Motilidad intestinal: cómo conseguir que tus digestiones sean mejores y más rápidas
Lo que comemos, cómo lo comemos o cuándo nos puede jugar más de una mala pasada a nivel digestivo
A medida que pasan los años, empezamos a notar que nuestro cuerpo no responde como antes. Desde la elasticidad de la piel hasta la energía diaria, todo parece requerir un esfuerzo adicional. Y nuestros intestinos no son una excepción. Con el tiempo, su capacidad para procesar y mover los alimentos a través del tracto digestivo se ve afectada, algo que puede generar molestias que no siempre relacionamos con la edad.
La motilidad intestinal, o la capacidad de los intestinos para realizar los movimientos necesarios para digerir y evacuar, es un aspecto fundamental de nuestra salud digestiva. Sin embargo, esta función puede verse comprometida no solo por el paso de los años, sino también por factores como una dieta inadecuada o malos hábitos alimenticios. Por eso, entender qué es y cómo cuidarla puede ser clave para mantener una digestión más eficiente y un bienestar general. Algo de lo que hemos hablado en varias ocasiones en THE OBJECTIVE.
Además, conviene recordar que nuestra alimentación y estilo de vida tienen un impacto directo en nuestra salud intestinal. Lo que comemos, cómo lo hacemos y nuestra actividad diaria influyen en la forma en que nuestros intestinos trabajan. Por tanto, aprender a optimizar la motilidad intestinal no solo es útil para evitar molestias digestivas, sino también para prevenir problemas más serios a largo plazo.
Qué es la motilidad intestinal y cómo la edad la ralentiza
Hablamos de motilidad intestinal al referirnos al conjunto de movimientos musculares que ocurren en el tracto digestivo para transportar los alimentos desde el estómago hasta el ano. Este complejo proceso comienza con la digestión en el estómago, continúa en el intestino delgado, donde se absorben los nutrientes, y finaliza en el intestino grueso, encargado de eliminar los desechos. Cuando este movimiento es lento o irregular, pueden aparecer problemas como estreñimiento, hinchazón o molestias abdominales. Algo que, con la edad, suele empeorar.
Con el paso de los años, la motilidad intestinal tiende a ralentizarse debido a diversos factores. La disminución de la masa muscular en general, y particularmente en las paredes intestinales, puede afectar la eficiencia de estos movimientos. Además, el envejecimiento puede alterar el equilibrio de las bacterias intestinales, conocidas como microbiota, que juegan un papel esencial en el proceso digestivo.
Por otro lado, algunas enfermedades pueden influir negativamente en la motilidad intestinal. Trastornos como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad de Parkinson o la diabetes pueden interferir en los movimientos del tracto digestivo. También, el uso prolongado de ciertos medicamentos, como analgésicos o antidepresivos, puede tener un impacto adverso. Estos factores hacen que mantener una motilidad intestinal saludable sea aún más importante con el paso del tiempo.
Cómo mejorar la motilidad intestinal
Mejorar la motilidad intestinal pasa por prestar atención tanto a lo que comemos como a nuestros hábitos diarios. Una dieta rica en fibra, proveniente de frutas, verduras, cereales integrales y legumbres, es clave para estimular los movimientos intestinales. Este nutriente ayuda a retener agua en las heces, facilitando su paso por el tracto digestivo. Además, es recomendable incluir alimentos fermentados, como yogures con probióticos, que benefician la microbiota y, en consecuencia, la motilidad.
Por otro lado, conviene evitar alimentos ultraprocesados, ricos en grasas saturadas o azúcares refinados, especialmente en momentos en los que las digestiones sean más lentas. También es fundamental mantenerse bien hidratado, ya que el agua es necesaria para ablandar las heces y favorecer su evacuación. Comer despacio, masticar adecuadamente y mantener horarios regulares para las comidas son hábitos que pueden marcar una gran diferencia.
La actividad física también juega un papel esencial en la salud intestinal. Ejercicios como caminar, nadar o practicar yoga ayudan a estimular los músculos abdominales y mejoran el tránsito intestinal. Incluso una rutina de estiramientos suaves puede ser eficaz para aliviar la sensación de pesadez o estreñimiento. Por último, el estrés, un enemigo común de la salud digestiva, debe manejarse con técnicas de relajación, ya que puede interferir directamente en la motilidad intestinal.