Juan Pablo II y Benedicto XVI «dejaron pasar» los abusos sexuales del cardenal McCarrick, según el Vaticano
El Vaticano ha publicado este martes la investigación sobre el exarzobispo de Washington Theodore McCarrick, de 90 años, expulsado del sacerdocio y del colegio cardenalicio por el actual papa, Francisco, por abusos a menores. En ella se explica que el papa Francisco conocía «sólo de oídas» su «comportamiento inmoral con adultos» y que Juan Pablo II y Benedicto XVI, a pesar de los continuos rumores, dejaron pasar el asunto al ser mal informados o no tener pruebas ciertas.
En contexto: la investigación judicial –ordenada por el papa Francisco hace dos años– revela que los obispos y los nuncios ocultaban información al papa Francisco y que una serie de denuncias anónimas por parte de las víctimas fueron desestimadas. El Vaticano asegura que no se ha puesto ningún límite y que documentos de todos los departamentos de la Santa Sede, la Secretaria de Estado y la nunciatura han sido consultados, al tiempo que se han realizado hasta 90 entrevistas con un total de cerca 30 horas de grabaciones.
Este caso estalló cuando el exnuncio en Estados Unidos, Carlo María Viganò pidió en agosto de 2018 la renuncia del papa Francisco al asegurar que éste conocía ya desde 2013 las acusaciones que pesaban sobre el cardenal McCarrick.
Al respecto, el informe concluye que «papa Francisco había conocido sólo de oídas las acusaciones y rumores respecto a una conducta inmoral con adultos relativa al periodo anterior al nombramiento de McCarrik como arzobispo de Washington» y que «considerando que las acusaciones habían sido ya examinadas y rechazadas por Juan Pablo II y considerando que McCarrik, que en 2013 tenía 83 años, estuvo en actividad durante el pontificado de Benedicto XVI, Francisco no vio necesidad de modificar la línea adoptada en los años precedentes».
En el informe se recoge que uno de los testigos al que llaman ‘cura 1’ de la diócesis de Metuchen afirmó que había notado las actividades sexuales de Mcarrik con otro sacerdote y después lo intentó con él. También llegan una serie de cartas anónimas enviadas a la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, al nuncio (embajador) y a varios cardenales estadounidenses entre 1992 y 1993 que acusan a Mcarrik de abusos a menores.
Se sabía que el prelado había «compartido cama» con jóvenes adultos en la residencia del obispos en Metuchen y Nerwak y que también los llevaba en una casa que tenía cerca del mar en New Jersey. Todas estas acusaciones fueron recogidas en una carta que el 28 de octubre de 1999 del cardenal John O’Connor, arzobispo de nueva York, al nuncio apostólico y que llega a Juan Pablo II.
Juan Pablo II hace la vista gorda
O’Connor desaconseja su nombramiento porque considera que sería un gran escándalo. Juan Pablo II pide un informe al entonces nuncio en Estados Unidos, Gabriel Montalvo, quien pide su parecer a los cuatro obispos de New Jersey y, según la investigación, «las respuestas de los obispos confirmaron que McCarrik compartió cama con jóvenes», pero no indicaban con claridad que hubiera una «mala conducta sexual». Según la Santa Sede, tres de los cuatro obispos «no proporcionaron a la Santa Sede informaciones completas ni cuidadosas sobre la conducta sexuales con los jóvenes, mayores de edad».
En un principio, el papa prefirió apartar la candidatura de McCarrik para Washington pero éste el 6 de agosto escribe al secretario personal de Juan Pablo II, Stalisnaw Dziwisz y asegura que «en los 70 años de su vida jamás ha tenidos relaciones sexuales con ninguna persona hombre, mujer, joven o viejo, religioso o laico, no ha abusado de una persona o la ha tratado sin respeto». Juan Pablo II creyó a Mcarrick y le nombró arzobispo de Washington.
Benedicto XVI ordena a McCarrick que «mantenga un perfil bajo»
Cuando en 2005 vuelven a surgir las acusaciones contra McCarrick de abusos sexuales a adultos, Benedicto XVI decide jubilar al arzobispo, que acaba de cumplir 75 años. McCarrik le pide que espere unos meses para no amplificar el escándalo.
En 2006 y 2008, Viganò, que trabajaba en la secretaría de Estado, realizó dos informes sobre la conducta en los años 80 de McCarrik y preocupado porque podría surgir un escándalo sugirió abrir un proceso canónico.CEl secretario de Estado, Tarciso Bertone y el sustituto para los Asuntos Generales de la secretaría, el argentino Leonardo Sandri, compartieron la preocupación y se lo dijeron al papa Benedicto, pero se desestimó un proceso canónico y se indicó sólo en 2006 al purpurado que mantuviese un perfil bajo. El Vaticano destaca que los documentos hablan de recomendaciones y no de sanciones.
Así, McCarrik siguió viajando por el mundo sin que nadie lo impidiese.