vecinos.
«Maduro es responsable de la catástrofe humanitaria que involucra a un pueblo que ha sido empobrecido»
P.- En un país donde la represión sigue siendo una amenaza, ¿cómo de peligroso puede resultar contar absolutamente todos los hechos reales en el contexto venezolano actual?
R.- En Venezuela opinar es un delito. Hay decenas de periodistas que han sido perseguidos y hostigados. En este momento, informar representa un alto riesgo. Los medios impresos fueron liquidados junto con los medios que el régimen no logró comprar con dinero de dudosa procedencia y además han cerrado más de 500 emisoras de radio.
La persecución poselectoral, o sea, después del 28 de julio del 2024, ha sido feroz. Nicolas Maduro ordenó abrir nuevas cárceles, regodeándose de que habían detenido a más de 2.000 seres humanos, entre ellos menores de edad, mujeres embarazadas, indígenas, personas con problemas de discapacidad. Maduro es responsable de la catástrofe humanitaria que involucra a un pueblo que ha sido empobrecido. En Venezuela no hay ningún servicio público que funciona bien. Somos el país de las paradojas porque tenemos las mayores reservas de petróleo del mundo, pero a la gente le cuesta conseguir unos litros de gasolina.
En Venezuela hay gente que se acuesta todos los días sin comer, hay miles de niños muriendo por desnutrición. A mí me conmueve ver a los niños de Gaza correteando en las calles de la franja, me duele mucho, pero le digo a la gente que realizaron estas protestas a favor de la paz, a favor del cese al fuego, que también miren hacia Venezuela, donde hay niños que ya no pueden ir a la escuela porque hay un rezago educacional y los niños están yendo apenas dos días de clases a la semana. Los hospitales están colapsados y estas son las cosas que vamos a revertir con los planes de María Corina y de Edmundo González.
P.- En el libro relata la historia de una periodista venezolana detenida y torturada, un caso que refleja lo que han vivido muchos comunicadores y disidentes. ¿Qué quiso mostrar al incluir este tipo de testimonios en la obra?
R.- Hoy está al desnudo la ferocidad del régimen, cuyos cabecillas están siendo investigados como perpetradores de crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional. Maduro ha sido calificado como aliado del terrorismo y como cabecilla de un cártel de droga. Incluso hay grupos independientes de investigación que concluyen que el régimen sigue cometiendo tortura, además de las detenciones arbitrarias y asesinatos.
Acaba de morir recientemente una presa política, pero como ella, han muerto las decenas de presos políticos en las cárceles, y por eso este ejemplo que es representativo de los venezolanos que han sido sometidos a estos tratos crueles. Los asfixian con bolsas plásticas que las contaminan con gases de los polvos que se usan para las bombas lacrimógenas. También los meten en un sitio llamado ‘La Nevera’ —celdas con temperaturas extremadamente bajas— y les aplican lo que es la tortura blanca, que es ponerles sonido a alto volumen, con luz las 24 horas del día, violaciones sexuales y aplicación de electricidad en los genitales. Eso es lo que describo aquí.
También hay que decirle al mundo que hay nueve millones de seres humanos poniéndose a salvo. Venezuela forma parte de la diáspora más grande del planeta y los que se han ido equivalen a un tercio de la población. Al final del libro, también hay una nota positiva, que es que estos nueve millones de venezolanos vinieron a aprender, vinieron a asimilar civilizaciones, nuevas culturas, nuevos hábitos y con eso cierro el libro.
«El día que Edmundo asuma como presidente y María Corina como vicepresidenta, ya tendrán redactados los primeros decretos»
P.- El libro aborda hechos recientes —como lo ocurrido en la embajada de Argentina—, pero al mismo tiempo proyecta un país posible. ¿Cree que narrar estos episodios es también una forma de contribuir a la construcción de la Venezuela que vendrá?
R.- Sí, porque lo importante es que cuando se inicie el gobierno de transición que van a liderar María Corina Machado y Edmundo González, no se va a improvisar. Este proyecto ‘Tierra de Gracia’ se viene articulando desde hace más de cuatro años y Edmundo González lo asumió como su brújula gubernamental. Allí hay articuladas ideas y proyectos para las primeras 100 horas.
