Las claves para asegurar el éxito de un blanqueamiento dental duradero
Someterse a un blanqueamiento dental supone quitar de nuestro día a día algunos alimentos y bebidas que arriesgan el éxito del tratamiento
Del pavor de la infancia a ir por gusto cuando somos adultos. Realizarse un blanqueamiento dental es hoy en día una de las causas más frecuentes por las que acudir sin razón médica a una clínica odontológica. Convertido en una cuestión estética, los tratamientos blanqueadores se han popularizado en los últimos años.
Tanto realizados por profesionales como hechos en casa, esta moda que plantea recuperar los colores naturales del diente topa con bastantes enemigos una vez que el brillo original se recupera. No siempre se recupera al 100%, lógicamente. Algo en lo que todos los dentistas insisten, ya que no se asegura nunca que el resplandor primigenio vuelva en su totalidad.
A base de peróxido de hidrógeno o de peróxido de carbamida (en distintas concentraciones) son los agentes blanqueantes que en consultas y laboratorios se utilizan. Su misión es blanquear el diente a través del oxígeno que desprenden. Esta técnica, que ha evolucionado bastante en los últimos años, permite que en algunos casos estemos listos en una sola sesión.
En otros casos, se necesitan varias sesiones o terapias de mantenimiento. En cualquier caso, aunque existen opciones de blanqueamiento doméstico, es recomendable consultar siempre antes con un profesional. Un aumento de la sensibilidad, el riesgo de utilizar una concentración de peróxido más elevada (y los riesgos asociados, como la irritación bucal) o una distribución desigual de las cantidades puede complicar el resultado final.
Lógicamente, el simple hecho de ‘reblanquear’ los dientes topa con ciertos enemigos. Mientras estamos con el tratamiento, los odontólogos e higienistas insisten en las pautas para evitar malograr el proceso. Toca así despedirse de numerosos alimentos y bebidas que se convierten en torpedos de unos dientes bonitos y blancos.
Cómo se realiza un blanqueamiento dental
Además de aclarar ciertas reglas al paciente, como es evidente. En cualquier caso, se trata de una terapia meramente estética y que no tiene objetivo funcional. Por este motivo, explican desde la Clínica Dental Ferrus & Bratos, «se realiza en los dientes visibles».
Corresponde así a las «piezas dentales entre el 15 y el 25 [del segundo premolar al segundo premolar del maxilar superior] y del 35 al 45 [los segundos premolares de la mandíbula inferior]». Además, no se blanquea la cara interna de los dientes y en el caso de que haya coronas, empastes o carillas, se recomienda sustituirlos por otros del mismo tono tras el blanqueamiento.
También es importante conocer las limitaciones de los blanqueamientos, especialmente los caseros. Nunca se deben esperar ‘milagros’, pero aún menos posibles son con los kits de blanqueamiento domésticos. El motivo es que su proporción de peróxido de hidrógeno debe ser igual o menor al 0,1%. Una cantidad que para profesionales, con análisis previo y con supervisión médica que lo permita, puede ser superior al 6% y por tanto más efectiva.
Independientemente de la técnica, duración del tratamiento o clínica, hay factores que van a complicar el éxito de un blanqueamiento dental, tanto en la realización como en el asentado. Lo que comemos, bebemos, fumamos y la higiene bucodental que llevemos durante ese período marcará el devenir del procedimiento.
Las cinco claves para asegurar un blanqueamiento dental duradero
Mientras se asienta el tratamiento, los dientes suelen aumentar su sensibilidad. Además, es posible que parte del peróxido acabe en las encías, dando así una sensación de quemazón e irritación gingival. No en vano, es además relativamente habitual que en los días posteriores al tratamiento se produzcan ligeros sangrados dentales durante el cepillado.
Estos efectos remiten con los días, pero no significa que no debamos prestar atención a nuestra alimentación. Por descontado, aumentar la vigilancia en la salud e higiene bucodental para que no malogremos el proceso es otra de las claves. Los enemigos habituales nuestra boca serán también los elementos a evitar en nuestro día a día postblanqueamiento.
