El peligro oculto de las gambas en Navidad: ¿Es seguro chupar las cabezas?
Prioriza tu bienestar sin dejar de disfrutar de los placeres del mar, optando por un consumo equilibrado y seguro
La Navidad es una época de tradiciones y banquetes donde los mariscos, como las gambas y los langostinos, se convierten en protagonistas indiscutibles de las mesas.
Aunque estos crustáceos son altamente valorados por sus beneficios nutricionales, la práctica de chupar sus cabezas, una costumbre muy extendida en España, plantea dudas sobre sus posibles riesgos para la salud.
Beneficios nutricionales de las gambas
Antes de entrar en el debate, es importante destacar las virtudes de estos mariscos. Andrea Calderón, profesora de Nutrición de la Universidad Europea, señala que las gambas y los langostinos son excelentes fuentes de:
- Proteínas de alta calidad.
- Minerales esenciales como selenio, zinc y yodo, necesarios para funciones antioxidantes, inmunitarias y tiroideas.
- Vitamina B12, crucial para el sistema nervioso.
- Ácidos grasos omega-3, que benefician la salud cardiovascular.
La carne del cuerpo es la parte más nutritiva y segura para el consumo, pero la cabeza, donde muchas personas encuentran el mayor sabor, es también donde se acumulan compuestos potencialmente dañinos.
¿Cuál es el riesgo de chupar las cabezas?
Según Calderón, las cabezas de las gambas concentran metales pesados como el cadmio y el mercurio, además de otras toxinas ambientales.
Esto se debe a que en esa zona se encuentran los órganos responsables de filtrar y procesar sustancias en el crustáceo, lo que genera una mayor acumulación de contaminantes.
¿Qué es el cadmio y por qué es peligroso?
El cadmio es un metal pesado presente en el medio ambiente que puede entrar en los alimentos a través del agua y los suelos contaminados. Aunque una ingesta ocasional de cadmio no representa un riesgo inmediato, su acumulación a largo plazo puede ser dañina para:
- Riñones, al afectar su capacidad de filtración.
- Hígado, al acumularse en este órgano clave.
- Huesos, aumentando la fragilidad ósea.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) recomienda evitar chupar las cabezas de gambas desde 2011, especialmente en el caso de personas vulnerables como niños, mujeres embarazadas y personas con enfermedades renales.
¿Cómo reducir el riesgo?
Seguir estos consejos no solo permitirá disfrutar de los mariscos de manera más segura, sino también mantener una alimentación placentera y equilibrada durante las fiestas y más allá.
Calderón ofrece consejos prácticos para minimizar la exposición a los metales pesados presentes en las gambas:
1. Cocción adecuada:
La forma en que se preparan las gambas puede marcar una diferencia significativa en la concentración de metales pesados:
- Hervir las gambas: este método de cocción es uno de los más seguros, ya que permite que parte del cadmio presente en las cabezas se disuelva en el agua.
- Evitar la plancha o parrilla: cocinar las gambas a la plancha puede intensificar la concentración de contaminantes liposolubles debido a las altas temperaturas y la posible interacción con las grasas presentes.
- Priorizar técnicas saludables: además de hervir, métodos como el vapor también son alternativas adecuadas para disfrutar del marisco sin incrementar la exposición a sustancias nocivas.
2. Consumo moderado:
La clave para disfrutar de las gambas y minimizar riesgos está en la cantidad y la frecuencia con la que se consumen:
- Ingesta ocasional: el consumo habitual o en grandes cantidades puede llevar a una acumulación gradual de metales pesados como el cadmio.
- Optar por la carne del cuerpo: esta parte del crustáceo es más segura y nutritiva, al ser rica en proteínas, minerales y vitaminas sin las concentraciones elevadas de metales que se encuentran en las cabezas.
- Evitar excederse con los más pequeños y grupos vulnerables: en niños, embarazadas y personas con enfermedades renales o hepáticas, es especialmente importante limitar el consumo, ya que son más susceptibles a los efectos de la acumulación de metales.
3. Variedad en la dieta:
Un patrón alimenticio equilibrado y diversificado no solo aporta todos los nutrientes necesarios, sino que también ayuda a reducir la exposición acumulativa a posibles contaminantes:
- Combinar alimentos: alternar el consumo de gambas con otros mariscos menos propensos a acumular metales pesados, como los mejillones o almejas, puede ser una estrategia eficaz.
- Aprovechar alimentos ricos en antioxidantes: incluir frutas, verduras y cereales integrales en la dieta diaria ayuda a combatir los efectos oxidativos de los contaminantes ambientales.
- Evitar excesos de alimentos con riesgos similares: además de las gambas, otros alimentos como pescados de gran tamaño (atún o pez espada) también acumulan metales pesados.
Un equilibrio entre placer y seguridad
El marisco es una joya culinaria que aporta sabor y tradición a las mesas navideñas, pero disfrutarlo de manera consciente es clave para proteger nuestra salud.
Andrea Calderón concluye con una reflexión importante: la alimentación no solo debe ser placentera, sino también segura. Es posible disfrutar de los mariscos como parte de nuestras tradiciones navideñas, pero siempre con moderación y considerando las recomendaciones de salud”.