El día que Edmundo asuma seguramente como presidente y María Corina, a su vez como vicepresidenta, ya tendrán redactados los primeros decretos que se han analizado. La libertad de los presos políticos, el retorno progresivo de los desterrados, el restablecimiento del Estado de derecho. Todos los proyectos que hay para rehabilitar la industria de hidrocarburos, para desarrollar el turismo, para desarrollar la actividad agropecuaria, no serán posibles si en Venezuela no hay seguridad jurídica para que los inversionistas que estamos invitando vayan a invertir al país para reactivar los pozos petroleros, para reactivar los explotar los yacimientos, para explotar como Dios manda, con el respeto al medio ambiente, nuestra riqueza minera. No van a invertir un dólar si no hay seguridad jurídica, si no hay confianza, si no hay gobernabilidad.
En la tarea de la reconstrucción va a jugar un papel preponderante la diáspora y es lo que yo explico en Operación Guacamaya. Lo que hago es usar algunos nombres porque detrás de ellos hay proyectos que están inventando venezolanos. Estamos hablando aquí de venezolanos que viven en Singapur y que ya tienen proyectos elaborados para entregar en Venezuela centros de producción de ‘aparaticos’ que son muy necesarios para los teléfonos y para las computadoras.
Aquí está la idea del proyecto para desarrollar la ganadería intensiva, creado por venezolanos que actualmente residen en los Países Bajos y que han visto cómo se ha desarrollado la ganadería, cómo se incrementa la producción de leche, cómo se incrementa la producción de siembra. Aquí hay proyectos de cómo nosotros podemos hacer de Venezuela un emporio turístico, porque cuando uno habla de Venezuela, en España la gente nos recuerda o por el petróleo, nos recuerda por el tema de las Miss Universo o por las novelas que aquí se hicieron famosas.
«Lo que no logró Pablo Escobar en Colombia, lo que no logró el Chapo Guzmán en México, lo logró Maduro en Venezuela»
P.- Estados Unidos ha intensificado su presencia militar en el Caribe, incluyendo bombardeos a presuntas narcolanchas en las últimas semanas. ¿Cómo interpreta usted este escenario?
R.- Hay que decirle a la comunidad internacional que la guerra contra los venezolanos la emprendieron Chávez y Maduro, porque son ellos los que se han involucrado con rusos, con iraníes, con cubanos. Ellos son quienes ha provocado esta hambruna con su política desacertada que ha provocado el desplome de la economía venezolana. Llegamos a perder casi 80 puntos del Producto Interno Bruto. Ha sido Maduro con estos proyectos alocados del socialismo del siglo XXI.
Estados Unidos está en su derecho de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, que es lo que están haciendo, porque Venezuela se ha convertido en el santuario del narcotráfico. Lo que no logró Pablo Escobar en Colombia, que fue el capo de capos de los cárteles de Medellín, lo que no logró el Chapo Guzmán en México, lo logró Maduro en Venezuela. Porque ni Pablo Escobar ni El Chapo Guzmán llegaron a controlar el palacio presidencial de Colombia y de México. En cambio, Maduro está instalado en Miraflores y está más que comprobado que tiene esta alianza con el narcotráfico internacional. Lo que se está haciendo EEUU en el Mar Caribe no es una guerra contra los venezolanos, es una guerra contra el narcotráfico.
Ni María Corina Machado ni Edmundo González ni ninguno de nosotros podemos darle órdenes al comandante del portaviones Gerald R. Ford, ni al comandante de los destructores, ni a los pilotos de los aviones que actúen. Eso no depende de nosotros, eso depende de sus mandos naturales y ese Gobierno está atacando al narcotráfico y al crimen organizado.
P.- ¿Cómo valora el papel que están desempeñando María Corina Machado y Edmundo González en este momento político?
R.- María Corina Machado es la encarnación de la constancia. Es una mujer con ideales y muy consciente de que para poder realizar en la vida real esas ilusiones y sueños hay que luchar, hay que ser perseverante, hay que ganarse la confianza y el respeto de la gente, y por eso destaco además de su persistencia, su coraje y su coherencia, que es lo que les permitió ganarse el respeto de la gente que confía en ella.
