¿Qué es mejor para la vista leer en iBook o en libro físico?
La evolución de la lectura digital ha traído consigo grandes ventajas, como la portabilidad, pero ¿es saludable?
La evolución de la lectura digital ha traído consigo grandes ventajas, como la portabilidad y la flexibilidad de ajustar el tamaño de las letras y el acceso a textos a bajo costo.
Sin embargo, aunque los dispositivos digitales facilitan muchas cosas, no necesariamente son mejores para la concentración, comprensión o para cuidar la vista, cuando se comparan con los libros físicos.
¿Por qué es peor la pantalla digital para la vista?
Uno de los problemas de las pantallas digitales, especialmente las retroiluminadas, es el cansancio visual que producen tras un uso prolongado.
La lectura en este tipo de pantallas es más exigente para la vista que la lectura en papel debido a factores como la luz azul y la iluminación retroiluminada de muchos dispositivos.
La luz azul, emitida en gran medida por las pantallas digitales, es una de las principales causas de fatiga visual, problemas de sueño y molestias oculares.
Según el Dr. Scott Sikes, oftalmólogo en la Universidad de Emory, la luz azul puede causar fatiga y sequedad en los ojos cuando se pasa un tiempo prolongado frente a dispositivos electrónicos.
Según el experto,»la luz azul tiene una longitud de onda corta y dispersa más que otras luces visibles, lo que genera un desenfoque y una menor nitidez de la imagen que los ojos deben compensar, y eso puede resultar agotador»afirma.
El Dr. Joshua Dunaief, profesor de oftalmología en la Universidad de Pensilvania, explica también que cuando las personas miran una pantalla, tienden a parpadear menos de lo normal, lo que contribuye al ojo seco y a la fatiga visual digital.
Esta tendencia a parpadear menos impacta a la salud ocular, haciendo de las pantallas digitales una fuente de fatiga visual, especialmente cuando se usan por largos períodos sin descanso.
¿Por qué es mejor el libro físico?
El libro físico mantiene una conexión especial con el lector a través de su diseño, su textura, su olor, y la experiencia sensorial que brinda al pasar de página.
Además, los libros no requieren baterías ni actualización de dispositivos; están siempre disponibles y no tienen riesgo de volverse obsoletos.
La fiabilidad de tener un libro físico sigue siendo importante para muchos, no solo por la certeza de su funcionamiento, sino también por el valor simbólico que aporta al ser un objeto tangible y único.
Al leer un libro en papel, el lector experimenta una percepción espacial de dónde está en el texto: es fácil saber cuánto se ha leído y cuánto falta.
Esta sensación de orientación ayuda a crear un mapa mental, facilitando la retención de información. Los textos digitales, al ser continuos y no tener referencias físicas claras, dificultan esta orientación espacial.
Estudios realizados en Noruega han demostrado que los adolescentes comprenden y recuerdan mejor el material leído en papel en comparación con el digital, lo cual respalda la importancia de la experiencia física de la lectura.
¿La lectura digital afecta la concentración y la comprensión?
Diversos estudios sugieren que el formato digital puede afectar nuestra capacidad de concentración. La lingüista Naomi Baron, en su estudio con estudiantes de varios países, encontró que el 92% de ellos se concentraban mejor con textos impresos, señalando además que estos favorecían la comprensión y reducían las distracciones.
Esto se debe, en parte, a que las pantallas digitales permiten la integración de hipertexto, una herramienta que facilita el acceso inmediato a información adicional, pero que también incita a las multitareas y, en consecuencia, a la dispersión de la atención.
Al comparar la experiencia de lectura entre ambos formatos, Baron observó que el formato digital favorece una lectura superficial, mientras que la lectura en papel permite una comprensión más profunda.
¿Prefiere el cerebro el papel?
El artículo de Ferris Jabr en Scientific American expone la hipótesis de que el cerebro humano parece tener preferencia por el papel.
La neurocientífica Maryanne Wolf afirma que el cerebro pide la parte física de la lectura: el contacto con el papel, la visión de la totalidad de las páginas y la disminución física de lo que queda por leer.
Wolf compara la experiencia de lectura en un libro físico con la creación de un mapa mental, donde el cerebro establece referencias visuales y táctiles en el texto que facilitan la retención de información.