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Xevi Verdaguer: «No puede ser que los alimentos formen parte del problema»

De la guerra al antiácido hasta la importancia de la crononutrición, al ayuno o a los ritmos circadianos

Xevi Verdaguer: «No puede ser que los alimentos formen parte del problema»

El divulgador científico Xevi Verdaguer | Xavier Torres-Bacchetta.

Casi un tratado. Así ha llegado a las librerías Tu salud empieza aquí (Grijalbo), el último trabajo del divulgador científico Xevi Verdaguer (Olot, Girona, 1975). Sin embargo, Verdaguer defiende la obra no como un manual que debas aprenderte, sino «como una obra de consulta, donde pongas el post-it en donde te sientas identificado y puedas volver cuando lo necesites».

Autor de dos trabajos previos como Transforma tu salud y Cuídate, Verdaguer afronta en este trabajo un compendio de todo, o casi todo, lo que últimamente lleva revoloteando en redes sociales y medios sobre el amplísimo abanico de malestares que acechan a las sociedades desarrolladas. Divulgador científico, psiconeuroinmunólogo, nutricionista y fisioterapeuta, Verdaguer ha condensado su trabajo y, por extensión, su vida a la salud y al cuidado del cuerpo humano.

Casi con un perfil clásico y humanístico, las teorías de Verdaguer apuntan a los mismos principios de la medicina helenística con el aforismo hipocrático de dejar que la comida sea tu medicina, y la medicina sea tu comida. También lamenta que nuestra mirada se vaya todo el rato a las calorías o al déficit calórico.

A estas quejas se suma la tendencia a solucionar con fármacos problemas que tendemos a cronificar. Hablar de la gastritis y del abuso de los antiácidos. También de cómo consumimos masivamente antiinflamatorios no esteroideos, siendo líderes europeos en este tipo de fármacos. Desde este perfil casi tratadista, Verdaguer apuesta por limpiar cerebro y limpiar intestino para encontrar un equilibrio que pone en la ecuación dormir, comer, hacer deporte o tener relaciones sociales sanas.

La idea es que Tu salud empieza aquí, desde su perspectiva, es dotar de herramientas al lector para conocer por qué le suceden las cosas. «Lo fundamental es tener conocimientos, pero sin obsesionarse por nada», explica. No obstante, sigue siendo consciente de los hábitos de nuestra sociedad. Incluso de las tentaciones que las redes sociales y sus nuevos profetas pueden suponer. Por eso, aclara, «lo importante es ser más consciente de lo que nos pasa y por qué nos pasa», a THE OBJECTIVE.

PREGUNTA. – ¿A quién va dirigido un libro como este?

RESPUESTA. ­– A todas esas personas que tengan curiosidad por aprender cómo funcionamos y para así conseguir mantener la salud y, si la has perdido, que la encuentres de nuevo. Mi recomendación es ir leyendo, pasando los capítulos y a la gente le digo que marque con un post-it la parte de la película que le influya. Quiero que quede claro que no es un manual de adelgazar, pero sí es un manual para cuidar y cuidarte mejor, por eso va enfocado a un público general.

P. – Aunque haya conceptos que por momentos nos trasladen a una clase de Química en el colegio…

R. – Te puede llegar un momento de pensar que estás en una clase de colegio. Hay momentos que no hace falta recordar muchos nombres, pero cuando terminas el libro es probable que te des cuenta de que algunas palabras y cosas que ha sido leyendo en varios capítulos y ya te son más familiares, aunque evidentemente no hay que recordar todo.

P. – Uno de los conceptos que más se comenta es la crononutrición o cómo debemos alimentarnos en función de las horas del día y de cómo secretamos determinadas hormonas.

R. – Claro porque antes estábamos todo el rato atentos a las calorías para bajar de peso y ahora nos hemos dado cuenta de que importa más la hora. La crononutrición es todo lo que tiene que ver con las hormonas del hambre y de la saciedad, y de cómo nuestro cuerpo genera hormonas de hambre, que es la grelina, y cómo genera las de la saciedad, que es la leptina.

El divulgador científico Xevi Verdaguer
El divulgador científico Xevi Verdaguer. ©Xavier Torres-Bacchetta.

P. – También dedicas bastante tiempo a explicar la farmacoterapia imperante, incluyendo antiinflamatorios y antiácidos. ¿Se ha convertido el ácido estomacal en uno de los demonios modernos?

R. – Parte del problema es que una persona que se encuentra mal va al médico, se lo recetan y luego no vuelve al médico para decirle que ya está bien. Entonces sigue tomándolo y se generan situaciones de riesgo porque estás todos los días con el Omeprazol. A largo plazo no es saludable quitar el ácido del estómago porque lo normal es que su pH esté entre uno y dos. ¡Es una puta caldera de acero, tío!

P. – Y, entre medias, la otra batalla de la salud mental y de cómo no vinculamos una realidad entre cerebro y estómago.

R. – Situaciones como la gastritis, las úlceras o el reflujo gastroesofágico están relacionados con todo lo que sucede en tu cabeza. Son problemas muy asociados al mal descanso nocturno y si tienes dietas desequilibradas y comes a destiempo, se retroalimentan mal y eso es lo que acaba propiciando que tengas estrés, que duermas mal y que vuelvas a tener reflujo.

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P. – Influye que estemos en una época de sobrealimentación y tengamos acceso todo el rato a alimentos, incluso con el mito de las cinco comidas al día.