Edmundo González representa un liderazgo providencial. Él no tenía en su bitácora ser candidato presidencial, pero esto no impide colocar en la vitrina la historia de este hombre que fue formado por la democracia. El hombre que comenzó su carrera diplomática a los 22 años, ocupando un cargo que se ganó por concurso, estuvo en Washington y desde allí vivió todo el proceso de violencia de El Salvador, que lo fue curtiendo para manejar conflictos, para superar la amenaza de esa guerra política que había en El Salvador. También estuvo en Argentina como embajador. Edmundo ha sido curtido para está responsabilidad.
P.- ¿Qué errores del pasado considera que la oposición no puede permitirse repetir en esta etapa decisiva para Venezuela?
R.- En Venezuela se creó un ambiente de dependencia de la renta petrolera y esa es una lección: acabar con el mito de que somos ricos porque tenemos petróleo. Creo que la riqueza depende del trabajo que hagamos. Luego tenemos que entender que tenemos que diversificar nuestra economía, no podemos ser un país con una economía extractivista. También está la necesidad de empoderar a la gente, no simplemente para que vote, sino para que sea corresponsable de hacer valer sus derechos, pero también consciente de cumplir con sus deberes como como ciudadano. Creo que es importante garantizar en Venezuela la alternancia en el ejercicio del poder, como se hace en los tiempos de la democracia, pero ahora creo que hay que ir con una segunda vuelta electoral. Creo que la confrontación entre las fuerzas políticas tiene que cuidar las formas, porque no se trata de callar las críticas o de silenciar a los actores de la oposición. Que retomemos la descentralización tomando en cuenta qué debilidades tuvo la descentralización en los primeros años, cuando se aplicó la descentralización desde 1989.
Venezuela tiene que aprender del pasado. Hay que ahorrar para el futuro porque el futuro no se hereda. Y es mi mensaje para los jóvenes que me leen, que ellos tienen que ser protagonistas del futuro luchando en el presente, porque el futuro no se hereda como el que hereda la casa, el piso de un abuelo o la fábrica del padre. El futuro hay que construirlo con esfuerzo, con sacrificio.
«Que nunca más en Venezuela se habla de preso político, que se abran todas las cárceles, que nunca más se hable de clausura o censura»
P.- Y ya para finalizar, ¿cómo se imagina el futuro de Venezuela?
R.- Imagino un país celebrando con mucho fervor el inicio de la transición. Hay gente que se imagina un campo de batalla, yo me imagino una tierra fértil, como bien lo dice el nombre del programa de gobierno ‘Tierra de Gracia’. Me imagino a la gente y a las familias reunificándose. Me imagino a la gente levantándose para ir a asumir su trabajo, porque uno de mis sueños es que el gobierno de transición pueda reactivar la industria del comercio, pueda levantar de sus cenizas las fábricas, las empresas que están clausuradas y comenzar a ofrecer empleo. Quiero que en las escuelas, los niños aprendan matemática, química, biología e inteligencia artificial, que sepan manejar una computadora, pero que también se lean la Constitución, que también conozcan nuevas culturas, nueva civilizaciones, que sepan que tienen un compromiso como ciudadanos con su país.
Me imagino un país explotando el petróleo, con el cual podamos colocar, en los próximos años, cinco o seis millones de barriles. Y lo que produzca ese petróleo, y lo que produzca el gas que vamos a explotar y a vender, o el oro que vamos a sacar del arco minero, lo invirtamos en la recuperación de la infraestructura, carreteras, autopistas, edificaciones universitarias, edificaciones escolares. Que los educadores se conviertan en los servidores públicos mejor remunerados del país, pero también con mayor estatus social, que no solamente tenga un buen sueldo, sino un reconocimiento. Me imagino un país usando esos recursos de los hidrocarburos para financiar las nuevas fuentes de energía como la eólica, cuando tenemos viento de enero a diciembre, o la fotovoltaica porque tenemos sol de enero a diciembre.
Que podamos desarrollar la actividad agropecuaria, que podamos producir para el consumo interno y podamos importar lo que sea necesario. Que nunca más en Venezuela se hable de presos políticos, que se abran todas las cárceles, que nunca más en Venezuela se hable de clausura o censura a los medios de comunicación. Que haya respeto absoluto de los derechos humanos, que haya libertad de expresión. Que se clausure la diplomacia de los amigos, de las ideologías, absurda, y se hable de una diplomacia de Estado.