Tabaco
Si ya son muchos los motivos por los que dejar de fumar, intentar conseguir unos dientes blancos se suma al carrusel de razones. Contrario a lo que se piensa, no es solo el esmalte el responsable del color de la dentadura. Los dientes son un bloque de dentina recubiertos de esmalte, donde el color depende en mayor medida de la dentina y no del esmalte.
Topamos así con una estructura ligeramente porosa (el esmalte) que permite que las manchas de nicotina acaben tiñendo también el interior del diente. Esa tintura es reversible, pero si mantenemos hábitos tabáquicos durante el proceso de blanqueamiento estaremos restándole efectividad.
Vino tinto y café
Son dos elementos muy presentes en nuestro día a día y dos de los grandes enemigos del brillo dental. ¿Por qué sintetiza en el vino tinto y no hacer alusión al blanco? Pues por dos motivos: acidez y taninos cromógenos. La primera baja el pH de nuestra boca, lo que provoca la desmineralización del esmalte. Además, favorece la aparición de enfermedades como la caries o la periodontitis.
Por otro lado, el vino tinto es rico en taninos (provienen de las pieles, de las pepitas y de la propia madera), una sustancia cromógena que puede dotar de color a los dientes con un consumo continuado.
Parecido es el caso del café. No solo por ser un elemento cromógeno, sino también por ser un reductor natural del pH de nuestra boca por su marcada acidez, motivos que se asemejan a los que el vino tinto produce.
Alcohol
Hay alcoholes sin taninos -como el vino blanco- que también complica el éxito de un blanqueamiento. Es lo mismo que puede ocurrir con otro tipo de bebidas como cervezas, vermús o destilados. Todos ellos son capaces de arruinar el éxito de un blanqueamiento dental por una sencilla razón: reducen la producción de saliva y aumentan la presencia de azúcares en la boca.
Ambas causas son cariogénicas. Por un lado, necesitamos saliva para reducir las bacterias presentes en la boca. Por el otro, un aumento de los azúcares supone un caldo de cultivo para que esas bacterias se nutran y puedan dañar los dientes. Si estamos ante episodios de sensibilidad dental, el alcohol empeorará el resultado de los blanqueamientos dentales.
Cuidado con lo que comemos
No solo los malos hábitos como el tabaco o el alcohol tienen culpa en un infructuoso blanqueamiento. Productos tan aparentemente sanos como la naranja, las fresas, la remolacha o el tomate pueden jugarnos malas pasadas. Por este motivo, debemos evitar el consumo de cítricos en los días posteriores al tratamiento, ya que reducen el pH de la boca -lo mismo que el vino o el café-.
Además, productos no ácidos pero sí con una gran capacidad de tintura como la remolacha, el azafrán o el propio tomate (que también es un elemento ácido) es susceptible de teñir de nuevo el diente. Esto es aplicable también a chocolates, a salsas de tomate o kétchup, arándanos y cualquier producto con esa capacidad de desteñir.
Dieta blanca
Es frecuente que en los días posteriores al blanqueamiento dental tengamos que adaptar nuestros patrones alimenticios. A veces por una cuestión de hipersensibilidad dental porque reaccionamos con más vehemencia a productos demasiado fríos o demasiado calientes. Sin embargo, lo más práctico es reducir el consumo de esos alimentos que pueden manchar los dientes.
Es la razón por la que se promueve una dieta blanca, esto es, alimentos con poco color o color blanco. Patata, arroz, judías blancas, clara de huevo y productos lácteos son los recomendados para prevenir tinturas y que los dientes vuelvan a sufrir.
Una higiene dental más atenta
Por así decirlo, vamos a dejar a nuestros dientes ‘a flor de piel’ tras un blanqueamiento. Esa hipersensibilidad se verá agravada si no prestamos atención a los cepillados, pero no vienen solos. Por esta razón, es común que los odontólogos recomienden un uso de dos dentífricos alternos tras el blanqueo: uno para la sensibilidad y otro para mantener el color.
En ese sentido, también se recomienda el uso de colutorios y enjuagues (si no se hacía ya), para proteger a los dientes. Es especialmente útil de noche porque se reduce la producción de saliva, que ejerce una labor protectora y antiséptica, y también recomendable que estos colutorios no contengan color.