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La rocambolesca historia de una bolsa con restos lunares recogidos por el Apolo 11

Esta rocambolesca historia, de la que se han hecho eco los medios locales, comenzó el año pasado cuando la bolsa en cuestión, en la que los astronautas metieron 47 piedras lunares y que aún contiene restos de polvo lunar, fue subastada por 995 dólares. Su compradora, abogada para más inri, decidió al cabo de un tiempo acudir al Centro Espacial de Houston para que los expertos autentificaran la bolsa, no fuera que el Gobierna le hubiera timado. Y entonces la NASA cayo en la cuenta de que aquella no era una bolsa cualquiera, sino la que los primeros hombres en pisar la luna trajeron a la Tierra con la demostración de que su paseo había sido algo más que una experiencia única. ALa Administración pidió a la señora Carlson que devolviera el «tesoro nacional», convencida de que diría que sí. Pero ocurrió todo lo contrario, así que le ofrecieron darle el dinero que había pagado en la subasta y 1.000 dólares más como compensación. Pero la abogada dijo que no y el asunto comenzó a complicarse porque la agencia tiró por la calle de en medio y se quedó con la bolsa. Lo que no esperaba era que la mujer denunciara la devolución de algo que, según alega, es de su propiedad y que adquirió legalmente, no como la NASA. Por eso, serán los tribunales los que digan la última palabra sobre a quién pertenece el controvertido tesoro extraterrestre.

La rocambolesca historia de una bolsa con restos lunares recogidos por el Apolo 11

Para el Gobierno de Estados Unidos se trata de un «tesoro nacional». Para Nancy Carlson es «su» tesoro. Los tribunales tendrán que decidir a quién pertenece la preciada bolsa con muestras lunares que recogieron Neil Armstrong y Buzz Aldrin, los primeros astronautas que pisaron la Luna en el Apolo 11 aquel histórico 20 de julio de 1969. Lo normal sería pensar que la NASA es la propietaria y así habría sido si no hubiera subastado por error lo que ahora reclama sin mucho éxito, por el momento.

Esta rocambolesca historia, de la que se han hecho eco los medios locales, comenzó el año pasado cuando la bolsa en cuestión, en la que los astronautas metieron 47 piedras lunares y que aún contiene restos de polvo lunar, fue subastada por 995 dólares. Su compradora, abogada para más inri, decidió al cabo de un tiempo acudir al Centro Espacial de Houston para que los expertos autentificaran la bolsa, no fuera que el Gobierna le hubiera timado. Y entonces la NASA cayo en la cuenta de que aquella no era una bolsa cualquiera, sino la que los primeros hombres en pisar la luna trajeron a la Tierra con la demostración de que su paseo había sido algo más que una experiencia única.

ALa Administración pidió a la señora Carlson que devolviera el «tesoro nacional», convencida de que diría que sí. Pero ocurrió todo lo contrario, así que le ofrecieron darle el dinero que había pagado en la subasta y 1.000 dólares más como compensación. Pero la abogada dijo que no y el asunto comenzó a complicarse porque la agencia tiró por la calle de en medio y se quedó con la bolsa. Lo que no esperaba era que la mujer denunciara la devolución de algo que, según alega, es de su propiedad y que adquirió legalmente, no como la NASA. Por eso, serán los tribunales los que digan la última palabra sobre a quién pertenece el controvertido tesoro extraterrestre.

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