Estos son los cinco grandes riesgos de bañarse en una piscina durante el verano
No todo lo que sucede en el agua es inerte e inocuo, así que mejor prevenir que curar incluso durante las vacaciones
El verano trae consigo muchas alegrías, y una de las más grandes es poder disfrutar de un buen chapuzón en la piscina. Sin embargo, este placer veraniego no está exento de riesgos. A menudo, la emoción y el alivio del calor pueden hacer que olvidemos las amenazas invisibles que acechan en las aguas tranquilas y refrescantes. Es por eso que no debemos olvidar que hay riesgos al bañarse en una piscina, aunque no solo en ellas.
Las piscinas, aunque generalmente seguras, pueden albergar una serie de peligros para la salud. Es fundamental estar al tanto de estos riesgos para poder tomar las precauciones necesarias. No sólo las piscinas privadas, sino también las piscinas públicas, lagos, piscinas naturales y playas presentan sus propios desafíos. Aunque no hay que ser alarmistas, es prudente ser conscientes y proactivos.
En los espacios naturales como lagos y playas, los riesgos pueden ser incluso mayores. Estos entornos, aunque bellos y naturales, pueden estar contaminados de diversas maneras. La falta de control sobre la calidad del agua puede conducir a problemas de salud que podrían arruinar nuestras vacaciones. Las bacterias, los virus y otros microorganismos pueden estar presentes en mayores cantidades que en las piscinas tratadas con productos químicos.
Estos son los cinco grandes riesgos para la salud del baño en piscinas
Uno de los riesgos más comunes de nadar en piscinas es la posibilidad de infecciones. Tanto las infecciones víricas como las bacterianas son un problema real. Los virus como el adenovirus pueden causar enfermedades respiratorias, conjuntivitis y otros problemas. Las bacterias, por otro lado, como la E. coli o la Salmonella, pueden provocar infecciones gastrointestinales que pueden ser particularmente desagradables.
Además de las infecciones, los hongos representan otro riesgo significativo. El ambiente húmedo de las piscinas es ideal para el crecimiento de hongos como el pie de atleta. Este hongo puede causar picazón, enrojecimiento y dolor, y es fácilmente transmisible en áreas comunes como vestuarios y bordes de piscina.
Las picaduras de insectos también son un riesgo a considerar. Las piscinas al aire libre pueden atraer a una variedad de insectos, incluidos mosquitos y abejas. Las picaduras no sólo son molestas, sino que también pueden transmitir enfermedades o causar reacciones alérgicas en algunas personas. En algunos casos, de hecho, puede ser uno de los riesgos de bañarse en una piscina más problemáticos.
Otro riesgo habitual es la irritación de la piel y los ojos. El cloro, aunque esencial para mantener el agua libre de microorganismos, puede causar irritación en los ojos y la piel. En algunos casos, las personas pueden desarrollar una sensibilidad al cloro, del que ya te hablamos en THE OBJECTIVE, que hace que nadar sea una experiencia incómoda. Razón por la que conviene conocer si puede ser nuestro caso. Por suerte, también empieza a haber piscinas libre de cloro. De hecho, el cloro incluso puede –en casos muy extremos– afectar a la salud dental de los nadadores profesionales, como explica este estudio.
Por último, la otitis externa, también conocida como oído del nadador, es una infección del canal auditivo externo que puede ser muy dolorosa. Esta condición es causada por el agua que queda atrapada en el oído después de nadar, proporcionando un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias.
Cómo minimizar los riesgos para la salud al bañarse en piscinas
Para minimizar estos riesgos, es fundamental mantener la calidad del agua de la piscina en óptimas condiciones. En las piscinas privadas, esto puede lograrse mediante un mantenimiento regular, que incluye la medición y ajuste de los niveles de cloro y pH, así como la limpieza frecuente de los filtros. También es importante asegurarse de que todos los que entren a la piscina se duchen antes de hacerlo, para minimizar la introducción de contaminantes.
En las piscinas públicas, el mantenimiento del agua puede ser más complejo. Estas piscinas son usadas por un mayor número de personas, lo que incrementa la posibilidad de contaminación. Los responsables de estas instalaciones deben seguir protocolos estrictos para asegurar que el agua se mantenga limpia y segura. Esto incluye pruebas frecuentes de la calidad del agua y el uso de sistemas de filtración avanzados.
Además, los usuarios de piscinas públicas deben ser conscientes de su papel en la prevención de la contaminación. Seguir las normas de higiene, como ducharse antes de nadar y evitar entrar al agua si se tiene alguna infección cutánea, puede hacer una gran diferencia. También es útil usar calzado adecuado en áreas comunes para prevenir la transmisión de hongos. Ambas prevenciones son útiles para evitar riesgos al bañarnos en todo tipo de piscinas.
En los entornos naturales, la vigilancia es clave. Evitar nadar en áreas donde el agua parece estar estancada o tiene un olor desagradable puede reducir significativamente el riesgo de infecciones. También conviene informarse sobre la calidad del agua antes, especialmente en lagos y ríos que pueden estar contaminados por actividades agrícolas o industriales.
Aunque nadar en piscinas y otros cuerpos de agua durante el verano es una de las mejores maneras de disfrutar del buen tiempo, es esencial ser consciente de los riesgos asociados. Tomar las precauciones adecuadas e informarse de cómo mantener la calidad del agua puede garantizar que nuestras experiencias acuáticas sean seguras y placenteras.