Soledad posnavideña: cómo combatir el aislamiento tras las fiestas y volver a la realidad
Tras la tormenta llega la calma, pero no para todos es deseada, sino que puede desatar antiguos temores
No es la primera que hablamos de soledad en THE OBJECTIVE. Un fenómeno al alza y preocupante que involucra a la salud mental y de la que, por ejemplo, hay que poner apellidos en muchas ocasiones. Precisamente lo que sucede con la soledad posnavideña, como mencionan una investigación de la Universitat Oberta de Catalunya.
En este sentido, la Navidad genera una borrachera emocional -a veces también física– de sentimientos. Pueden ser negativos, pero en general se trata de emociones positivas en torno a la familia, los amigos y los reencuentros. Alegría y felicidad desbordante durante unos días que, además, se combina con tiempo libre o vacaciones. Nos plantamos así ante un cóctel perfecto que, cuando esas semanas pasen, generan una misma resaca emocional. Tanto como para que haya estudios que planteen cómo afecta la celebración de la Navidad en personas cristianas o creyentes, frente a los no creyentes o no cristianos.
No obstante, esta mezcla de sensaciones podría no ser positiva desde un primer momento. Pretender que la Navidad actúe de manera balsámica, cicatrizando heridas previas por su propio espíritu y que las relaciones se encaucen es complicado. También puede pasar que algunas relaciones o problemas se enquisten en esta época. También comprender que, en el ámbito laboral, se trata de unas fiestas que generalmente ayudan a reducir problemáticas en casa, al eliminar factores de conflicto.
Entendiendo la soledad posnavideña
Como tantos otros ejemplos de soledad no deseada, la soledad posnavideña puede pasar una factura especialmente potente. Personas que viven lejos de su lugar de origen o que no ven a menudo a sus seres querido pueden ser más susceptibles a este fenómeno. Además, huelga recordar lo antes citado: el buen momento que la Navidad suele implicar.
Lo cierto, como explican desde la UOC, es que las fiestas navideñas «constituyen un momento de gran intensidad emocional en un periodo de tiempo corto». También hay que recordar que, en algunos casos, pueden ser episodios duros, tanto por los reencuentros como por las ausencias. Del mismo modo, ahondan en otra realidad: la nostalgia de la infancia y los tiempos pasados, a menudo pretendidamente recordados como mejores.
Por eso, advierten del doble efecto que estas situaciones generan y que pueden empeorar sentimientos de soledad. «Abren la puerta a relaciones sociales con personas importantes que, quizás, durante el resto del año están congeladas o son inexistentes», indican. Lo cual, a simple vista, invita a «pensar que esta apertura a la vida social podría beneficiar a las personas en situación de soledad no deseada». No obstante, advierten: «los expertos coinciden en que la realidad es que podría tener el efecto contrario una vez concluida la Navidad».
Por qué aparece la soledad posnavideña
Fiar a los reencuentros de Navidad la solución a una soledad ya percibida puede ser un error. Tanto como para que pueda provocar un efecto bumerán y se vuelva en contra. Daniel Rueda, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y director del máster universitario de Trabajo Social Sanitario de la UOC explica que «existen fechas muy señaladas en las que las familias se reúnen y se celebran determinados acontecimientos» para definir la Navidad.
Un período donde «la cultura y las tradiciones sociales son una parte importante de las formas de convivencia», pero donde no deja de advertir otra triste realidad. «Esto no es una garantía para rebajar el sentimiento de soledad que puedan vivir algunas personas», ejemplifica. Tanto como para aclarar que «es más, puede ser una forma de revivir esa soledad y profundizar en ella, aunque estén rodeadas de personas cercanas».
En este sentido, las palabras de Zenaida Aguilar, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC apuntan a ese mismo sentido. «La Navidad es como una pompa: las luces, la felicidad, todo para quien lo puede vivir y disfrutar es de mucho placer», ilustra ante la posterior e inminente presencia de un efecto rebote.
«Pero cuando acaba, llega el lunes más triste del año, una caída en picado desde esa pompa, que no es real», alega. Un paradigma en el que ahonda, pues en algunos casos no solo la situación navideña no mejora el estatus previo, «sino que agravará el problema una vez que terminen por no haber podido expresar sus sentimientos mientras estaba acompañado».
Entendiendo la soledad
¿A qué tipo de soledad nos referimos cuando hablamos de la soledad posnavideña? En este sentido, Zenaida Aguilar puntualiza que hay dos tipos de soledades no deseadas. La primera es cuando estás rodeado de personas, pero sin sentir conexión con ellas. La segunda es la soledad «en la que fuera no hay personas con la que estar». Aparte de eso, existe un tercer grado, que califica como la soledad elegida.
Así mismo, indica que la soledad no es necesariamente un producto del yo presente. «Muchas veces la soledad que vivimos en el presente no tiene que ver con el ahora», aclara. En ese sentido, sitúa también la posibilidad como «una emoción que he podido sentir a lo largo de mi vida de una forma placentera o bien momentos en los que me he sentido solo y que hacen que integre la soledad como algo abrumador o angustiante»
En estos casos, contactar con profesionales de la salud mental o con trabajadores sociales puede servir de ayuda para comprender la situación. También para analizar la realidad previa, parcialmente opacada por las fiestas –o magnificada– y comprobar qué puede estar mal.