¿Por qué se nos arruga la piel en el agua? La Dra Molina nos lo explica
No solo resulta interesante desde un punto de vista biológico, sino que también podría tener un origen evolutivo
La arruga de la piel al sumergirnos en agua es un fenómeno que ha intrigado a científicos y la gente común por igual.
Este proceso, observable principalmente en los dedos de las manos y los pies, ocurre cuando pasamos un tiempo considerable en el agua.
Aunque puede parecer simplemente una respuesta física a la humedad, investigaciones recientes sugieren que se trata de un mecanismo complejo que involucra el sistema nervioso.
Este fenómeno no solo es una curiosidad biológica, sino que podría tener raíces evolutivas, proporcionando a nuestros ancestros una ventaja adaptativa en ambientes acuáticos.
La piel: un escudo natural contra el agua
La Dra. Ana Molina, dermatóloga y experta en salud, nos revela un fascinante aspecto sobre la piel humana que a menudo pasa desapercibido.
Aunque no podemos verlo a simple vista, nuestra piel está cubierta por un manto especial de sebo que la protege y la hace capaz de repeler el agua. Gracias a este sebo, al ducharnos el agua resbala por nuestra piel en vez de ser absorbida como una esponja.
El sebo es una sustancia grasa producida por las glándulas sebáceas, que forma una capa protectora sobre la piel. Esta capa no solo mantiene la hidratación cutánea, sino que también crea una barrera física contra agentes externos y evita que el agua penetre en la piel. Así, la piel se mantiene flexible y resistente a las agresiones del medio ambiente.
¿Por qué se nos arrugan los dedos de las manos y los pies?
Durante mucho tiempo, se pensó que el agua disolvía y dañaba el sebo cuando permanecíamos en contacto con ella por periodos prolongados.
Según Molina esta teoría sugería que, al desaparecer esta capa protectora, el agua podía penetrar en la epidermis (la capa más externa de la piel), causando su hinchazón y las características arrugas en los dedos. Sin embargo, la ciencia pronto descubrió algo sorprendente: este arrugamiento no ocurría en personas con daños en los nervios.
Esto llevó a los investigadores a sospechar que los dedos arrugados no eran simplemente un efecto de la absorción de agua, sino una respuesta autónoma del sistema nervioso central a la elevada humedad.
Pero, ¿por qué la evolución nos dotaría de esta peculiar respuesta? La Dra. Ana Molina explica que la razón podría ser muy práctica: aumentar el agarre.
«Por el mismo motivo que arrugamos los neumáticos de nuestro coche, para aumentar el agarre», señala la Dra. Molina. Los seres humanos encontramos más fácil coger objetos mojados con los dedos arrugados, ya que todas esas arrugas aumentan la sujeción.
Este fenómeno se asemeja a cómo los neumáticos con ranuras mejoran la tracción sobre superficies mojadas. Así, nuestros dedos arrugados pueden haber ofrecido una ventaja evolutiva crucial, permitiéndonos manipular objetos en ambientes húmedos con mayor eficacia.
¿Es bueno el agua fría para la salud de la piel?
El uso de agua fría en los cuidados de la piel ha ganado popularidad por sus beneficios potenciales. Sin embargo, es importante entender cómo y cuándo utilizar el agua fría para maximizar sus efectos positivos sin causar daño.
- Reducción de la inflamación y el enrojecimiento: la Dra. Ana Molina, dermatóloga, afirma que el agua fría puede ayudar a reducir la inflamación y el enrojecimiento de la piel. El frío contrae los vasos sanguíneos, disminuyendo el flujo de sangre a la superficie de la piel y ayudando a reducir la hinchazón y la irritación. Esto es particularmente beneficioso para personas con condiciones como el acné y la rosácea.
- Mejora de la circulación: el Dr. Chris Minson, profesor de fisiología humana, señala que el agua fría puede estimular la circulación sanguínea. Al exponer la piel al frío, el cuerpo responde aumentando el flujo sanguíneo hacia la superficie de la piel para mantener la temperatura corporal, lo cual puede contribuir a una piel más saludable y de mejor apariencia.
- Cierre de poros: el agua fría puede ayudar a cerrar los poros después de la limpieza facial, lo que puede prevenir la acumulación de suciedad y bacterias. Esto puede resultar en una piel más limpia y menos propensa a brotes de acné.