R. – Sí, la gente come demasiado, pero el problema no es que la gente coma porque quiere estar mal aposta. Lo que sucede es que tienes hambre porque tus decisiones de comer no están alineadas con tus genes y con esa crononutrición. Ahora sabemos cuándo nuestro cuerpo está generando las hormonas de hambre y cuándo genera las hormonas de saciedad. También cómo nos afecta la luz o los estímulos de la luz artificial.

P. – De esta manera, acabamos maltratando al estómago.

R. – Piensa que tu intestino es un gran barrendero que está terminando su jornada laboral después de comer. Piensa que tiene un horario de ocho horas de trabajo. Ahora imagina que le haces estar trabajando 16 o 18 horas y que mientras barre, le añades más basura para que siga barriendo. Si a ti te hicieran esto en tu trabajo, pensarías que tu jefe es un desgraciado. Por eso siempre digo que pensemos en qué tipo de compañero queremos ser para nuestro intestino y qué pensará nuestro intestino de un alojador como nosotros.

P. – También hablas de las reacciones adversas a determinados alimentos o a cómo demonizamos, por modas, ciertos productos o nutrientes.

R. – Es que las reacciones adversas a los alimentos vienen porque sencillamente el intestino no está bien como para procesar esos alimentos, no porque el alimento te siente mal por sí solo. No hablo de intolerancias o alergias, sino de quitar alimentos que no te sientan mal por ellos mismos, sino porque tu intestino no está en condiciones de afrontarlo. Es muy sencillo. Piensa en un día que tengas un esguince de tobillo. Seguro que andando con muletas vas mejor y que cuando empiezas a hacer rehabilitación te sientes mejor, pero, sin querer, vas y apoyas el tobillo. ‘Huy, me duele al apoyar el pie’. Pues eso es lo mismo que le pasa al estómago. Es como si apoyas el pie y te das cuenta de que es demasiado pronto.

P. – Aunque la gente siga comiendo.

R. – Claro porque lo que no puedes, siguiendo con el símil, es que si el tobillo está inflamado hagas rehabilitación mañana y tarde y luego salgas a correr a mediodía porque así nunca se va a deshinchar. La idea es dejar descansar al intestino, igual que dejaríamos descansar al tobillo del ejemplo. Es de sentido común, pero a veces la gente no quiere dejar de comer y se dedica a buscar la dieta ideal antiinflamatoria.

P. – ¿No existe?

R. – Claro que no. Ahora está de moda buscar la dieta antiinflamatoria y lo que yo te digo es que lo que te inflama el intestino son los patógenos como el Helicobacter Pylori, el estrés crónico o el no dormir por las noches. Esto es lo que te inflama. Otra cosa es que tengas algunos problemas particulares como intolerancias o alergias.

Socializar, las redes sociales y un exceso de información demasiado cercano

P. – ¿Qué papel juega también la parte social en esta adaptabilidad? ¿Cómo se puede hacer ver que esos hábitos a largo plazo y mantenidos en el tiempo no son saludables como beber alcohol, acostarse tarde o irse a la cama con el teléfono en la mano?

R. – Está claro que si te haces un vermut no te va a hacer daño. Aunque si te haces un vermut cada sábado y cada domingo pues pasa, como explico en el libro, con un ejemplo de una persona que decía que solo bebía un vasito de leche al día. Pero claro, eran 365 vasitos de leche al año. Y si lo haces con el vermut, donde el único consumo seguro de alcohol es cero, estamos peor. Hemos de asumir que, hagamos lo que hagamos, vamos a tener que pagar un precio al día siguiente por estos excesos.

P. – Algo que, en parte, también sucede por nuestros hábitos en la forma de socializar.

R. – Esto es también fundamental y es algo súper importante para la salud porque tenemos que sociabilizar de día. No tenemos que estar de noche, antes de irnos a la cama, respondiendo a los mails y contestando a los whatsapps. Esto no es saludable, por eso cuando decidimos socializar en horas de noche también hay que asumir ese precio al día siguiente.

P. – ¿Hay fundamento en la teoría de creer que ahora hay más enfermedades autoinmunes o más celiaquía, o más intolerancias de las que había antes?

R. – Hay más problemas porque nos ponemos palos en la rueda. Si no es la dieta es el estrés; si no es la luz azul; si no es la falta de sueño o la falta de ejercicio. Los factores que originan las inflamaciones son el no dormir, los trastornos del sueño y el estrés crónico y los patógenos.

P. – ¿El auge de las redes sociales también influye?

R. – La información está en el mundo y todo el mundo está en las redes porque tiene curiosidad y porque le distrae. Sin embargo, además te mantiene pensando en los problemas. Si tú no tienes ningún problema físico, no hace falta que veas o sigas a tanta gente que está todo el rato hablando de ese problema. Seguir a mucha gente que informa todo el rato empieza a generar ese estrés. Al final, lo que tenía que ser parte de la solución empieza a formar parte del problema.

P. – Entonces, ¿no hay que intoxicarse con la información?

R. – ¿Si te encuentras bien? Claro que no. No puede ser que los alimentos formen parte del problema. Como no puede ser que haya gente que lo único que hace para estar bien es no comer porque tiene miedo a los alimentos. Así genera un estrés que es el que luego va a hacer que los alimentos sienten mal, pero porque el intestino no está en forma. Creo que entrar en el mundo de lo obsesivo es lo que te puede reventar.

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