El esquí, un deporte completo para tu invierno (y cinco razones para practicarlo)
Aire puro, montaña y descensos vertiginosos… Aunque no es un deporte sencillo, practicar esquí es una forma espectacular y divertida de hacer ejercicio y quemar calorías
Pocos deportes hay más completos que el esquí. El problema, como es lógico, es que está sujeto a una temporalidad que lo convierte en un placer efímero. Apenas una temporada de un par de meses, tres a lo sumo, se convierten en el codiciado tesoro de los amantes de los deportes de nieve.
Comparte pista con el snowboard o con el trineo, pero el esquí en descenso es la práctica deportiva más masiva en cuanto a deportes de invierno dentro de nuestro país. Es cierto que no es un deporte sencillo para principiantes, sobre todo porque nos falta continuidad en su práctica, pero si lo tenemos a mano, es un deporte espléndido.
No le faltará razón al que piense que es un deporte caro o, cuanto menos, no tan accesible como sería practicar fútbol o salir a correr. Con estas premisas claras y si el tiempo nos lo permite, el esquí es una magnífica forma de bajar kilos de más. También nos permite desarrollar una gran capacidad aeróbica y además tonificar distintos grupos musculares a la vez. Un lujo estacional que nos puede venir de perlas, más aún si nos hemos pasado con la dieta navideña.
Si nos faltaban motivos para ponernos en marcha y que sea divertido no es suficiente aliciente, el espaldarazo a los problemas con la báscula nos vendrán de maravilla para ponernos en marcha. Aunque, a priori, pueda ser una práctica deportiva algo costosa, ya que hay que alquilar equipos y pagar forfait, veréis que en función de los días libres se amortiza de maravilla.
Los beneficios físicos de practicar esquí
Lo miremos por donde lo miremos, el esquí nos va a venir bien. Es un quemacalorías de manual y por partida doble. Por un lado, porque estamos realizando un ejercicio de gran intensidad. Por el otro, porque lo estamos realizando en un entorno frío que exige al cuerpo un mayor gasto calórico para mantenernos en danza.
Eso también implica que nuestro corazón tenga que estar bombeando sangre con más vehemencia, por lo que es un ejercicio que de forma natural mejora la circulación sanguínea y, además, será una forma maravillosa de hacer el famoso cardio. Con él, ganaremos fondo físico, resistencia y también fuerza, aunque no tengamos la sensación de estar haciendo un esfuerzo particularmente intenso.
Como es lógico, la práctica del esquí potencia sobremanera la musculatura del tren inferior, quizá la más difícil de trabajar de manera continua, pero eso no quiere decir que el resto del cuerpo no se beneficie. Lógicamente, el gesto de usar para ciertos giros nuestros bastones también potenciará el tren superior, pero también nos vendrá bien para fortalecer el denominado core.
Una bendición para quemar calorías
Se estima que una hora de esquí para una persona que tenga un nivel medio o avanzado estará en torno a las 500 calorías. Un dato a tener más que en cuenta si comprobamos que una jornada de esquí puede irse fácilmente a cuatro o cinco horas de práctica. Es cierto que no siempre mantenemos la misma intensidad y que incluso el tipo de pista (azul, verde, amarilla, roja o negra) también influirá en la forma de quemar calorías.
En cualquier caso, es una forma excepcional de mantener a rayar los kilos de más y también de no sobrecargar las articulaciones con un ejercicio de alto impacto. Sí hay que mencionar que el esquí también es exigente en lo físico, por lo que no es un deporte fácil de practicar si partimos de una condición física mala. Eso no quiere decir que no lo podamos hacer, pero sí que lo tengamos en cuenta.
Además, hay ciertas contraindicaciones. Principalmente para personas que sean hipertensas y también para aquellos que hayan tenido problemas articulares en rodillas y tobillos, aunque principalmente en las primeras. Se trata de la articulación que más sufre en giros y en cargas, por lo que si hemos tenido problemas previos es conveniente practicar un esquí tranquilo.
Perfecto para poner a tono las piernas
Es posible que después de hacer esquí tengas agujetas en partes de las piernas que ni siquiera imaginabas que pudieran doler. No te preocupes porque es relativamente normal, más aún si no estamos acostumbrados al deporte. La mayor parte de la carga de un descenso recae en las piernas. Esto incluye muslos, cuádriceps, aductores, glúteos, gemelos, soleos… Vamos, la plana mayor de la musculatura del tren inferior.
Además, la frecuencia con la que el la posición en cuclillas o de flexión que hacemos durante todos los descensos serán una forma más que buena para fortalecer, tonificar y estirar todos estos grupos musculares. En cuanto a rendimiento por pierna, poco más se le puede exigir al esquí como deporte total.
Ideal para mejorar el equilibrio
A medida que uno se adentra en la práctica del esquí también comprueba cómo su técnica y su forma de girar cambia. Cuando somos noveles abusamos de los bastones, creyendo que son los pilares fundamentales de cada quiebro. Cuando vamos mejorando, empiezan a ser más irrelevantes, dando paso a giros donde lo más importante acaba siendo la cintura.
Por este motivo, es habitual que los esquiadores tengan la musculatura del core especialmente desarrollada. Hablamos de los músculos abdominales, de los lumbares, de los músculos pélvicos y también de los glúteos, así como la musculatura profunda de la columna. Los giros, las flexiones y el control que se hace del cuerpo en estos virajes no solo tonifican la zona, sino que también permiten bajar el centro de gravedad del deportista, favoreciendo el equilibrio.
Deporte al aire libre, baza segura del esquí
Pocos entornos hay más limpios que la alta montaña como para que el esquí no se convierta en un reclamo 100% natural para deportistas. Es verdad que el peregrinaje a las pistas supone un extra de polución y de contaminación atmosférica para la zona, pero bastante bajo en comparación a lo que podríamos encontrar en una gran ciudad.
Además, la alta montaña cuenta con ciertos factores que son bastante positivos para cierto tipo de deportistas, especialmente los alérgicos, ya que la presencia de pólenes es inferior a medida que ascendemos. En el mismo sentido, animales como los ácaros tampoco sobreviven a los cambios de altitud y temperatura que una estación de esquí promueve. Esto los convierte en espacios donde respirar aire más limpio es habitual, pero cuidado, también hablamos de un aumento de la presión.
Viene aparejado a ésta un descenso de la concentración de oxígeno en el aire. La cantidad es la misma, pero su concentración es menor, por eso se produce esa sensación de falta de aire. En cualquier caso, estas dificultades respiratorias pueden aparecer con más vehemencia a partir de los 2.500 metros de altitud, cifra que en España se supera en pocas estaciones de esquí. Apenas Sierra Nevada y en la vecina Andorra, motivos por lo que no es necesario preocuparse en demasía por el mal de altura.
Más coordinación y más flexibilidad
El simple hecho de girar, de planear la ruta en el descenso o de tener que rectificar trayectorias, algo que es bastante frecuente en las pistas de esquí, son bendiciones que van a repercutir directamente en nuestros músculos. Por un lado, una mejora de la coordinación motora, que nos vendrá bien no solo a los adultos, sino también para niños y adolescentes. Motivo por el que también el esquí es un gran deporte para practicar en familia.
Por el otro, como es lógico, cada una de estas piruetas, giros y cambios de rumbo van a implicar aumentar nuestra flexibilidad. Insistimos en la exigencia que el esquí pide al que lo practica, pero sus beneficios si partimos de una forma física correcta serán muchos y muy variados, entre ellos este fortalecimiento muscular y una implementación de la flexibilidad.