¿Se puede comer tomate si tienes ácido úrico?
La alimentación, aunque sepamos que es un factor relevante para nuestra salud, seguimos descuidándola
Mantener niveles saludables de ácido úrico es crucial para prevenir condiciones como la gota y otros problemas de salud relacionados.
Una de las dudas más comunes entre quienes buscan controlar sus niveles de ácido úrico es si el tomate, un alimento ampliamente consumido, puede ser perjudicial.
¿Qué es el ácido úrico?
El ácido úrico es un compuesto que se produce en el cuerpo debido a la descomposición de unas sustancias llamadas purinas, presentes en ciertos alimentos y bebidas.
Normalmente, el 80% del ácido úrico producido diariamente se elimina a través de la orina, pero si se consume una dieta alta en purinas, esto puede llevar a una acumulación de ácido úrico en la sangre.
Una dieta desequilibrada, con un exceso de carnes rojas, pescado, mariscos y fructosa (presente no solo en frutas, sino también en alimentos envasados y azucarados como zumos, galletas, productos light, etc.), así como en bebidas como cerveza, licores y refrescos light, puede causar un aumento del ácido úrico.
¿Qué otros factores afectan?
La edad y el sexo también influyen en los niveles de ácido úrico. Los hombres menores de 65 años tienen un riesgo cuatro veces mayor que las mujeres de desarrollar hiperuricemia, aunque este riesgo se iguala para las mujeres al llegar a la menopausia.
Además, el exceso de ejercicio físico y el sobrepeso pueden contribuir a la hiperuricemia. Sin embargo, la investigación sobre la elevación del ácido úrico ha identificado factores protectores, como los productos lácteos desgrasados y la vitamina C.
Tradicionalmente, se ha asociado la hiperuricemia (niveles elevados de ácido úrico) con la gota, una enfermedad que inflama el dedo gordo del pie y causa gran dolor.
Actualmente, se considera el ácido úrico como un factor de riesgo cardiovascular por sí mismo, ya que reduce el óxido nítrico, esencial para la elasticidad de los vasos sanguíneos y la absorción de glucosa. Esto puede llevar a hipertensión arterial, diabetes tipo 2 y arterioesclerosis.
Además, la elevación del ácido úrico también se relaciona con otras enfermedades, como:
- Hipoparatiroidismo.
- Leucemia.
- Insuficiencia renal.
- Nefrolitiasis.
- Toxemia durante el embarazo.
¿Se puede comer tomate si tienes ácido úrico?
Según la nutricionista Júlia Farré, experta en nutrición, existe la creencia equivocada de que el tomate incrementa el ácido úrico.
Sin embargo, el tomate no contiene purinas, por lo que su consumo no eleva los niveles de ácido úrico en el cuerpo, pero sí que contiene fructosa, de modo que es recomendable consumirlo entero para aprovechar su fibra y combinarlo con otros vegetales y hortalizas.
Esto ayuda a evitar una alta concentración de fructosa, como ocurre con los zumos, salsas y licuados.
Por lo tanto, no es necesario eliminar el tomate fresco o cocido de la dieta, pero sí se debe tener precaución con las salsas de tomate, especialmente las industriales, el tomate concentrado y los zumos de tomate debido a su alto contenido de fructosa.
Tratamiento farmacológico para el ácido úrico
Los medicamentos ayudan a controlar y revertir los ataques de gota más rápidamente. Por eso, es crucial seguir las recomendaciones médicas, ya que solo con la alimentación podría no ser suficiente para reducir los síntomas de manera rápida y eficaz.
Sin embargo, un tratamiento adecuado debe siempre incluir una parte nutricional para mantener los niveles de ácido úrico por debajo de 6 mg/dl a largo plazo y ayudar a eliminar o disminuir la frecuencia y gravedad de los ataques.
Los estudios indican que, con una buena pauta nutricional y siguiendo correctamente las recomendaciones farmacológicas, es posible normalizar el ácido úrico en un período de 6 meses a 1 año, dependiendo del estado inicial de la enfermedad.
Por lo tanto, es fundamental seguir adecuadamente la pauta farmacológica y mantener una dieta adecuada. Junto con la restricción calórica y el ejercicio físico regular, esto mejorará los síntomas y ayudará a prevenir la reaparición de la enfermedad.